Buñuel: Etapa Mexicana I
Iniciamos aquí la primera de las dos entregas que van a analizar la forma de trabajar de Buñuel en México. En esta primera vamos a ver como Buñuel "negociaba" con los productores y en la próxima veremos como conseguía introducir "su mundo" en las películas de género mexicanas.
Para empezar vamos a partir de dos declaraciones de Buñuel, que muestran su evolución dentro de la industria mexicana:
Para empezar vamos a partir de dos declaraciones de Buñuel, que muestran su evolución dentro de la industria mexicana:
Oscar Dancigers productor, entre otras, de Los olvidados. |
§
1954: Con excepción de mis tres filmes surrealistas,
rodados entre 1928 y 1932, nunca he propuesto un tema a un productor. No ruedo
nada más que películas de encargo, rehusando aquellos que considero demasiado
malos, tratando de salvar los que aceptaba.
§
1964: Yo hago siempre mis películas dentro de las
limitaciones impuestas por mi propia conciencia y por las posibilidades reales
de la producción. Dicho esto, trato las cuestiones que me interesan en la
medida de mis fuerzas. Incluso en mis filmes alimenticios nunca he cedido ante
el conformismo.
En contra de las apariencias,
salvo alguna excepción, durante su etapa mexicana Buñuel no rueda cualquier
cosa. Con el paso de los años, los premios que va consiguiendo en los
festivales y su profesionalismo (rodajes rápidos y no malgastar el dinero del
productor), le van convirtiendo en un director solicitado: Escojo entre varios temas propuestos el que me puede convenir más, que
yo pueda retocar.
¿Cómo hacía Buñuel frente a las exigencias de los
productores?
Lo primero era evitar el
conflicto abierto que nada más que puede desembocar en una ruptura. Frente al
enfrentamiento, él prefería utilizar la astucia.
La verdad es que Buñuel no
fue todo lo libre que él hubiera querido. El productor estaba allí para
imponerle ciertas exigencias. Es el caso, por ejemplo, de Los olvidados: Dancigers me ha hecho quitar muchas cosas
que hubiera querido poner en el filme, pero me ha dejado una cierta libertad.
Manuel Barbachano productor de Nazarín |
En otros casos es el propio
Buñuel el que propone al productor ciertas modificaciones que son aceptadas.
Este fue el caso de Él. Se le propuso un
filme y en lugar de aceptarlo, Buñuel hizo una contrapropuesta, que aunque
también comercial, era más apta para expresar las cosas que le interesaban.
Se ve así el juego sutil
que juega Buñuel con la institución cinematográfica. Él está obligado a
rodar filmes comerciales, forma parte del juego. Hay que plegarse a la ley de
toda industria: la rentabilidad. Pero él añade de sí mismo unas cláusulas
complementarias a esta regla, para suavizarla y infringiría. Este juego se
desarrolla así:
§
Buñuel deja que
le productor tome la iniciativa de las operaciones y que proponga un guión.
§
Buñuel hace una
contrapropuesta para hacer fracasar ese primer proyecto.
§
Si esta
proposición es aceptada, todo correcto, el cineasta ha ganado. Si no es así, es
preciso retocar el guión presentado por el productor, introduciendo más o menos
furtivamente unos elementos que modifican el sentido.
Gustavo Alatriste productor de Viridiana, El ángel exterminador y Simón del desierto |
Se inicia así entre el
productor y el director una especie de regateo. En algunos casos Buñuel ha
reconocido que ha perdido y que el filme realizado no tenía un gran interés. En
otros casos, los más numerosos, es él el que ha engañado a su productor: ha
rodado un filme no conformista y que le hace ver al espectador que no vive en
el mejor de los mundos.
Por último Buñuel evita permanecer
ligado a un solo productor. Quiere mantener un margen de libertad lo más amplia
posible, y juega con la concurrencia de varios productores para realizar los
filmes que le apetecen.Así pues, después de su primera película, Gran Casino (1946), Buñuel no rodaba todo lo que le ofrecían, procuraba escoger aquella película que le permitiera "introducir" de alguna manera su visión del mundo, aunque no siempre lo conseguía. En el próximo post veremos como lo hacía.
BIBLIOGRAFÍA:
Maurice Drouzy: Luis
Bunuel architecte du rêve. Lherminier, 1978, Pág.: 100 -106
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