Susana (Demonio y carne), 1950
No me gustaba gran cosa. La arreglé como pude... Yo procuraba que en cada película
hubiera siempre un escape, que siempre tuviera un senderillo por donde me iba a
hacer lo que yo quería, pero quedaba ahogado por el conjunto[1].
Es una
historia...muy moral, porque al final
castigaban a la seductora. Siento no haber resaltado más la ironía, la broma...
Tal vez la película puede funcionar de distintas maneras, según el público sea
inocente o tenga malicia. Algunos dirán que es una película inocente, otros
dirán que es moralmente tremenda. Yo encuentro el erotismo de la película un
poco simple, un poco tonto... Me pareció que debía hacer el argumento menos
simple e introduje ideas visuales como ésa de la araña o como la de la
sustitución del objeto erótico por otro. En una escena, Fernando Soler, que acaba
de ser excitado por Susana, ve llegar a su esposa... y es a ésta a quien besa
apasionadamente, pero pensando en Susana...
Su llegada provoca una serie de
actos que era imposible pensar que pudieran ocurrir allí, Es una familia
honesta, sin malos deseos... La aparición de Susana es como la del diablo
seductor... Pero al final todo vuelve al orden y se resuelve felizmente. Los
pajarillos cantan, padre e hijo se reconcilian, incluso la yegua se cura y pare
un potrillo, y Susana ha sido detenida y llevada a la cárcel. ¡La hacienda
vuelve a ser un paraíso![2].
...Lamento no haber subrayado la caricatura en
el final, cuando todo termina milagrosamente bien. Un espectador no avisado
puede tomarse en serio este desenlace[3].
Susana, como la mayor parte de sus
películas mexicanas, es menospreciada por una buena parte de la crítica y
aunque fuera una obra de encargo con todas las convenciones del melodrama,
Buñuel supo aprovechar la ocasión para realizar
una obra mucho más personal de lo que aparenta a primera vista.
Susana se asocia desde el principio con las criaturas del mundo subterráneo: una migala |
Un murciélago en la celda de Susana |
El rodaje
se inició en los estudios Churubusco de México DF, el lunes 10 de julio de 1950
con algunos condicionantes: la protagonista, Rosita Quintana, era una
imposición de uno de los productores, Sergio Kogan, que quería promocionar a su
esposa y el otro productor era Manuel Reachi, el autor del argumento y
coguionista.
El rodaje apenas
duró veinte días ya que Buñuel había previsto y organizado cuidadosamente los
88 cambios de lugar o escenario…Anotando el número de escenas que filmó cada día.
Esto demuestra su preocupación por atenerse al plan de producción previsto y
demostrar que era un realizador riguroso y eficaz. Recordemos que aún no se
había estrenado Los olvidados y por tanto sentía que todavía debía afianzar sus
posiciones profesionales.[4]
Ratas en la celda de Susana |
En diferentes ocasiones convirtió en
un solo plano, mediante leves desplazamientos de cámara, una acción planteada
en el guión técnico en varias tomas. Así es como, a lo largo de toda esta
película, se advierte un uso cada vez más hábil y frecuente de los movimientos
de cámara, para seguir el discurrir de los personajes por la escena, dando
lugar en muchas ocasiones a tomas largas, algunas de ellas planos secuencia…configurándose
como rasgo estilístico de este autor, que manifestó abiertamente su preferencia
por el uso de dicho recurso: Tiendo a la
toma larga, a eliminar cortes dentro de la secuencia. Así la película se hace
más fluida ¿verdad? Claro que es más difícil hacer un plano seguido en lugar de
tres cortos: es un poco un lujo si hay que filmar rápidamente. El plano largo
tiene que estar más conectado con la acción y el escenario, pero es más rico.[5]
Esta
práctica forma parte, como se advierte en buena parte de las producciones de
Buñuel en México, de una tendencia general a la simplificación del trabajo de
la cámara y de la puesta en escena durante el rodaje…y que condujo a la eliminación
de numerosos planos (escorpiones, insectos, los dientes de la protagonista
mordiendo a Jesús,...). Supresiones que contribuyeron a hacer de esta obra un
trabajo mucho más convencional de lo que originalmente se había previsto. Al
prescindir de muchas de estas imágenes cargadas de capacidad evocativa, la
película perdió buena parte de su significado y disminuyó la contundencia
crítica y corrosiva con la que había sido proyectada. [6]
Algunos de
estos cambios demuestran que Buñuel, en la medida de lo posible, intentó
eliminar trabajo en exteriores, que resultaba más costoso que el de estudio.
La familia en plena armonía antes de la llegada de Susana (el diablo) |
El 11 de
abril de 1951, se estrenó Susana en el Cine Metropolitan de México. La acogida
de la película por parte del público y de la crítica fue irregular.
La acción
de la película se desarrolla en la hacienda de don Guadalupe, un marco
claramente delimitado en el que se va a desarrollar la mayor parte del relato y
por ello el realizador se esmera en la descripción de la casa. Como es típico
en Buñuel la hacienda está llena de personas, animales y objetos.
La
estructura familiar de don Guadalupe se caracteriza ante todo por el orden y
por estar muy jerarquizada. Don Guadalupe se encarga de la marcha de la
hacienda y su mujer de la casa.
Aunque la
hacienda de don Guadalupe es un sistema bien ordenado y perfecto, Buñuel
demuestra que este equilibrio familiar es frágil y la irrupción de Susana (el
demonio) lo destruirá. Desde el principio, Susana aparece relacionada con el
mundo subterráneo y sus inquietantes criaturas y su llegada a la hacienda
funciona como elemento perturbador.
Pero antes de
su llegada el film nos muestra a la familia, ordenada, apacible, bondadosa, en
torno a la mesa.
Se acumulan
entonces los presagios: la tormenta, el parto de un potrillo muerto que amenaza
la vida de la yegua, un trueno, el rostro de Susana tras la ventana.
La llegada de Susana |
Cuando
Susana, desmayada, es introducida en la casa, unos primeros planos de los
hombres convierten en subjetiva la minuciosa panorámica que recorre el
voluptuoso cuerpo semidesnudo –y enlodado– de Susana. Ha llegado el diablo,
pero ha llegado, también, el cuerpo, el deseo.
Se inician
entonces las operaciones seductoras. Operaciones que tienen por virtud sacar a
la luz toda una jerarquía de poder. Todos desean a Susana y el poder que
detenta cada uno permite prohibir el deseo de otros. El Capataz prohíbe Susana
a los Peones. A su vez le será a él prohibida por el Patrón, al igual que le
será prohibida al Hijo por el Padre.
Finalmente
la propia Madre se verá arrebatada de todo poder y expulsada de la Finca por el
Padre. Se consuma así la tragedia y, un instante después, el colapso definitivo
de las instituciones es salvado por un deux
ex machina policial. Susana volverá al reformatorio.[7]
La última secuencia está concebida
con toda claridad como un epílogo. Buñuel pretendía que en ella se consiguiese,
mediante un juego de ironías visuales, invitar al espectador a recapitular
acerca del forzado y antinatural retorno al orden establecido que se impone
tras la marcha de Susana:[8]
«Podía
haber estado bien, pero me falló el final porque el final parece serio. Podría
haber tenido algo la película, según algunos aún lo tiene».
El decorado
de la casa y el patio de la finca, está inspirado en ranchos y cortijos. Su
funcionalidad es evidente con su sistema de puertas que dan al patio de la
casa, sabiamente calculadas para facilitar el tránsito incesante de los
personajes. La dirección de éstos dentro del cuadro es igualmente astuta. La
lujuriosa Susana no descansa. Aún no ha terminado de seducir a uno, ya otro cae
en el campo de sus intenciones. A medida que la película avanza la trama se
hace más precipitada, las salidas y entradas más torrenciales. La cámara ya no
espera: busca a los personajes. Una leve panorámica lateral ¡y ya está! ¡He
aquí la nueva víctima! En el clímax del film, cuando todos se dirigen por la
noche al cuarto de Susana, esperando apagar en ella su
epidemia de fiebre
erótica, la cámara busca a los personajes acechantes en los rincones, midiendo
la distancia entre ellos –o entre ellos y el cuerpo de Susana– en rápidos
barridos de cámara, casi histérica. Nunca la cámara de Buñuel fue tan inquieta.
El artista ha abandonado sus planos fijos, su montaje a la rusa y para este
film sobre la ruina occidental utiliza la más decadente técnica de Hollywood...[9]
Susana los va cazando a todos: Jesús el caporal |
No se trata
de una obra maestra, pero es un film con un ritmo extraordinario (pocas de sus
películas tienen un ritmo tan perfecto) y lleno de aciertos de todo tipo. Está
muy lejos de ser una película fallida y
el final no pone en ningún momento la virulencia del conjunto.[10]
Sometido a
la exigencia industrial del melodrama, Buñuel salió airoso de la prueba
asumiendo a fondo las convenciones y tópicos más manidos del género, pues hizo
de la perversa protagonista y de la pasión amorosa dos elementos perfectamente
ortodoxos para la poética surrealista.
Todo el
film es un melodrama tan desaforado, que pertenece legítimamente a la ortodoxia
surrealista...El revulsivo del amor carnal, que llega a subvertir el orden
social en el rancho, es pues el tema central de este melodrama aparentemente
trivial, pero cargado de intencionalidad y consecuente con el ideario
surrealista. En un final de circunstancias, pero también paródico, Susana
retorna a la cárcel y con ello la paz y la estabilidad social vuelven a la
hacienda. Con Susana, film apenas conocido fuera de su país, se demostraba
definitivamente que no hay "temas pequeños" y que Buñuel, inserto en
la industria y en las convenciones comerciales del cine mejicano, era capaz de
darle la vuelta al tópico para hacer una obra personalísima.[11]
Conquistando al hijo, Alberto. Susana es la que está fuera de la reja "rondando". |
Tal y como
ha destacado Agustín Sánchez Vidal, subvirtió los códigos del melodrama
maternal para, desde las convenciones establecidas, proponer rupturas que
facilitasen una nueva lectura crítica de la realidad. En Susana Buñuel hizo equilibrios entre la exaltación de las
pasiones y la parodia de los melodramas rancheros. Es decir, trató de
reivindicar la emoción a la vez que criticaba la sensiblería. Extremó las
convenciones del melodrama para llevarlas al límite y ponerlas en evidencia
pero no rompió con ellas porque le proporcionaban un esquema eficacísimo
mediante el que exponer sus ideas acerca del deseo y su potencia
revolucionaria.[12]
Buñuel se
propuso en Susana la revisión del melodrama
como género cinematográfico y convención narrativa instrumentalizada para
justificar y sostener el orden establecido…Además, es necesario señalar que con
esta película también quiso construir una nueva reflexión sobre el poder
liberador del deseo como fuerza capaz de rescatar al ser humano de los lastres
que le impiden vivir su vida de una forma sincera. En Susana, como sucederá en otras ocasiones, el deseo es un elemento
de distorsión que permite transitar desde la convención a la realidad. Se trata
en definitiva de un melodrama a la mexicana en el que terminan filtrándose los
juegos y efectos del amour fou, una
pulsión erótica que iguala socialmente a padres e hijos, a patronos y obreros.
De manera que la protagonista de esta película —entendida como una evolución
del Modot de L'âge d'or (La edad de oro, 1930) y una variante femenina del
Jaibo de Los olvidados (1950)— anticipa con su actitud situaciones que
iban a repetirse amplificadas en obras posteriores de Luis Buñuel, donde los de
abajo se rebelan para dejar en evidencia lo incongruente y poco sólido de las
estructuras sociales establecidas, tal y como once años más tarde iban a hacer
los mendigos de Viridiana (1961).[13]
Don Guadalupe también cae ante los encantos de Susana |
Una vez asumidas las convenciones
del argumento, Buñuel continuó haciendo uso de los mecanismos y rasgos propios
del melodrama, que es posible reconocer en un primer acercamiento a la película.
Se le dio un título enfático y grandilocuente. Tras algunos titubeos, que oscilan
entre Demonio y carne o
simplemente Susana, se adoptó
finalmente una solución donde estaban comprendidas todas las variantes, Susana. Demonio y Carne, que
resultaba especialmente atractiva por la sugerencia de un tema escabroso con
incentivos sexuales. Los personajes son de apariencia estereotipada. Buñuel puso
un cuidado extraordinario en la descripción de algunos de ellos, como ya se ha visto,
utilizando arquetipos muy frecuentados en los melodramas de la cinematografía mexicana:
la mala hembra, la madre bondadosa y resignada, el patrón justo y paternal o el
caporal muy macho y valiente.
Todo esto utilizando una estructura
melodramática canónica: tres actos…La película comienza con el primero de ellos,
con la consagración al amor, es decir, el cuidadoso proceso de conquista que va
a llevar a cabo Susana, seduciendo a cada uno de los hombres de la casa. Sigue,
en un segundo acto, planteando una lucha maniquea entre el bien y el mal…Para
finalmente resolver todo esto en un tercer bloque con el triunfo de la virtud,
la vuelta al orden tras la marcha de la demoníaca Susana donde cada uno
recupera su posición gracias al valor balsámico y tranquilizador del
arrepentimiento.
Buñuel: Me parecen muy atractivos unos muslos por los que chorrea algo viscoso. |
A esto se suman las posibilidades
del juego con el sobrentendido, constante en toda esta película…Lo encontramos
sugerido en forma de besos, miradas y sobre todo elipsis…
La habilidad de Buñuel consistió en
tomar los instrumentos valiosos que le proporcionaba el melodrama mexicano de
la época para aproximarse al público y, a través de ellos, ir más allá de
lecturas simplificadoras. Procuró evitar, en la medida de lo posible, la
transmisión de una idea de orden, de tranquilidad adormecedora de conciencias,
para en su lugar generar un inquietante desasosiego que obligase al espectador
a poner en cuestión su entorno.
«Estoy
contra la moral convencional, contra el sentimentalismo».
En Susana…las convenciones del melodrama son
llevadas al límite, ironizando sutilmente sobre ellas aunque sin pretender
llegar a ser una parodia. El amor institucional y mediocre es subvertido en
amor pasional. Y la trama familiar termina adquiriendo tintes de drama social,
ya que Susana pertenece al mundo de los de abajo y representa, al igual que
Jaibo en Los olvidados, la
rebelión del maldito a través del poder del deseo. No perdonó a nadie. Huyó de
los planteamientos maniqueos e introdujo en los personajes de Susana, inicialmente planteados
como arquetipos, comportamientos que los convierten en seres duales, ambiguos e
inquietantes. El hijo obediente y estudioso es un enamorado del mundo de los
insectos que termina engañando a su adorada madre y levantando la mano a su
padre. La bondadosa y caritativa doña
Carmen, modelo de las virtudes de la
maternidad, va a disfrutar golpeando con una fusta a la joven que ha recogido
bajo su techo como a una hija. El venerable don Guadalupe, patriarca justo y
magnánimo del rancho, despide movido por los celos a su caporal y termina
expulsando de la casa familiar a su hijo y a su esposa, para reemplazarlos por
su apasionado amor hacia Susana.
Susana consigue transformar hasta a D.ª Carmen, que de recibirla como a una hija, disfruta azotándola |
Es evidente la existencia de dos
niveles de lectura. Por un lado identificamos el del argumento, que se
desarrolla dentro de las más trilladas convenciones del melodrama. Y por otro
asistimos a la construcción de una puesta en escena, de una praxis
cinematográfica, que contiene la negación del primer nivel o, mejor dicho, su
puesta en cuestión.[14]
Susana se nos presenta como un film
eminentemente subversivo y con un completo muestrario de eso que se conoce como
temas buñuelianos o buñuelescos, como la referencia al episodio de la cueva del
Montesinos de El Quijote en la escena
en que Susana y Alberto están escondidos en el pozo. Así fue como consiguió
materializar su idea, compartida con Breton, del amor entendido como un acto
íntimo, como «una ceremonia secreta que debe celebrarse a oscuras en el fondo
de un subterráneo». O esa otra escena en que don Guadalupe, después de cruzar
algunas palabras con Susana, besa
apasionadamente a su esposa, recordando,
mediante este acto de transferencia, uno de los juegos practicados por los
surrealistas, que proponían la sustitución de un objeto erótico por otro.[15]
Al final, tras la detención de Susana, parece que todo vuelve a la normalidad, pero lo ocurrido no puede olvidarse |
Esto es
exactamente lo que Buñuel quiso hacer en Susana de manera calculada y a
conciencia. Los vínculos de la protagonista con el mundo de los instintos
animales quedan claramente establecidos desde la primera escena, cuando en la
celda descubre que está rodeada de bestias: un murciélago, una araña, un
alacrán y una rata que finalmente no se introdujeron.[16]
A Susana se
la identifica con una gata, perra de raza, yegua, etc. Cada uno de los hombres
de la película aparece vinculado por su carácter y sus gustos a una especie de
animal: don Guadalupe, con los caballos; Jesús, el caporal, con los gallos y
las gallinas; Alberto, el hijo del patrón, con los insectos. Susana es para
cada uno de ellos su animal favorito o identitario (yegua, gallina o grillo).
Al
principio de la película, cuando la yegua Lozana cae enferma, el veterinario
comenta al patrono del rancho: «Ese amor de usted por los caballos se parece
mucho al de los hombre por las mujeres». Don Guadalupe es presentado en la
película como un caballo noble e inevitablemente atraído por la yegua-Susana.
Escena del pozo que evoca la cueva de Montesinos (El Quijote) |
Por último,
conviene señalar cómo se presenta a Alberto asociado a los insectos. Un
personaje que, por otro lado, contiene en su diseño distintas notas
autobiográficas, ya que se trata, al igual que lo fue el director en su día, de
un estudiante de ingeniería agraria muy aficionado a la entomología. Este
perfil le sirvió a Buñuel para transitar hasta el mundo de los insectos,
estableciendo algunos interesantes paralelismos con los protagonistas de Susana.
Así es como
en Susana
serpientes, gatas, ratas, caballos, yeguas, gallos, gallinas e insectos de todo
tipo fueron utilizados por Buñuel para implantar en el guión técnico y en menor
medida en la película, frases, acciones e imágenes destinadas a entretejer una
sutil subtrama de referencias al mundo animal. El resultado final, después de
numerosas supresiones lógicas en un trabajo de encargo como éste, sobre el que
no tenía la última palabra, fue una reflexión cinematográfica en torno a la
condición instintiva y espontánea del deseo que terminó siendo mucho más
epidérmica de lo que originalmente se había pensado.[17]
Transferencia erótica: D. Guadalupe besa apasionadamente a su mujer tras ver a Susana |
[2] Tomás Pérez Turrent y José de la
Colina: Buñuel por Buñuel, Plot,
1993, Pág.57
[3] Luis Buñuel: Mi último suspiro, Plaza & Janés, 1982, Pág.:197
[4] Amparo Martínez Herranz: Susana de Luis Buñuel. Subversión y
renovación del melodrama, Latente, nº 5, abril 2007, págs. 122-4
[5] Amparo Martínez Herranz: Susana de Luis Buñuel. Subversión y
renovación del melodrama, Latente, nº 5, abril 2007, págs. 128-9
[6] Amparo Martínez Herranz: Susana. De la edad de oro al universo
ranchero, Secuencias, nº 27, 2008, pág. 28
[7] Jesús González Requena: Dios, familia, propiedad, Contracampo,
nº 16, octubre-noviembre 1980, pág. 18-9
[8] Amparo Martínez Herranz: Susana de Luis Buñuel. Subversión y
renovación del melodrama, Latente, nº 5, abril 2007, pág. 130
[9] J. Francisco Aranda: Luis Buñuel, Lumen, 1975, Pág. 232
[10] Agustín Sánchez Vidal: Luis Buñuel, Ed. J.C, 1984, Pág. 137
[11] Roman Gubern: Cine Español en el exilio, Lumen, 1976, Pág. 116
[12] Amparo Martínez Herranz: Susana de Luis Buñuel. Subversión y
renovación del melodrama, Latente, nº 5, abril 2007, pág. 132
[13] Amparo Martínez Herranz: Susana. De la edad de oro al universo
ranchero, Secuencias, nº 27, 2008, págs. 23-4
[14] Amparo Martínez Herranz: Susana de Luis Buñuel. Subversión y
renovación del melodrama, Latente, nº 5, abril 2007, págs. 133-7
[15] Amparo Martínez Herranz: Susana de Luis Buñuel. Subversión y
renovación del melodrama, Latente, nº 5, abril 2007, págs. 125-6
[16] Amparo Martínez Herranz: Susana. De la edad de oro al universo
ranchero, Secuencias, nº 27, 2008, pág. 36
[17] Amparo Martínez Herranz: Susana. De la edad de oro al universo
ranchero, Secuencias, nº 27, 2008, págs. 41-47
Que tal comentario y análisis tan desmenuzado y completo de la película
ResponderEliminarGracias por tu análisis, me ayudó mucho a fortalecer una modesta perspectiva del asunto.
ResponderEliminarCon esta pelicula don Luis se buscava el pane! Perdonami il mio cattivo spagnolo. Il blog è riuscito bene. Grazie
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