España en el cine de Buñuel
España ha contado
en mi formación ideológica y cultural en la misma medida en que la tierra
alimenta y hace crecer el árbol, a pesar de que culturalmente yo deba mucho a
Francia por mi experiencia surrealista.[1]
Buñuel en Calanda en 1970 |
Amo a España. Es un
pueblo extraordinario. No la burguesía ni el clero, sino el pueblo. ¡Qué
dignidad, qué nobleza!...Pero no confundas: yo soy español pero en absoluto
patriota. Tengo horror del espíritu patriótico, de las banderas y de los
desfiles militares.[2]
Mi visita a España
me conmovió profundamente. He tratado en España con grupos de jóvenes
“inconformes” estupendos. Tengo confianza en el resurgimiento de España. Pienso
volver y si no fuera ya tan “prevecta” edad me iría a vivir allí.[3]
Estoy cansado y ahora que puedo vivir con
algo de dinero me vuelvo a mi casa de México. De vez en cuando vendré a Madrid
a ver a los amigos y a beber, pero a nada más. Pero ya no quiero cambiar de
casa, luego de la México que la tengo cerca de 30 años. Puedo vivir muchos
años, pero también puedo morir de un momento a otro. Y a lo mejor estoy
cambiando de casa, Trayéndome a España mis cosas y me da un ataque al corazón y
me muero. No quiero ya cambiarme.[4]
Si debo salir de
México y dada mi edad provectita, prefiero que mi escapada sea a España para
morir y verla antes, aunque sólo sea una vez más.[5]
A
lo largo de su obra, Buñuel nunca ha dejado de ser español hasta la
médula...España con sus contradicciones, su sentido trágico de la existencia,
su miseria y su grandeza, está por entero en su obra, así como su manera tan
española de mirar las cosas, de sentir e interpretar el mundo. Los temas
españoles han aparecido de cuando en cuando a lo largo de su carrera.
Sus
preocupaciones de tipo religioso y sexual no se explican totalmente si no se
tiene en cuenta el modo como se plantean estos problemas en España. Es
precisamente ese carácter tan claramente español de toda su obra, este arraigo
en su tierra, esta relación con los problemas y la cultura más profunda de su
nación, que dan a Buñuel su dimensión total, universal.[6]
Toledo (Tristana) siempre estuvo en Buñuel |
Buñuel
es ante todo, un español esencial, en toda su abismal pureza. Es decir, como
todo español, un hombre arcaico, que elabora lo más actual y moderno sobre esos
estratos antiguos y remotos.[7]
Le
gustaba mucho España. Le gustaba mucho Aragón. No quería decirlo. Tenía un
cierto pudor de hablar de sus sentimientos realmente españoles. Le gustaba
mucho la cocina española.[8]
Cuando
vino a España en 1960, durante un viaje en coche por el campo se baja,
contempla el paisaje con las ovejas a lo lejos y dijo: Qué pena que no escucho las esquilas de las ovejas, estaba
llorando...Realmente era el encuentro del hombre con la tierra...Había una
parte de Buñuel sentimental que le costaba mucho trabajo mostrar y que
solamente en algunos momentos lo hacía...Era un hombre muy sentimental.[9]
En
cuanto al apego del cineasta a sus raíces españolas, se manifiesta en
innumerables maneras: la densidad de los dos únicos largometrajes enteramente
rodados en España (Viridiana y Tristana), la estrecha colaboración
en los guiones con otros refugiados republicanos (mayormente Luis Alcoriza y
Julio Alejandro, sin olvidar a Manuel Altolaguirre, Eduardo Ugarte, Juan
Larrea), el recurso a un escritor de cabecera como Benito Pérez Galdós (Nazarín
y Tristana), el carácter de algunos personajes, por no hablar de
ciertas tradiciones como el realismo hispánicos y la picaresca.[10]
Velázquez y sus enanos |
Buñuel
es el primer cineasta que lleva al cine verdaderamente una tradición literaria
y pictórica de genuino carácter nacional: el realismo español
La
tradición española está presente en Buñuel a través de la influencia de Goya, Gracián, la novela
picaresca, Valle-Inclán y Galdós también se percibe en su experimentación
narrativa y en su interés por los personajes anticonvencionales –Los
olvidados, Nazarín, Tristana
están en deuda en diversos sentidos con aquellos textos y escritores-. Además
la fascinación de Buñuel por lo misterioso está inspirada, al menos en parte,
en los románticos españoles, sobre todo en Zorrilla, cuyo Don Juan Tenorio es
un motivo recurrente en la vida y el arte de Luis Buñuel.[11]
De
la cultura española Buñuel ha integrado una cierta poética de la violencia y la
tradición del humor negro que va de Quevedo a Goya.[12]
Él recoge de la tradición española antigua
muchísimas cosas, seguramente a través de Lorca, o a través de sí mismo, porque
él conocía muy bien a Calderón, a Quevedo, por supuesto a Cervantes y a
Baltasar Gracián, un autor aragonés. Hay imágenes concretas de su libro “El
Criticón”, que son un poco surrealistas y que están en las películas de Luis;
me acuerdo de que hablamos los dos de ello. Por ahí es el descubrimiento de que
hay un apoyo en toda una tradición literaria, en un cambio de tiempo, en el
juego de la memoria, de cambio de personajes. Y eso está completamente en el
teatro español, los travestis, el juego dentro del teatro, el juego del juego
del juego, que es muy interesante y que aparece dentro del cine de Luis. Yo
creo que esa es una base de partida de su cine que luego él lleva mucho más
allá.[13]
Goya: el otro sordo aragonés |
En
su cine –como en Goya, Velázquez y El Greco- abundan el “monstruosismo” físico
y psicológico de los Caprichos, los
rostros obcecados de tantos inquisidores y santos...Buñuel, como español, toca
siempre el suelo, pero gracias a su misticismo toca también el cielo. La
dualidad Sancho Panza-Don Quijote tiene en él una representación viva.[14]
Son
muchos los recuerdos culturales de la
tradición hispánica y de la cultura occidental, asumidos vitalmente por él, que
se aprecian en sus películas mexicanas. Estos recuerdos incluyen las obras
cinematográficas, operísticas y pictóricas, pero la mayoría provienen de la
tradición literaria. Todos ellos logran que hasta en sus más anodinas
producciones cinematográficas, la pantalla se engalane con la riqueza de su
acervo cultural. En todas ellas encontramos alusiones que nos remiten a
Cervantes, Gracián, Calderón, la picaresca, Velázquez, Goya o Galdós.[15]
En
Las
Hurdes (Tierra sin pan, 1933) ya aparece su vinculación con el realismo
español y la picaresca, pero será en su siguiente película española Viridiana,
cuando ese realismo llegue a su apogeo.
Gracián y su Criticón |
En
Viridiana
está todo Buñuel. Era uno de sus filmes preferidos y no es difícil entender por
qué. Como sucede con su otra película española, Tristana, la familiaridad
con las cosas (que tanto protagonismo tienen en su cine) y con el lenguaje está
muy por encima de la frialdad de sus producciones francesas, y de la
neutralidad mucho más opaca de sus diálogos en ese otro idioma. Emilio García
escribió: "La extraordinaria riqueza y densidad de Viridiana es el resultado
de su filmación en España, lo cual significa que no hay fisuras en la esencial
españolidad y con significados concretos para Buñuel. Podemos entonces entender
por qué algunos de sus filmes mexicanos nos dan la impresión de desorientación
y convencionalismos: Buñuel trataba de evocar España a través de los rostros y
paisajes mexicanos."
Cuando
Buñuel rueda en España parece desaparecer esa tensión "costumbrista"
que a menudo se percibe en sus cintas mexicanas y ese aire
"abstracto" y un tanto académico de sus películas francesas. Hay que
tener en cuenta que el realizador se sintió de nuevo en el Madrid y Toledo de
sus años mozos, ayudado por su hermana Conchita, y que incluso reencontró algún
viejo actor de su época Filmófono, como Luis de Heredia ("El Poca",
el mendigo graciosos)[16]
Buñuel siempre reconoció que Galdós fue una de las personas que más le influyeron |
Si
Viridiana
resulta una película de singular riqueza y densidad es porque, habiendo sido
realizada en España, nada de lo español carece para Buñuel de un significado
concreto. Ahora nos damos cuenta de por qué algunas de sus películas mexicanas
dejaban una impresión de desajuste, de convencionalismo. Y es que Buñuel nos
hablaba de España utilizando rostros y paisajes mexicanos...
Buñuel
con Viridiana,
infunde a las imágenes de su obra el sabor, la sustancia viva de un mundo
artístico creado por escritores como Quevedo y Galdós, o por un pintor como
Goya...Por lo demás, se trata sencillamente de una afinidad temperamental, de
un modo semejante de concebir la vida y el arte...
Buñuel
ha conseguido transmutar en sustancia cinematográfica los valores de un arte
literario y pictórico que le son caros y constituyen las raíces más sólidas de
su formación estética.[17]
Con la ayuda de
Julio Alejandro, puse en Tristana
muchas cosas a las que toda mi vida he sido sensible, como el campanario de
Toledo y la estatua mortuoria del cardenal Tavera, sobre la que se inclina
Tristana[18]…
Me daba oportunidad de insertar algunos aspectos de la vida española.[19]
El
ambiente de la película es irremediablemente hispánico, con un empleo del color
y la luz que le dan un aire otoñal, arcaico, en decadencia, con colores pardos
y oxidados, con gran abundancia de negros y las laberínticas callejuelas
toledanas que tan plásticamente materializan los recovecos de esa sociedad, con
un cierto toque mortecino y medieval que las campanas iniciales y el
diálogo del
campanero subrayan. Y como el mejor Buñuel suele deducirse de los pequeños
actos cotidianos y simples, a los cuales potencia hasta dotarlos de elocuentes
pronunciamientos sobre todo tipo de valores, su familiaridad con los objetos
sólo admite parangón con la otra película española, Viridiana.
Toledo y el cardenal Tavera en Tristana |
Las
migas del campanero, la ruleta del barquillero, la mesita de condolencias de la
funeraria, el chocolate con azucarillos y picatostes, el café donde don Lope
celebra su tertulia, su corrección a Saturna por su bastedad... [20]
En
1982 dijo Buñuel: Sólo Tristana es un film español ciento por
ciento; los otros pude haberlos filmado en cualquier lado, hasta en Polonia.
Terminamos
con lo que nos dice Carlos Saura, el realizador Español “ahijado” de Buñuel. Él
percibe en la obra de Buñuel como una actualización de la mejor tradición
ibérica de heterodoxos, iluminados, místicos y mártires. En él se dan las
constantes que han movido durante siglos a nuestra literatura y teatro, desde La Celestina hasta Cela:
·
Realismo
(nuestro pueblo es posiblemente el menos idealista de Europa).
·
Un
cierto humor negro salido de las raíces de muestro pueblo que toma a rechifla
cuestiones que parecen inabordables.
·
El
deseo de mostrar las pasiones con minuciosidad, sin ahorrar lo desagradable,
pero al mismo tiempo sin llegar a lo morboso.
·
La
muerte, una veces como problema vital y otras sólo como hecho.
·
El
amor hacia el individuo con todos los defectos que puede llevar consigo.
Para ampliar la información de este post leer la Biografía.
[1] A Ricardo Muñoz Suay. Tomado de:
Marcel Oms: Don Luis Buñuel, Les
Éditions du Cerf, 1985, Pág. 191
[2] A Michel del Castillo. Tomado de:
Marcel Oms: Don Luis Buñuel, Les
Éditions du Cerf, 1985, Pág. 191
[3] Se refiere a la visita de 1960. Carta
de Luis Buñuel( 8/9/60) en: José Rubia Barcia: Con Luis Buñuel en Hollywood y después, Edicios do Castro, 1992, Pág.
78
[4] Ricardo Muñoz Suay : En torno a Buñuel, Cuadernos de la
Academia, nº 7-8, 2000, Pág.: 601
Imposible ver Viridiana y no relacionarla con la picaresca y el clasicismo español |
[5] Carta de Luis Buñuel(21/9/64) en:
José Rubia Barcia: Con Luis Buñuel en
Hollywood y después, Edicios do Castro, 1992, Pág. 88
[6] Georges Sadoul, en: Viridiana, Era, 1962, Pág.23
[7] Manuel Villegas López, prólogo de:
Luis Buñuel: El ángel exterminador, Aymá,
1964, Pág. 8
[8] Jean-Claude Carrière, en: AA. VV.: Testimonios sobre Luis Buñuel En: Turia, nº 28-29. Pág. 202
[9] AA. VV.: Testimonios sobre Luis Buñuel En: Turia, nº 28-29. Pág. 219
[10] Paula Antonio Paranaguá: Luis Buñuel, Él, Paidós, 201, Pág. 22
[11] Peter William Evans: Las películas de Luis Buñuel, Paidós,
1995, Pág. 18
[12]
Roman Gubern: Divagations sur Bunuel.
Les cahiers de la
cinémathèque, nº 38-39, hiver 1984, Pág. 209
[13] Carlos Saura : En torno a Buñuel, Cuadernos de la Academia, nº 7-8, 2000, Pág. 536
[14] Nestor Almendros, en: Raúl Carlos
Maícas: Miradas sobre Buñuel En: Turia, nº 50. Pág. 180
[15] Víctor Fuentes: Buñuel en México, Instituto de Estudios
Turolenses, 1993, Pág. 54
[16] Agustín Sánchez Vidal: Luis Buñuel, Ed. J.C., 1984, Pág. 254
[17] Francisco Pina, en: Emilio García
Riera : Historia documental del cine
mexicano, VIII, CONACULTA, 1993, Pág. 156
[18] Luis Buñuel: Mi último suspiro. Plaza & Janés, 1982, Pág.239
[19] J. Francisco Aranda: Luis Buñuel. Lumen, 1975, Pág.287
[20] Agustín Sánchez Vidal: Luis Buñuel, Ed. J.C., 1984, Pág. 327
[21] Agustín Sánchez Vidal: Luis Buñuel, Cátedra, 1991, Pág. 115
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