La influencia de Fabre en Luis Buñuel
Jean-Henri Fabre |
Continuando con la serie de personajes que más han influido en la obra de Luis Buñuel, hoy hablaremos Fabre.
Jean-Henri
Fabre (1823-1915) fue, entre otras cosas, un famoso entomólogo francés. Durante
la estancia de Buñuel en la Residencia leyó los cinco tomos, que sobre la vida
de los insectos escribió y publicó en 1920 la editorial Espasa Calpe. Hasta tal
punto le fascinaron que abandonó su carrera de Ingeniero Agrónomo por la de
Ciencias Naturales, carrera que por cierto tampoco acabaría.
He adorado los
"Recuerdos entomológicos" de Fabre. Por la pasión de la observación,
por el amor sin límites al ser vivo, este libro me parece inigualable,
infinitamente superior a la Biblia. Durante mucho tiempo, dije que solamente me
llevaría ese libro a una isla desierta. Hoy he cambiado de opinión: no me
llevaría ningún libro[1].
Buñuel
hace una lectura muy personal de la obra de Fabre. No se deja influenciar por
la tendencia espiritualista de Fabre que nunca había aceptado la teoría
transformacionista y que, según el biólogo Jean Rostand, nunca había estudiado
en serio El origen de las especies de
Darwin. Fabre tendía a sugerir que detrás de todos los misterios que él
observaba, detrás de las maravillas de la Naturaleza, debía de haber una
sabiduría divina. Buñuel sólo parece haberse fijado en la riqueza de las
observaciones y podemos suponer que uno de los textos que más le marcaría debió
de ser el estudio sobre el alacrán del Langedoc, cuya descripción recuerda la
primera secuencia de La edad de oro...
También
debió encontrar en este artículo el estudiante de entomología la confirmación
de la misteriosa unión entre instinto sexual y la muerte que le había llamado
la atención desde la adolescencia. En los Recuerdos
entomológicos, Fabre evoca, desde una perspectiva antropomórfica muy
marcada, los trágicos apareamientos de los alacranes que terminan con “la
muerte del macho, algo devorado por la alacrana”.[2]
... Lo que más me ha gustado, me sigue gustando
y me continúa pareciendo un misterio extraordinario son los insectos. Puedo ver
una mosca durante no sé cuanto tiempo. Y lo que es un escarabajo, me pasaría
horas mirándole... Para mí es el misterio de la vida. Lo incomprensible. Lo que
está más allá[3].
...Empecé leyendo
los maravillosos libros de Fabre
. Me apasiona la vida de los insectos. Allí está todo Shakespeare y Sade[4].
“La
capacidad de observación de Fabre es...asombrosa. Sus libros son todo un
programa de educación de la mirada, a partir del cual el ojo puede explorar la
realidad de forma mucho más desprejuiciada y libre. Cuando se encuentra ante
sus amados insectos, establece una suspensión temporal de cualquier juicio o
jerarquía, para conocerlo todo minuciosamente...y tras ello sobreviene el
juicio moral, que muy a menudo contradice de manera frontal la moral
convencional. Difícilmente podría tener un cineasta mejor educación del ojo. No
es extraño que Buñuel dijera que había estudiado al protagonista de Él como a un insecto, como si de un
mosquito anofeles se tratara: si se ha leído a Fabre se entienden muy bien sus
palabras...[5]
Jean-Claude
Carrière ha explicado muy bien cómo trabajaba Buñuel sus personajes, que
observaba desde el exterior como si se tratase de insectos, sin nunca
abandonarse a la psicología que detestaba, porque era de una curiosidad
objetiva. Pero, al mismo tiempo, no vacilaba en lanzarse a la búsqueda de
imágenes emblemáticas y complejas, que no tenían en apariencia ninguna relación
con la realidad inmediata, pero que, justamente por su lado inesperado, nos
obligaban a penetrar en una realidad más secreta, opaca y profunda.[…] se pasa
del caparazón entomológico externo a las a las profundidades a las cloacas internas (estas
de Fabre y de Sade) sin etapa psicológica intermedia.[6]
Final de Un perro andaluz |
Buñuel
logra de esta manera eliminar el segmento psicologista y consciente, que
aborrecía. Su ideal era pasar de la observación objetiva y externa a las
pulsiones más profundas, exactamente como lo hace un entomólogo. Ejemplos: el
final de Un perro andaluz: de Goya y Millet a la mantis religiosa de
Fabre; o el comienzo de La edad de oro: de los escorpiones a
los bandidos y los impulsos de los protagonistas...[7]
Los
escorpiones que abren La edad de oro continúan la imagen
que cierra Un perro andaluz, ya que según el entomólogo Fabre, inspirador
de ambos pasajes, no es raro que la hembra del escorpión devore al macho tras
la cópula, al igual que la mantis religiosa.
El
documental sobre los escorpiones de La edad de oro, se titula Le scorpion Languedocien, y los textos
intercalados fueron escritos por Buñuel a partir de los escritos entomológicos
de Fabre.
Quizá
sea ese aspecto de entomólogo que tiene Buñuel, el que hace que se valga de la
cámara cinematográfica a modo de lupa o microscopio, para estudiar el comportamiento
de sus personajes. Esta cualidad, al suponer una gran meticulosidad en el
desarrollo de sus trabajos, constituye el primer estadio. También Buñuel, aparte de
entomólogo, quizá incluso como derivación de ello, es extremadamente ordenado.
Por esto los estudios que realiza sobre el comportamiento de sus personajes
están perfectamente estructurados con arreglo a una, más o menos, compleja
lógica interna del desarrollo de los hechos. Esta cualidad, al suponer una
estructura que emplea para la realización de los complejos estudios que son sus
películas, constituye un segundo estadio. Pero Buñuel posee, no como una
característica más ni tampoco como primera cualidad aisladamente, sino en
relación con las otras tres, una personalidad muy compleja y marcada. Por esto
los personajes que elige para sus estudios entomológicos estructurales tienen
unas características muy peculiares que les hacen muy distintos del resto de
los personajes cinematográficos.[8]
Inicio de La edad de oro |
Cuando
en 1953 Truffaut le preguntaba: “¿Tiene usted algún proyecto imposible de
rodar?”, Buñuel le contesta: Le respondo
que no, pero podría hablarle de una película con la que sueño, puesto que no la
rodaré jamás. Inspirándome en obras de Fabre, inventaría personajes tan
realistas como los de mis películas normales, pero poseyendo las
características de algunos insectos. La protagonista, por ejemplo, se
comportaría como una abeja, el galán joven como un escarabajo, etc. ¿Entiende
por qué es un proyecto sin esperanza?
Son
innumerables los rasgos de sus personajes que se inspiran en esa especie de
vasta “Comedia humana” de la Naturaleza que es la obra del entomólogo
francés...[9]
Buñuel
ha soñado siempre en describir al hombre con la fría objetividad del entomólogo
inclinado sobre el insecto. Para él se trata, en todo momento, de comprender
mejor a sus personajes a fin de juzgarlos mejor, de exaltar mejor aquello que
él cree son sus cualidades y de condenar mejor aquello que considera como sus
defectos, sus flaquezas y sus errores. Así pues, Buñuel es un moralista por
necesidad, aunque, en su opinión, la ética sólo adquiera una verdadera realidad
por obra de la praxis.
Francisco (Él), uno de los personajes que estudió como si fuera un insecto |
Robinson,
ese noble inglés anclado en una isla desierta, proporciona a Buñuel una
excelente materia de estudio. Nos encontramos ante un ser desprovisto de todas
las convenciones, privado de situación social, sometido a una especie de pureza
ontológica. Lo único que sobrevive en él es una vaga angustia metafísica, que
se irá diluyendo hasta llegar a desvanecerse por completo en la conmovedora secuencia
durante la cual Robinson llama a Dios y no recibe otra respuesta que el eco de
su propia voz; luego enloquece, grita en demanda de socorro y acaba por dejar
caer al mar su antorcha con tristeza al anochecer. A partir de esto comprende
que ha ganado, que por fin ha nacido de sí mismo, que ha entregado su
existencia a todos los riesgos de la libertad liberada de códigos y de ritos
mentalmente debilitadores.[10]
Buñuel
juega, con visión de entomólogo a aislar a sus personajes del yugo de la
civilización, desentrañando así los frágiles hilos sobre los que ésta se
sustenta. Así, Robinson Crusoe es un
hombre que prisionero en una isla se ve obligado, por supervivencia adaptarse a
la Naturaleza que le rodea. Al aparecer
el indígena Viernes, surgirán en él los innatos prejuicios sociales: de
dominado por el entorno pasa a dominador del indígena, es decir, la eterna
figura del amo y el sirviente. O en La muerte en este jardín en la que
la endeble solidaridad establecida se rompe cuando un grupo de personas, abandonado
en medio de la jungla, se encuentran con los restos de un avión, signo de
civilización.[11]
Robinson Crusoe |
Incluso
Las
Hurdes, podemos verla como un estudio riguroso y científico sobre sus
habitantes, similar al que lleva a cabo el entomólogo con los insectos.
[1] Luis Buñuel: Mi último suspiro, Espasa & Calpe, 1982, Pág.210
[2] Emmanuel Larraz: Buñuel el afrancesado. En: Turia, nº 28-29. Pág. 155
[3] Luis Buñuel: Obra literaria, Heraldo de Aragón, 1982, Pág. 50
[4] Tomás Pérez Turrent y José de la
Colina: Buñuel por Buñuel, Plot,
1993, Pág.16
[5] Agustín Sánchez Vidal: El mundo de Luis Buñuel, Caja de Ahorros
de la Inmaculada, 1993, Pág. 104
[6] Agustín Sánchez Vidal: L´âge d´or. Correspondance Luis Buñuel-
Charles de Noailles, Centre Georges Pompidou, 1993, pág. 17
[7] Agustín Sánchez Vidal: Imaginación sin hilos. En: Turia, nº 28-29. Pág. 119
[8] Paulo Antonio Paranaguá: Luis Buñuel. Él, Paidós, 2001, Pág. 88
[9] Agustín Sánchez Vidal: El mundo de Luis Buñuel, Caja de Ahorros
de la Inmaculada, 1993, Pág. 99
[10] Freddy Buache: Luis Buñuel, Guadarrama, 1976, Pág. 84
[11] Carlos Tejada: De anhelos, delirios, visiones y naufragios: los seres maltratados de
Luis Buñuel. En: Nickelodeon, nº
13, Invierno, 1998, Pág. 47
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