Luis Buñuel y Buster Keaton
Ya durante su estancia en la Residencia de Estudiantes, Buñuel sentía predilección
por el cine cómico norteamericano: Nos gustaban las películas cómicas norteamericanas.
García Lorca, Alberti, Dalí y yo íbamos mucho al cine, para reírnos con Keaton,
Ben Turpin, Ambrosio[1]. Sobre
todo con Keaton. No nos importaba si el cine era arte o no. Eso sí, nos
gustaban el humor y la poesía que encontrábamos en él. Lorca y Alberti
hicieron poemas a los cómicos del cine norteamericano.[2]
Buster Keaton |
Merece resaltarse este interés de la vanguardia española en Buster Keaton, ya que esta predilección desentonaba con la del surrealismo oficial francés, que prefería a Chaplin. En palabras de Buñuel: El que menos nos gustaba era Chaplin.[3]
Así lo señala Agustín Sánchez Vidal: "el núcleo surrealista
español era más extremista que el propio Breton, quien estimaba mucho a Charlot
y le defendió desde las páginas de La
Revolution Surrealiste. Pero, a decir verdad, Dalí y Buñuel representaron
también, en el paisaje surrealista español, su ala más extrema o escandalosa,
cuando se mide con las actuaciones de sus compañeros peninsulares, de Miro,
Larrea, Cernuda, Hinojosa, etc.[4]
En efecto, el
cineasta calandino y el pintor ampurdanés serán los principales denostadores
del cine chapliniano, encumbrando al aséptico Keaton como verdadero estandarte
de sus propuestas estéticas: «Buster Keaton —¡he aquí la Poesía Pura, Paul
Valéry!» Frente a las estratagemas sentimentales que Charlot exhibe en sus
películas, Keaton se alza como el gran especialista contra toda infección
sentimental. Alienta además en ellos una visión antideportiva de Chaplin que
les llevará asimismo a preferir al atlético Keaton.
Keaton
encajaba mejor no sólo con el tipo de filmador antiartístico que ellos
defendían, sino también con todo el imaginario surrealista. Por medio del humor
más disparatado y vandálico llevaba a cabo la destrucción del verosímil
dominante. Ningún arma más poderosa para lograr la aparición de lo insólito por
la que clama el surrealismo a la hora de desplazar un objeto de su contexto
habitual («el encuentro de una máquina de coser y un paraguas en una mesa de
disección», según la conocida frase de Lautréamont). [5]
Esta actitud se agudizó en los años de "militancia" en el grupo surrealista. En 1929, Dalí le hizo una entrevista y ante la pregunta: ¿Charlot o Buster Keaton?, Buñuel respondió:
De pie: Alberti, Buñuel y Lorca |
Esta actitud se agudizó en los años de "militancia" en el grupo surrealista. En 1929, Dalí le hizo una entrevista y ante la pregunta: ¿Charlot o Buster Keaton?, Buñuel respondió:
Pregunta
oficiosa. Charlot ya no hace reir más que a los intelectuales. Los niños se aburren con él. Los campesinos no lo comprenden. Ha
podido llegar a todos los snobs, a todas las Sociedades de Cursos y Conferencias del mundo. Las marquesas dicen
"C'est delicieux"
o lloran cuando ven vacía la pista del circo. Aún hay algún viejo putrefacto, que se
mantiene puro
y habla del «corazón "ignoble" de Charlot». Ha desertado del bando de los niños y ahora se
dirige a los
artistas y a los intelectuales. Pero en recuerdo de los tiempos en que pretendía ser más que un payaso, tengamos para él un piadoso "merde". Y no
volvamos ya nunca a verle.[6]
Pero ¿por qué esa predilección y esa
admiración por Keaton?
Un
artículo de Gasch[7]
en La Gaceta Literaria de agosto de
1928. titulado Films cómicos y que
glosaba El colegial, de Keaton, y El circo (The Circus, 1928), de
Chaplin, resulto extremadamente ilustrativo al respecto. Gasch definía a Keaton
como impasible, desinfectado y esterilizado. (...) objeto impasiblemente
plástico, que se enlaza con la botella, con el teléfono, con el volante, con
el bidet, con la pipa, con el revólver, objetos tan obsesionantemente
fotogénicos como él. Plasticidad absoluta, Pura, cruda, neta, DESHUMANIZADA».[8]
Keaton en Go West |
El impasible rostro de Keaton iba
pues ligado a un sentimiento de sobriedad emotiva y al convencimiento de una
liberación de la tradición y de los valores arcaizantes de la cultura europea.
En este sentido habla también Dalí del cine de Keaton como cine
“anti-artístico”, el cual se contrapone al cine de inclinaciones
sentimentaloides y afán trascendentalista…
Esta voluntad “anti-putrefacta” se
personifica en Keaton gracias a la puesta en escena de un alejamiento empático
respecto al espectador, logrado por medio de esa estoica expresión y maneras
desprovistas de romanticismo. Así, mientras el resto de cómicos sonreían o
guiñaban un ojo a la cámara en el intento de incorporar al espectador como
compañero de aventuras, Keaton desarrollaba un aire de extrañamiento que
separaba ambas esferas…
Discreto, despreocupado, es un
témpano de poesía irracional, un ser casi transparente. Todo esto maravillaba a
Buñuel: “Asepsia. Desinfección. Liberadas de la tradición, nuestras miradas se
rejuvenecen en el mundo juvenil y temperado de Buster, gran especialista contra
toda desinfección sentimental”[9]
Keaton en Sherlock Jr. |
La
ausencia de sentimentalismo convirtió a Keaton en el héroe de las vanguardias
europeas, un héroe insignificante, obcecado en la búsqueda del amor imposible
que sólo podrá obtener, en muchas ocasiones, a través del sueño...Keaton es la modernidad
para Buñuel, la escuela americana, llena de vitalidad, fotogenia, frente a la
escuela europea, repleta de sentimentalismo y prejuicios estéticos y
literarios.[10]
La
fascinación por la perfección maquinista y el rechazo del tradicionalismo romántico
y sentimental marcan las preferencias por Keaton, y posteriormente Langdon, y
el desprecio hacia Chaplin[11]...El
compromiso de Keaton era ajeno a todo lo que no fuese el espectáculo mismo...A
Keaton...no le interesaban los problemas terrenales, porque él, era de otro
mundo... Keaton insiste en actuar con una lógica absoluta dentro de un mundo
absurdo y surreal; de ahí su patética figura...
Un
universo fantástico y surreal al que los poderes del cine permiten dotar de los
atributos de la realidad: era el hombre que entraba en la galería de tiro en la
que trabajaba, cogía un bote de pintura y una brocha, pintaba una percha en la
pared y colgaba el sombrero de la percha. [12]
Es ese carácter poético e irracional de Buster Keaton el principal motivo de interés por parte de los surrealistas españoles.
Keaton en College |
He
aquí a Buster Keaton, con su último y admirable film: Deportista por amor1.
Asepsia. Desinfección. Liberadas de la tradición, nuestras miradas se recrean
en el mundo juvenil y temperado de Buster, gran especialista contra toda
infección sentimental. El film es bello como un cuarto de baño: de una vitalidad
de automóvil Hispano, Buster nunca
buscará hacernos llorar, porque sabe que las lágrimas fáciles han
periclitado. No es, en todo caso, el clown que nos hará reir a mandíbula
batiente. Ni un momento dejamos de sonreir, no ante él sino ante nosotros
mismos, de sonreír ante la salud y la fuerza olímpica.
Opondremos
siempre en cine la expresión monocorde de un Keaton a la infinitesimal de un
Jannings2. Los cineístas abusan de este último, multiplicando por
n la más ligera contracción de sus músculos faciales. El dolor, en Jannings,
es un prisma de cien facetas. Por eso es capaz de actuar en un primer plano
de cincuenta metros y si se le pide "todavía más" llegará a
demostrarnos que nada más que con su rostro se puede hacer toda una
película, que debería titularse: "La expresión de Jannings, o las
combinaciones de M arrugas elevadas
n a n".
En
Buster Keaton la expresión es tan modesta como la de una botella, por
ejemplo: aunque a través de la pista redonda y clara de sus pupilas hace
piruetas su alma aséptica. Pero la botella y el rostro de Buster tienen
puntos de vista infinitos.
Son
raros los que saben cumplir su misión en el engranaje rítmico y
arquitectónico del film. El montaje —llave de oro del film— es el que
combina, comenta y unifica todos estos elementos. ¿Se puede alcanzar mayor
virtud cinematográfica? Hay quien ha querido creer en la inferioridad de
Buster, el "antivirtuoso", en comparación con Chaplin, dejarlo en
desventaja, algo así como con un estigma, mientras que nosotros consideramos
una virtud el que Keaton alcance lo cómico por armonía directa con los
utensilios, las situaciones y demás medios de la realización. Keaton está
cargado de humanidad: pero de una reciente e increada humanidad, de una
humanidad a la moda, si se quiere.
Se
habla mucho de la técnica de films como Metrópolis3, Napoleón4...
Nunca se habla de la técnica de películas como Deportista por amor, y
es porque ésta se encuentra tan indisolublemente mezclada con los otros
elementos que no llega uno ni a darse cuenta de ella, lo mismo que cuando
vivimos en una casa no nos damos cuenta del cálculo de resistencia de los
materiales que la componen. Los superfilms deben servir para dar lecciones a
los técnicos: los de Keaton para dar lecciones a la realidad misma, con o sin
la técnica de la realidad.
Escuela
de Jannings: escuela europea: sentimentalismos, prejuicios de arte y literatura,
tradición, etc. John. Barrymore, Veidt, Mosjouskine, etc.
|
1- El
colegial (College, 1927)
2- Emil
Jannings (1884
- 1950).
Actor de origen suizo
que se nacionalizó alemán. Muy famoso en la época del cine mudo.
3- Metrópolis, 1927, de Fritz Lang. Buñuel escribió la crítica en La Gaceta Literaria, nº 9. 1/5/1927
4-Napoleón,
1927, de Abel Gance, Buñuel escribió la crítica en Cahiers d´Art, nº 3. 1927.
|
Lo
que realmente ofrece la película es una revelación gradual de las capacidades
atléticas del propio Keaton quien, a diferencia de otros cómicos, no las
utiliza con fines burlescos, dramáticos o emotivos, sino que las presenta como
la simple, aunque perfecta, ejecución de un número escénico. El propósito de
Keaton le impide utilizar subrayados de ningún tipo (de ahí, la casi total
ausencia de primeros planos)...
Por
ello, Buñuel puede señalar de inmediato los rasgos fundamentales que les permitían convertir a Keaton en una bandera
contra los valores tradicionales que querían subvertir: asepsia y desinfección
contra la infección sentimental que le reprochaban a Chaplin...; ni lágrimas
fáciles ni risas a mandíbula batiente, sino la mayor neutralidad expresiva y la
supresión de sentimientos y emociones; y, en contrapunto a los decadentes
devaneos intelectuales del cine europeo, la exaltación del cuerpo y al
actividad física...[15]
Por
instinto, Keaton compartía una de las doctrinas fundamentales del surrealismo,
afirmando que los gags que inventaba «servían para subrayar el absurdo de las
cosas». Varios críticos han subrayado lo ilógicas que son las secuencias de
Keaton; uno ha señalado que sus gags más inverosímiles ocurrían siempre dentro
del contexto de un sueño». «Creed en el absurdo», dice un cura en La
vía láctea, de Buñuel, consejo que ofrece Keaton escena tras escena,
cuya irracionalidad, al embestir contra la normalidad a la que estamos
avezados, demuestra su íntima y, a veces, dolorosa relación con los objetos, [16]
Un perro andaluz |
La
influencia de Keaton en la obra de Buñuel se aprecia sobre todo en sus dos
primeros filmes: Lo burlesco se presenta en los dos filmes como un remedio de
choque contra todo peligro de infección. No se ha insistido bastante sobre el
aspecto cómico de estos filmes, sobre sus parecidos con el universo de Chaplin, Buster Keaton, Max
Linder o Harry Langdon... Un perro andaluz, ya, utiliza
imágenes-gags que introducen una ruptura brutal de tono...En cuanto a La
edad de oro, procede, en su concepción misma, de la idea de gag: Yo había
imaginado una veintena de ideas, de gags.[18]
A
continuación vamos a enumerar algunos de los momentos que pudieron estar
inspirados por la obra de Buster Keaton:
· Un perro andaluz:
o
Los
cambios de escenario que sorprenden a Keaton en El moderno Sherlock Holmes
(Sherlock
Jr.1924), bien pudieran
haber inspirado la caída de Pierre Batcheff en un parque, abatido por los tiros
que le propina el primer yo en una habitación.
o
Del
mismo modo, la caja fuerte que en esa misma película comunica la habitación de
Keaton con una concurrida carretera es un clarísimo antecedente de la colisión
espacial que se produce en la primera película de Buñuel cuando Simone
Maureuil abre la puerta de su pisito urbano y se encuentra en una playa batida
por el viento.
o
El
beso que dura dos años en The Paleface (Rostro Pálido, 1921) y los
aleatorios «ocho años después» o «dieciséis años antes» de Un chien andalou (Un
perro andaluz, 1929) rompen los códigos de linealidad cronológica al
uso.[19]
o
La
escena inicial del paseo en bicicleta podría estar relacionada con alguna de las
numerosas ocasiones en que Keaton aparece en sus películas utilizándola.
· La edad de oro:
Un perro andaluz |
o
Una
vaca lechera, como la que irrumpe en la habitación de Keaton en Go
West (El rey de los cowboys, 1925),
se cuela en la de Lya Lys en La edad de oro.
o
En
El
héroe del río (Steamboat Bill, Jr., 1928) el padre
del protagonista desahoga su rabia contra la guitarra minúscula que lleva
Buster. pisoteándola con una furia que emulará un transeúnte en La
edad de oro cuando, después de dar patadas a un violín, lo pisotea sin
ton ni son.
o
En El colegial los objetos que
lanza Keaton transformado en atleta contra su rival, que ha encerrado a la
joven con el fin de comprometerla, serán seguidos en La edad de oro por las
cosas disparatadas que, tirará por la ventana un Gaston Modot enloquecido.
o
En la citada película, a la salvación de la
joven seguirán unas secuencias rápidas donde vemos a Buster y su novia entrar
en la iglesia, salir de ella casados, estar sentados primero entre niños y
luego solos y envejecidos, para llegar a la escena final: dos lápidas rodeadas
de flores. Estas secuencias tienen su paralelo en La edad de oro, en el
rápido envejecer de Lya Lys en el jardín, y en el final de Un perro andaluz y La
edad de oro: en el primero, en los dos maniquíes enterrados en la
arena, «en la primavera», y en el segundo, en la cruz con cabelleras de mujer
clavadas en ellas.[20]
· Otros filmes: El
disparo de la cámara y del revólver que acaba con la vida de Carlota en Ensayo
de un crimen (1955) recuerdan aquella escena de My Wife's Relations (Las
relaciones con mi mujer. 1922) en la que Buster y su familia se tapan
los oídos y se tiran al suelo cuando el fotógrafo dispara la foto. Séverine es
arrastrada por el pelo en Belle de jour (Bella de día, 1967),
Susana en la película homónima y el maniquí de Lavinia en Ensayo de un crimen
exactamente igual que la chica de la Edad de Piedra por Buster Keaton, en su
comportamiento cuasianimal, en The Three Ages (Las tres edades. 1923).
Miles de ejemplos similares pululan por toda la filmografía de Luis Buñuel.[21]
La edad de oro |
En El
moderno Sherlock Holmes, el sueño de Buster va más allá del recurso
narrativo: ilustrando la creencia de Buñuel de que «uno vive dentro de sí
mismo». Buster llega a ser la encarnación de su sueño. Puede llegar a ser lo
que sueña ser —un detective mundialmente renombrado—solamente dentro de un
sueño, Buster llega a ser la encarnación de un sueño…
Al
aludir a «esta locura por los sueños, por el placer de soñar», Buñuel resume lo
que es evidente en tantas películas suyas, en ninguna con tanto virtuosismo
como en El discreto encanto de la burguesía, 1972, donde la secuencia
de la cena como función teatral pertenece a un sueño, el de Sénéchal, dentro de
otro sueño, el de Thévenot. Buñuel va más lejos aún: en las palabras de Sánchez
Vidal, «ahora introduce un flashback (el episodio del brigadier sangrante)
dentro de un sueño (el del comisario) que a su vez se imbrica en otro sueño (el
del embajador Rafael, que viene a continuación)». Si en El moderno Sherlock Holmes
los cambios rápidos y traicioneros de escenario están conectados por una mente
que sueña, en El discreto encanto de la burguesía esas secuencias están
enlazadas por toda una serie de mentes que sueñan. [23]
La edad de oro |
[4] Román Gubern: Proyector de luna, Anagrama, 1999, pág. 59-60
[5] Tomasa Ferreras Sierra: La generación del 27 & Buster Keaton,
Revista: El maquinista de la generación,
nº 17, octubre 2009, Centro Cultural Generación del 27, págs. 75
[6] Dalí, Salvador: L'Amic de les Arts, Sitges, n.º 31, 31
de marzo de 1929, pág. 16
[7] Sebastià Gasch i Carreras, (Barcelona,
1897 - 1980) fue un crítico de arte, escritor
y periodista
español.
[8] Román Gubern: Proyector de luna, Anagrama, 1999, pág. 58
[9] María del Carmen Molina Barea: Buster Keaton y el surrealismo en la Residencia de Estudiantes.
Razones de una confluencia, Archivo Español de Arte,
LXXXVI, 341enero-marzo 2012, pp. 31-33
[10] Juan J. Vázquez : Los enigmas de un sueño En, : Luis Buñuel. Los enigmas... Pág. 16
[11] Aunque Buñuel se desvivía por establecer
entre Keaton y Chaplin un contraste que parece irreconciliable, diversas
escenas en las películas de los dos cómicos demuestran que la impronta y el
ejemplo de Charlot no se podían ignorar. La quimera del oro[11],
a pesar de ser fruto, según Buñuel, de los «achaques tan romanticones y
sensibleros» que aborrecía, le proporcionó dos secuencias que reproduciría en La
edad de oro: la de los buscadores de oro bajando la montaña. que
inspiró la bajada laboriosa de los inauguradores de Roma por las rocas de la
costa; y la de la almohada que revienta Charlot después de que las mujeres
aceptan su invitación a cenar con él. acción alegre e infantil que Buñuel
convirtió en síntoma del desvarío del
protagonista frustrado. (C. Brian
Morris: Luis Buñuel y los "poemas
irracionales" de Benjamin Péret y Buster Keaton, en: Ola Pepín! Dalí, Lorca y Buñuel en la
Residencia de Estudiantes, Publicaciones de la Residencia de Estudiantes,
2007, pág. 278)
[14] Luis Buñuel: Sportif par amour. Publicado en Cahiers
d´Art. nº 10. 1927, págs. 6-7
[15] Jos Oliver :
Buster Keaton. En: Luis Buñuel. Los enigmas de un sueño, Diputación General de Aragón,
2000, Págs. 28-9
[16] C.
Brian Morris: Luis Buñuel y los
"poemas irracionales" de Benjamin Péret y Buster Keaton, en: Ola Pepín! Dalí, Lorca y Buñuel en la
Residencia de Estudiantes, Publicaciones de la Residencia de Estudiantes,
2007, pág. 274
[17] Tomasa Ferreras Sierra: La generación del 27 & Buster Keaton,
Revista: El maquinista de la generación,
nº 17, octubre 2009, Centro Cultural Generación del 27, pág. 73
[18] Claude Murcia: Un chien andalou/L´âge d´or. Nathan, 1994, Pág. 88
[19] Tomasa Ferreras Sierra: La generación del 27 & Buster Keaton,
Revista: El maquinista de la generación,
nº 17, octubre 2009, Centro Cultural Generación del 27, pág. 73
[20] C.
Brian Morris: Luis Buñuel y los
"poemas irracionales" de Benjamin Péret y Buster Keaton, en: Ola Pepín! Dalí, Lorca y Buñuel en la
Residencia de Estudiantes, Publicaciones de la Residencia de Estudiantes,
2007, págs. 275-8
[21] Tomasa Ferreras Sierra: La generación del 27 & Buster Keaton,
Revista: El maquinista de la generación,
nº 17, octubre 2009, Centro Cultural Generación del 27, págs. 73-4
[22] María del Carmen Molina Barea: Buster Keaton y el surrealismo en la Residencia de Estudiantes.
Razones de una confluencia, Archivo Español de Arte,
LXXXVI, 341enero-marzo 2012, pág. 35
[23] C.
Brian Morris: Luis Buñuel y los
"poemas irracionales" de Benjamin Péret y Buster Keaton, en: Ola Pepín! Dalí, Lorca y Buñuel en la Residencia
de Estudiantes, Publicaciones de la Residencia de Estudiantes, 2007, págs.
282-84
[24] C.
Brian Morris: Luis Buñuel y los
"poemas irracionales" de Benjamin Péret y Buster Keaton, en: Ola Pepín! Dalí, Lorca y Buñuel en la
Residencia de Estudiantes, Publicaciones de la Residencia de Estudiantes,
2007, pág. 277
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