Las "perversiones" sexuales en el cine de Luis Buñuel (y 3)

En este último post sobre el tema del erotismo en el cine de Buñuel, vamos a hablar del aspecto más conocido de nuestro realizador: el fetichismo.
Viridiana: don Jaime acaricia las ropas de su difunta esposa
De niño me gustaba ponerme las ropas de mi madre, y a veces las combinaba con las de mi padre... Tal vez durante un tiempo he tenido un gusto por el transvestismo fetichista, o por el disfraz[1]...
El personaje de don Jaime en Viridiana es fetichista: acaricia las ropas de su difunta esposa.
Archibaldo [Ensayo de un crimen] lleva consigo, desde su infancia, una fijación fetichista que simboliza la caja de música y su primera experiencia con ella. En la medida en que el fetichismo cristaliza el interés sexual en los detalles, pone impedimentos a la posesión de la totalidad o, mejor, fuerza al sujeto deseoso a pasar por el detalle para alcanzar el objeto deseado. Buñuel se ha divertido aquí jugando con su propia mitología, sobre todo en la secuencia en que el maniquí pierde su pierna por el camino y donde Archibaldo reconstituye la integridad del cuerpo antes de la incineración.[2]
Un perro andaluz: la joven reconstruye el cuerpo del ciclista
El fetichismo de los objetos, que campa por sus respetos en sus escritos, tendrá amplia vigencia en su cinematografía y en Un perro andaluz ya aparece en la escena de la cama, cuando la joven reconstruye el cuerpo del ciclista con sus ropas.[3]
En Viridiana, la fe se alimenta de la contemplación fetichista, y el director no deja de poner en paralelo el fetichismo erótico del viejo tío y el fetichismo sado-masoquista de la perfecta esposa de Dios. [4]
Pero el fetichismo de Buñuel está relacionado, sobre todo, con los pies, las pantorrillas y los zapatos de tacón alto:
Yo no soy fetichista del pie, pero en muchas películas mías sale mucho el pie[5].
Algunos críticos me llaman "pedófilo"... Ya desde La edad de oro, donde la protagonista chupaba el dedo gordo del pie de una estatua... Todos somos un poco fetichistas. Aunque algunos exageran[6]...
Puedo tener esa obsesión, como la de los insectos... En realidad, los pies y los zapatos, de hombre o de mujer, me dejan indiferente. Me atrae el fetichismo del pie como elemento pintoresco y de humor. La perversión sexual me repugna, pero puede atraerme intelectualmente[7].
Mi interés por el fetichismo era ya perceptible en la primera escena de Él y en la escena de los botines de Diario de una camarera[8].
Él: Francisco se agacha y al ver los
pies de Gloria se le pasa el mal humor.
Hay una escena (en Él)... Están los dos sentados a la mesa, comiendo. Él está de mal humor, no habla con su esposa, lee el periódico. Ella está intimidada. De pronto, el periódico cae al suelo, Francisco se agacha a recogerlo y ve, bajo la mesa, los pies de ella. Cuando Francisco alza el rostro, su expresión ha cambiado, se ha hecho amable. Quiere besar a al mujer, pero, como ella tiene la boca llena con un bocado, se resiste. Esto pone furioso a Francisco y la echa de la mesa. Lo importante es que él se había excitado al ver los zapatos de ella[9].
En Buñuel, el objeto fetichista aparece con una consistencia que va más allá de la simple suposición. Repetitivamente son utilizados el zapato y el pie como sustitutos de la imposibilidad de alcanzar el amor deseado. La primera vez que estos objetos aparecen con claridad es en La edad de oro, cuando ella, ante la pérdida del hombre amado, besa y chupa el pie de la estatua romana, actividad que cesa cuando aparece el director de orquesta, quien sustituye al amado. En casi todas sus películas aparecen también zapatos. Desde el viejo manifestante fetichista en Diario de una camarera que muere abrazado a unos botines, hasta las medias y zapatos de la hermana que toca desnuda el piano enfrente del prefecto en El fantasma de la libertad.[10]
Diario de una camarera: el viejo muere abrazado a os botines.
Buñuel tiene una extraña costumbre, un verdadero reflejo que le conduce a menudo, después de haber mostrado las caras, a añadir los pies de los personajes con los que van. En Tierra sin pan, película poco sospechosa de pulsiones fetichistas...cuando muestra por medio de un travelling lateral los niños sentados en el banco de la escuela, otro travelling, en respuesta al
anterior, lo completa por el alineamiento de los pies que corresponden a sus caras...Porque filmar estos pies después de haber filmado sus caras, es un reflejo de ciego, a fin de ver con sus manos, tocando las cosas. Para Buñuel el trabajo de montaje, es este gesto de la mano a fin de verificar que cada parte del cuerpo está en su lugar...La mirada puede igualmente convenir, a condición de plegarse a la rigurosa y exigente disciplina de la panorámica. En compensación, es preferible evitar el inserto y el montaje...[11]
Una de las constantes de Viridiana es la filmación de los pies de los personajes, en ocasiones presentándolos con una motivación interna a la diégesis, aun cuando se trate de una acción secundaria y, en sentido estricto, innecesaria (Jorge lavándose los pies, por ejemplo, en un barreño para reposar de la laboriosa jornada), en otras como subrayada marca de enunciación.[12]
Viridiana: Rita saltando a la comba
El fetichismo de los pies en Viridiana, le llevó a Buñuel a rodar más de setenta planos de pies, mucho de ellos retenidos, y otros eliminados.[13]
En Tristana se advierte un amplio uso del recurso metonímico, vinculado en gran parte a la abundante aparición de piernas, pies, zapatos, y la pierna ortopédica de Tristana[…]en concreto hay una continua referencia a las pantuflas de don Lope. Desde el principio de la película vemos a Tristana, en acto de sumisión, poner las zapatillas a su protector. Más adelante, cuando se enamora de Horacio, Tristana tira las pantuflas a la basura. Las zapatillas sustituyen metonímicamente a don Lope. Al mismo tiempo son un símbolo del dominio que ejerce aquél sobre su pupila.
Hay otros momentos en que se aprecia la simbología del calzado. Tras la operación de Tristana, se nos presenta a Horacio partiendo de un primer plano de un limpiabotas sacándole brillo a los zapatos.[14]
El encuadre específico de los pies de los personajes está generalmente relacionado con una intención sensual, y se refiere a una manera de mostrar las piernas femeninas para remarcar a los personajes como sujetos de deseo. Otros casos se desligan de esa voluntad erótica y pueden mostrar exclusivamente los pies, sobre todo los masculinos. Las piernas se muestran de una manera velada, como un descuido en el que la falda deja ver más de lo permitido, y aun cuando existe la intención abierta de provocación, siempre se queda limitada por la ropa. Esto revela la manera en que Buñuel narraba la sensualidad, sólo sugiriendo las cosas para provocar una alteración sexual en el personaje que lo induzca a desarrollar una conducta alejada de su carácter cotidiano, y al mismo tiempo influya en el espectador y termine por envolverlo en la misma excitación.[15]
La joven: probándose los zapatos de tacón alto
El muestrario de manifestaciones del fetichismo del pie-zapato es abundante en su filmografía:
·         La edad de oro es muy significativa la secuencia en que Lya Lys, tras ser abandonada chupa el pie de la estatua de mármol.
·         La secuencia de apertura de Él, con el lavatorio de pies.
·         Al comienzo de Ensayo de un crimen aparece un zapato de mujer en la mesa de juego. Más tarde, la pierna desarticulada de la maniquí de cera.
·         En Viridiana, es el zapato de su difunta esposa y la contemplación de los pies de su sobrina lo que despierta el erotismo en don Jaime. La niña saltando a la comba.
·         El tema de los borceguíes y de los pies es constante en Diario de una camarera.
·         La prótesis de Tristana y su efecto en la cojera excitan los deseos de don Lope en Tristana, aumentado por el efecto de la cojera de la protagonista.[16]
·         En Nazarín, el primer plano metonímico de las botillas de tacón alto, acicaladas, introducen el erotismo en la escena.[17]
·         Valerio en Así es la aurora, tranquila y metódicamente se quita sus zapatos antes de hacer el amor con su nueva institutriz.
·         En La ilusión viaja en tranvía, una vampiresa con tacones altos se tambalea mientras anda por unos guijarros, recordándonos la playa rocosa en Un perro andaluz.[18]
La edad de oro: la protagonista chupa el dedo
de la estatua ante la ausencia del amante
·         El alineamiento de pies de los escolares en Tierra sin pan,
·         El lavado de pies de la madre en Los olvidados,
·         Las probaturas de los botines nuevos permiten la presentación de María en La muerte en este jardín,
·         Los zapatos de tacón alto en La joven,
·         La mirada que escudriña de arriba abajo a la joven terrorista partiendo de las sandalias en El discreto encanto de la burguesía,
·         Un taller de limpiabotas en El fantasma de la libertad.[19]


[1] Tomás Pérez Turrent y José de la Colina: Buñuel por Buñuel. Plot, 1993, Pág.:118
[2] Marcel Oms: Don Luis Buñuel. Ed. Du Cerf, 1985, Pág.: 92
[3] Agustín Sánchez Vidal: Luis Buñuel, Ed. J.C.,1984, Pág.: 64
[4] Raymond Lefèvre: Luis Buñuel. Edilig, 1984, Pág.: 113
[5] Tomás Pérez Turrent y José de la Colina: Buñuel por Buñuel. Plot, 1993, Pág.:48
[6] Tomás Pérez Turrent y José de la Colina: Buñuel por Buñuel. Plot, 1993, Pág.:52
[7] Tomás Pérez Turrent y José de la Colina: Buñuel por Buñuel. Plot, 1993, Pág.:134
[8] Luis Buñuel: Mi último suspiro, Plaza & Janés, 1982, Pág.:235
[9] Tomás Pérez Turrent y José de la Colina: Buñuel por Buñuel. Plot, 1993, Pág.:82
[10] Fernando Cesarman: El ojo de Buñuel. Anagrama, 1976, Pág.: 56
[11] Charles Tesson: Luis Buñuel, Cahiers de Cinéma, 1993, Pág.: 167
[12] Vicente Sánchez-Biosca: Viridiana. Paidós, 1999, Pág.: 57
[13] Agustín Sánchez Vidal: Luis Buñuel, Ed. J.C.,1984, Pág.: 257
[14] Aitor Bikandi-Mejias: Galaxia Textual: cine y literatura, Tristana (Galdós y Buñuel). Ed. Pliego, 1997, Pág.: 160
[15] Iván H. Ávila Dueñas: El cine mexicano de Luis Buñuel. Instituto Mexicano de Cinematografía, 1993, Pág.: 289
[16] Manuel Alcalá: Buñuel (Cine e ideología), Edicusa, 1973, Pág.: 133
[17] Gastón Lillo: Género y transgresión: El cine mexicano de Luis Buñuel. Co*textes, nº 26, 1994, Pág.: 155
[18] Raymond Durgnat: Luis Buñuel. Ed. Fundamentos, 1973, Pág.: 53
[19] Raymond Lefèvre: Luis Buñuel. Edilig, 1984, Pág.: 35

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