En las heladas aguas del cálculo egoísta (Dans les eaux glacées du calcul égoïste)

Programa proyección La edad de oro
En las aguas heladas del cálculo egoísta (Dans les eaux glacées du calcul égoïste ,1932) es el título de una película de Buñuel, de la que apenas se sabe nada. Como supongo que muchos de los que lean esto nunca habrán oído hablar de ella voy a exponer aquí lo que se sabe de la misma.
            Para entender el origen de la película, hay que aclarar la progresión que experimentó Luis Buñuel por aquellos años en su ideario político. Cuando Buñuel llegó a París en 1925 era un joven un tanto exaltado. Algunos lo tenían incluso por “un poco loco”. Era de tendencias un tanto anarquista y con ganas de acabar con muchos de los principios que fundamentan la “sociedad”: la familia, la patria, etc. El surrealismo era un movimiento en el que podía desarrollar esas tendencias, por eso él no tuvo ningún problema en integrarse a dicho movimiento. Como ejemplo de aquella exaltación, bastan las palabras que dijo Buñuel, en la presentación de Un perro andaluz en Madrid, a finales de diciembre de 1929: “Se trata solamente de un desesperado, un apasionado llamamiento al crimen.”
            En 1930 hizo La edad de oro, con el mismo espíritu “destructivo”. Recordemos que poco antes de su estreno él se fue a Estados Unidos, no sabemos si huyendo de lo que podía pasar, porque él era perfectamente consciente de que había fabricado una bomba. Y la bomba estalló. La película armó un gran escándalo, y se suspendió su proyección. Más adelante, a partir de 1931, Buñuel empezó a alejarse de los surrealistas. A finales de 1931 o principios de 1932 se afilió al Partido Comunista de España.


En enero de 1932 tuvo lugar una reunión de la Association des Écrivains et Artistes Révolutionnaires (AEAR), a la que asistió Buñuel en representación del grupo surrealista. En los meses siguientes se producen diversos enfrentamientos entre el Partido Comunista Francés y el grupo surrealista, que demostraron la incompatibilidad de los objetivos de uno y de otro, lo que provocó una división en sus filas. Por un lado estaban los que priorizaban los objetivos del PC frente a los del surrealismo, a la cabeza de los cuales estaba Louis Aragon y con él, Georges Sadoul, Pierre Unik y Luis Buñuel entre otros, que salieron/fueron expulsados del movimiento surrealista. Por el otro lado estaban los seguidores de Andre Breton que no estaban dispuestos a someter los principios del surrealismo al Partido Comunista: Eluard, Crevel, Dalí, etc... El 6 de mayo Buñuel le envía una carta a André Breton, notificándole que abandona el movimiento surrealista, por incompatibilidad con su militancia comunista.
Folleto L' affaire de La edad de oro
La AEAR se constituye el 17 de marzo de 1932 y Buñuel pertenecía a la sección cinematográfica de la misma. La AEAR pidió un arte marxista-leninista que allanara el camino a la dictadura del proletariado. Una semana después, el 23 de marzo, Buñuel le escribe al Vizconde Noailles y le propone elaborar una nueva versión de La edad de oro, una versión reducida y aceptable para la censura, de seiscientos metros (unos 20 minutos), con otro título para conseguir que pase dicho trámite y pueda ser alquilada en todo el mundo. Le dice que sería un film totalmente nuevo y que la propuesta ha partido de Pierre Braunberger, el distribuidor que quiere proyectarla, y que correrá con los gastos de reducción de la película. El motivo que le da Buñuel para hacer esto es que ya no se identifica con el “espíritu” con que se realizó la película en 1930.
            Noailles le responde que la «solución» de Braunberger le parece «muy elegante» y quizá una buena ma­nera de hacer llegar la película al público. Ha hablado con Marie-Laure del asunto. Lo único que quiere es que, de llevarse a cabo el proyecto, Luis explique en público que la película, si bien utiliza unos trozos de L’âge d’or es «totalmente diferente» y hecha por él y Braunberger (o sea, sin mención alguna de los vizcondes). Sólo pedirían tres supresiones, con las cuales Charles cree que Buñuel estará de acuerdo: el ostensorio en el coche, «el personaje vestido de blanco en el castillo» (es decir, Cristo) y la cruz al final. Por lo que concierne al nuevo contrato con Braunberger, que lo organice como quiera con tal de tenerlo a él al tanto.
Escena suprimida de la patada al ciego: decisión de Buñuel
            El asunto era grave, porque La edad de oro era algo así como el “buque insignia” del surrealismo en cine. Recordemos que tras su prohibición por la censura francesa, el grupo surrealista publicó un combativo folleto en su defensa, titulado L’affaire de L’âge d’or. Cuando Tomás Pérez Turrent y José de la Colina en su libro de entrevistas. Le preguntaron por el tema, contestó: «Ese título lo pensamos después del escándalo y la prohibición; para que pudiera seguir exhibiéndose se nos ocurrió camuflarlo con otro título. Es una frase de Marx y Engels en la que casi hablan favorablemente del feudalismo en comparación con la burguesía. Lo presentamos entonces con ese título, pero de todas maneras la censura lo prohibió.” El título al que se refiere es,  efectivamente, En las aguas heladas del cálculo egoísta, que como Buñuel dice está sacado del Manifiesto del Partido Comunista, que en su capítulo primero dice: “Ha ahogado el sagrado éxtasis del fervor religioso, el entusiasmo caballeresco y el sentimentalismo del pequeño burgués en las aguas heladas del cálculo egoísta.”
            ¿Procedía la idea de la nueva película de Braunberger? Financiar el remontaje a cambio de la distribución en exclusiva de la nueva película. ¿O partió la idea de Buñuel, presionado por el PC?
A esto hay que añadirle que, a mediados de marzo, Buñuel recibió una carta de Dalí en la que le acusaba de haber abandonado todas las ideas surrealistas que habían compartido hasta entonces, a favor de la disciplina del Partido Comunista. ¿Influyeron las acusaciones de Dalí en la decisión que tomaría Buñuel unos días después?
            Buñuel debió comenzar el remontaje a finales de marzo y lo terminó hacia el 21 de septiembre, cuando lo presentó a la Comisión de Censura. En medio había empezado a elaborar el guión de Cumbres borrascosas con la colaboración de dos amigos comunistas: Georges Sadoul y Pierre Unik.
Escena suprimida de la custodia: decisión Noailles
            Se desconoce el contenido final del remontaje. Román Gubern y Paul Hammon sugieren que: “probablemente se concentró en el frustrado dúo amoroso entre Modot y Lys, se abrió con el documental sobre la “Roma Imperial” -eliminando el prólogo con los escorpiones y el segmento de los bandidos- y se clausuró con Modot arrojando plumas blancas por la ventana. Pero para reducir la cinta a veinte minutos tuvo que practicar más cortes que los mencionados. Además, el nuevo título resonaba de modo ambiguo en relación con el amour fou presentado en la pantalla y le colocó un marco moralizante, más acorde con las opiniones puritanas del PCF. Este corto tal vez habría resultado aceptable para la audiencia que se perseguía, el tipo de público politizado que frecuentaba, por ejemplo, La Bellevilloise, donde L’âge d’or se exhibió el 27 y el 30 de abril, puesto que presentaba la aristocracia, la policía y el clero de una manera no muy diferente que en los films agit-prop soviéticos.”
El 23 de dicho mes la Comisión  de Censura la prohíbe. Buñuel le escribe a Noailles: «Yo hasta había quitado, muy recientemente la escena de la patada al ciego por no estar ya de acuerdo con su espíritu», sigue. «¿Tengo que pensar que, por haber hecho L’âge d’or, ya no debo hacer nunca más cine? Estoy convencido de que objetivamente, los censores no han encontrado nada censurable en la película, que además estaba bastante solicitada y debía estar exhibida en octubre. Si yo tuviera influencia haría una hermosa campaña contra esta arbitrariedad totalmente fascista. Como no pudo hacer nada, no se enterará nadie de esta nueva variante de la “purga de aceite de ricino".»
Cuenta el realizador francés Edmond T. Greville que cuando a sus 26 años montaba su tercer largometra­je (1932) en los Estudios de Billancourt de Braunberger-Richebé, se encontró con: “un montón de viejas cajas conteniendo tomas. En una de ellas, un rollo de película llevaba la etiqueta Les Eaux glacées du calcul egoïste. Estaba escrito por la mano de Bu­ñuel, que debió trabajar en esta misma sala en el montaje de L’âge d’or. Coloqué en­seguida el rollo en la moviola. Era una continuidad de ciertas escenas que el reali­zador mexicano había descartado de Un chien andalou y de su último film. Consti­tuía una especie de compendio del cine surrealista. El descubrimiento de un inédito de quien considero uno de los mayores cineastas vivos me sumió en el alborozo.”
Escena suprimida de Cristo: decisión de Noailles
Esta anécdota, registrada treinta años después de los hechos, deja claro que Gré­ville ignoraba que En las aguas heladas... era un proyecto autónomo y que él creyó que se había topado con descartes de L’âge d’or de abril de 1930. Si hubieran sido des­cartes, ¿por qué Buñuel los habría empalmado? Aunque encantado con su buena fortuna, Gréville no sabía lo que tenía delante. La alusión a Un chien andalou resulta intrigante: ¿por qué Buñuel habría incluido este material? Después de todo estaba tratando de disminuir la heterogeneidad de L’âge d’or, no de incrementarla, como esta descripción sugiere. Lo que transmite el relato de Gréville es un estado de abandono, con sus viejas cajas apiladas, y si encontró una copia naufragada de En las aguas heladas del cálculo egoísta, aparecía entregada al viento y las olas por frustrado realizador.
Tanto si el motivo de Buñuel fue el de camuflar La edad de oro para que pudiera exhibirse, a instancias de Braunberger o si era por presión del PCF, para preparar una versión simplificada y orientada a la clase obrera, la realidad es que En las aguas heladas del cálculo egoísta supuso una traición de Buñuel a Salvador Dalí, coautor del guión y a los surrealistas, que para apoyar su estreno, habían elaborado un magnífico «manifiesto-programa» a la película, y luego, durante su ausencia en Hollywood, el combativo folleto L’Affaire de L’âge d’or para defenderlo.
Escena suprimida de la cruz: decisión Noailles
¿Cómo hay que entender la expresión de Luis Buñuel, de que se sentía ya «bastante lejos» del «espíritu» del film? Buñuel nunca reconoció en público su pertenencia al Partido Comunista. Es posible que esa negativa tenga algo que ver con tener que explicar el origen de En las aguas heladas del cálculo egoísta. Si no, cómo se explica la incongruencia de su acción con estas palabras que dijo en una entrevista en 1961:
Nosotros, los surrealistas, decíamos que el talento no excusa nada, y que el hambre tampoco excusa nada...La revolución surrealista luchaba por una revolución mundial, la "revolution totale", mientras que Hegel y Marx querían la transformación de la sociedad. Nosotros poníamos el surrealismo al servicio de la revolución proletaria mundial...Los movimientos revolucionarios en el mundo se han enfrentado únicamente a las realidades materiales, económicas y políticas; la repartición de las riquezas entre grupos opuestos. Nosotros, los surrealistas, quisimos una revolución del pensamiento que condiciona la vida humana. ¡Atacar el espíritu y no la materia! ¡Cambiar las bases sociales!...En el surrealismo sólo caben dos palabras: libertad y amor. Estos dos valores humanos siempre saldrán a flote... Comprendieron los surrealistas que no encajaban con el comunismo. Nosotros nos dirigíamos al espíritu, y una de nuestras armas principales era la poesía... Los surrealistas no podían llevarse bien con el comunismo y éste separó a todos los surrealistas del movimiento proletario, excepto a cuatro o cinco1...”

NOTAS:
Todos los datos relacionados con la película en este artículo están sacados de estas tres fuentes:
-          Román Gubern y Paul Hammon: Los años rojos de Luis Buñuel, Cátedra, 2009
-          Ian Gibson: Luis Buñuel. La forja de un cineasta universal 1900-1938, Aguilar, 2013
-          Paul Hammond: Bolshevizing L’âge d’or, en Buñuel, siglo XXI, Prensas Universitarias de Zaragoza, 2004, pág. 187.
[1] Elena Poniatowska: Entrevista con Luis Buñuel. El País Semanal, 30 de marzo de 1997, Pág.:84



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