Buñuel y su relación con García Lorca: La casa de Bernarda Alba
¿Fue una frustración para
Buñuel, el no poder adaptar la obra de su amigo Federico García Lorca, La casa de Bernarda Alba? La adaptación
cinematográfica de la obra teatral de su amigo, ha acompañado al aragonés
durante más de 30 años. Veamos cuáles son esos intentos fallidos:
1) 1946:
Denise Tual,
productora y directora francesa y conocida de Buñuel en París, llega a Estados
Unidos y encuentra a Buñuel en situación poco satisfactoria. Le propone la adaptación
de La casa de Bernarda Alba, para
coproducirla en México con Oscar Dancigers. Lo ocurrido con este primer fracaso
lo cuenta detalladamente Fernando Gabriel Martín:
García Lorca y Buñuel |
“Le propongo hacer un film sacado de La maison de Bernarda, de Federico García Lorca. Es, me parece, una
buena idea de productor. Tras el film de Bresson, producir un film solamente
interpretado por mujeres, tan violento y diferente. No tengo tiempo de acabar
mi frase. Es un tema que le gusta, que le ata a su juventud, a su amigo Lorca,
a España… Se entusiasma. Viene a verme, sus ojos brillan. Ha reencontrado la
sonrisa. No tengo necesidad de otro argumento para convencerle de seguirme a
México...
Entre mayo y octubre de 1946, Buñuel viajó tres veces a Ciudad de
México. La primera fue solo junto a Tual, que también financió los billetes y
el hotel, y Jeanne permaneció en Los Ángeles con los niños. Pero a Dancigers no
le pareció apropiado el tema del proyecto para realizarlo en México y Tual
decidió cambiar de país: "Nuestro entusiasmo no es compartido. Tanto peor
para México, la haremos en París." […][Tual]
Buñuel telefoneó a Francisco García Lorca, que vivía en Nueva York, y
acordó una cita con Tual para tratar la venta de los derechos de la obra de su
hermano, pero el encuentro fue poco positivo:
“En Nueva York me encuentro con el hermano de Federico García Lorca.
Es un hombre pequeño, la boca delgada, la mirada penetrante, no muy educado.
Casi inmediatamente me habla de dinero. Intento vanamente de hacerle comprender
que mi gestión es menos comercial de lo que piensa. La maison de Bernarda debe equilibrar una producción como la de Les
anges du péché, que no estaba sin riesgos. Mis argumentos no le
afectan; es exactamente como si tratara de negocios con un marciano. Solo se
interesaba en una cosa: el importe de los derechos, el importe de una opción,
que me parecen exorbitantes. Sin embargo, estoy tan segura de encontrar
financiación para el film al volver a Francia que no sigo discutiendo."[Tual]
Ahora se presentaba la oportunidad de que la primera idea de Buñuel,
regresar a Francia, podía hacerse efectiva. Firmó un contrato para rodar a
finales de año La casa de Bernarda Alba
en francés, con la productora Synops de Roland Tual, y Denise regresó a Paris y
empezó a mover el proyecto. […]
Pero tampoco encontró Tual apoyos para producir el film ni ayudó el
aval del nombre de Buñuel, asunto que ella y Jean-Georges Auriol denunciaron
inmediatamente en el prefacio del n° 1 de La
Revue du Cinema (octubre 1946), como ejemplo de la falta de interés de la
industria francesa por lo que llamaban “experiencias nuevas”. Pese a que Tual
señale que también Buñuel abandonó el proyecto con disgusto, en realidad no le
interesaba la obra de Lorca. Tal como confirmó años más tarde a Rubia, al que
felicita por su admirable estudio sobre La
casa de Bernarda Alba
la
consideraba "francamente mala, con personajes maniqueos y sin profundidad
humana." Pero aceptar la oferta significaba mucho en ese momento, primero
conseguir un trabajo y además volver a Europa e integrarse en la industria
francesa, aunque nos queda la curiosidad de saber que hubiera hecho Buñuel con
una historia donde sus protagonistas son todas mujeres.[1]
Al final Buñuel se quedaría en México y rodaría Gran Casino, con la que
inició su carrera mexicana. También significó su entrada en el cine comercial
como director.
Años más
tarde, el citado Francisco García Lorca, en una entrevista con Max Aub se
arrepentiría de no haber permitido la adaptación por parte de Buñuel:
La casa de Bernarda Alba la quiso hacer Buñuel, en
película, por lo menos dos veces. Una vez
muy al principio.
—¿Ya estaba en México?
—Sí, ya estaba. Y la segunda,
con un señor Alatriste. Pero quien nos
asesoraba—no sé si esa vez o antes—nos dijo que la cantidad ofrecida era
ridícula y que no la tomáramos en cuenta. Luego, a veces, me ha sabido mal; porque yo sé quién es Buñuel y
lo que vale. De verdad, a veces me sabe mal no haberle dado carte blanche, lo
mismo por el dinero que por el script. Pero yo quería verlo;
no para corregirlo, sino para saber qué es lo que iban a hacer.
Rectificarlo no—yo no entiendo nada de cine—, pero
sí leerlo, enterarme. Él se negó. Que no me preocupara: que respetaría la obra de Federico. Más de una vez
lo he sentido.[2]
En 1953, la actriz Aurora
Bautista le escribe una carta en la que le habla de adaptar alguna obra de
Lorca, entre ellas La casa de Bernarda
Alba.
3) 1957
El siguiente intento fue en
1957. En una entrevista mantenida con G. Cain (seudónimo de Guillermo Cabrera
Infante):
G. C.: ¿Y de La casa de Bernarda Alba?
L. B.: Es un viejo proyecto. He intentado filmarla
varias veces. En 1946 por poco lo consigo, pero la familia de Lorca había
vendido los derechos. Ahora los derechos les han sido devueltos a las hermanas
y estamos en contacto con ellas. Piden todavía demasiado dinero. Pero ellas
saben que nadie puede hacer ese film como yo, que fui tan amigo de Federico.
G. C.: Es la obra maestra de
Lorca.
L. B.: Y muy cinematográfica.
G. C.: Creo recordar que en
las acotaciones del autor, Lorca dice: «El poeta quiere que su obra se vea como
un documental historiográfico», o algo parecido.
L. B.: Efectivamente.
G. C.: ¿Y se hará?
L. B.: En ello confío.[3]
Al final de su vida declaró:
“Barbachano
Ponce me propuso una película, consideramos varias posibilidades. Una de ellas
era, otra vez, “La casa de Bernarda Alba”, que desechamos, porque me parecía un
tema demasiado español y el teatro de Federico se basa ante todo en la palabra.
Hubo un proyecto más, “El acoso”, de Alejo Carpentier, que como historia me
atraía más para filmarla.”[4] Al
final Buñuel le convenció para realizar Nazarín.
4) 1970
En 1970 será Carlo Ponti el
que le propone realizar la adaptación: “Me propone Ponti hacer “La casa de Bernarda Alba”, con Sofía. No. No me interesa. Tal vez una película
acerca de la peste. Me interesa la peste.”[5]
5) 1973
En 1973, Gustavo Alatriste, el
productor mexicano de algunos de los mejores filmes de Buñuel, le envía a Buñuel un telegrama
proponiéndole la adaptación de La casa de
Bernarda Alba.
Como el realizador se negaba,
Alatriste buscó el apoyo del director/productor español José Luis Borau y este
nos cuenta lo que pasó: “Yo estaba en plena borrachera de Furtivos, y él llamó:
quería cenar conmigo. Envié a alguien de la oficina, y eso le indignó. Por fin,
contactamos y llegamos a ser buenos amigos. Desde los primeros momentos, me
habló de un proyecto. Sin encomendarse ni a Dios ni al Diablo, había comprado los
derechos de La casa de Bernarda Alba
a la familia Lorca. Pero la venta había sido con una condición -yo mismo lo
vi en el contrato- y era que la película la tenía que hacer Buñuel. In illo tempore, Buñuel ya la había
querido rodar a su llegada a México, pero ahora, por las razones que fueran, él
no quería ni oír hablar de hacerla y Alatriste no sabía cómo convencer a don
Luis para que la hiciera. Al mismo tiempo, se inició la idea de que fuera una
coproducción hispanomexicana, de modo que él sería el productor mexicano y yo
el español, y Buñuel, con manos libres para hacer lo que quisiera. Pero Buñuel
no estaba por la labor. Entonces, estando yo en Los Angeles, vino allí
Alatriste sólo para hablar conmigo, porque por alguna razón, quizá por su
buena opinión de Furtivos, creía que yo podía convencer a Buñuel. Pero yo sólo
le había visto estas dos veces. En esta ocasión vino con su entonces ayudante,
que ahora está en Madrid, Carlos Vasallo. En uno de los mejores hoteles de Los
Angeles, me contó su estrategia para convencer a Buñuel. Yo estaba dispuesto y
encantado de producirla como parte española. Alatriste había visto en Madrid
el montaje de La casa de Bernarda Alba
donde Ismael Merlo hacía él mismo de Bernarda Alba. Tenía la idea de hacer la
película con Anthony Quinn haciendo el personaje. Yo regresé a España y él se
trajo a Buñuel. Me llamó un día por teléfono y me dijo que fuera a buscarles al
aeropuerto. Me dijo que alquilara un Mercedes blanco, porque es lo que Buñuel
quería. Allí me fui con el Mercedes y el chófer al aeropuerto. Yo estaba en la
zona donde se espera a los viajeros, y entonces, ante mi asombro, veo salir a
Alatriste solo y sin maletas y me dice que entre, que lo había organizado para
que Buñuel no hiciera cola. Entro, me lo presenta y en la cola de los pasaportes,
Alatriste desaparece y reaparece diciendo que ya nos podíamos marchar. Subimos
al coche Alatriste, que se quedó en el Hotel Villamagna, y Buñuel, que fue a la
Torre de Madrid, donde ya le habíamos reservado el apartamento. Cuando se bajó
Alatriste, Buñuel me dijo que no iba a hacer esa película, que no me hiciera
ilusiones. Yo, simplemente le dije que para mí sería un honor dirigir una
película suya, pero que no era una idea mía. Buñuel me dijo que ya sabía que no
era una idea mía pero que me lo decía igualmente. Estuvo en Madrid varios días,
pero no pasó nada más. La película no se hizo.
Sí,
la siguiente ocasión en que le vi, fue en 1977, en la inauguración de una
Semana de Cine Español en México. […] Alatriste me volvió a llamar para volver
a intentar convencer a don Luis. Nos invitó a comer y Alatriste siguió
intentándolo. Pero Buñuel seguía en su negativa. Alatriste decía que
encontraba una idea genial que Quinn hiciera de Bernarda Alba. Entonces, se
puso de pie en el restaurante -un detalle que me pareció histriónico porque en
México le conocía todo el mundo, sobre todo en los sitios de lujo, claro, y todo
el mundo le llamaba don Luis, se le acercaba, etc.- y dijo: "Anthony Quinn
me parece un actor horrendo. Fíjese usted lo que le digo, si entra ahora aquí,
vomito". E hizo el gesto de vomitar, de pie en el restaurante. A la
salida, mientras Alatriste pagaba o estaba atendiendo algo, me preguntó Buñuel
cuántos años tenía yo y le contesté que cuarenta y ocho. Entonces, con un
gesto como de rencor me dijo: "Es usted un bebé". Años más tarde,
Gustavo Alatriste, al ver que no conseguía que Buñuel hiciera la película, se
puso el mundo por montera y la hizo él mismo. Saltándose a la torera el
contrato. Recuerdo que Buñuel me había dicho que la película le parecía
horrorosa.”[6]
“En una carta posterior, fechada el 30 de agosto de 1977, Alatriste
envía a Buñuel del borrador de una propuesta económica para realizar la
adaptación; en dicho borrador se especifica que Alatriste pagará a Buñuel por
la adaptación de la obra 100.000 dólares, pagados en tres plazos de 25000,
25000 y 50000 dólares. Asimismo, por la dirección, Buñuel cobraría 400.000
dólares que, en el caso de realizarse el rodaje, previsto para febrero de 1978,
se pagarían en cuatro plazos.
Si bien hay un curioso baile de fechas, el 29 agosto de ese mismo 1977,
Luis Buñuel confirma haber recibido de Alatriste los 25000 dólares por la
adaptación de la obra de Lorca, “de acuerdo con la carta de convenio de fecha
30 de agosto”. Pese a todos estos
acuerdos, Buñuel terminará por no rodar la película; su último trabajo será Ese
oscuro objeto del deseo en 1977. Alatriste será quien dirija La
casa de Bernarda Alba y quien firme, a pesar de ese pago de 25000
dólares, el guion. Buñuel, sin embargo, será contratado con asesor, tal y como
se observa en la carta que Alatriste le escribe en 12 de enero de 1978, donde
se especifica que por la asesoría el director aragonés cobraría 50000 pesos.
En 1980, Alatriste comenzará el rodaje y Buñuel, en cuanto asesor,
visitará en más de una ocasión el set de rodaje.”[7]
Así nos lo cuenta Laura Cepeda, una de las protagonistas de la película: “Don Luis aparecía de vez en cuando por el rodaje, al
atardecer, para visionar el material rodado ese día y comentarlo con Alatriste.
Sabíamos que llegaba cuando se empezaba a preparar su Dry-Martini. Oíamos su
bastón, y allí estaba, seco, respetuoso y respetable. Alatriste me trasladó su
principal comentario para mi papel: don Luis dice que Adela es una Bernarda
Alba joven; por tanto, no quiere verte agachar la cabeza lo más mínimo. Has de
estar siempre con la postura bien erguida, siempre con la cabeza alta. Así que
me tuvieron varios días con un palo atado a la espalda y el cuello, para que me
acostumbrara a mantener esa posición en todo momento y nunca bajara la
barbilla.”[8]
“La película se rodó, y en
abril de 1982 se estrenó en México. Pero a los pocos días, no llegó a la
semana, los herederos de Lorca dieron la orden de secuestrarla y prohibir su
exhibición, con el argumento de que la cesión de derechos había sido para que
la dirigiera Buñuel u otro director de su talla, no Alatriste. Eso fue un palo
tremendo para todos, y sobre todo para Alatriste, que recibió un hachazo en su
ego.” [9]
6) 1980
Unos años más tarde, en el
homenaje que se le hizo a Buñuel en la villa de Madrid en 1980, Ángela Molina
recuerda lo que el realizador le dijo: “Prepárate,
que vamos a hacer “La casa de Bernarda Alba”, y estaréis Sophia Loren y tú, que
yo me voy a ir trabajando. Luego,
a los tres meses, me llamó Carrière diciéndome que estaba muy malito.”[10]
Carlo Ponti y Sophia Loren |
A modo de resumen, podemos decir, que a lo
largo de su carrera hubo dos intentos “formales” de adaptar la obra de Federico
García Lorca. Se corresponden con las dos veces que establecieron contacto con su
hermano, para la compra de los derechos.
En el primer intento (1946) el hermano del
poeta negó los derechos, aunque luego se arrepintió. Si se negó por motivos
estrictamente económicos o había cierta desconfianza a lo que podría hacer
Buñuel con la obra de Lorca, nunca lo sabremos. Federico pensaba que el “perro
andaluz” de Buñuel era él. ¿Existía ese mismo pensamiento en su hermano y de
ahí la reticencia hacia Buñuel en ese momento y su exigencia de saber lo que
iba a hacer?
El segundo intento es de los años 70.
Gustavo Alatriste compró los derechos de adaptación de la obra, pero con la
condición de que la película la tenía que hacer Buñuel. El realizador, en
principio se negó, pero luego aceptó filmarla en 1978. Aunque Alatriste era su
amigo, ¿Había algo más en la negativa de Buñuel? El realizador tuvo problemas
económicos en las producciones que hizo con Alatriste anteriormente. ¿A su
edad, no era un riesgo embarcarse en una producción en México, frente a la seguridad
de sus últimas películas producidas en Europa? Sea como fuere, tuvo que
abandonar el proyecto por problemas de salud, lo mismo que abandonó la
redacción de Agón, el guion que
estaba escribiendo junto a Jean-Claude Carrière. Al final la rodó Alatriste,
con cierto asesoramiento de Buñuel, pero apenas estuvo una semana en cartel,
pues fue retirada por la demanda que le interpuso la familia del poeta por
incumplimiento del contrato.
Sobre si Buñuel estuvo satisfecho con esta
adaptación, hay disparidad. Según Borau: “Recuerdo
que Buñuel me había dicho que la película le parecía horrorosa.”[11] Según
Jean-Claude Carrière: “a Buñuel le gustó la película”. Yo,
por lo que he visto de la película, dudo mucho que le gustara.
Creo, que salvo en 1946, en que la
situación económica del realizador era apurada y se agarraba a lo que le
saliera, durante el resto de su vida no puso ningún interés en llevar a buen
puerto la adaptación de La casa de
Bernarda Alba, a pesar de lo que puedan dar a entender algunas de sus
declaraciones.
A finales de los años 60 y al hablar con Carlos Fuentes sobre los distintos proyectos que no consiguió llevar a la pantalla dijo: La casa de Bernarda Alba, que por fortuna no hice. No me gusta el teatro de Federico ni me ha gustado nunca. Lo extraordinario de Lorca no era lo que escribía sino él mismo, su gracia, su personalidad, su imaginación.[12] A pesar de lo que dice, es posible que también hubiera aun poco de miedo. Siempre es más fácil adaptar una obra mediocre que una obra maestra y más si se trata de la obra de un compañero/amigo/rival como en este caso, donde las comparaciones serían inevitables.
A finales de los años 60 y al hablar con Carlos Fuentes sobre los distintos proyectos que no consiguió llevar a la pantalla dijo: La casa de Bernarda Alba, que por fortuna no hice. No me gusta el teatro de Federico ni me ha gustado nunca. Lo extraordinario de Lorca no era lo que escribía sino él mismo, su gracia, su personalidad, su imaginación.[12] A pesar de lo que dice, es posible que también hubiera aun poco de miedo. Siempre es más fácil adaptar una obra mediocre que una obra maestra y más si se trata de la obra de un compañero/amigo/rival como en este caso, donde las comparaciones serían inevitables.
[1] Fernando Gabriel Martín: El ermitaño errante. Buñuel en Estados
Unidos, Tres Fronteras Ediciones, 2010, págs. 701-706
[2] Max Aub: Conversaciones con Buñuel, Aguilar,
1985, pág. 276
[3] Conversaciones con Luis Buñuel (Vivo, por eso soy feliz), (Ed.
Jorge Goristiza), Confluencias Editorial, 2015, págs. 66-67
[4] Tomás Pérez Turrent y José
de la Colina: Buñuel por Buñuel,
Plot, 1993, pág. 103
[5] Max Aub: Conversaciones con Buñuel, Aguilar,
1985, pág. 155
[6] José Luis Borau : En torno a Buñuel. Cuadernos de la
Academia, nº 7-8, agosto 2000, págs. 118-120
[7] Ana María Iglesias
Paggnota: Federico García Lorca y Buñuel: el cine como
des(encuentro), Público, 18/08/2016.
Tomado de Internet el 22/01/2018.
[8] Laura Cepeda, en: Rafa
Ruiz: Rescatada “La casa de Bernarda Alba” de
Buñuel/Alatriste, inédita en España, Público, 13/06/2016. Tomado de
Internet el 22/01/2016
[9] Laura Cepeda, en: Rafa
Ruiz: Rescatada “La casa de Bernarda Alba” de
Buñuel/Alatriste, inédita en España, Público, 13/06/2016. Tomado de
Internet el 22/01/2016
[10] Ángela Molina: En torno a Buñuel. Cuadernos de la
Academia, nº 7-8, agosto 2000, pág. 359.
[11] José Luis Borau: En torno a Buñuel. Cuadernos de la
Academia, nº 7-8, agosto 2000, págs. 120
[12] Carlos Fuentes: Luis Buñuel o la mirada de la Medusa, Fundación Banco Santander, 2017, pág. 62
[12] Carlos Fuentes: Luis Buñuel o la mirada de la Medusa, Fundación Banco Santander, 2017, pág. 62
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