Hamlet de Luis Buñuel y Pepín Bello
Buñuel en Madrid en 1927 |
Pepín Bello
dice que Hamlet lo escribieron los
dos en 1927 “al mismo tiempo. Esa técnica la practicamos con frecuencia durante
nuestras reuniones dominicales en el Café Castilla, íbamos allá por la mañana,
para desayunar, beber y conversar. Después comíamos -bien regada la comida- y
luego, café y alguna copa. Pasábamos en el café todo el día, como quien hace un
viaje. Y una de las actividades que más nos agradaban era la escritura
automática: Buñuel y yo nos sentábamos en mesas separadas y escribíamos sin
parar. De pronto uno de los dos reía, lo cual significaba que había logrado una
frase feliz.[2]
Por otro
lado Agustín Muñoz-Alonso López dice que José Bello le comentó que la primera
versión de Hamlet, no era muy
diferente de la que se conservaba y que la escribieron él y Buñuel en un café
madrileño imitando más o menos humorísticamente las técnicas surrealistas.[3] De esta
declaración se deduce que Buñuel debió retocar el texto elaborado entre los dos
para su representación en el Select.
La única
copia de la obra que se conserva está mecanografiada y tiene correcciones manuscritas
de Buñuel. Debajo del título pone, entre paréntesis, "Tragedia cómica",
lo que es conforme con el tono burlesco de la obra. Buñuel también le contó a
Agustín Sánchez que fue representado en dicho Café Select en una función de
amigos por Francisco García Lorca, Augusto Centeno, Joaquín Peinado, Bores,
Herrando Viñes, Ucelay, el hijo (o el hermano) del pintor Regoyos y el propio
Buñuel, que hacía de Hamlet, naturalmente. No había mujeres en el reparto: los
papeles femeninos los representaban hombres. El Cafe Select se prestaba mucho a
este tipo de representaciones, por su ambiente poco ortodoxo,[4] debido
a la clientela que lo frecuentaba. Ian Gibson cree que es probable que se
representara en 1926, con lo que la fecha de su composición también habría que
adelantarla en ese caso.[5]
Buñuel y Pepín Bello en Toledo, 1935 |
Aunque la
obra no se conociera en los círculos literarios de su tiempo y fuera
representada por unos amigos, no deja de tener su importancia como teatro
surrealista en español por su carácter pionero.
La concepción
surrealista de la obra hace que se rechace la continuidad narrativa
tradicional, la verosimilitud, el modelo de dramaturgia burguesa en suma. No
hay armonía de las partes con el todo, sino que se trata de una serie de
elementos heterogéneos. Tampoco hay continuidad causal y se hace un uso libre
del espacio y del tiempo. La línea argumental se mezcla con lo absurdo e irracional.
Lo absurdo
y el quebrantamiento secuencial originan el humor, que en este caso se
refuerza por la ruptura de las expectativas creadas por la historia del drama
que se supone que se está escenificando, la tragedia shakesperiana; y otra
parte de la carga humorística se basa en la parodia del drama romántico,
fundamentalmente de Don Juan Tenorio
de Zorrilla.[6]
También se parodiaba el teatro de García Lorca, cuya obra Mariana Pineda Buñuel despreciaba como ejemplo de teatro caduco.
No debe
sorprendernos que el deseo de Buñuel por superar las tradicionales barreras
genéricas, temáticas, espaciales y lingüísticas le lleve a experimentar con uno
de los caminos más aptos para su campaña subversiva, la farsa, una modalidad en
la que la parodia permite jugar con los códigos de su propia materia.[7]
La estructura
de la obra, dividida en actos y escenas es la siguiente:
Acto I:
1. Hamlet y su rival Agrifonte discuten
sobre una serie de temas inconexos.
2. Aparece Mitrídates, cadáver
recalcitrante, que se enfrenta a ambos y es vencido.
3. Hamlet y Agrifonte vuelven a su
confrontación.
Acto II:
1. Soliloquio de Margarita que entre
frases sin sentido se lamenta de que Hamlet no la ame.
2. Diálogo de Hamlet y Margarita sobre
el amor con claras referencias sexuales.
3. Margarita practica con su maestro de
baile don Lupo.
4. Un capitán con sus soldados increpa
a don Lupo que cae herido.
5. Don Lupo se declara a Margarita.
Acto III:
1. En un calabozo, soliloquio de
Agrifonte sobre la proximidad de su muerte.
2. Un contertulio condenado a cadena
perpetua se presenta como su verdugo y le anuncia la huida de Margarita y
Hamlet.
Buñuel (2º por la derecha)con amigos españoles en Montparnasse, París, 1926 |
4. Don Lupo vestido de pastor es
cuestionado por Agrifonte que busca a Leticia.
5. Don Lupo se enfrenta a Agrifonte y
vuelve a un estado de cortesía.
6. Aparece Hamlet en un estado de
divagación.
7. El espectro del padre se les aparece
anunciando que la comida está servida.
Acto IV:
1. Monólogo de Hamlet en el que se
queja de las mujeres.
2. Agrifonte, disfrazado de
sepulturero, mantiene una conversación sin sentido con Hamlet.
3. Don Lupo les llama la atención sobre
la presencia de Leticia.
4. Abandonan la escena El contertulio y
Agrifonte.
5. Un delfín tritura a don Lope.
6. Encuentro de Leticia y Hamlet que se
declaran su amor.
7. Leticia se transforma en otro ser
idéntico a Hamlet.
El
desarrollo de la obra quiebra la estructura tradicional, ya que se presenta más
bien como una sucesión de secuencias independientes, sin relación, que
responde a la carencia de comunicación entre los distintos personajes…La obra
contiene una intriga sin lógica y carece de un orden coherente. Lo farsesco se
hace patente a menudo en situaciones trágicas presentadas desde una
perspectiva extraña; y las escenas se dividen entre digresiones sin sentido y
acciones que encierran una fuerte conflictividad, que en numerosas ocasiones
se desvanece en la nada y en otras concluye en la violencia física o en la
muerte.[8]
Como toda obra
dramática tiene diálogos y acotaciones. Al escribir el diálogo el afán que
movía a Buñuel era la libertad, el azar y el absurdo. Así se explica la invención
de palabras absurdas, como el «fabriquemos» que Hamlet propone a Leticia, de
claras connotaciones sexuales, o las intervenciones de los personajes en las
que se amalgaman las antítesis para formular un lenguaje paródico, laberíntico
y absurdo. Las acotaciones que emplea Buñuel, sobrepasan en la mayor parte de
las ocasiones su función de aclaración para la puesta en escena. Se hace un uso
libre del tiempo y sobre todo del espacio, que se flexibiliza. Basta con
enunciar la que abre la obra: «Un campo cualquiera. Aquí y allá sollozantes
riachuelos. Al fondo la catedral de Rouen antes de ser manoseada por nadie.”[9]
Le Select, donde se estrenó la obra |
Hamlet tiene muchos elementos comunes con Les
mamelles de Tirésias de Apollinaire, obra pionera del teatro surrealista en
Francia. También tiene que ver con el Tenorio
de Zorrilla, por el que, como sabemos, Buñuel sentía debilidad y en esto
sus montajes de la Residencia tienen gran importancia, porque “en el fondo
resuena su afán por presentar una versión grotesca del mito de Don Juan, con lo
que consigue una excelente farsa de deliciosa ironía.”
Buñuel usa
algunas escenas del Hamlet de
Shakespeare de forma muy libre… Así, su nuevo Hamlet se convierte en un moderno
antihéroe. La razón para elegir Hamlet como personaje para su farsa tiene mucho
que ver con…que Shakespeare representara los ideales de la cultura occidental
y su sátira denuncia su falsedad.[10]
El uso del
lenguaje es también un elemento importante en la obra. La manera de hablar de Hamlet
es una mezcla de palabras de tono
antiguo y solemne, con coloquialismos, vocablos modernos y expresiones creadas
por el autor que sirven para rebajar el tono del discurso. El choque entre el
lenguaje del drama romántico decimonónico (a fe mía, vive Dios), con algunos
apuntes cervantinos (hideputa, bellaco), y el lenguaje coloquial (putrefacto)
crea una deliberada incongruencia que intensifica el desconcierto que produce
la obra y que remite a la dialéctica y tensiones de la vida moderna.[11]
En Hamlet se observa con gran claridad un
rasgo fundamental y clave en la poética de Buñuel, que recorre todas sus
películas, y que podríamos calificar de “extrañamiento”: Provisionalmente
podríamos caracterizarlo como el efecto resultante de crear todas las condiciones
(rítmicas, retóricas, ideológicas, etc.) para que se espere, por pura
continuidad un determinado estilema y sustituirlo súbitamente por otro
imprevisible sin dar tiempo al lector a reaccionar…Mediante ese sistema, no hay
cliché que se tenga en pie. Ej: cuando en un contexto de solemnes parrafadas
honorables se barrunta el duelo entre Hamlet y Agrifonte, este amenaza con
contárselo todo a la mamá de aquel.[12]
Hamlet se puede ver como un embrión de lo
que luego sería Un perro andaluz. Es decir, Hamlet
es al teatro lo que Un perro andaluz al cine, y sus temas (no sus argumentos) son
comunes: ambivalencia sexual, infantilismo..., así como la ruptura de clichés a
que se produce en ambos. Aunque, eso sí, Un perro andaluz es un producto
mucho más elaborado que, además, se beneficia de los talentos de Dalí.[13]
La
obra anticipa elementos del mundo personal del cineasta. "Hamlet es un producto
intransferiblemente buñuelesco, en el que las viejas y perdurables obsesiones
personales tejen una maraña de relaciones subconscientes de inagotable riqueza.
Un ejemplo: Mitrídates... recuerda al carnuzo, el sepulcro del Cardenal Tavera
(Tristana),
los mallorquines de La edad de oro en los riscos de Cadaqués, y el hereje quemado
tras ser exhumado en La vía láctea. Pero, como "cadáver
recalcitrante" que es, se mezcla también en la estatua de piedra de la
leyenda de Bécquer El beso (utilizada
en El
fantasma de la libertad) y con el Comendador del Tenorio..."[14]
Representación de Hamlet en el Teatro de Bairro Alto, Lisboa, 2000 |
En
el acto III, aparece la frase: "Palomas, palomitas, palomititas, palomititinas."
Que será retomada por "El Leproso" en la secuencia de la orgía de Viridiana:
"Paloma, palomita, palomitita".[15]
La
protagonista de Hamlet, como la
Walkyria, (El ángel exterminador) se llama Leticia, y uno de los
personajes es Un contertulio a cadena
perpetua. Mediante él, al romper el lenguaje convencional, quiebra,
asimismo, una situación social dada y encierra muy en embrión las ideas básicas
en El
ángel exterminador y El discreto encanto de la burguesía:
la sobremesa de nunca acabar o la comida permanentemente frustrada que condena
a los contertulios a una especie de última cena que no cesa y al
correspondiente huis-clos que lleva
aparejado.[16]
La
conversación absurda con la niña desaparecida en El fantasma de la libertad,
ya había sido empleado por Buñuel en Hamlet
en una escena idéntica. Agrifonte decía a don Lupo: "Hablad sin temor,
que nadie nos escucha. ¿No es cierto amigos?"[17]
Tanto
en Hamlet como en La jirafa son ejercicios intransitivos
en los que el texto responde y remite a sí mismo, a sus propias normas y a la
aceptación de un doble reto: el de escribir, por parte del autor, un más
difícil todavía de lo imaginario, y el de recibir, por parte del lector, un
mensaje cuyo sentido último no es otro que el de las transgresión y la risa.[18]
[1] Agustín Sánchez Vidal: Buñuel, Lorca, Dalí: El enigma sin fin. Planeta,
1988, Pág. 156
[2] Pepín Bello: Posdata sentimental, en Cuadernos
hispanoamericanos, nº 603, septiembre 2000, pág45
[3] Agustín Muñoz-Alonso López: Teatro
español de vanguardia, Castalia, 2003, pág. 41
[4] Luis Buñuel: Obra literaria, Heraldo de Aragón, 1982, pág. 259
[5] Ian Gibson: Luis Buñuel. La forja
de un cineasta universal 1900-1938, Aguilar, 2013, pág. 233
[6] Carmen Herrera Vecino: El discreto encanto de la farsa: Hamlet de
Buñuel. En: Buñuel, siglo XXI,
Prensas Universitarias de Zaragoza, 2004, págs. 210
[7] Carmen Herrera Vecino: El discreto encanto de la farsa: Hamlet de
Buñuel. En: Buñuel, siglo XXI, Prensas
Universitarias de Zaragoza, 2004, pág. 204
[8] Carmen Herrera Vecino: El discreto encanto de la farsa: Hamlet de
Buñuel. En: Buñuel, siglo XXI,
Prensas Universitarias de Zaragoza, 2004, págs. 206-7
[9] Carmen Herrera Vecino: El discreto encanto de la farsa: Hamlet de
Buñuel. En: Buñuel, siglo XXI,
Prensas Universitarias de Zaragoza, 2004, págs. 209
[10] Carmen Herrera Vecino: El discreto encanto de la farsa: Hamlet de
Buñuel. En: Buñuel, siglo XXI,
Prensas Universitarias de Zaragoza, 2004, págs. 210
[11] Carmen Herrera Vecino: El discreto encanto de la farsa: Hamlet de
Buñuel. En: Buñuel, siglo XXI,
Prensas Universitarias de Zaragoza, 2004, págs. 209
[12] Luis Buñuel: Obra literaria, Heraldo de Aragón, 1982, pág. 263
[13] Agustín Sánchez Vidal: Buñuel, Lorca, Dalí: El enigma sin fin. Planeta,
1988, Pág. 91
[14] Luis Buñuel: Obra literaria, Heraldo de Aragón, 1982, pág. 264
[15] Agustín Sánchez Vidal: Luis Buñuel. Ed. J.C., 1984, Pág. 260
[16] Agustín Sánchez Vidal: Luis Buñuel. Ed. J.C., 1984, Pág. 271
[17] Agustín Sánchez Vidal: Luis Buñuel. Ed. J.C., 1984, Pág.:368
[18] Isabel Castells: Tejedor de ensueños,..Luis Buñuel escritor. En:
La página. nº 41, 2000, Pág. 20
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