Buñuel y las arañas
Son numerosos los
testimonios de Buñuel sobre su miedo a las arañas:
Tengo miedo a las arañas. Toda mi
familia lo tiene. Esos bichos me horrorizan, pero también me atraen mucho.
Conozco bastante sus costumbres[1].
A Max Aub le confesó:
—¿Y
esto de: «Luis abandona la taberna del Segoviano, donde cenaba con Sánchez Ventura una
tortilla de patatas»? «¡Va a salir una araña, una araña! Te espero en Platerías.» ¿Qué es
todo esto?
Robinson Crusoe |
Me gustan y no me gustan las arañas. Se
trata de una manía que comparto con mis hermanos y mis hermanas. Atracción y
repulsión a la vez. En el transcurso de las reuniones familiares, podemos
estarnos horas enteras hablando de arañas. Meticulosas y terroríficas
descripciones.[3]
Como el mismo
realizador reconoce es un miedo compartido por el resto de la familia. Así lo
ratifica su hermana Conchita: “Todos nosotros hemos amado y respetado todo
aquello que tiene vida, incluso vida vegetal. Creo que todos los seres vivos
nos respetan y nos aman a su vez. Podríamos cruzar una selva infestada de
fieras sin correr peligro. Una sola excepción: LAS ARAÑAS.
Son unos monstruos
horribles y aterradores que en cualquier momento pueden amargarnos la vida. Una
extraña morbosidad buñuelesca hace de ellas el tema principal de nuestras
charlas familiares. Nuestros relatos sobre las arañas son fabulosos.
Dicen que mi hermano
Luis, al ver a un monstruo de ocho ojos con la boca rodeada de pedipalpos
ganchudos, perdió el conocimiento en un parador de Toledo donde estaba comiendo
y no volvió en sí hasta llegar a Madrid.
Mi hermana mayor no encontraba una hoja de
papel lo bastante grande para dibujar la cabeza y el tórax de la araña que la
espiaba en un hotel. Casi llorando, nos describió los cuatro pares de miradas
que le lanzó la fiera cuando un botones, con una sangre fría incomprensible, la
sacó de la habitación cogida por una pata.
Mi hermana, con su
bonita mano, imita el paso vacilante y horrible de las arañas viejas, peludas y
polvorientas que arrastran tras sí sucios jirones de su propia sustancia y, con
una pata amputada, cruzan por los recuerdos de nuestra niñez.
La última aventura me
ocurrió no hace mucho. Bajaba la escalera cuando detrás de mí sonó un ruido
blando y repugnante. Presentí lo que era. Sí; allí estaba la enemiga ancestral
de los Buñuel. Me sentí morir y nunca olvidaré el ruido horrible de la vejiga
infernal que hizo cuando la aplastó el pie del chico que traía los periódicos.
Estuve a punto de decirle: «Me has salvado algo más que la vida.» Todavía me
pregunto con qué horrible propósito me seguiría de aquel modo.
¡Arañas! Nuestras
pesadillas y nuestras conversaciones fraternales están llenas de ellas.”[4]
La joven |
De la misma forma,
Pepín Bello, opinaba así de su amigo Buñuel: “el miedo infantil a las arañas,
le llevaba a ir de noche por medio de las aceras por si le asaltaban”.[7]
Las arañas aparecían
también en sus sueños: “Otro, repetidísimo:
arañas en mil variaciones. Llego a
un sitio, muchas vivas, me acuesto, empiezan a salir patas de araña. Son mil variaciones. Insoportable.”[8]
A pesar de este miedo
“en Hollywood llegó a coleccionar arañas indígenas, extremadamente venenosas y
devoradoras de sus machos, conocidas como viudas negras.”[9]
Como es lógico, esta
“obsesión” con las arañas se reflejó en su obra, tanto literaria como
cinematográfica.
Obra literaria:
·
Una traición
incalificable: “Una araña que trabajaba
en una gran casa en construcción de un ángulo, se deslizaba siempre por la
polea de un andamio y asentía con las patas.”
·
Hamlet: (Los
dos azuzan sus sombras como a lebreles. Estas grandes arañas negras, avanzan hacia el féretro de Mitrídates.)
·
Una jirafa: “En la décimo octava:
La abertura de la mancha provoca la caída angustiosa de los objetos siguientes: agujas, hilo, dedal, trozos de tela,
dos cajas de cerillas vacías, un trozo de bujía, un juego de naipes muy
viejo, algunos botones, frascos vacíos,
granos de vals, un reloj cuadrado, un picaporte,
una pipa rota, dos cartas, aparatos ortopédicos y algunas arañas vivas. Todo
se dispersa de la manera más inquietante. (Esta mancha es la única que simboliza la muerte.)”
Obra cinematográfica:
·
Susana: Hay cosas que improvisé al filmar. Una de mis escenas favoritas
es la de la araña. Hay una tormenta tremenda y estamos en el Correccional de
Mujeres. Susana está asustada y reza a Dios. «Señor, yo también, aunque sea
mala, soy una criatura tuya». Estalla un relámpago y a su resplandor la silueta
de la reja parece una cruz. Sobre esta cruz de sombra pasa una araña.
Finalmente hay «milagro». Susana se aferra a la reja y ésta cede fácilmente […] Me pareció que debía hacer el argumento menos simple e introduje ideas
visuales como ésa de la araña[10]. La realidad es que, como reconoció en sus
memorias, la escena estaba prevista en el guion: En una de las primeras escenas de la película, cuando Susana se
encuentra en la cárcel, estaba prevista en el guion la presencia de una gran
migala que debía atravesar la sombra de los barrotes de la celda proyectada en
el suelo, donde dibujaba una cruz. Cuando pedí la migala, el productor me dijo:
«No, no hemos encontrado ninguna.» Disgustado, me disponía a pasarme sin ella,
cuando el encargado del atrezzo me comunicó que ciertamente había una migala en
una cajita. El productor me había mentido, pues temía verme perder tiempo.
Susana |
Esta escena de la fuga de Susana ha sido alabada
en diferentes ocasiones y como es habitual en su cine, con diferentes
interpretaciones: “escena genial
y disparatada, la simbología surrealista y sus alusiones al inconsciente y al
erotismo encajan perfectamente.”[12]
“La araña representa inevitablemente todo un mundo onírico e inconsciente, el
mundo de los deseos y de los miedos más profundos...”[13]
·
Abismos
de pasión:
Ricardo atrapa una mosca y la echa en una telaraña y la araña se la come. La escena de la
araña y la mosca la filmé a las dos de la mañana. Agustín Jiménez, el fotógrafo,
me había dicho: «Es muy tarde y habrá que esperar a que la araña atrape la
mosca.» Yo, que conozco bien las costumbres de las arañas, le dije: «No
esperaremos mucho, ya verá usted.» Pusimos la cámara frente al agujero de la
araña, grité «¡Acción!», tiré a la telaraña una mosca que tenía preparada y
¡zum! la araña salió al instante, atrapó el insecto y volvió a meterse en el
agujero.
J. de la C.: Es difícil no ver esa escena como una especie
de símbolo de la dureza de las relaciones entre los personajes.
En la película un
niño acaricia a un hombre adormilado y por entretenerse atrapa una mosca y la
arroja a la tela de la araña. Es del tipo de gags que realzan una escena que
podría ser monótona. Se me ocurren durante el rodaje. Ya ante el decorado,
mientras se preparan los actores y los técnicos, un objeto o una parte del
decorado suscitan las ideas…[14]
Abismos de pasión |
Se ha querido ver en esta escena una similitud entre la dureza del
comportamiento de los personajes y el de los insectos. Lo cierto es que estas
escenas son uno de los procedimientos que utiliza Buñuel para dejar su “seña de
identidad” en sus películas: “imágenes poéticas que saltan a la pantalla desde
las profundidades del inconsciente creador; verdaderas imágenes–piedras rompen
la insulsa superficie del género convencional
del relato fílmico, abriendo en él verdaderas ondas sísmicas. Imágenes
como la de la niña sacando, sin esfuerzo, el autobús atascado, o la del confuso
entrelazamiento de piernas del comienzo de El gran calavera; la araña en la
celda de Susana o la de la parte trasera del autobús en Subida
al cielo convertida en jardín edénico.”[15]
·
Robinson
Crusoe: Durante la
enfermedad del protagonista, intenta saciar su sed, pero la jarra está vacía y
al volcarla cae una araña.
·
La
joven: Evvie muestra a lo
largo de la película amor por los animales y también su odio por las arañas, a
través de un primer plano en que aplasta a una, sin saber muy bien por qué y
que introduce una ruptura en la secuencia.
·
El fantasma de la libertad: En esta película las arañas
juegan un papel totalmente diferente. Son objeto de admiración y de colección
por parte de una familia burguesa. Podría ser Buñuel, cuando las coleccionaba
en Estados Unidos, o cuando dice: Esos bichos me horrorizan, pero
también me atraen mucho.
Tenemos que anotar
también un par de citas a las arañas en los diálogos de dos películas:
·
Abismos
de pasión: “¿has visto las arañas debajo de las piedras?, las pones un pie
encima y las aplastas, eso voy a hacer contigo”
·
Viridiana: “en la casa, a la parte del primer piso, se reproducen muy bien
las arañas”
El fantasma de la libertad |
[1] Tomás Pérez Turrent y José de la Colina: Buñuel por Buñuel, Plot, 1993, pág.16
[2] Max Aub: Conversaciones con
Buñuel. Aguilar, 1985, pág.78
[3] Luis Buñuel: Mi último suspiro,
Plaza & Janés, 1982, pág. 217
[4] Luis Buñuel: Mi último suspiro,
Plaza & Janés, 1982, pág. 42-43
[5] Pedro Christian García Buñuel: Recordando
a Luis Buñuel. Diputación Provincial de Zaragoza, 1985, pág. 41
[6] Pedro Christian García Buñuel: Recordando
a Luis Buñuel. Diputación Provincial de Zaragoza, 1985, pág. 45
[7] Agustín Sánchez Vidal: Buñuel,
Lorca, Dalí: El enigma sin fin. Planeta, 1988, pág. 59
[8] Max Aub: Conversaciones con
Buñuel. Aguilar, 1985, pág. 164
[9] José Rubia Barcia: Con Luis
Buñuel en Hollywood y después. Edicios do Castro, 1992, pág. 12
[10] Tomás Pérez Turrent y José de la Colina: Buñuel por Buñuel, Plot, 1993, pág. 57
[11] Luis Buñuel: Mi último suspiro,
Plaza & Janés, 1982, pág. 197
[12] Agustín Mahieu: Buñuel en
México. En, AA. VV.: Camino y
encuentro con Luis Buñuel. Encuentro Internacional de cine de Burgos, 1994,
pág. 20
[13] Emilio García Riera : Historia
documental del cine mexicano, IV. pág. 230
[14] Tomás Pérez Turrent y José de la Colina: Buñuel por Buñuel, Plot, 1993, pág. 86-87
[15] Víctor Fuentes: Buñuel: Cine y
Literatura. Salvat, 1988, pág. 88
[16] Max Aub: Conversaciones con
Buñuel. Aguilar, 1985, pág. 15
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