Ensayo de un crimen, 1955
El
proyecto de realizar esta película partió del actor Ernesto Alonso. Él había
sido alumno del dramaturgo Rodolfo Usigli, autor de la novela Ensayo de un crimen, y quería hacer
trabajar juntos a Buñuel y a Usigli en una película en donde él sería el
protagonista y su amiga Miroslava Stern la coprotagonista. Primero habló con
Usigli para comprarle los derechos de su novela y después habló con Buñuel.
Buñuel dijo: Había una crisis económica del cine y el sindicato se decidió a producir películas en cooperativa. El actor Ernesto Alonso me dijo que podríamos filmar la novela de Usigli bajo ese sistema. Me interesaban algunos elementos del libro: la obsesión, la vocación de asesino frustrada. Empecé a adaptarlo en compañía del autor, pero dejamos de hacerlo a los quince días, porque Usigli no permitía la menor variación de su texto. Cuando vio la película terminada se quejó en una asamblea del sindicato. Pero salí absuelto, porque en los créditos yo había puesto «Inspirada en...» O sea que no pretendía haber hecho una transcripción exacta del libro, sino una obra diferente que partía de él para desarrollar determinados elementos a mi manera.[1]
La
colaboración no funcionó porque ambos creadores tenían fuerte carácter y las
ideas muy claras sobre lo que querían. A los quince días de trabajar en el
guion Eduardo Ugarte, antiguo colaborador de Buñuel en su etapa de Filmófono,
sustituyó a Usigli. Éste, por su parte, manifestó: “Buñuel no me quiso enseñar
la película hasta que estuviera totalmente terminada, y ni siquiera pude verla
antes del estreno...Mi desilusión fue completa. Esa no era mi novela. Luis se
portó muy mal, y el pobre de Ugarte (colaborador de Buñuel en la adaptación)
también. La falsificación llegó a tal punto que cambió, sin ninguna razón, el
apellido de mi héroe –Archibaldo Burns[2]–
por el de Archibaldo de la Cruz. Siempre ese instinto absurdo de recurrir a
imágenes católicas, de la misma manera que hizo intervenir unas monjas, que
mueren de una manera trágica y totalmente gratuita. Hay un Buñuel bueno y un
Buñuel malo. Y a mí me tocó el Buñuel malo.”[3]
Es una broma, un divertimento. Mi primera intención fue la de crear una situación feliz tan absurda como las situaciones anteriores del filme.[4] En el extranjero ha gustado mucho más que en México. Y a mí no me atrae gran cosa. Quitando algunos momentos[5]...
Se comenzó a rodar el 20 de enero de 1955 en los estudios Clasa y en localizaciones del Distrito Federal (Chapultepec, Coyoacán y Las Veladoras, entre otros sitios. Tuvo una premier el 3 de abril en el cine Palacio Chino y se estrenó el 19 de mayo. Permaneció en cartelera 2 semanas.
La película se inicia hojeando el libro de Anita Brenner The wind that swept Mexico, sobre los días de la revolución mexicana de 1910. Una cajita de música deja oír un minué[6] que será el leit motiv de la película y se convierte en el hilo conductor de la misma, dotándola de ese aire de divertimento rococó y juguetón que estructura su ritmo interno.[7]
El filme se compone de dos relatos asumidos por el personaje en primera persona que se dirige a interlocutores (una monja y un juez) y tres cortas escenas asumidas por un narrador global. Archibaldo de la Cruz es un narrador fílmico delegado. Su primera intervención como narrador delegado se produce al comienzo del filme cuando cuenta (voz en off) a una monja un recuerdo obsesivo de su infancia y que explica la relación que el personaje establece entre el deseo erótico y la muerte. La segunda ocupa la mayor parte del filme y es la confesión de Archibaldo ante un juez de unos crímenes de los que cree ser el autor por el mero hecho de haberlos deseado. La disfunción entre la voz en off (imputada al personaje) y la visualización en imágenes de lo narrado, atribuible al mega–narrador provoca el efecto irónico en la película.
Mientras
la voz del personaje, en off y los diálogos que pronuncia, va en un sentido, la
mostración y el encadenamiento de los planos va en otro distinto. Esto
contribuye a explicar el hecho de que aunque en el aspecto verbal el filme esté
constituido principalmente por un discurso ultraconservador, no sea éste el que
oriente el sentido general del filme. Al contrario, es precisamente este
discurso verbal el objeto mismo de la ironía. El tono grave que pone el
narrador verbal en sus palabras es banalizado por la cámara que filma de manera
neutra, sin efectismos: ni la imagen, ni la música, ni los efectos sonoros le
ayudan. El filme rompe continuamente con las expectativas que el género
sugiere...Los personajes parecen ridículos, no por lo que dicen, sino porque lo
dicho está en completa disonancia con lo representado, poniendo al desnudo unas
normas sociales que aparecen en completo desajuste con la realidad que
pretenden regir.[8]
Archibaldo no es un psicópata, sino más bien un hombre a quien las cosas no le resultan, o le resultan mal. El desea asesinar, pero alguien se le adelanta en hacerlo, o las víctimas se mueren antes. Es un hombre bastante cuerdo, pero quiere realizar su sueño, su obsesión, como otros quieren escalar los Alpes o lograr la más exquisita planta de jardín. La cajita de música libera su imaginación, lo hace volver a su infancia, a ciertas relaciones agradables en relación con la muerte de otra persona...La música de la cajita excita a Archibaldo porque está ligada a un recuerdo infantil de erotismo y muerte, a aquella ocasión en que vio caer muerta a su institutriz, con los muslos ensangrentados...[9]
El
terapéutico final feliz es todavía más explícito, y sería tan ingenuo fiarnos
de la "curación" de Archibaldo como de la de Francisco de Él. En todo caso, poco feliz es un final que lo apea del mundo
del deseo infantil para iniciarlo en el universo adulto de un vulgar burgués.[10] Archibaldo
vive en un mundo fantasmagórico, donde el azar pareciera entrar en complicidad
con él y aportarle las deseadas víctimas. Al final el hechizo se rompe y
suponemos que Archibaldo va a encontrar en Miroslava a la verdadera mujer y no
un mero pretexto para sus delirios. Pero nada nos dice que sea incapaz de
volver a sus simulacros. En Buñuel nunca se dice la última palabra acerca de
nada, la realidad se reserva siempre otra versión de las cosas.[11]
Me han criticado mucho ese «happy end». Pero es un poco como el final feliz de Susana. Archibaldo tira la cajita de música al lago, se va caminando y encuentra a Lavinia. Su primer impulso —el instinto criminal— es matarla, pero se arrepiente, la toma del brazo y se van, felices. Ahora bien: el espectador puede preguntarse qué va a suceder con Lavinia. Posiblemente Archibaldo la mate, una hora después. Porque en realidad nada indica que él haya cambiado.[12]
La escena final no está impuesta ni por la censura ni por el productor. Está en mi guion. Así lo quería yo. El final feliz arbitrario fue idea mía. Se trata de un scherzo.[13]
Ensayo de un crimen es una de las más brillantes comedias surrealistas de su autor. El film bien podría catalogarse como réplica paródica al ciclo psicoanalítico que impuso Hollywood en los años de la segunda posguerra mundial. El uso de la música de órgano, típica de muchos films de misterio, y la estructura de flashbacks adoptada, muy propia de aquel género, contribuyen a reforzar esta catalogación.[14]
El
foco de la narración es la memoria y la imaginación del narrador-protagonista.
De ahí que en su historia queden desdibujadas las fronteras entre lo vivido y
lo imaginado, la realidad exterior y la visión subjetiva...Buñuel apunta ya a
las películas de su plena madurez, como Belle de jour y El discreto encanto de la
burguesía, en las que las susodichas fronteras se diluyen por
completo... Su
ruptura formal va también acompañada de toda una subversión de los tópicos
freudianos del cine comercial de la época: se trata de una auténtica inmersión
en la psicología de la profundidad. Su protagonista, Archibaldo, es un
personaje sadiano, casi una personificación del propio Marqués de Sade.[15]
Archibaldo, como tantos otros héroes de Buñuel, se pasa toda la película intentando realizar algo que nunca consigue llevar a cabo. Curiosamente se unirá a Lavinia, la única mujer, entre las muchas que desfilan por la película, a la que ha logrado matar –personificada en la maniquí.[16]
Archibaldo es un frustrado en ciertas relaciones suyas con la realidad. Casi todas. mis películas tienen ese tema: la frustración: Burgueses que no pueden salir de una habitación, gente que quiere cenar y todo se lo impide, un tipo que desea asesinar pero sus crímenes fallan. La frustración aparece ya desde Un perro andaluz: el hombre va hacia la mujer, pero las cuerdas con los objetos atados a ellas le impiden el avance. En la escena del jardín de La Edad de Oro los amantes no pueden ni siquiera besarse. Es la distancia entre el deseo y la realidad. Intentar y fracasar.[17]
Es una farsa llena de agrio humor de Buñuel, pero siempre inquietante y fascinadora. Durante la infancia del protagonista, en el momento en que sonaba la caja de música, un tiro disparado desde la calle alcanzó a su institutriz, que cayó muerta, con las ropas revueltas, mostrando las turgentes piernas enfundadas en medias negras.
Ese
momento es para Archibaldo de una plenitud tal que tratará de recuperar su
equívoco sabor a lo largo de toda su vida... Archibaldo vive sólo de sus
ficciones. Dar muerte al otro será su manera de comunicarse, de entrar en
contacto con el ser amado y deseado... Por
otro lado, todos sus crímenes son inciertos, hipotéticos, quizá no realizados
nunca, quizá meros productos del azar objetivo. Buñuel juega deliciosamente con
esta ambigüedad...
En realidad Buñuel deja a su personaje en el misterio y renuncia a explicarlo, porque le interesa el carácter profundamente humorístico y liberador de sus actos con respecto al contexto social en que se producen...
Buñuel no cae en conformismos, y el final de su film, con Archibaldo alejándose hacia la felicidad del brazo de Miroslava, es uno de los más espléndidos finales de la historia del cine...[18]
Archibaldo quiere matar...Posiblemente matar lo libere desde el punto de vista sexual, pero si llegara a matar realmente, no se sabe lo que haría a continuación. Es un asesino. Pero evidentemente, también le gusta la frustración, la adora. Busca matar a una mujer y falla. Intenta matar a otra y vuelve a fallar. Se diría que desea fallar, para volver a intentar. ¿Lo hace por liberarse? Quizá lo haga por todo lo contrario. Sé que esto parece oscuro. A mí me atrae la oscuridad en un personaje. Si ustedes intentan construir un personaje muy racionalmente, ese personaje no tendrá vida. Debe haber una zona de sombra.[19]
Es todo un homenaje del realizador a uno de sus autores preferidos: el Marqués de Sade. Buñuel, con su peculiar sentido del humor, nos presenta una de sus ideas cardinales, la inocencia de la imaginación, y rinde un homenaje a Sade, que sólo cometía crímenes con la imaginación.
Para ver La adaptación cinematográfica de Ensayo de un crimen
Buñuel dijo: Había una crisis económica del cine y el sindicato se decidió a producir películas en cooperativa. El actor Ernesto Alonso me dijo que podríamos filmar la novela de Usigli bajo ese sistema. Me interesaban algunos elementos del libro: la obsesión, la vocación de asesino frustrada. Empecé a adaptarlo en compañía del autor, pero dejamos de hacerlo a los quince días, porque Usigli no permitía la menor variación de su texto. Cuando vio la película terminada se quejó en una asamblea del sindicato. Pero salí absuelto, porque en los créditos yo había puesto «Inspirada en...» O sea que no pretendía haber hecho una transcripción exacta del libro, sino una obra diferente que partía de él para desarrollar determinados elementos a mi manera.[1]
Archibaldo niño prueba el poder de la cajita con la institutriz |
Es una broma, un divertimento. Mi primera intención fue la de crear una situación feliz tan absurda como las situaciones anteriores del filme.[4] En el extranjero ha gustado mucho más que en México. Y a mí no me atrae gran cosa. Quitando algunos momentos[5]...
Se comenzó a rodar el 20 de enero de 1955 en los estudios Clasa y en localizaciones del Distrito Federal (Chapultepec, Coyoacán y Las Veladoras, entre otros sitios. Tuvo una premier el 3 de abril en el cine Palacio Chino y se estrenó el 19 de mayo. Permaneció en cartelera 2 semanas.
La película se inicia hojeando el libro de Anita Brenner The wind that swept Mexico, sobre los días de la revolución mexicana de 1910. Una cajita de música deja oír un minué[6] que será el leit motiv de la película y se convierte en el hilo conductor de la misma, dotándola de ese aire de divertimento rococó y juguetón que estructura su ritmo interno.[7]
El filme se compone de dos relatos asumidos por el personaje en primera persona que se dirige a interlocutores (una monja y un juez) y tres cortas escenas asumidas por un narrador global. Archibaldo de la Cruz es un narrador fílmico delegado. Su primera intervención como narrador delegado se produce al comienzo del filme cuando cuenta (voz en off) a una monja un recuerdo obsesivo de su infancia y que explica la relación que el personaje establece entre el deseo erótico y la muerte. La segunda ocupa la mayor parte del filme y es la confesión de Archibaldo ante un juez de unos crímenes de los que cree ser el autor por el mero hecho de haberlos deseado. La disfunción entre la voz en off (imputada al personaje) y la visualización en imágenes de lo narrado, atribuible al mega–narrador provoca el efecto irónico en la película.
La muerte accidental de la doncella y la visión de sus piernas marcarán para siempre a Archibaldo |
Archibaldo no es un psicópata, sino más bien un hombre a quien las cosas no le resultan, o le resultan mal. El desea asesinar, pero alguien se le adelanta en hacerlo, o las víctimas se mueren antes. Es un hombre bastante cuerdo, pero quiere realizar su sueño, su obsesión, como otros quieren escalar los Alpes o lograr la más exquisita planta de jardín. La cajita de música libera su imaginación, lo hace volver a su infancia, a ciertas relaciones agradables en relación con la muerte de otra persona...La música de la cajita excita a Archibaldo porque está ligada a un recuerdo infantil de erotismo y muerte, a aquella ocasión en que vio caer muerta a su institutriz, con los muslos ensangrentados...[9]
Fin del primer flashback: el protagonista cuenta su historia a la monja |
Me han criticado mucho ese «happy end». Pero es un poco como el final feliz de Susana. Archibaldo tira la cajita de música al lago, se va caminando y encuentra a Lavinia. Su primer impulso —el instinto criminal— es matarla, pero se arrepiente, la toma del brazo y se van, felices. Ahora bien: el espectador puede preguntarse qué va a suceder con Lavinia. Posiblemente Archibaldo la mate, una hora después. Porque en realidad nada indica que él haya cambiado.[12]
La escena final no está impuesta ni por la censura ni por el productor. Está en mi guion. Así lo quería yo. El final feliz arbitrario fue idea mía. Se trata de un scherzo.[13]
Ensayo de un crimen es una de las más brillantes comedias surrealistas de su autor. El film bien podría catalogarse como réplica paródica al ciclo psicoanalítico que impuso Hollywood en los años de la segunda posguerra mundial. El uso de la música de órgano, típica de muchos films de misterio, y la estructura de flashbacks adoptada, muy propia de aquel género, contribuyen a reforzar esta catalogación.[14]
Comienzo del segundo flashback: Archibaldo cuenta sus "crímenes" al juez |
Archibaldo, como tantos otros héroes de Buñuel, se pasa toda la película intentando realizar algo que nunca consigue llevar a cabo. Curiosamente se unirá a Lavinia, la única mujer, entre las muchas que desfilan por la película, a la que ha logrado matar –personificada en la maniquí.[16]
Archibaldo es un frustrado en ciertas relaciones suyas con la realidad. Casi todas. mis películas tienen ese tema: la frustración: Burgueses que no pueden salir de una habitación, gente que quiere cenar y todo se lo impide, un tipo que desea asesinar pero sus crímenes fallan. La frustración aparece ya desde Un perro andaluz: el hombre va hacia la mujer, pero las cuerdas con los objetos atados a ellas le impiden el avance. En la escena del jardín de La Edad de Oro los amantes no pueden ni siquiera besarse. Es la distancia entre el deseo y la realidad. Intentar y fracasar.[17]
Es una farsa llena de agrio humor de Buñuel, pero siempre inquietante y fascinadora. Durante la infancia del protagonista, en el momento en que sonaba la caja de música, un tiro disparado desde la calle alcanzó a su institutriz, que cayó muerta, con las ropas revueltas, mostrando las turgentes piernas enfundadas en medias negras.
La melodía de la caja le arrebata. |
En realidad Buñuel deja a su personaje en el misterio y renuncia a explicarlo, porque le interesa el carácter profundamente humorístico y liberador de sus actos con respecto al contexto social en que se producen...
Buñuel no cae en conformismos, y el final de su film, con Archibaldo alejándose hacia la felicidad del brazo de Miroslava, es uno de los más espléndidos finales de la historia del cine...[18]
Archibaldo quiere matar...Posiblemente matar lo libere desde el punto de vista sexual, pero si llegara a matar realmente, no se sabe lo que haría a continuación. Es un asesino. Pero evidentemente, también le gusta la frustración, la adora. Busca matar a una mujer y falla. Intenta matar a otra y vuelve a fallar. Se diría que desea fallar, para volver a intentar. ¿Lo hace por liberarse? Quizá lo haga por todo lo contrario. Sé que esto parece oscuro. A mí me atrae la oscuridad en un personaje. Si ustedes intentan construir un personaje muy racionalmente, ese personaje no tendrá vida. Debe haber una zona de sombra.[19]
Es todo un homenaje del realizador a uno de sus autores preferidos: el Marqués de Sade. Buñuel, con su peculiar sentido del humor, nos presenta una de sus ideas cardinales, la inocencia de la imaginación, y rinde un homenaje a Sade, que sólo cometía crímenes con la imaginación.
Final de la película. ¿Qué ocurrirá con Lavinia?
Esta
película tuvo un gran éxito en Francia y otros países y provocó un giro en la carrera de Buñuel, al abrirle el camino de
las coproducciones con Francia.Para ver La adaptación cinematográfica de Ensayo de un crimen
[1] Tomás Pérez Turrent: Buñuel por Buñuel, Plot, 1993, pág. 93
[2] A R. Usigli le falló la memoria
cuando hizo estas declaraciones. El nombre del protagonista de la novela es
Roberto de la Cruz, es decir, Buñuel mantuvo el apellido, pero conservó el
nombre.
[3] Rodolfo Usigli en Max Aub: Conversaciones con Buñuel. Aguilar,
1985, Pág. 406
[4] En: Agustín Sánchez Vidal: Luis Buñuel. Ed. J.C., 1984, Pág. 197
[5] Max Aub: Conversaciones con Buñuel. Aguilar, 1985, Pág.:120
[6] Rodolfo Usigli indica en su novela,
que la música que se escucha en la caja de música es el vals El barón rojo, de Émile Waldteufel,
después de haber tachado Los patinadores
en al manuscrito de la obra, pero muy posiblemente el título sea inventado,
porque no hay forma de localizarlo. Otra posibilidad es la señalada por la
esposa del novelista, quien indica que la música que se oye en la película es
del compositor mexicano Enrique Martínez.
[7] Agustín Sánchez Vidal: Luis Buñuel. Ed. J.C., 1984, Pág. 197
[8] Gastón Lillo: Género y transgresión: El cine mexicano de Luis Buñuel. Co*textes,
nº 26, 1994, Pág. 93
[9] Tomás Pérez Turrent: Buñuel por Buñuel, Plot, 1993, pág.
93-94
[10] Agustín Sánchez Vidal: Luis Buñuel. Ed. J.C., 1984, Pág. 198
[11] José de la Colina, en: Emilio
García Riera : Historia documental del
cine mexicano, VI. Pág. 29
[12] Tomás Pérez Turrent: Buñuel por Buñuel, Plot, 1993, pág. 96
[13] En: Agustín Sánchez Vidal: Luis Buñuel. Ed. J.C., 1984, Pág. 197
[14] Roman Gubern: Cine Español en el exilio. Lumen, 1976, Pág. 129
[15] Víctor Fuentes : Los mundos de Buñuel. Akal, 2000, Pág.
94
[16] Carlos Barbachano: Buñuel. Salvat, 1986, Pág. 158
[17] Tomás Pérez Turrent: Buñuel por Buñuel, Plot, 1993, pág. 95
[18] Jacques Doniol-Valcroze, en: Emilio
García Riera : Historia documental del
cine mexicano, VI. Pág. 31
[19] Tomás Pérez Turrent: Buñuel por Buñuel, Plot, 1993, pág. 95
Hola. ¿Podría usted decirme el nombre de la cancion tocada en la cajita musical? Llevo días buscando pero no la localizo ni por el nombre de Enrique Martínez. Haganme el favor usted porfavor. Gracias.
ResponderEliminarel príncipe rojo
ResponderEliminar