El monje (1965) II
El monje* (The Monk)
es el título de una novela que escribió Matthew Gregory Lewis en 1796 y
pertenece a lo que se conoce como género gótico, que era muy apreciado por los
surrealistas. “Para ellos, estas
novelas eran fuentes de imágenes mentales fascinantes tanto por sus temas como
por las ilustraciones con que se editaban. Ilustraciones que seleccionan en
general situaciones relacionadas con la muerte, lo fantasmal, la violencia.”[1]
La novela gótica ofrecía, además, un lugar ideal para
la reflexión de los surrealistas sobre temas tabú. El
deseo de transgresión persiste y crece con la prohibición. Las ambivalencias de
los personajes de estas novelas les atraen y en particular aquellos que se
dejan llevar por el deseo sin respetar convenciones o prohibiciones. En Sade el
deseo es saciado y en sus obras asistimos justamente a la ceremonia de su
saciamiento. Como en buena parte de las novelas góticas.[2]
La lectura de novelas góticas y de Sade no hicieron
sino acentuar y potenciar en Buñuel una tendencia innata hacia lo misterioso y
lo gótico. Entre los ensueños de Buñuel figuraba, ya desde sus tiempos de
estudiante, uno en el que predomina la búsqueda del aislamiento y el encierro
con connotaciones casi góticas:[3]
Una
vaga y persistente atracción por la Edad Media me trae con bastante frecuencia
la imagen del señor feudal aislado del mundo, que gobierna su señorío con mano
dura, pero bueno en el fondo. No hace gran cosa, solo una pequeña orgía de vez
en cuando. Bebe hidromiel y buen vino delante de un fuego de leña en el que se
asan animales
enteros. El tiempo no altera las cosas. Uno vive dentro de sí mismo. Los viajes
no existen.[4]
Como suele ocurrir en las «adaptaciones» de Buñuel, y
dentro del principio de la contradicción que guía toda su creación, en ésta se
mantiene fiel al espíritu y, hasta cierto punto, a la forma de la novela y, al
mismo tiempo, cambia ambos. En el guion de El
monje se mantienen las características y motivaciones de los personajes:
la pasión desenfrenada de Ambrosio, la tentación continua de Matilde, envuelta
en la brujería, la función de Antonia como «oscuro objeto del deseo» del monje,
así como las principales peripecias de la novela: la rutina diaria de la vida
conventual, la caída de Ambrosio, dechado de virtuosidad y castidad, ante la
tentadora Matilde, disfrazada, primero de monje, la obsesión erótica de
Ambrosio por poseer a Antonia, lo cual logra a través de pactos demoníacos y
poderes mágicos, mediados por Matilde, no sin antes matar a Elvira, la madre de
Antonia y a ésta misma, su prisión por la Inquisición y su huida final, con un
pacto ahora, directamente con el Diablo.[5]
Buñuel parece decidido a
conservar el mayor número posible de elementos fantásticos del texto originario
así como la parafernalia que los acompañaba: las ceremonias diabólicas de
Matilde para que Ambrosio consiga poseer a Antonia, cuyo desarrollo es similar
a Lewis, aunque agilizando su presentación: objetos (vestido, puñal, vara
dorada, copa), acciones (dibujo de círculos, esparcimiento del líquido de la
copa...), efectismos (nieblas, llamas), aparición de un hombre joven, etc.[6]
Estas peripecias tienen sus añadidos buñuelianos y,
como ocurre en sus grandes adaptaciones, una parte final y un desenlace
distintos. Hay dos grandes cambios finales: en el primero, Buñuel funde la
novela de Lewis con Las 120 jornadas de
Sodoma, de su admirado Sade, a su vez, gran admirador de Lewis.
M. G. Lewis |
Del claustro monacal, de sus sótanos, pasajes
subterráneos (tan propios también de la novelística de Sade) y cementerios, y
del cuarto de Antonia, traslada Buñuel la acción al castillo del duque de
Talamur, inexistente en la novela: «El castillo de Talamur se alza en la
campiña árida y soleada». Ya habíamos visto este castillo en la secuencia final
de La
edad de oro, con el cual Buñuel traía a la pantalla cinematográfica el
castillo de Selliny de Las 120 jornadas
de Sodoma, en cuyo interior el duque de Blaguis y sus tres acompañantes
habían celebrado con su «voluptuosidad criminal» la «más bestial de las
orgías». No entrábamos en aquella película a dicho castillo,… en El monje sí lo hacíamos. En su interior,
el sadiano duque de Selliny, redivivo en el de Talamur, se entrega a su bestial
y criminal orgía pedófila, con niñas entre ocho y doce años, y entrega Antonia
a Ambrosio.
Tras la terrorífica escena de la muerte de Antonia, en
el guion como en la novela, viene el prendimiento de Matilde y de Ambrosio por
parte de la Inquisición (blanco de la novela gótica y también del último cine
de Buñuel: en su La Vía Láctea aparece un auto de fe como en las novelas
góticas, de tan marcado carácter anticatólico, y la mazmorra de sus juicios y
suplicios, que ya aparecía en este guion) y el escape de Matilde, quien viene a
la escena a mediar el pacto directo de Ambrosio con el Diablo. Tras hacerlo,
el Inquisidor deja en libertad al monje, inclinándose con sus verdugos,
respetuosamente ante él. Y llega la gran secuencia final en que Buñuel se
aparta totalmente de la novela (allí el Diablo se llevaba a Ambrosio y luego lo
despeñaba a un abismo, donde las carroñas lo devoran, dando un sentido final
moralista a la novela) y que posiblemente hubiera provocado su tercer gran
escándalo cinematográfico. Como en tantas de sus adaptaciones, la última
palabra, la última imagen es suya. ¡Y qué imagen!
Salta la acción al tiempo actual, a la plaza de San
Pedro en Roma, donde vemos una escena ya vista en La edad de oro: «Desde
lejos, se ve entonces al Santo Padre aparecer en el balcón de su palacio,
rodeado por los principales dignatarios de la Iglesia católica. Contesta con
ambas manos a las aclamaciones de la multitud», y vemos la última escena, una
de las más sensacionales de la línea teológica del cine de Buñuel, que no llegó
a filmar y en la cual (en uno de los grandes desdoblamientos y fusiones de la
novela gótica y del régimen nocturno de la imaginación) se funden el poder de
Dios y el del Diablo, el Bien y el Mal.[7] Mientras
la multitud grita "Viva el Papa" la cámara se acerca al balcón del
pontífice y vemos que se trata del criminal Ambrosio. Este final no estaba ni
en la novela de Lewis, ni fue rodado por Kyrou en su versión.
Mientras en la novela había tres líneas argumentales,
las historias de amor entre Lorenzo y Antonia, y el marqués de las Cisternas e
Inés, además de la de Ambrosio por Mathilde/Antonia, en el guion existen dos:
la relación amorosa Ambrosio-Jean/Matilde-Antonia de un lado y las aberraciones
del Marqués de Talamur-Matilde, por otro. Las arbitrarias leyes de la
casualidad permanecen y son utilizadas para hacer confluir ambas líneas a
través de la persona de Matilde, que conoce al Marqués de Talamur y comparte su
gusto por las perversiones…
Imprevisible y subversivo, Buñuel expone aquí tal vez
su tesis fundamental: la inquisición y el oscurantismo permanecen y tienen nombres
concretos. La multitud a la que bendice [el papa/Ambrosio] son hombres y
mujeres de hoy. La secuencia está a la altura del citado pasaje de Sade en Juliette,
que fascinaba a Buñuel, en el que el Papa reconocía ante ella su ateísmo.
Buñuel disfrazado de monje durante el rodaje de Él |
Puesto que el guion se estructura partiendo de una
intriga doble, en las primeras secuencias
se van alternando, para
converger al final. Y, finalmente, en
las tres últimas partes ambas tramas se complementan, ocupando más espacio las
imaginaciones sádicas… y teniendo muy poco que ver con la novela originaria en
todo este tramo, ya que Ambrosio aparece convertido en eremita y culmina el
guion con la aparición al final, ya citada, de Ambrosio transformado en Papa.[8]
A continuación expongo el resumen comparativo de ambas
obras**. El monje es una novela extensa
que desarrolla varias historias. La adaptación de Buñuel elimina las historias
de amor entre Ramón de las Cisternas e Inés y la de D. Lorenzo y Antonia. Es
por eso que esta parte de la novela aparece muy resumida aquí y de color rojo.
· El
guion de la película elimina las tramas amorosas entre D. Lorenzo y Antonia y
el marqués de las Cisternas con Inés. Al desaparecer las tramas también lo
hacen sus personajes, excepto el de Antonia. También desaparecen otros
personajes secundarios. A cambio añade todo lo relacionado con el personaje del
duque de Talamur.
· También
elimina todo lo relacionado con el convento y monjas de Santa Clara. Algunos de
los ritos que se realizaban en la cripta del citado convento pasan a los
sótanos del castillo del duque.
· Algunas
de las acciones desarrolladas por personajes que desaparecen las realizan los
que sí permanecen.
· Se
suprimen las explicaciones sobre el origen de los personajes.
· Ambrosio
pasa de tener unos 30 años en la novela a 40.
· El
guion resalta más las profanaciones de Ambrosio a su religión: la transformación
de la hostia en paloma o la aparición del buitre en la iglesia.
· Se
suprimen los poemas de la novela y aparecen algunos textos latinos.
· En la novela, al final descubrimos que Ambrosio era
hijo de doña Elvira y, por lo tanto, Antonia su hermana, lo que indicaba que
hubo incesto. El guion suprimo por completo todo esto, posiblemente por
considerarlo Buñuel demasiado melodramático.
·
Buñuel introduce
algunos elementos milagrosos como la conversión de la hostia en paloma o la
colaboración de la Virgen en el descubrimiento por parte de Elvira, de que
Ambrosio intenta abusar de su hija. En la novela Lewis se vale de un sueño.
·
La muerte de
Antonia es muy diferente en ambas obras. En la novela Ambrosio la mata en el
interior de la cripta para que no grite. En el guion, cuando Ambrosio va a
forzar a Antonia, descubre que el cuerpo que tiene en los brazos es el de su
madre, a la que mata horrorizado. Después descubrirá que a la que ha matado es
a Antonia. En cierto sentido el final es semejante al de Abismos de pasión.
·
Mientras en la
novela Antonia es forzada por Ambrosio, en el guion no llega a ocurrir.
·
El final es
totalmente diferente. En la novela el diablo arroja el cuerpo de Ambrosio por
un precipicio. Las águilas terminan de rematarlo y el agua de la tormenta se lo
lleva hasta el río. En el guion termina triunfando, transformado en el Papa de
nuestros días.
Ver: El monje (1965)
Ver: El monje (1965)
* La edición de la novela utilizada ha sido la de la Ed. Cátedra, Col. Letras Universales, 1995
** Hay otro estudio comparativo del guion y la novela, hecho por Antonio Tausiet aquí.
** Hay otro estudio comparativo del guion y la novela, hecho por Antonio Tausiet aquí.
[1]
Jesús Rubio: Surrealismo y novela gótica
de M. G. Lewis a A. Artaud y L. Buñuel, en La recepción del texto literario, Universidad de Zaragoza y Casa de Velázquez,
1988, pág. 186
[2] Ibídem: pág. 187
[3] Ibídem: pág. 197
[4]
Luis Buñuel: Mi último suspiro, Plaza
& Janés, 1982, pág. 98
[5] Víctor
Fuentes: La mirada de Buñuel, Ed.
Tabla Rasa, 2005, pág. 213
[6] Jesús
Rubio: Surrealismo y novela gótica de M.
G. Lewis a A. Artaud y L. Buñuel, en La recepción del texto literario, Universidad de Zaragoza y Casa de Velázquez,
1988, pág. 203
[7]
Víctor Fuentes: La mirada de Buñuel,
Ed. Tabla Rasa, 2005, págs. 213-15
[8] Jesús
Rubio: Surrealismo y novela gótica de M.
G. Lewis a A. Artaud y L. Buñuel, en La recepción del texto literario, Universidad de Zaragoza y Casa de Velázquez,
1988, págs. 199-200
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