Las relaciones entre Luis Buñuel y la guardia civil
Cuando Alberto Isaac, director de
la película En este pueblo no hay ladrones, 1965, le propuso a Buñuel ir de
actor, le contestó: Sí, voy de actor, pero siempre que me des un papel de
guardia civil o de cura.[1] De
hecho en otra ocasión declararía: Me hubiera gustado también interpretar a un guardia
civil y a un oficial nazi.[2]
Estas declaraciones, están
relacionadas indicutiblemnte con su sentido del humor. Su relación con la
guardia civil empezó de joven y está salpicada de diferentes anécdotas. Al
realizador siempre le ha gustado gastar “bromas”: «Una de estas consistió en vestirse de cura una noche.[…] Por aquellos
días se había escapado
de Alcañiz un cura loco. Quizá lo sabía Luis, quizá no. De todas maneras,
al pasar delante de una mujer que llevaba un niño de pecho en brazos se lo arrebató y se fue con el mismo. La reacción
de la madre fue histérica. Al darse cuenta de la enormidad
de lo que hacía, el disfrazado le devolvió el crío, disculpándose: «¡María, María, que soy yo,
Luis; que solo era
una broma!».
José Repollés relataba que, a raíz de aquella
travesura, el joven Buñuel tuvo problemas con la Guardia Civil.[3]
El propio Repollés nos cuenta
otra: «Iba a cazar con este Pedro
Saura. Siempre que iba a cazar, Luis llevaba una indumentaria especial,
que consistía en atarse en la cabeza un pañuelo estilo baturro, ¿sabe? Se ataba en la cabeza un pañuelo, en mangas de
camisa, despechugado el tío, con su
rifle al hombro. Le gustaba mucho cazar con rifle, no por el hecho de cazar en sí, o sea, no por el hecho de matar, sino de disparar […] fueron de caza por la Masada del Pino, llegaron allí
y se internaron en dirección a la
Ginebrosa. La Ginebrosa es un pueblo que hay cerca del desierto. Lo que llaman
el desierto de Calanda. Es un pinar, y a ese pinar iba él muchas veces a
cazar. En una de aquellas masías que hay por
aquellas contornadas, pues se había cometido hacía poco un robo. Y,
claro, la Guardia Civil andaba sobre aviso. Ellos, Luis concretamente, se acercó
a la masía a pedir sal, porque resulta que llevaban la carne y no llevaban sal, […] Entonces, terminaron
de comer y siguieron camino. Y en esto, la Guardia Civil: «¡Alto! ¡Alto!» Y
Luis con aquella facha que tenía de
facineroso, el pañuelo atado a la cabeza, despechugado y el rifle al
hombro. Viene la Guardia Civil, pues: «¡Manos
arriba!, y aquí qué pasa. Ustedes...», tal y cual. Y Luis le pega un
codazo al otro y le dice: «Tú, calla.» Y se hace pasar por el facineroso, por los bandidos que andaban buscando. Pues, pa'lante, allí, a culatazos, y tiran pa'lante,
como tratan..., en fin, como se puede imaginar. Tiran pa'lante, para la Ginebrosa.
Y que los llevan a la Ginebrosa. Hasta que allí al tío se le soltaron los huevos, se cansó ya de hacer el bandido y de
aguantar todos los insultos o todo lo que le dijera la Guardia Civil, y
entonces fue cuando este Pedro Saura, que es
el que iba con él, se dio a conocer
porque estaba acojonado, mientras el otro la estaba gozando de verse el tío allí, apresado y conducido
por la Guardia Civil. Pero el tío,
claro, después, pues la tuvo con ellos, pero gorda. Esta fue una de las veces que lo cogieron los de la Guardia Civil.[4]
Posteriormente, Buñuel seguiría
con sus bromas. Paco Rabal nos cuenta: «Cuando volví a
México para hacer Sonatas, con Bardem, le llevé a Buñuel un
tricornio de la Guardia Civil […] En cuanto lo vio, llamó por teléfono a Mantecón.
“Oye, ven a casa.”
Había que ver a Buñuel, como un niño travieso,
pendiente de la llegada de Mantecón, acechando desde la esquina lleno de
impaciencia. Cuando Mantecón llegó por fin, llama a la puerta y le
abre Buñuel con el tricornio puesto. Casi se muere del susto.»[5]
Estas bromas que tanto le
gustaban al realizador, también se las gastaban a él: Yo recuerdo que
Domingo le hacía unas bromas tremendas. Una vez cogió a dos extras, los vistió
de guardias civiles y les mandó detener a Buñuel. Le cogieron y le querían
torturar. Le tumbaban en la mesa y decían: "Si no confiesas que eres
comunista, te torturamos". Le obligaban a vestirse de guardia civil con
tricornio y le hacían fotografias.[6]
Pedro del Rey, que fuera su montador en España, nos cuenta: «un día me
cuenta: "Vengo hoy muy feliz, don Pedro". Yo le pregunto por qué y
él me responde: "Oígame, me he cruzado con una pareja de la Guardia Civil
y me han saludado militarmente". Siempre eran todas estas ocurrencias las
que eran divertidas en él.»[7]
Como es lógico, la guardia civil solo podía aparecer en las
películas ambientadas en España, y es
por eso que solo salen en Viridiana, La vía láctea y Tristana.
En Viridiana aparece, cuando
se suicida el tío y le dan la noticia a Viridiana y al final acuden a la finca
tras el intento de violación de la protagonista.
Tristana |
En La vía láctea, Buñuel nos
muestra, según él, un milagro: Los peregrinos huyen de una posada
llevándose un jamón y la guardia civil los detiene. «¿Y este jamón?» «Nos lo
han regalado en la posada.» «Pues en ese caso, pueden seguir su camino.»
¡Imagínense a un guardia civil que atrapa a dos pícaros huyendo en la noche
con un jamón y los deja seguir el viaje a la primera explicación! La Guardia
Civil siempre queda bien en mis películas. (Risas.)[8]
Es en Tristana, donde la
guardia civil tiene una presencia más interesante. Tenemos por un lado la carga
de la guardia civil, inspirada en una que vio en su tierra: Yo, desde el
balcón de mi casa, he visto una carga de la guardia civil. Dos mil obreros y
dos escuadrones de guardias, frente a frente en la Plaza de la Constitución.
Los obreros lanzaban mueras. El comandante de la guardia ordenó tocar la
trompeta y los jinetes cargaron contra los manifestantes. Eran guardias muy
profesionales e intocables.[9]
Como curiosidad, la carga de la guardia civil, viene después de la
escena de la desfloración de Tristana.
Luego aparece un guardia civil que mata a un perro rabioso: En
el cine español, un guardia civil tiene que acertar con un disparo. Aquí se
oyen dos tiros. Luego reaparece el guardia enfundándose la pistola y
justificando haber tenido que disparar dos veces. «Tuve que hacerlo porque el
primero me falló. Había un niño cerca y la bala al rebotar podía alcanzarle.» [10]
Buñuel también se permite una pequeña broma a costa de la guardia
civil: Una
curiosidad: los guardias civiles de la película —en España, desde luego, está
prohibidísimo ridiculizar a los guardias civiles, aunque yo no me proponía
hacerlo— están interpretados por gitanos.[11]
El mundo al revés.
La vía láctea |
[1]
Declaraciones de Isaac, en: Emilio García Riera : Historia documental del cine mexicano, IX. Pág.: 181
[2]
Tomás Pérez Turrent y José de la Colina: Buñuel
por Buñuel, Plot, 1993, pág.139
[3]
Ian Gibson: Luis Buñuel La forja de un
cineasta universal 1900-1938, Aguilar, 1913, pág. 86
[4]
Repollés, en: Max Aub: Conversaciones con
Buñuel, Aguilar, 1985, págs. 222-23
[5]
Agustín Cerezales: Paco
Rabal. Si yo te contara, El País-Aguilar, pág. 195
[6]
Lucía Bosé en: En torno a Luis Buñuel,
Cuadernos de la Academia, nº 7-8, agosto 2000, pág. 129
[7]
Pedro del Rey en: En torno a Luis Buñuel,
Cuadernos de la Academia, nº 7-8, agosto 2000, pág. 463
[8]
Tomás Pérez Turrent y José de la Colina: Buñuel
por Buñuel, Plot, 1993, pág.151
[9]
Ibídem, pág. 16
[10]
Ibídem, pág. 155
[11]
Ibídem, pág. 155
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