El gran calavera (1949)
El gran
calavera es una de esas películas a las que Luis Buñuel llamaba alimenticias y
que ha sido continuamente menospreciada por la crítica, salvo alguna honrosa
excepción. A todo aquel que no haya visto la película le voy a dar un consejo: véanla,
olvídense de que es una película de Buñuel, es decir, no se pasen la película
buscando toques buñuelianos, y déjense llevar por ella. El entretenimiento está
garantizado.
La película
empezó su rodaje en los estudios Tepeyac el 9 de junio de 949 y terminó el 5 de julio,
unos 18 días de rodaje y un presupuesto de 4.000.000 de pesos. Se estrenó el 25
de noviembre de ese año y estuvo tres semanas con gran afluencia de público.
Fue un gran éxito, tanto de crítica como de público. Buñuel demostró que era un
director eficaz, que terminaba sus películas en el tiempo previsto sin pasar el
presupuesto y conseguir el éxito de público. El realizador, que necesitaba
reafirmar su puesto en el cine comercial mexicano, lo consiguió con esta
película.
Fue
un buen éxito de público y gracias a esta película pude seguir haciendo cine en
México[1].
Oscar
Dancigers le había ofrecido a Buñuel hacer una película “a su gusto”, Los
olvidados, cuando Fernando Soler, que iba a dirigir personalmente El
gran calavera, pensó que protagonizar, producir y dirigir era mucho
trabajo. Le pidió a Dancigers, coproductor de la película, un director:
el que fuese, con tal que funcionara técnicamente».
Dancigers le encomendó esta tarea a Buñuel, asegurándole, que si realizaba la
película en dos semanas, podría disfrutar de una mayor libertad con su proyecto
de Los Olvidados.
La película parte de la comedia del mismo
título de Alfonso Torrado, muy convencional y con mensaje moralizante. Buñuel
no participó en la escritura del guión de El gran calavera, ya que Dancigers le
presentó un texto ya elaborado. Es la única de sus películas en la que no ha
colaborado en su elaboración. Fue escrito por Luis y Janet Alcoriza, para el
lucimiento del protagonista, el actor y productor Fernando Soler, aunque
hicieron una variación importante en relación con el original, y fue aumentar
el peso dramático de la historia de amor entre Pablo y Virginia en la película.
Esta sería la primera, de las muchas, colaboraciones
que hubo entre Luis Alcoriza y Buñuel
El equipo de rodaje de la película |
A
partir del guión que le presentaron los Alcoriza, Buñuel elaboró, como es
habitual en él un guión técnico muy detallado. Para ver las características de
este guión técnico seguimos a Amparo Martínez Herranz, que es la persona que
mejor lo ha estudiado[2]:
En
El gran calavera
Buñuel continuó utilizando buena parte de las estrategias
de trabajo que había empleado en Gran
casino y que, con
ligeras variantes, iban a dar lugar al método que establecería como habitual
durante sus años de trabajo en México, al menos a lo largo de la década de los
cincuenta. Elaboraba un guión técnico muy detallado que después se pasaba a
máquina. En él, aparte de los diálogos, las tomas y las localizaciones, se
indicaban todo tipo de detalles: la entonación con la que debían pronunciarse
algunas frases; el gesto a adoptar por parte de los actores; cuestiones
relacionadas con la puesta en escena; encuadres; angulaciones; enlaces; así
como las posiciones y movimientos de la cámara. Se trataba de guiones técnicos
tan precisos que, generalmente, la planificación señalada para cada secuencia
se correspondía con el montaje previsto para la misma. Sobre esta base y
diariamente Buñuel preparaba el rodaje
ajustando y matizando el contenido de lo previsto en el guión, añadiendo a mano
nuevas acotaciones, corrigiendo los diálogos e incluso haciendo croquis en los
que indicaba la posición de la cámara en relación con los actores y sus
desplazamientos.[…]Gracias a esto el proceso de montaje resultaba muy sencillo
y rápido, tal y como quedó patente en El gran calavera,
un título en el que se introdujeron escasas y poco
significativas modificaciones durante el trabajo de edición de la película en
relación con lo previsto o lo rodado.[3]
Amparo
Martínez también señala algunas anomalías o excepciones en relación con el
método de trabajo habitual en Buñuel:
Buñuel y Fernando Soler con el guión en un momento del rodaje |
·
La reescritura completa de
secuencias, en este caso dos: la primera y la veinticuatro y en ambos casos
para darle un toque mucho más personal. En la escena inicial tenía interés
porque la primera información visual que recibiera el espectador fueran los
pies y zapatos enredados de los detenidos. Ya conocemos el interés de Buñuel
por los pies. La otra escena, la 24, es la declaración de amor de Pablo a
Virginia en el coche comiéndose un helado y añadiéndole una mayor carga
erótica, al mismo tiempo que eliminaba la cursilería que tanto odiaba Buñuel.
·
Pero es sin duda en todo lo relativo
a los diálogos donde nos vamos a encontrar con la forma de proceder más extraña
e inusual dentro de la sistemática de trabajo de Buñuel. Nunca antes, y tampoco
nunca después durante sus años de trabajo en México volvería a ser tan flexible
y poco conciso en la redacción de los diálogos. A lo largo de este guión
encontramos anotaciones a máquina o a mano en las que se indica que queda
pendiente escribir una parte del diálogo: «hacer
diálogo breve, diálogo ad hoc, falta diálogo…».
En ocasiones, durante la preparación diaria del rodaje
Buñuel escribió a mano los textos que había que completar.[…]En muchas otras
ocasiones Buñuel dejó pendiente para improvisar o añadir durante el rodaje las
frases que faltaban.[4]
Entre
los factores que pudieron haber motivado esta actitud excepcional podemos
barajar el hecho de que el guión no fuese suyo y que no hubiera participado en
su escritura de ninguna manera. También puede considerarse la posibilidad de
que tuviera que redactar el guión técnico muy deprisa, dejando aquellos puntos
que veía menos claros para resolver más adelante, sobre todo los diálogos que
para él no tenían importancia. Además, debe también considerarse el peso y la
participación de Fernando Soler en todo lo relacionado con la película. En más
de una ocasión Buñuel dejó cuestiones pendientes para discutir y solventar con
Soler que, además de protagonista, era productor de la película.[5] Buena
parte de las alteraciones de los diálogos están encaminadas a hacer más amable
y simpático al espectador el personaje de Ramiro.
Recordemos
que Buñuel siempre necesitó un colaborador para escribir los guiones de sus
películas y que los originales de la obra de Adolfo Torrado no debían de
gustarle nada.
Durante
el rodaje se produjo una estrecha colaboración entre Buñuel y Fernando Soler a
la hora de resolver diferentes problemas de la producción. El peso de Fernando
Soler, protagonista-productor, en la toma de decisiones debió ser bastante
importante, hasta el punto de que en algunas publicaciones lo ponen como
codirector. Buñuel elogió la profesionalidad de Fernando Soler en repetidas
ocasiones, porque le permitió rodar con la eficacia que buscaba. Para Buñuel,
Soler era «un buen actor que tenía todo el
repertorio de los recursos del oficio y al que no había que ‘marcarle’ los
gestos. Así yo podía ocuparme de otros detalles de la dirección »[6].
Volverían a trabajar junto en Susana
(1950) y en La
hija del engaño (1951), lo
que habla del respeto y la admiración mutua que se fraguó a partir de su
colaboración en El
gran calavera.[7]
Parece
evidente, que con lo que Buñuel se jugaba con esta película, una de sus
preocupaciones fuera la técnica, ya que como él mismo reconoce le faltaba
práctica: El
gran calavera: «Me divirtió
porque me ejercitaba técnicamente. Me entretuve con el montaje, la
estructuración, los ángulos. Todo esto me interesaba porque aun era yo un
aprendiz en el cine digamos ‘normal’»[8].Sin duda, el aprendizaje más
relevante fue el que tuvo que ver con el interés de Buñuel por mover la cámara
y procurar, siempre que le fue posible, construir planos secuencia.[…] Un rasgo
este último que iba a convertirse en una constante visual y técnica de su obra
cinematográfica. Él mismo reconoció al hablar de El gran calavera
que se había preocupado especialmente por este tema:
«Recuerdo que yo era muy aficionado
a lo que llaman plano-secuencia. En esta película hay dos o tres. Algunos dicen
que no me intereso por la técnica, pero recuerdo que entonces me preocupó mucho
y quería ponerla al servicio de lo que narraba. Quería evitar siempre que el
espectador recordase que hay una cámara»[9].[…]De cualquier manera, lo cierto es
que en esta película la cámara aparece en constante movimiento, acompañando los
desplazamientos azorados de los personajes y uniendo varias tomas concebidas
inicialmente como independientes.[10]
El
método de trabajo de Luis Buñuel se basa en la simplificación y en abaratar
costes y tiempo de rodaje, trató de aunar, casi siempre con éxito, eficacia
narrativa y rapidez, optando por las soluciones más sencillas y evitando
siempre que pudo el exceso de gasto y la complejidad de la puesta en escena.
Con El gran calavera se prefigura el
esquema más habitual en las películas "alimenticias" de su etapa
mexicana, y que no es otro que el del melodrama latino, estructura mucho más
funcional de lo que a menudo se postula, y en cuyo seno Buñuel llegó a moverse
con el tiempo con cierta comodidad y no poca ironía. Posiblemente sean esos
rasgos de humor los que salven los mejores momentos de la cinta, centrados en
esa especie de versión atemperada de amour
fou que encarnan los jóvenes protagonistas que se aman por encima de las
barreras sociales y otras circunstancias adversas y que se llaman,
significativamente, Pablo y Virginia, en romántica alusión a la novela de
Bernardin de Saint Pierre.[11]
La mayor parte de los analistas buñuelianos
la consideran una película sin interés. Valga como ejemplo la opinión de Román
Gubern: “Trivial comedia de enredo rodada en sólo 16 días, su interés es escaso
a pesar de que apunten en el film algunos temas que reaparecerán, de modo más
maduro, en la obra posterior de Buñuel. Tal ocurre con los episodios
protagonizados por los criados de Ramiro, que anuncian situaciones de El
ángel exterminador y, sobre todo, de Diario de una camarera. La poética surrealista
se infiltra subrepticiamente en varios pasajes del idilio de Pablo y de
Virginia.”[12]
No obstante hay sus excepciones, así Miguel
Marías señala: “Tan precisa como desnuda, sumamente divertida y hasta
bienhumorada, y mucho más sutil y compleja de lo que puede parecer a simple
vista, El gran calavera es, cronológicamente, la más antigua de las
obras máximas de Buñuel, y probablemente la más fluida narrativamente, la más
afable y la más próxima a Frank Capra de todas las que realizó.”[13]
La ficción de la película |
Gastón
Lillo que ha realizado un profundo análisis de la película piensa que “el
sentido del humor, como ha notado la crítica, juega un papel importante pero
más que funcionar de manera esporádica y puntual salvando las escenas donde
interviene, o permitiendo tratar en registro cómico lo que el melodrama trata
en registro sentimental, tiene a nuestro juicio, un rol composicional clave
que la crítica ha pasado por alto. No se trata únicamente del humor atribuible
al juego de los actores, a los chistes incluidos en los diálogos, a los gags, a
las situaciones propias de la comedia —género en el que se inscribe el filme—
a los que la crítica ya se ha referido; se trata más bien de un principio de
composición que organiza el filme en su conjunto.”[14] En la película:
·
Los
personajes no son tratados de forma realista, sino que son marionetas, hay una
exageración en su actuación, para evitar
las trampas de la historia edificante del argumento de la película.
·
Se
utiliza el gag como el elemento principal de la actividad transgresora, que
mina las situaciones más solemnes, pero que a la vez organiza el film en su
totalidad y rompe con el modo tradicional de lectura.
La
hiperexpresividad de los actores es un
elemento distanciador que utiliza el realizador para evitar que el espectador
caiga en la pasividad y se identifique con el melodrama.
Según
Lillo, Buñuel desarticula las estructuras del melodrama sin destruir su
formato, lo que además conlleva el éxito entre el público adicto al género y
esto el realizador lo hace utilizando la «distancia irónica»: suministrando al
espectador la información narrativa necesaria para que pueda ir decodificando
dicha ironía.
La ficción dentro de la ficción |
¿Cómo
consigue Buñuel esa distancia irónica del espectador con la película? A través
de la ficción dentro de la ficción. Cuando vemos una película “normal”, el
“director” parece que nos dice: juguemos a que esto que vemos es la realidad.
En El
gran calavera, parece como si Buñuel nos dijera: juguemos a que esto
que vemos es un juego que consiste en hacer creer a otros que eso que ven es la
realidad. Gracias a este juego constantemente se van combinando imágenes del
mundo fingido con imágenes de la preparación del fingimiento (como entre
bastidores de un teatro).
Este
“juego” permite a Buñuel la ridiculización de las convenciones del melodrama,
pues constantemente pasamos de un mundo ficticio al otro; el primero regido por
unas normas de estilización que corresponden
a la comedia y el segundo a un mundo regido por las normas de estilización
melodramática. Gracias a la representación del modo de representar
melodramático se desarticula el género y se neutraliza su eficacia retórica; su
efecto patético se convierte en efecto cómico.
El
espectador no sólo ríe del placer que le causa su posición de saberse cómplice
de los burladores en el engaño de las víctimas. De ser sólo así, estaríamos en
presencia simplemente de un filme cómico (y ésta ha sido la lectura dominante)
y no frente a un filme irónico. La ironía puede funcionar porque las
situaciones fingidas dentro del filme son reconocidas por el espectador como
situaciones codificadas dentro del género melodramático.
Por esto
las palabras pronunciadas en el interior
de estos relatos son reconocidos por el público como falsos y no pueden ser
interpretadas al pie de la letra como lo ha hecho la mayor parte de la crítica.
Emilio García-Riera, por ejemplo, saca de aquí conclusiones sobre la supuesta
ideología conformista del filme: “frases como « gracias a la pobreza sabemos lo
que es un verdadero hogar » y otras que debieron ponerle los pelos de punta a
Buñuel fueron dichas por el actor principal de la cinta”. Esta opinión queda
contradicha por aparecer dentro de una estructura que la señala como falsa:
Ramiro : Les pido perdón por haber querido
suicidarme pero a ello me llevó la vida de miseria en la que vivimos por mi culpa.
Virginia : Y qué importa la miseria papá si
así somos felices
Ramiro: Ah, son felices, y tú qué opinas
Lalo?
Eduardo: Lo que dice Virginia que somos muy
felices, la vida lo hace a uno
En este
diálogo las palabras de Ramiro son irónicas y las de los hijos sabemos que son
falsas. [15]
La película es una especie de sainete como
los que él produjo y supervisó en su etapa de Filmófono y el resultado: una
película divertida y con un ritmo rápido y eficaz. Como es habitual en él evitó
los besos de la pareja romántica.
Era una película que le gustaba;
tenía un poco de sabor a sainete español…A él le gustaba mucho porque le
permitió experimentar muchísimas cosas que después iba a aplicar. Por ejemplo,
el uso de los planos muy largos, el uso del plano-secuencia.[16]
En El gran calavera, como es
normal, se encuentran algunas muestras de eso que se ha dado en llamar temas
buñuelianos. Destacan:
·
La
escena inicial: “Cuando le dije a Buñuel que el plano inicial de la película
era magistral, me respondió que era lo único bueno de esta película”: un plano
próximo muestra piernas entrelazadas de hombres, enroscadas unas en otras. Por
los calzados vemos que pertenecen a muy diferentes condiciones sociales. Una
mano empieza a deslizarse entre todas estas piernas; la cámara retrocede
lentamente y entonces encontramos el sentido de este rompecabezas: se trata de
un grupo de juerguistas encerrados en un calabozo, por borrachos. Junto a esta
a otras muestras de fetichismo de los pies en la película.
·
La
secuencia de la declaración de amor: Está tomada en picado desde un
rascacielos. Se ve la calle pululante de homúnculos y el coche, diminuto como
un insecto, lanzando a berridos anuncios que parecen frases surrealistas:
“Acuéstese fea y levántese bonita usando crema Pecados de Siria”, etc. ...Él
alterna la locución ante el micrófono con la conversación amorosa... La invita
a un helado: con la portezuela abierta se sientan en el estribo del coche...La
declaración amorosa, lejos de seguir la vulgar fórmula cinematográfica que
termina en beso, es de un erotismo mucho más sutil, típico de Buñuel: ella lame
el helado mientras escucha complacida; él mordisquea el suyo nerviosamente.
·
La
secuencia final: Estamos en una iglesia, el sacerdote celebra solemnemente el
sacramento...Pero la escena da un brusco viraje hacia la farsa. El antiguo
novio llega a la puerta de la iglesia en su coche anunciante...Sigue un duelo
entre el sermón y el altavoz...La abundancia de frases entremezcladas o
superpuestas es caótica. Esta superposición es casual y la mezcla carece de
sentido en la mayor parte de los casos, pero resulta muy irreverente...De vez
en cuando...explosiva: “...la castidad en el matrimonio...” “...únicamente las
que usan medias Suspiro de Venus...”...Estamos en presencia de lo que
pudiéramos llamar un collage sonoro,
cinematográfico, mucho más avanzado que el del diálogo amoroso del
automóvil...El contrapunto entre sonidos y palabras...en esta escena de El
gran calavera lo lleva a las últimas consecuencias y a una plenitud
indiscutible.[17]
[1] Tomás Pérez Turrent y José de la
Colina: Buñuel por Buñuel. Plot,
1993, Pág. 48
[2] Pueden ver y descargar el artículo
completo en la dirección: http://www.unizar.es/artigrama/pdf/18/3varia/15.pdf
[3] Amparo Martínez
Herranz: El gran calavera y la
integración de Luis Buñuel en la industria del cine mexicano, Artigrama, nº
18, 2003, pág. 651
[4] Amparo Martínez Herranz: El gran calavera y la integración de Luis
Buñuel en la industria del cine mexicano, Artigrama, nº
18, 2003, pág. 655-6
[5] Amparo Martínez Herranz: El gran calavera y la integración de Luis
Buñuel en la industria del cine mexicano, Artigrama, nº
18, 2003, pág. 659
[6] Tomás Pérez Turrent y José de la
Colina: Buñuel por Buñuel. Plot,
1993, Pág. 48
[7] Amparo Martínez Herranz: El gran calavera y la integración de Luis
Buñuel en la industria del cine mexicano, Artigrama, nº
18, 2003, pág. 666
[8] Tomás Pérez Turrent y José de la
Colina: Buñuel por Buñuel. Plot,
1993, Pág. 48
[9] Tomás Pérez Turrent y José de la
Colina: Buñuel por Buñuel. Plot,
1993, Pág. 48
[10] Amparo Martínez Herranz: El gran calavera y la integración de Luis
Buñuel en la industria del cine mexicano, Artigrama, nº
18, 2003, págs. 661-62
[11] Agustín Sánchez Vidal: Luis Buñuel, Ed. J.C., 1984, Pág. 113
[12] Roman Gubern: Cine Español en el exilio. Lumen, 1976, Pág. 107
[13] Miguel Marías: Aventuras de Robinson Crusoe (1952) y El gran Calavera (1949). En: Nickelodeon, nº 13, invierno 1998, Pág.
162
[14] Gastón Lillo: Género y transgresión: El cine mexicano de Luis Buñuel, Co*textes,
nº 26, 1994, Pág. 63
[15] Gastón Lillo: Género y transgresión: El cine mexicano de Luis Buñuel, Co*textes,
nº 26, 1994, Pág. 60-83
[16] Gregorio Martín: Conversación con Tomás Pérez Turrent. En:
La página. nº 41, 2000, Pág. 47
[17] J. Francisco Aranda: Luis Buñuel. Lumen, 1975, Pág.205 (la
elaboración es personal)
Hola. A la distancia del rodaje, hay que admirar cómo era la CDMX entonces. El uso de exteriores que Buñuel empleó, hoy es una interesante mirada social.
ResponderEliminarGran película excelentes actores únicos e insustituibles la e visto inumerablemente me gustaría mucho saber el nombre de la calle de la escena de la declaración de amor en la camioneta.
ResponderEliminarUn México hermoso sin más ni más.
En la pelicula de nosotros los nobles que protagonizo gonzalo vega, no fue tomada o copiada y adaptada de esta película, ya que es muy similar
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