La hija del engaño (1951)
Don Quintín el amargao,
era una obra de Arniches y Estremera a la que Buñuel le tenía un cierto cariño,
como lo demuestra el hecho de que fuera la primera producción de la extinta
Filmófono, por lo que debió sentirse contento con hacer una nueva adaptación para
la cinematografía mexicana. Tenía una copia de la versión española y la
proyectó a Alcoriza y a los productores. Al final, los resultados serían algo
muy diferente de lo esperado.
Yo tenía aquí una
copia...Tres o cuatro veces la veíamos algunos amigos, todos refugiados
españoles, en la salita de Directores. Recuerdo que venían a verla Eduardo Ugarte,
Luis Alcoriza, Ignacio Mantecón, Moreno Villa y algunos más. Nos hacía gracia,
nos traía recuerdos, porque tenía mucha chulería y mucho gracejo madrileños. [1]
El
guión era de Raquel y Luis Alcoriza, aunque Buñuel también hizo sus
aportaciones. En realidad lo que hacen es adaptar el guión que Eduardo Ugarte y
Luis Buñuel escribieron en 1935 para Filmófono al contexto mexicano. Hay muchos
diálogos que se repiten y escenas prácticamente iguales, aunque adaptadas al
ambiente mexicano, por lo que podemos hablar de un remake de la versión
anterior.
Yo intervine algo
en la adaptación, que hicieron Alcoriza y su esposa. Mexicanizaron el
argumento, pero don Quintín seguía siendo en general el mismo personaje. En
lugar de un «echao pa'lante» madrileño, un «macho» mexicano. Pero es muy poco
lo que les puedo decir de esta película, porque de ella no recuerdo casi nada.
Es una película «alimenticia»: realizada para poder comer. Eso sí, procuré
hacerla de manera profesional. [2]
Buñuel utiliza las puertas de la alacena para indicar el paso del tiempo. Cuando Lencho las cierra Marta es un bebé. |
Si
en la versión de 1935 para Filmófono había elaborado considerablemente el
original, aquí se independizó más todavía, dándole la vuelta en algunos
momentos. Esta es la principal diferencia entre ambas versiones: el registro.
En 1935 se buscaba un melodrama eficaz en su traducción a la pantalla de los
hallazgos populistas de Arniches. Ahora Buñuel sabe mejor lo que quiere, se
halla seguro de sus recursos tras Susana y puede moverse con cierta
soltura en el filo de la navaja: es capaz de hacer un melodrama que funciona
como tal y, a la vez, distanciarse de él.[4]
Será Marta, ya adulta, la que vuelva a abrir sus puertas |
Buñuel
no se entrega en ningún momento a la facilidad de la parodia groseramente
caricaturesca, sino que juega el juego del melodrama mexicano, pero cargando
las tintas en unas ocasiones o, por el contrario, cultivando la socarrona
atenuación retórica en otras.
Fernando Soto "Mantequilla" (der) y Nacho Contla son los que llevan buena parte del peso de la película |
A
diferencia de la versión española, es evidente que Buñuel tendió a reducir al
máximo las motivaciones melodramáticas y las sustituyó por los alardes
arbitrarios y machistas del héroe, que proporcionarían a la vez un color local
que no podía ser ya el madrileño de la pieza de Arniches...
Por
eso, hizo aparecer a un cura que avisaba a Quintín de la gravedad de su mujer;
el cura pasaba entre las coristas del cabaret, que se asustaban al verlo, y
provocaba en los jugadores de cartas el siguiente comentario a propósito de
Quintín: “Con tal de ganar, hasta el clero hace llamar”...Buñuel se divirtió
también con “Mantequilla” y Nacho Contla, representantes de una picaresca para
él muy simpática...
Con
todo, resultó una película…lo suficientemente graciosa y desenfadada para que
pudiera olvidarse incluso la insufrible música de fondo (la de siempre) de
Esperón.[7]
La
hija del engaño
está muy lejos de ser una buena película, y no hay que exagerar al intentar
redimirla. El cineasta retiene algunas de las escenas más conseguidas de su
primera versión, como la del café (actualizándola con una sinfonola y un
mambo), logra algún momento de contundente eficacia (como los silletazos al
bronquista Jonrón en su despacho) y, sobre todo, nos deja un vívido y fresco
retrato de ciertos excesos mexicanos con las armas, en particular en la escena
en que se enfrentan Mantequilla y Jonrón en la sala de juego presidida por una
reproducción de La maja desnuda de
Goya.[8]
El
film contiene una curiosa figura retórica, insólita en el contexto del cine
comercial mejicano, al realizar Buñuel la transición del hogar de los padres
adoptivos de Marta al mismo lugar años más tarde, cuando Marta ya es mujer,
dejando la imagen en oscuridad varios segundos y efectuando la transición con
la cámara emplazada en el interior de una alacena, cuyas puertas se cierran
primero y son abiertas luego por Marta ya adulta. Este procedimiento resulta
exótico en una película cuya factura es totalmente convencional.[9]
D. Quintín se tiene que tragar la aceituna. (parodia de los duelos del western) |
Ese título de La hija del engaño es un error de los
productores. Si hubieran dejado su verdadero título de Don Quintín el Amargao, todos los españoles hubieran ido a verla,
porque la obra de Arniches y Estremera es muy conocida entre el público
español. Pero los productores no querían dejar ver que se trataba de un remake.
Exhibieron la película en un cine de tercera, y asistió poco público, de lo cual
me alegro, porque es una cinta que no me salió.[11]
La ficha técnica y la sinopsis de la película la puedan consultar en la página de Filmografía. En un próximo post se analizará la adaptación de la obra frente al original de Arniches y Estremera.
Para leer Las dos adaptaciones que hizo de Buñuel de Don Quintín el amargao
Para leer Las dos adaptaciones que hizo de Buñuel de Don Quintín el amargao
[1] Tomás Pérez Turrent y José de la
Colina: Buñuel por Buñuel. Plot,
1993, Pág. 61
D. Quintín a los espectadores: Lo ven ustedes. Nada me sale bien |
[3] Bill Krohn y Paul Duncan (Ed.): Luis Buñuel. Filmografía complete. Taschen,
2005, pág. 73
[4] Agustín Sánchez Vidal: Luis Buñuel. Ed. J.C., 1984, Pág. 141
[5] Roman Gubern: Cine Español en el exilio, Lumen, 1976, Pág. 118
[6] Freddy Buache: Luis Buñuel. Guadarrama, 1976, Pág. 62
[7] Emilio García Riera : Historia documental del cine mexicano,
IV. Pág. 308
[8] Agustín Sánchez Vidal: Luis Buñuel. Ed. J.C., 1984, Pág. 141
[9] Roman Gubern: Cine Español en el exilio. Lumen, 1976, Pág. 118
[10] Peter William Evans: Las películas de Luis Buñuel. Paidós,
1998, Pág. 53
[11] Tomás Pérez Turrent y José de la
Colina: Buñuel por Buñuel. Plot,
1993, Pág. 61
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