Las adaptaciones cinematográficas de Luis Buñuel

De las 32 películas dirigidas por Luis Buñuel, 18 son adaptaciones literarias. Aunque en la mayor parte de los casos se trataba de obras de las que se sentía cercano y que había querido llevar a la pantalla, siempre que pudo se apropió del material literario, introduciendo todas las modificaciones consideradas necesarias. No se limitó a ilustrar una novela o texto, sino que los hizo suyos, aunque tuviera para ello que infligirles un tratamiento absolutamente opuesto a las intenciones del autor.[1]
Siempre ha querido tener un control del relato literario, aunque no la escribiera él mismo...Emplea la literatura como un punto de partida, un detonador de sus propias ideas, pero casi nunca como almacén de recursos narrativos o personales. (En referencia a los productos literarios libremente seleccionados, y no a los encargos condicionados al máximo, en los que su trabajo debía limitarse a realizar, y nada más)
Nunca encontramos una simple ilustración plástica de la obra, sino una recreación integral de la materia novelesca...Todos los autores elegidos son, así, unificados e incorporados a su propio sistema de ideas, pero no hay deformación porque ya existe, previamente, un paralelo muy marcado.[2]

Los procedimientos adaptadores de Buñuel no se atienen a criterios de fidelidad: no comunican el mismo mensaje que la obra de la que parten. Todas las obras adaptadas han sufrido modificaciones, incluso argumentales, sin que los cambios efectuados impidan el reconocimiento de la fuente. Más que de fidelidad conviene hablar de diversos grados de desviación...En Buñuel la transgresión del texto original coexiste con su preservación. La transgresión se ejerce mediante el mismo proceso por el que se selecciona y se combina, es decir, como efecto del paso de uno a otro lenguaje.[3]
Las opciones del adaptador están determinadas tanto por su lectura del texto original como por su propia intención. Pero también intervienen en la realización de la película los condicionantes, que pueden serlo tanto por motivos técnicos o de producción como por simple disponibilidad de materiales... En la carrera de Buñuel abundaron las limitaciones externas, materiales y de otro orden. En parte se relacionan con la falta de recursos, y con las directrices del productor, en parte con restricciones institucionales, como la censura.[4]
Pérez Galdós el único autor que adaptó en más
de una ocasión
Sus adaptaciones son inteligentísimas. Bien es verdad que Buñuel se aparta del texto original tanto como le place; con ello resuelve con acierto, como todos los grandes adaptadores, la cuestión de si se debe ser fiel al espíritu o a la letra. Las elaboraciones de Robinson Crusoe, Abismos de pasión, El monje, El diario de una camarera, Nazarín y Tristana, para mencionar obras literarias universales, bastarían para afirmar a Buñuel como uno de los mejores adaptadores de la historia del cine. Esta cualidad surge, más que del oficio literario, de sus dotes personales de intuición, captación de lo esencial, comprensión de la posición del autor y de saber trasponer cualquier tema en imágenes cinematográficas.”[5]
Las adaptaciones cinematográficas de Buñuel son superiores a los materiales novelescos de los que parten. Esta bondad de las adaptaciones buñuelianas radica, principalmente, en que el realizador elige novelas muy afines a su mundo poético personal (sean las novelas de Galdós o Le journal d´une femme de chambre, Cela s´apelle l´aurore, Robinson Crusoe, Cumbres borrascosas o Belle de jour), en que capta a la perfección lo esencial de las narraciones seleccionadas y en que no sólo las muchas novelas que trata se acercan a su mundo, sino que el propio mundo de Buñuel –creador por creador– se instale en los de Galdós, Mirbeau, Roblès, De Foe, Brontë o Kessel. Por otra parte en la mayoría de sus adaptaciones literarias aproxima los relatos originales a épocas más cercanas, que él conoce por lo general de primera mano. Tristana la acerca a los años veinte. Con Le journal...hace otro tanto, y Nazarín la sitúa en el México de Porfirio Díaz. Por último, salvo raras excepciones, como Cumbres Borrascosas, las obras de las que parte son, cinematográficamente hablando, abarcables, o, dicho de otra manera, sus características espaciales y temporales se adecuan bastante a las posibilidades del cine.[6]
A Rodolfo Usigli no le gustó nada la adaptación
 que hizo Buñuel de su obra: Ensayo de un crimen 
Es curioso observar que hay una temática muy uniforme en Buñuel, cuando gran parte de sus argumentos no fueron ideados por él. Las fuentes literarias utilizadas no pueden ser más heterogéneas: en Nazarín, Galdós, escritor realista y anticlerical del siglo XIX; en Él, una novela de Mercedes Pinto, directora en Cuba de un consultorio radiofónico sentimental para señoritas; en Abismos de pasión, la novela Cumbres borrascosas,... En los argumentos ajenos elegidos por Buñuel estaba latente su mundo. Buñuel introdujo, a través de la adaptación cinematográfica, sus obsesiones de infancia que son como marcas de fábrica en sus películas, un sello de estilo. En cada película, como en un sueño recurrente, aparecen imágenes que se asemejan…
No solamente en lo anecdótico altera Buñuel las obras ajenas; la concepción moral del mundo aparece igualmente modificada. En la novela Nazarín, por ejemplo, Pérez Galdós salva al ladrón y a la prostituta, Buñuel los abandona a su soledad.[7]
En el Buñuel adaptador de novelas, una contradicción aparece entre la fidelidad a los textos no siempre subversivos y la terquedad de la revolución: en efecto, las novelas escogidas (Galdós, Roblès, Mirbeau, Kessel o P. Louys) son muy a menudo convencionales. Pero él las invierte a su manera...”Hace funcionar” los textos más allá de su marco a menudo polvoriento, los trasplanta en un tiempo y espacio diferentes. Estas transgresiones rebelan y envenenan lo anodino. La escritura cinematográfica hace olvidar el proyecto del escritor, a pesar de la fidelidad a la letra incluso. En una palabra, para Buñuel, lo importante no es el inventar sino el ver, y una novela es una base de análisis tanto como los campesinos de Tierra sin pan o los escorpiones de La edad de oro...
Cumbres Borrascosas de Emily Brontë
ya intentó filmarla en 1932
Pero los desplazamientos no son nunca arbitrarios, ni con mucho, y la minuta de la descripción de algunos lugares (Diario de una camarera; Tristana), de ciertas cotidianidades o de ciertos lugares (la habitación del inmigrante de Conchita en Ese oscuro objeto del deseo; el casino de Tristana), confieren al conjunto una fuerza a la vez concreta y ahistórica.[8]
Buñuel distinguió muy bien, siempre, a lo largo de toda su carrera, entre cine y literatura y nunca creyó que el cine tuviera que someterse a la literatura. Sus adaptaciones son, simultáneamente, muy fieles al material original y, a la vez, exhiben un notable atrevimiento para alterarlo, acomodándolo a las exigencias de la expresión cinematográficas...Sólo cuando un director siente que la historia original encaja en su mundo personal y sólo  si sus cualidades literarias específicas le parecen adecuadas es cuando, paradójicamente, se pueden revivir los hallazgos de la escritura en el celuloide, aunque no siempre de manera mecánica.
Buñuel nunca fue partidario de ilustrar las historias escritas, respetando su estructura y matices. Por el contrario, un estudio minucioso de las numerosas adaptaciones de su filmografía revela un propósito decidido de alterar –a menudo drásticamente- la apariencia de los libros que seleccionaba para acomodarlos a sus particulares preferencias.[9]
Más que adaptaciones se trata de nuevas creaciones; de casos de intertextualidad entendida como absorción y transformación de otro texto. Otra vez habría que hablar del procedimiento surrealista del collage o "de lo uno en lo otro". De aquí que Buñuel, más que de adaptación, gustara de hablar de "Inspirada en...".[10]
A veces, de las novelas que lleva a la pantalla lo que le interesa y de lo que parte son una o unas cuantas imágenes (el caso de la amputación de la pierna en Tristana) que luego él desarrolla a su manera.[11] La lista de sus adaptaciones, aunque incluye alguna obra de literatura culta,  está compuesta en su mayor parte por obras menores, lo que le facilitaba la adaptación evidentemente:
La Femme et le pantin ya intentó
filmarla Buñuel en los años 50
·         Gran Casino: la novela El rugido del paraíso (Le begulant du paradis) de Michel Veber.
·         El gran calavera: la obra del mismo título de  Adolfo Torrado.
·         La hija del engaño: la obra de Arniches Don Quintín, el amargao.
·         Una mujer sin amor: la novela Pierre et Jean de Guy de Maupassant.
·         Robinson Crusoe: la obra del mismo título de Daniel Defoë.
·         Él: la novela del mismo título de Mercedes Pinto.
·         Abismos de pasión: la obra Cumbres borrascosas de Emily Brontë.
·         El río y la muerte: la novela Muro blanco en roca negra de Miguel Álvarez Acosta.
·         Ensayo de un crimen: en la novela del mismo título de Rodolfo Usigli.
·         Así es la aurora: la novela de Emmanuel Roblès.
·         La muerte en este jardín: la novela corta de José–André Lacour.
·         Nazarín: la novela homónima de Benito Pérez Galdós.
·         Los ambiciosos: la novela homónima de Henri Castillou.
·         La joven: el cuento Travellin Man de Peter Matthiessen.
·         Diario de una camarera: la novela homónima de Octave Mirbeau.
·         Belle de jour: la novela homónima de Joseph Kessel.
·         Tristana: la obra de Benito Pérez Galdós del mismo título.
·         Ese oscuro objeto del deseo: la novela La Femme et le pantin de Pierre Louys

También hizo la adaptación de:
·         El monje: según la novela homónima de M. G. Lewis.
·         Là-bas: según la novela homónima de J.-K. Huysmans
que no llegaron a rodarse.


[1] Paula Antonio Paranaguá : Luis Buñuel. Él, Paidós, 2001, Pág. 91
[2] Antonio Lara: Lectura de "Tristana", de Luis Buñuel, según la novela de Galdós. En: La imaginación en libertad. Universidad Complutense, 1981, Pág. 245
[3] Antonio Monegal: Luis Buñuel de la literatura al cine, Anthropos, 1993, Pág. 111
[4] Antonio Monegal: Luis Buñuel de la literatura al cine, Anthropos, 1993, Pág.:117
[5] J. Francisco Aranda: Luis Buñuel, Lumen, 1975, Pág. 64
[6] Carlos Barbachano: Buñuel, Salvat, 1986, Pág.: 161
[7] Nestor Almendros, en: Raúl Carlos Maícas: Miradas sobre Buñuel En: Turia, nº 50, octubre 1999, Pág. 180
[8] Michèle et Bernard Gazier: Bunuel ou l´Auberge Espagnole. Les cahiers de la cinémathèque, nº 30-31, Êté automne, 1980, Pág. 169
[9] Antonio Lara: Erotismo y muerte en Tristana. En, Jesús González Requena (Ed.): El análisis cinematográfico. Editorial Complutense, 1995, Pág. 125
[10] Víctor Fuentes: Buñuel: Cine y Literatura, Salvat, 1989, Pág. 91
[11] Víctor Fuentes: Buñuel: Cine y Literatura, Salvat, 1989, Pág. 9

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