El exilio de Luis Buñuel
Aunque en los dos post
anteriores hemos tratado también de ello vamos a profundizar en el tema del
exilio. Buñuel empezó su largo exilio en Estados Unidos y luego en México.
Ambas etapas se parecen en los siguientes puntos:
· Dificultados económicas para sobrevivir. En algunos
momentos estas dificultades fueron graves. Lo superó con la ayuda económica de
su familia, cuando pudo ser, y de los amigos.
· Escasa vida social, reducida a las reuniones con algunos
intelectuales y amigos.
Buñuel en el MoMA |
Él había intentado organizar varios grupos de trabajo con exiliados, particularmente en Nueva York y en Hollywood, con gente como José Rubia Barcia, Gustavo Pittaluga o Eduardo Ugarte...
Tras una serie de pequeños
trabajos se trasladó en 1944 a Los Angeles para ocuparse de las versiones
españolas de la Warner Brothers. Y aprovechó para llevarse consigo a cuanto
compañero de exilio le fue posible...[2]
Durante esta época su vida privada estuvo confinada a la vida familiar y al
núcleo de sus amigos.
Ya en México sigue la misma
tónica de poca vida social y pocos amigos: Llevo una vida muy, muy
retirada aunque celebremos continuamente en casa grandes «orgías» con los
cuatro o cinco amigos de siempre. Dígale a Evita que si viene por aquí se
encontrará con una sociedad —la nuestra— despreocupada y juvenil, en la que se
baila, se discute e incluso a veces se hacen cenas adonde todos vienen vestidos
de Don Juan Tenorios. Con el resto de la población de refugiados no tengo
ningún contacto. En cuanto a España, no pienso más en ella si no es con la
misma nostalgia con que a veces me sumerjo en la contemplación de la Edad
Media, época feliz de la humanidad.[3]
Y siempre hay un tema
recurrente en esas reuniones de amigos: “En casa...siempre (hablábamos) de la
guerra civil y de lo que pasó después con el exilio y todo eso.”[4]
Sin faltar las habituales
dificultades económicas: No tengo dinero más que para vivir al día y eso cuando
lo tengo, que últimamente si no hubiera sido por algún buen amigo no hubiera ni
comido.[5]
Sigo aislado de fiestas, cabarets...del
funesto mundillo cinematográfico de aquí. Mis «parties» son siempre
en casa de amigos o más bien en la mía. Los componentes, León Felipe, Larrea,
Imaz, Moreno Villa, Mantecón, y a veces, reunión y cena con el gran crítico
cineástico Alvaro Custodio. También veo a Gual y al grupo de catalanes del
Banco Comercial de la Propiedad, todos ellos simpáticos y alegres. Y esa es
toda mi vida social.[6]
Una de las "fiestas" de Buñuel en México |
Tras Los olvidados el
prestigio y libertad de Buñuel en el seno de la industria cinematográfica irán
en paulatino aumento, volviendo a unirse los esfuerzos del grupo español en el
exilio en no pocas ocasiones. Una de las más señaladas sería Subida
al cielo, producida por Manuel Altolaguirre y con música de Gustavo
Pittaluga, pero donde también pueden sorprenderse muchos otros compañeros
transterrados. [9]
Y seguiría haciéndolo en los años
siguientes como lo demuestra esta declaración de Eduardo MacGregor tras su
actuación en Simón del desierto: Al terminar el rodaje fui a despedirme y
vino la segunda lección: mientras que a los demás actores españoles, en un
gesto humano digno del mayor elogio, les iba manifestando solidaridad por su
condición de exiliados y prometía llamarles para futuros proyectos, cuando me
llegó el turno aprovechó para decirme que yo no tenía ni puñetera idea de
interpretación cinematográfica pero que lejos de preocuparme pensara en ir
aprendiendo la técnica específica, porque ante todo tenía madera de buen actor
y eso era lo importante.
Desde un plano personal,
estaba rodeado de amigos que no necesariamente pertenecían al mundo del cine sino
que eran poetas, médicos o ingenieros, casi todos compartiendo idéntica
condición de exiliados. Buñuel tenía un profundo sentido de la amistad: aunque
era hosco y poco sociable, su modesta casa estaba abierta para quien deseara
acercarse a charlar.[10]
Esa actitud de solidaridad de
Buñuel con los exiliados se extiende a Robinson Crusoe y La
joven, ambas coproducciones norteamericanas, “(filmadas en inglés y
pensadas primordialmente para el público norteamericano) están hechas con
norteamericanos exiliados en México a causa del macartismo, y que figuraban en
la infamante lista negra de Hollywood; personalidades del cine con quienes
Buñuel tuvo lazos de solidaridad y amistad quizá ya desde sus tiempos de
Hollywood.”[11]
Cortázar, Fuentes y Buñuel |
Buñuel aprovecha alguno de
estos viajes para ver a su familia: En varias ocasiones, desde mi partida, había podido
pasar unos días con mi familia en Pau o San Juan de Luz. Mi madre, mis hermanas
y mis hermanos cruzaban la frontera francesa para venir a verme. Vida de
exilio.[13]
Con el regreso del realizador
a España para la realización de Viridiana es innegable que se alegró
la vida. Recuperó antiguos amigos, recuerdos, etc., pero seguirá exiliado en
México: Estoy cansado y ahora que puedo vivir
con algo de dinero me vuelvo a mi casa de México. De vez en cuando vendré a
Madrid a ver a los amigos y a beber, pero a nada más. Pero ya no quiero cambiar
de casa, luego de la México que la tengo cerca de 30 años. Puedo vivir muchos
años, pero también puedo morir de un momento a otro. Y a lo mejor estoy
cambiando de casa, Trayéndome a España mis cosas y me da un ataque al corazón y
me muero. No quiero ya cambiarme.[14]
Y allí seguirá el resto de su
vida, salvo las temporadas que pasaba en España y Francia, bien sea por placer
o trabajo y que fueron de su agrado. Al final de su vida, y muy a pesar suyo,
tuvo que dejar las reuniones con amigos y todo lo demás por motivos de salud: Yo ya no
salgo de casa para nada. A veces viene un amigo, u otro, a visitarme. El resto
del tiempo me lo paso pensando en tonterías o en la infecta sociedad humana y a
dónde nos lleva. En seguida, y para olvidar, me torno un Martini.[15]
[1] Marcel Oms: Don
Luis Buñuel, Les Éditions du Cerf, 1985, pág. 192
[2] Agustín Sánchez Vidal: Buñuel, entre dos diásporas. En: Turia, nº 21-22, octubre 1992, pág. 191
[3] Carta de Luis Buñuel (15/05/1947)
en: José Rubia Barcia: Con Luis Buñuel en
Hollywood y después, Edicios do Castro, 1992, pág. 33
[4] Juan Luis Buñuel, en: Raúl
Carlos Maícas: Miradas sobre Buñuel
En: Turia, nº 50, octubre 1999, pág.
183
[5] Carta de Luis Buñuel (05/09/1948) en: José
Rubia Barcia: Con Luis Buñuel en
Hollywood y después, Edicios do Castro, 1992, pág. 41
[6] Ibidem de 05/04/1949, pág.
44
[7] Carta de Luis Buñuel a Lulú
Jourdain de fecha: 30/08/1950, en: Carmen Peña Ardid y Víctor M. Lahuerta
Guillén (Eds): Buñuel 1950, Los olvidados
guion y documentos. Instituto de Estudios Turolenses, 2007, pág. 644
[8] Agustín Sánchez Vidal: Buñuel, entre dos diásporas. En: Turia, nº 21-22, octubre 1992, pág.196
[9] Agustín Sánchez Vidal: Buñuel, entre dos diásporas. En: Turia, nº 21-22, octubre 1992, pág. 194
[10] En: Cuadernos de la
Academia: En torno a Luis Buñuel, nº
7-8, agosto, 2000, pág. 333
[11] Víctor Fuentes: Buñuel en México, Instituto de Estudios
Turolenses, 1993, pág. 92
[12] Carta de Luis Buñuel (28/10/1956)
en: José Rubia Barcia: Con Luis Buñuel en
Hollywood y después, Edicios do Castro, 1992, pág. 69
[13] Luis Buñuel: Mi último suspiro. Plaza & Janés, 1982, pág.225
[14] Ricardo Muñoz Suay: Cuadernos de la Academia: En torno a Luis Buñuel, nº 7-8, agosto,
2000, pág. 601
[15] Carta de Luis Buñuel a
Paco Rabal de fecha 25/05/1982, en: Querido
sobrino. Cartas a Francisco Rabal de Luis Buñuel, (Ed. Pedro Guerrero
Ruiz), Pre-textos, 2001, pág. 85
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