Los ambiciosos (La fièvre monte à El Pao, 1959)
Me lo
propuso mi agente desde París. Cierto productor quería hacer una película
conmigo y vino a verme a México. La verdad es que no me interesaba gran cosa el
asunto y lo acepté porque en aquellos momentos tomaba todo lo que me ofrecían,
siempre que no fuera indigno. —pues no tenía dinero, vivía al día. Y creo que
finalmente se nota mi desinterés. Resulta una película muy rutinaria, hecha
para salir del paso.
Recuerdo
muy mal el argumento, seguramente porque quisiera no haber hecho la película.
Claro que, a pesar de todo, traté de hacer las cosas bien, profesionalmente, e
incluso meter siempre detalles interesantes. En la película había demasiados
diálogos, las situaciones se resolvían con palabras, y como esto no me gustaba,
procuré enriquecer las escenas... mediante ciertos plagios. No sé si ustedes
habrán advertido esos plagios. Son plagios muy decentes, aclaro, porque los
hice sobre obras que son del dominio público…En "La fiévre" plagié el
final de Tosca. María Félix se desnuda ante el tirano y se le ofrece para
salvar la vida de Philipe. En Tosca es igual, y cuando el tirano firma el
salvoconducto, Tosca lo apuñala. No sirve de nada, porque finalmente el héroe
es fusilado. He sido un fanático de la ópera italiana. Yo tenía un libro
maravilloso, que he perdido, con los argumentos de unas cuatrocientas óperas.
Excelentes argumentos, melodramáticos, fuertes, de pura acción. [1]
El rodaje tuvo lugar entre el 11 de mayo y
el 28 de junio de 1959, en los estudios San Ángel y en locaciones de Tepoztlán.
Estreno en París el 6 de enero de 1960 y en México el 20 de octubre del mismo
año.
El que Gérard Philipe fuera el protagonista de la película se debió a
algo así como a un compromiso. Cuando Buñuel iba a rodar Así es la aurora, pensó
en Gérard Philipe como protagonista de la misma. Este estuvo conforme pero le
dijo que estaba comprometido y no estaría libre hasta dentro de dos años.
Buñuel no pudo esperar dos años, pero al cabo de esos dos años estaba dispuesto
para trabajar con Buñuel. Este le propuso rodar El monje de Lewis, novela muy apreciada por los surrealistas, así como de la bella novela de Jean Giono "El
húsar sobre el tejado"... Resultó que Gérard Philipe, que escuchaba
distraídamente mis proposiciones, prefería una película más política. Se
decidió por "La fièvre monte à El Pao".[2]
A partir de una imagen Buñuel muestra el poder de la Iglesia en las instituciones |
Buñuel
no pudo controlar el guion en la medida de sus deseos, y al ser varios los
colaboradores que intervinieron, la impresión final es de superposición de
ideas. "Hubiera podido ser un gran film, pero desgraciadamente Buñuel tuvo
que discutir tanto con los productores, tuvo que cambiar tantas veces el guion
que se tiene la impresión de ver el bosquejo de una obra maestra en potencia.
El
tema es de actualidad, ya que se trata del viejo problema del fin y de los
medios: en un país donde la dictadura se instala, un joven honesto quiere
quedar puro, humanizar los asesinatos y el régimen sin que sea vertida sangre."[3]
La
adaptación me supuso un gran esfuerzo y tuve todo tipo de dificultades antes de
poder realizar la película. Las exigencias de una coproducción distorsionan
todos los valores de uno...[4]
Es
un film híbrido en cuanto a su sello de producción, ya que la mitad francesa
parece más un añadido que un complemento de la otra mitad mexicana, y esto
neutralizó la necesaria unidad de la producción. Es híbrido igualmente el guion,
en el que el peculiar mundo de Buñuel, que Luis Alcoriza asumió desde dentro,
les viene ancho y ajeno a los otros guionistas franceses[5],
uno de ellos el autor de la novela La
fièvre monte à El Pao en la que está inspirada la película. Finalmente es
híbrido en cuanto al propio estilo del film, en el que Buñuel puso de sí mismo
bastante menos que sus grandes películas mexicanas. El director, más o menos
conscientemente, cedió terreno propio en Los ambiciosos en favor de la
viabilidad comercial del film. Probablemente buscó con ello prepararse el camino
para obtener un lugar en el cine europeo, intuyendo que su etapa mexicana se
encontraba ya en trance de agotamiento, y el director buscaba nuevas
plataformas de producción.[6]
El
film acusa una cierta debilidad...La película posee unos buenos momentos, diseminados
a lo largo de la narración en al que la tensión, a veces, decae por completo.
Propio de Buñuel: hacer una declaración de amor recogiendo los cristales del suelo |
La
construcción del film está desprovista de aristas agudas, y con frecuencia la
inspiración no acude a la cita. La organización de los elementos dramáticos
está, por lo tanto, establecida a partir del diálogo más que de un correcto
emplazamiento de las situaciones. Así, los personajes firman papeles o hablan
por teléfono sin que parezcan tener
auténticas razones expresivas para hacerlo, cuando lo deseable sería sentirlos
implicados en una red de contradicciones formuladas visualmente. Este defecto
resulta particularmente embarazoso hacia el final, cuando el film evidencia su
sentido por medio de una frase del comentario, que irrumpe "in
extremis" para sentar una significación poco y mal explicitada por el
desarrollo de una narración tal vez demasiado prolija en imágenes.
Sin
embargo, sería un error singular el creer que nos hallamos en presencia de un
cine de aventuras tradicional...Porque Buñuel se mantiene incorruptiblemente
exigente en lo que concierne a las cuestiones esenciales...es un film político,
un film sobre el fascismo y la complicidad, indiscutiblemente honesto.
Nos
encontramos en América del Sur, en una nación de grandes propietarios y de
"lumpen-proletariat", gobernada por una dictadura y en la que la
Iglesia apoya y sostiene al Estado.
Apostol
de la indulgencia y de las ordenanzas caritativas, santo laico, Ramón Vázquez
ni siquiera se apercibe de que su posición es insostenible, de que no se puede
ser justo en un mundo en el que la política de la producción y el desarrollo
económico emponzoñan los gestos más cotidianos e incluso los pensamientos más triviales…
Gual ejerciendo su poder: "Cuando quiero algo lo tomo" |
Al
final, súbitamente, Ramón toma conciencia de su traición y de su ceguera: rasga
un decreto
liberticida…No obstante, esta salvación en el último momento no puede engañar
ni al espectador ni al personaje. Sus palabras: "Un segundo de valentía no
basta para redimir años de cobardía", constituyen la esperanza de la
lucidez política de Buñuel a todos aquellos que confunden hábilmente
colaboracionismo con la metafísica de la redención.[7]
Si
Buñuel considera Los ambiciosos como su peor filme francés, la crítica no le ha
ido a la zaga.
Aunque
haya todavía algún residuo del género de aventuras al que pertenecía la novela
de que procede y bastante del conflicto moral típico del héroe existencialista
en la línea del Valerio de Así es la aurora…Los ambiciosos es
la película más monográficamente política de Buñuel. [8]
El
personaje de Ramón Vázquez parece arrancado de una novela de Camus, muy
enraizado en las querellas existencialistas de los años cincuenta, Buñuel
corona su actuación a la vez con un éxito (el ascenso al poder) y con un
fracaso (la imposibilidad de "pureza" en su cargo y la imposibilidad
de escapar a los implacables mecanismos del poder), de tal modo que su gesto
final, al romper las órdenes superiores de encadenar a los presos políticos de
la penitenciaría, señala al mismo tiempo el momento "de su propia muerte y
de su propia libertad", como señala la voz en off al final del film. La
mirada pesimista y lúcida de Buñuel tiñe al idealismo de Ramón Vázquez con una
coloración crítica, que recuerda intensamente –ésta vez en clave de política-
el conflicto existencial de su anterior Nazarín, cuya preocupación moral
prolonga este film. La ingenuidad de Ramón reside, en suma, en creer que se
puede permanecer puro formando parte de un sistema corrompido y en ignorar que
a la violencia del despotismo sólo se le puede replicar con la violencia
liberadora.[9]
Una muestra del erotismo de Buñuel |
En
Los
ambiciosos, como ocurriera con Así es la aurora, buena parte del
"compromiso existencialista" del protagonista viene de las novelas de
las que proceden. "En ellas aparece un nuevo formato de héroe revolté, fruto de un compromiso entre
comunista y existencialista, por citar referencias de época. En realidad,
constituyen una distorsión transitoria del compromiso moral que siempre pesó en
él como consecuencia de su percepción y concepción del surrealismo...Pero,
vista con una intención más alerta y piadosa, esa trilogía supone una
reorientación de su trabajo dentro de unas resbaladizas coordenadas, malogradas
por los cócteles de guionistas (hasta 6 tiene Los ambiciosos) y la
propia incomodidad en la que debió sentirse Buñuel ante tomas de partido precocinadas,
unidireccionales y tan sutiles como una coz de mula."[10]
El
personaje de Philipe es, un idealista que quiere acabar con la dictadura y se
mete en el engranaje de ésta para hacerlo, pero al final fracasa porque el
engranaje lo atrapa. Debo decir que las películas políticas, por lo general, no
me interesan. Objetivamente, entiendo el interés que puedan tener, pero no me
interesa hacerlas, no siento que sean mi terreno.
En
abstracto, el personaje, Ramón Vázquez, me era simpático humana y políticamente,
pero finalmente me di cuenta de que no me conmovía. Quizá por eso muere al
final[11].
No recuerdo bien cómo.[12]
A
Buñuel le gustan los personajes cortados entre dos extremos, los
"exiliados del interior", a la imagen de Ramón Vázquez …al servicio
del régimen dictatorial que él desaprueba y próximo afectivamente de los
rebeldes que él reprime...Esta soledad del personaje...sufriendo por no estar
plenamente en su lugar, alimenta la dialéctica interior, la de la
contradicción.[13]
Ramón
Vázquez a la vez que es manejado por el régimen, es uno de los personajes
masculinos de Buñuel que, como el protagonista de El Bruto o
Susana se ve también manipulado por los encantos de una mujer
ambiciosa.
Todo está preparado para la ceremonia: la cama, los cirios, el vestuario... |
Con
Los
ambiciosos, junto con Así es la aurora y La
muerte en este jardín, Buñuel remataba su tríptico "político"
o "revolucionario" como lo llaman algunos, en la que el autor medita
sobre la revolución, no con el ímpetu de La edad de oro, sino de forma más
convencional, no en vano en aquella
dispuso de total libertad y el tríptico está realizado dentro de la industria
del cine francés.
En
este tríptico Buñuel muestra sus ideas políticas con mayor rotundidad que en
anteriores ocasiones.
El
personaje del gobernador, Gual, es de inspiración sadiana. "La realización
del acto sádico conlleva la puesta en marcha de una complicada y rigurosa
puesta en escena que no puede ser alterada bajo ningún concepto: Gual tiene que
preparar el escenario de una manera determinada para la posesión de María
Félix."[14]
Para acostarse con la protagonista necesita toda una liturgia de cirios,
vestuario, etc. Cuando María Félix entra, Gual le dice: "Todo está a punto
para el sacrificio".
A
pesar de disponer de más medios para realizar esta coproducción
franco-mexicana, de tener mejor factura que sus producciones mexicanas, no
quiere decir que las supere en calidad. Le falta el sentido del humor y la
intención subversiva que encontramos en estas.
Buñuel,
como ha ocurrido en otras ocasiones, ha variado su opinión sobre la película,
dependiendo del momento. Lo mismo dice que es una película bastante mala,[15] que suaviza su criterio: En la historia había elementos políticos
y sociales que me gustaban, y que, finalmente, se extraviaron en el melodrama.[16]
O
en otra ocasión: Tema digno y película bastante bien hecha, en mi
opinión, pero sobre la que no veo que haya gran cosa que decir.[17]
El doble juego de Inés: primero lo rechaza, luego se entrega |
Como buen
conocedor de su oficio, Buñuel era consciente de que Los ambiciosos no iba a
ser una de sus mejores películas y a
pesar de todo yo busqué elementos que dieran vida a las escenas. Había un
momento en que Philipe debía declararse a María Félix. ¿Cómo filmar eso sin
caer en la palabrería? Se me ocurrió que María Félix rompiese un armario de
cristal y ordenase a Philipe que recogiera los cristales. Así ella afirmaba su
dominio sobre él, ¿verdad? Entonces Philipe se le declaraba al mismo tiempo que
recogía los cristales como lo haría un criado. Esa contradicción podía ser
interesante y hay unas cuantas pequeñas ideas como ésa en la película. Lo malo
es que quizá no se notan. Lo que sentí mucho es que Philipe haya muerto muy
poco después del rodaje y haber sido yo el que le dirigió en una de sus
películas más flojas. No pudimos ninguno de los dos «sacarnos la espina» con
algo mejor hecho.[18]
Un
día, durante el rodaje, nos quitamos las máscaras, cordialmente. «¿Por qué ha
aceptado usted hacer esta película?», le pregunté. «No lo sé», me dijo, «¿y
usted?» «Tampoco lo sé», le respondí. Nadie sabía por qué estaba en la película.
A Gérard no le iba bien el papel, no era el hombre para el personaje, y eso se
notaba hasta en el hecho de que llevaba la pistola al cinto como un colgajo.[19]
El poder se vale de todo para coaccionar y conseguir lo que desea |
El
que Buñuel no se tomara muy en serio Los ambiciosos, no por ello deja de
tener su interés, está "bastante bien construido y realizado, en el que
hay alguna dinamita oculta, con auténtica marca de la casa, ya que bajo su
factura convencional el film esconde una amarga parábola sobre el poder, la
opresión y la inutilidad de luchar contra uno y otra desde el humanismo o desde
la ética cristiana.[20]
Invita a preguntarse si tiene sentido la revuelta. ¿Es posible alcanzar los
ideales sin renunciar a los principios? A pesar de sus carencias, es una
crónica política de la corrupción y de la represión en las dictaduras
latinoamericanas de la época. La película contiene uno de los ejemplos más
claros del ejercicio del poder por el poderoso, cuando el gobernador Gual le
pregunta a la viuda del anterior gobernador: "¿Cree que soy celoso? La
naturaleza me ha ahorrado este ridículo, sólo me ha dado un medio de obtener lo
que deseo: ¡Tomarlo!”
La fièvre monte à El Pao, que hice con Gérard Philipe, es algo inexplicable, a propósito del cual me sigo preguntado la razón
por la cual llegué a rodarlo.[21]
Para ver La adaptación cinematográfica de Los ambiciosos (La fièvre monte a El Pao)
Para ver La adaptación cinematográfica de Los ambiciosos (La fièvre monte a El Pao)
[1] Tomás Pérez Turrent y José de la
Colina: Buñuel por Buñuel. Plot,
1993, Pág.111-12
[2] Luis Buñuel: Mi último suspiro, Plaza & Janés, 1982, pág. 234
[3] Ado Kyrou: Bunuel. Seghers, 1966, Pág.
55
[4] Raymond Durgnat: Luis Buñuel, Fundamentos, 1973, pág. 120
[5] Louis Sapin, Charles Dorat y Henry Castillou, autor de la
novela en que se inspira.
Una vez que Inés ha firmado Vázquez no quiere irse. |
[6] Agustín Sánchez Vidal: Luis Buñuel, Cátedra, 1991, Pág. 110
[7] Agustín Sánchez Vidal: Luis Buñuel, Ed. J.C.,
1984, Pág. 116
[8] Agustín Sánchez Vidal: Luis Buñuel, Ed. J.C., 1964,
Pág. 236
[9] Roman Gubern: Cine Español en el exilio, Lumen, 1976, Pág. 139
[10] Agustín Sánchez Vidal: Del Surruralismo al Oscar, pasando por el
tercer cine. En: Nickelodeon, nº
13, invierno 1998, Pág. 14
[11] En realidad no muere, aunque la voz
en off da entender que al rechazar (romper) la orden de encadenar a los presos
dictada por el presidente Barreiro será su fin.
[12] Tomás Pérez Turrent y José de la
Colina: Buñuel por Buñuel. Plot,
1993, Pág.111
[13] Charles Tesson: Luis Buñuel, Cahiers de Cinéma, 1992, Pág. 128
[14] Manuel López Villegas: Sade y Buñuel, Instituto de Estudios
Turolenses, 1998, Pág. 93
[15] Max Aub: Conversaciones con Luis Buñuel, Aguilar, 1985, pág. 133
[16] John Baxter: Luis Buñuel, Paidós, 1994, Pág.
301
[17] Luis Buñuel: Mi último suspiro, Plaza & Janés, 1982, pág. 234
[18] Tomás Pérez Turrent y José de la
Colina: Buñuel por Buñuel. Plot,
1993, Pág.112
[19] Tomás Pérez Turrent y José de la
Colina: Buñuel por Buñuel. Plot,
1993, Pág.111
[20] Ángel Fernández Santos, en: Agustín
Sánchez Vidal: Luis Buñuel. Ed.
J.C., 1984, Pág. 234
[21] Luis Buñuel: El discreto encanto de la burguesía, Aymá, 1973, Pág. 8
Interesante entrada. En conclusión: La película es mala pero tiene a Gerard Philipe. Por ver a Gerard aguanto hasta la más mala de las películas, así que empiezo a buscarla ya mismo.
ResponderEliminarGran aportación, muchas gracias! Muy útil para salir de la perplejidad en que te sume la voz en off de la última escena. Y con las palabras de Buñuel en uno y otro momento, magnífico!
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