El monje (1965) II

El monje* (The Monk) es el título de una novela que escribió Matthew Gregory Lewis en 1796 y pertenece a lo que se conoce como género gótico, que era muy apreciado por los surrealistas. “Para ellos, estas novelas eran fuentes de imágenes mentales fascinantes tanto por sus temas como por las ilustraciones con que se editaban. Ilustraciones que seleccionan en general situaciones relacionadas con la muerte, lo fantasmal, la violencia.”[1]
La novela gótica ofrecía, además, un lugar ideal para la reflexión de los surrealistas sobre temas tabú. El deseo de transgresión persiste y crece con la prohibición. Las ambivalencias de los personajes de estas novelas les atraen y en particular aquellos que se dejan llevar por el deseo sin respetar convenciones o prohibiciones. En Sade el deseo es saciado y en sus obras asistimos justamente a la ceremonia de su saciamiento. Como en buena parte de las novelas góticas.[2]

La lectura de novelas góticas y de Sade no hicieron sino acentuar y potenciar en Buñuel una tendencia innata hacia lo misterioso y lo gótico. Entre los ensueños de Buñuel figuraba, ya desde sus tiempos de estudiante, uno en el que predomina la búsqueda del aislamiento y el encierro con connotaciones casi góticas:[3]
Una vaga y persistente atracción por la Edad Media me trae con bastante frecuencia la imagen del señor feudal aislado del mundo, que gobierna su señorío con mano dura, pero bueno en el fondo. No hace gran cosa, solo una pequeña orgía de vez en cuando. Bebe hidromiel y buen vino delante de un fuego de leña en el que se asan animales enteros. El tiempo no altera las cosas. Uno vive dentro de sí mismo. Los viajes no existen.[4]
Como suele ocurrir en las «adaptaciones» de Buñuel, y dentro del principio de la contradicción que guía toda su creación, en ésta se mantiene fiel al espíritu y, hasta cierto punto, a la forma de la novela y, al mismo tiempo, cambia ambos. En el guion de El monje se mantienen las características y motivacio­nes de los personajes: la pasión desenfrenada de Ambrosio, la tentación continua de Matilde, envuelta en la brujería, la función de Antonia como «oscuro objeto del deseo» del monje, así como las principales peripecias de la novela: la rutina diaria de la vida conventual, la caída de Ambrosio, dechado de virtuosidad y castidad, ante la tentadora Matilde, disfrazada, primero de monje, la obsesión erótica de Ambrosio por poseer a Antonia, lo cual logra a través de pactos demoníacos y poderes mágicos, mediados por Matilde, no sin antes matar a Elvira, la madre de Antonia y a ésta misma, su prisión por la Inquisición y su huida final, con un pacto ahora, directamente con el Diablo.[5]
Buñuel parece decidido a conservar el mayor número posible de elementos fantásticos del texto originario así como la parafernalia que los acompañaba: las ceremonias diabólicas de Matilde para que Ambrosio consiga poseer a Antonia, cuyo desarrollo es similar a Lewis, aunque agilizando su presentación: objetos (vestido, puñal, vara dorada, copa), acciones (dibujo de círculos, esparcimiento del líquido de la copa...), efectismos (nieblas, llamas), aparición de un hombre joven, etc.[6]
Estas peripecias tienen sus añadidos buñuelianos y, como ocurre en sus grandes adaptaciones, una parte final y un desenlace distintos. Hay dos grandes cambios finales: en el primero, Buñuel funde la novela de Lewis con Las 120 jornadas de Sodoma, de su admirado Sade, a su vez, gran admirador de Lewis.
M. G. Lewis
Del claustro monacal, de sus sótanos, pasajes subterráneos (tan propios también de la novelística de Sade) y cementerios, y del cuarto de Antonia, traslada Buñuel la acción al castillo del duque de Talamur, inexistente en la novela: «El castillo de Talamur se alza en la campiña árida y soleada». Ya habíamos visto este castillo en la secuencia final de La edad de oro, con el cual Buñuel traía a la pantalla cinematográfica el castillo de Selliny de Las 120 jornadas de Sodoma, en cuyo interior el duque de Blaguis y sus tres acompañantes habían celebrado con su «voluptuosidad criminal» la «más bestial de las orgías». No entrábamos en aquella película a dicho castillo,… en El monje sí lo hacíamos. En su interior, el sadiano duque de Selliny, redivivo en el de Talamur, se entrega a su bestial y criminal orgía pedófila, con niñas entre ocho y doce años, y entrega Antonia a Ambrosio.
Tras la terrorífica escena de la muerte de Antonia, en el guion como en la novela, viene el prendimiento de Matilde y de Ambrosio por parte de la Inquisición (blanco de la novela gótica y también del último cine de Buñuel: en su La Vía Láctea aparece un auto de fe como en las novelas góticas, de tan marcado carácter anticatólico, y la mazmorra de sus juicios y suplicios, que ya aparecía en este guion) y el escape de Matilde, quien viene a la esce­na a mediar el pacto directo de Ambrosio con el Diablo. Tras hacerlo, el Inquisidor deja en libertad al monje, inclinándose con sus verdugos, respetuosamente ante él. Y llega la gran secuencia final en que Buñuel se aparta totalmente de la novela (allí el Diablo se llevaba a Ambrosio y luego lo despeñaba a un abismo, donde las carroñas lo devoran, dando un sentido final moralista a la novela) y que posiblemente hubiera provocado su tercer gran escándalo cinematográfico. Como en tantas de sus adaptaciones, la última palabra, la última imagen es suya. ¡Y qué imagen!
Salta la acción al tiempo actual, a la plaza de San Pedro en Roma, donde vemos una escena ya vista en La edad de oro: «Desde lejos, se ve entonces al Santo Padre aparecer en el balcón de su palacio, rodeado por los principales dignatarios de la Iglesia católica. Contesta con ambas manos a las aclamaciones de la multitud», y vemos la última escena, una de las más sensacionales de la línea teológica del cine de Buñuel, que no llegó a filmar y en la cual (en uno de los grandes desdoblamientos y fusiones de la novela gótica y del régimen nocturno de la imaginación) se funden el poder de Dios y el del Diablo, el Bien y el Mal.[7] Mientras la multitud grita "Viva el Papa" la cámara se acerca al balcón del pontífice y vemos que se trata del criminal Ambrosio. Este final no estaba ni en la novela de Lewis, ni fue rodado por Kyrou en su versión.
Mientras en la novela había tres líneas argumentales, las historias de amor entre Lorenzo y Antonia, y el marqués de las Cisternas e Inés, además de la de Ambrosio por Mathilde/Antonia, en el guion existen dos: la relación amorosa Ambrosio-Jean/Matilde-Antonia de un lado y las aberraciones del Marqués de Talamur-Matilde, por otro. Las arbitrarias leyes de la casualidad permanecen y son utilizadas para hacer confluir ambas líneas a través de la persona de Matilde, que conoce al Marqués de Talamur y comparte su gusto por las perversiones…
Imprevisible y subversivo, Buñuel expone aquí tal vez su tesis fundamental: la inquisición y el oscurantismo permanecen y tienen nombres concretos. La multitud a la que bendice [el papa/Ambrosio] son hombres y mujeres de hoy. La secuencia está a la altura del citado pasaje de Sade en Juliette, que fascinaba a Buñuel, en el que el Papa reconocía ante ella su ateísmo.
Buñuel disfrazado de monje durante
el rodaje de Él
La intencionalidad de Lewis ha sido radicalmente vuelta al revés. La novela implicaba una reafirmación del sistema, ya que éste a través del Gran Inquisidor velaba por la pureza de la superstición y a través del poder político reafirmaba el feudalismo. Aquí, por contra, Buñuel parece sostener que perviven y actúan perversamente estos poderes represores, pero ocultos. Represión y deseo siguen su lucha insoluble, pero la maldad social resulta del ocultamiento de los deseos que, sin embargo, se liberan taimadamente.
Puesto que el guion se estructura partiendo de una intriga doble, en las primeras secuencias se van alternando, para converger al final.  Y, finalmente, en las tres últimas partes ambas tramas se complementan, ocupando más espacio las imaginaciones sádicas… y teniendo muy poco que ver con la novela originaria en todo este tramo, ya que Ambrosio aparece convertido en eremita y culmina el guion con la aparición al final, ya citada, de Ambrosio transformado en Papa.[8]
A continuación expongo el resumen comparativo de ambas obras**. El monje es una novela extensa que desarrolla varias historias. La adaptación de Buñuel elimina las historias de amor entre Ramón de las Cisternas e Inés y la de D. Lorenzo y Antonia. Es por eso que esta parte de la novela aparece muy resumida aquí y de color rojo.
Novela
Guion























La iglesia del convento de capuchinos estaba abarrotada de gente. Entran una anciana, Leonila, acompañada de una joven, Antonia. Como no hay sitio D. Lorenzo, cautivado por la belleza de la joven, le cede su sitio y su amigo D. Cristóbal hizo lo mismo por Leonila.
La anciana le cuenta a D. Lorenzo la historia de su sobrina y el motivo por el que están en Madrid. El caballero promete ayudarlas y después les explica el motivo por el que hay tanta gente en la iglesia: escuchar al prior, Ambrosio, ejemplo de santidad y elocuencia. Antonia se siente arrebatada al oír el discurso del sacerdote.
Cuando termina, Antonia comenta que le gustaría que fuera su confesor, al considerarlo un hombre virtuoso. Las mujeres se marchan y Lorenzo le muestra al su amigo el conde su interés por la muchacha. D. Cristóbal se marchó y Lorenzo se quedó porque estaba cansado. Se sentó y se durmió y después descubrió que había un asunto turbio entre su hermana Inés, monja, y su amigo Ramón de las Cisternas. Este decide contarle lo ocurrido.
Ambrosio en su celda se cree mejor que todos y se cree fuerte para sufrir cualquier tentación. Entra Rosario un joven monje, por el que Ambrosio siente un gran afecto. Le pide que le cuente sus penas pero el joven no se atreve.
Ambrosio se pone en la iglesia a confesar a las monjas de Santa Clara y al confesarse  Inés se le cae una carta. Así se descubre la situación de Inés. El monje lo cuenta  a la superiora.
En el convento y tiene una conversación con Rosario y encuentra extraño su comportamiento. Le cuenta la historia de su hermana, que estaba enamorada de otro hombre, que amaba a su esposa y se murió por no ser correspondida. Ambrosio se apena de lo ocurrido a su hermana y Rosario le pide que también se apiade de él. Cuando el prior le promete que cuando sepa su pena no lo expulsará, se lo cuenta: es una mujer.
Ambrosio huye asustado, pero Rosario le agarra y le pide que escuche su historia. La historia de Matilde es la de ella, que un día le escuchó en un sermón y se convirtió en su ídolo. Al ver que vivía encerrado ingresó en el monasterio. Le aseguró que se conformaba con permanecer en el monasterio y verle, pero Ambrosio le dijo que no podía quedarse. Matilde sacó un puñal y le amenazó con suicidarse. Ambrosio intentó impedirlo y al forcejear vio el inició de sus pechos y se retiró turbado cediendo a la petición de Matilde.
Soñó que caía en la voluptuosidad y vio que no era capaz de luchar contra sus pasiones. Al día siguiente le pidió a Rosario (Matilde) que se fuera y ella aceptó y le pidió una rosa de un rosal cercano. Al ir Ambrosio a cogerla le picó una serpiente. Le dieron 3 días de vida y le dejaron al cuidado de Rosario. El prior se curó y le pidió de nuevo que se fuera y ella le solicitó un plazo de 3 días. Rosario se puso muy enfermo pues había absorbido el veneno de la serpiente que mordió a Ambrosio y no tenía ganas de vivir, a menos que le dejara quedarse. Ambrosio, que tenía sueños lujuriosos accedió y terminó cayendo en sus brazos con lo que dio fin a su santidad.
Ramón de las Cisternas le explicó a Lorenzo su historia. Salió de viaje con el nombre de Alfonso de Alvarado. Pasó por París y se fue a Alemania. Allí estuvo alojado con los Linderberg, donde conoció a Inés, su sobrina de 16 años. Se enamoraron. Sus tíos se oponían a la boda y aunque intentó rescatarla, fracasó. Ya en Madrid, supo que su padre la metió en un convento y que era monja. Consiguió verla y explicarle lo ocurrido en Alemania. Se veían a escondidas y como resultado de esos encuentros ella quedó embarazada. Ramón se enteró de ello meses después, a causa de la muerte de su padre, y hablaron de cómo sacarla del convento. La carta que había cogido Ambrosio durante la confesión hablaba de ello. Cuando fueron a buscar a Inés al convento le comunicaron que estaba enferma. Posteriormente fueron con una orden para sacarla y entonces les dijeron que hacía 3 días que había muerto.
Por otro lado, Lorenzo había ido a ver a doña Elvira, la madre de Antonia y aunque le expuso sus buenas intenciones respecto a su hija, esta le dijo, que debido a la diferencia de clases, debía dejar de visitarla.
Ambrosio había caído en los placeres del sexo con Matilde. Aunque al principio se arrepintió, permaneció con ella.
El aprecio por Ambrosio en Madrid proseguía. Todas las mujeres de la nobleza querían que fuese su confesor. Un día fue Antonia para rogarle que rezara por su madre enferma. Ambrosio quedó impresionado por la belleza de la joven y decidió romper su costumbre de no salir del convento y visitar en persona a su madre. Allí tranquilizó a esta, preocupada por el futuro de su hija cuando ella faltara. Prometió ayudarlas y les pidió que no dijeran nada de su salida del convento.
En una de sus visitas el monje buscó a Antonia y se sentó a su lado. Le hizo preguntas sobre sus sentimientos y sus respuestas le hicieron pensar que sentía algo por él, la besó y la estrechó entre sus brazos. Cuando iba a más entró su madre, que comprendió lo que ocurría y le dijo a Ambrosio que se encontraba mejor y que no volviera.
El prior estalló de rabia en su celda. Matilde le dijo que podía ayudarle a conseguir a Antonia si le acompañaba a la cripta. Ambrosio, aunque en principio se negó a tener tratos con el diablo, al final acepto. Allí Matilde consiguió que el diablo aceptara su petición.  Al salir la joven le dio a Ambrosio una rama de mirto que le permitiría entrar en casa de Antonia.
Lorenzo que no aceptaba que su hermana estuviera muerta no conseguía noticias de su paradero. Por fin recibió una nota de otra monja que le confirmaba la muerte de su hermana y la forma de detener a la abadesa por el asesinato de su hermana.
Ambrosio acude a casa de Antonia. La rama de mirto le abre la puerta y adormece a la joven. Cuando iba a desnudarla aparece doña Elvira, que grita pidiendo auxilio. El monje asustado la ahoga con la almohada y huye al convento.
Allí contó a Matilde lo ocurrido y ésta le dijo que podía hacerse con Antonia para siempre y Ambrosio aceptó el plan.
Fue al convento de Santa Clara a por el veneno que le indicó Matilde y luego se dirigió a casa de Antonia, donde sin que nadie le viera, vertió el veneno en la medicina de Antonia. Cuando esta la tomó se la dio por muerta. Ambrosio consiguió que se la enterrara en la cripta del convento.
D. Lorenzo y sus acompañantes están en la puerta del convento de Santa Clara para detener a la abadesa cuando salga en la procesión. Al detenerla, la muchedumbre intenta impedirlo, pero al enterarse de que es culpable del asesinado de Inés, la linchan. La multitud está indignada e incendia el convento. Lorenzo quiere salvar a las  monjas y se introduce en el mismo. Huyendo del fuego entra en la cripta y allí oye los lamentos de una joven, a la que rescata en estado muy débil. No se percata de que es su hermana. Llevaba el cadáver de un niño prematuro en los brazos. El tío de don Lorenzo saca a la joven y a las monjas del convento y el joven se queda para ver si hay alguien más en la cripta.
Ambrosio, sin saber nada de lo que ocurría fuera, se introdujo en la cripta y esperó a que Antonia se despertara de los efectos del veneno. Cuando lo hizo, el monje, a pesar de los ruegos de la joven, la forzó. Aunque después se arrepintió del acto, pensó que no podía dejarla salir porque lo delataría.
Entró Matilde, que le informó de lo estaba ocurriendo arriba y de que D. Lorenzo y D. Ramiro, oficial de la Inquisición, se acercaban. Antonia, que oye el nombre del joven, aprovecha e intenta escapar, pero Ambrosio la coge y como no conseguía hacerla callar la apuñala. D. Ramiro sigue al monje y D. Lorenzo se queda con Antonia hasta que expira.
Ambrosio y Matilde fueron detenidos por la Inquisición.
Inés estuvo bajo el cuidado de Virginia, una joven monja. Se recuperó, así como Ramón de las Cisternas. Lorenzo que iba frecuentemente a ver a su hermana terminó enamorándose de Virginia. Al final se casaron, así como Inés y Lorenzo.
La noticia de los crímenes de Ambrosio se extendieron por Madrid. La Inquisición lo interrogó y como se negó a admitir sus crímenes lo torturaron. Matilde al ver lo que le hacían al monje lo confesó todo y fue condenada a la hoguera. Ambrosio tenía miedo al nuevo interrogatorio.
Matilde se le aparece en su celda. Había vendido su alma al diablo a cambio de su salvación. Le propuso al prior que aceptara el mismo trato, pero este no aceptó. Le dejó el libro para que lo pidiera si cambiaba de opinión. Ambrosio ante el temor a la tortura invocó al diablo y firmó, poco antes de que llegaran los verdugos.
El diablo lo salvó y se lo llevó al borde de un precipicio en Sierra Morena. Ambrosio se quejó al diablo por el lugar al que lo había llevado y este le contestó que pronto iba a morir. Elevándolo por el aire, lo precipitó al vacío, donde cayó herido. No podía moverse y así estuvo varios días. Los insectos le picaban y las águilas le arrancaban trozos de carne. Al final una fuerte tormenta lo arrastró hasta el río.


Buñuel según Carrière


Plaza de una ciudad en el siglo XVIII. Interior de un convento. Los monjes se dirigen al refectorio para comer. Jean es el único novicio y se sienta en el extremo de la mesa. Ambrosio es el superior. Pablos el monje enfermero llega tarde y Ambrosio le castiga sin comer y 20 latigazos. Mientras comen, un monje les lee desde un pequeño púlpito.
Celda de Ambrosio. El padre reza a la Virgen. Entra Jean y le pone flores a la imagen. Ambrosio le pregunta si ha superado sus penitencias y Jean sin decir palabra sale de la celda.
Interior de la Iglesia del convento. Está llena de gente que quiere escuchar al padre Ambrosio. Hay vendedores de objetos religiosos y también un joven vende frutos secos. El duque de Talamur está sentado en su banco. Entran dos mujeres que no encuentran asiento y el duque les ofrece asiento en su banco. Son doña Elvira y su hija Antonia que acaban de llegar de provincias. El noble, que está acompañado de una niña de 8 o 10 años, se interesa por Antonia, una joven de 16 o 17 años. Les informa que todo Madrid viene a escuchar al padre Ambrosio. Entra el Gran Inquisidor con algunos monjes y también hace su aparición el padre Ambrosio, que sube al púlpito e inicia su sermón sobre la castidad.
La cámara se aleja de la iglesia y entra en el claustro del convento.



Una de las diferentes ocasiones
en que Buñuel se disfrazó de
monje
.













Claustro, noche. Los monjes se retiran a sus celdas. Ambrosio ve a Jean todavía en el jardín y se le acerca para recriminarle y le pide que se retire. Jean quiere decirle algo. Al principio no se atreve, pero luego le dice que lo ama. El superior le contesta que él también como a los demás hermanos, pero Jean le dice que lo ama de otra manera, que es una mujer y que solo aspira a permanecer a su lado.
Ambrosio se retira corriendo a su celda y se pone a rezar. Poco después entra Jean (Mathilde), la echa pero se niega. Saca un puñal y le amenaza con suicidarse, pero se lo impide. La golpea con un palo y la amenaza con llamar a los otros monjes, pero termina por cerrar la puerta y caer en los brazos de Mathilde.
Sacristía, interior, día. Ambrosio se viste para la misa ayudado por el padre Joachim, que le nota extraño.
Interior iglesia. Ambrosio está diciendo misa. Al llegar a la consagración y en el momento en que iba a comulgar la hostia se transforma en una paloma y el padre cae desmayado. Joachim y otro monje lo llevan a su celda.
Celda de Ambrosio. Esté en la cama y el padre Pablos le lleva una medicina, pero no entiende lo que ocurre porque no le observa nada. Lo dejan al cuidado de Jean. Cuando están a solas Mathilde le reprocha que han estado a punto de descubrirlo. Aunque Ambrosio lamenta la situación en la que se encuentra se niega a que Mathilde se vaya y quedan en verse todas las noches.
Varias semanas después. Ambrosio espera la llegada de Mathilde en el interior del campanario. Se abrazan.
Interior iglesia, día.
Ambrosio dice misa y Jean le ayuda.
Sótanos del convento. Aparecen Ambrosio y Mathilde que arreglan sus ropas para volver al convento.
Calle de la ciudad, día. El padre Ambrosio, acompañado del padre Bruno van a visitar a los enfermos. Se encuentran con el duque de Talamur, que le dice que si en sus visitas se encuentra con alguna huerfanita, se la confíe.
Casa de Antonia. Entran los dos frailes. Antonia se sorprende al verle y le agradece que venga en persona. Le lleva a la cama de su madre, doña Elvira, que está enferma. Está preocupada por el futuro de su hija. Ambrosio está pendiente de la belleza de la hija. Le promete que volverá y se marchan los dos monjes.
Claustro del convento. Ambrosio pasea con Mathilde y le comunica que el duque de Talamur quiere verla. Está preocupado por si sabe que es una mujer, pero ella le tranquiliza diciéndole que es un amigo.
Castillo de Talamur. Mathilde, con ropas de mujer, va junto al conde. Salen de los sótanos del castillo y parece que han celebrado una ceremonia satánica. Llegan a un calabozo donde hay una niña de 9 años asustada. Se la llevan, sin duda para algún rito demoniaco.
Comedor del castillo. El duque, Donatien y Mathilde están comiendo. El duque comenta que la carne es tierna e inocente. Intenta hacérsela probar a la vieja sirvienta, pero huye corriendo.
Casa de Antonia. Llega Ambrosio solo. Doña Elvira está durmiendo y entra al dormitorio de Antonia que está tocando el laúd. Esta se sorprende cuando lo descubre, pero se alegra. El monje le pregunta si conoce el amor a un hombre, si piensa en alguien y ella le contesta ingenuamente que en él. Ambrosio se alegra, se decide y la besa en la boca. Antonia se sorprende, el padre quiere seguir y la joven grita. Ambrosio la coge con violencia y la echa hacia atrás. Doña Elvira aparece en la habitación y comprende lo que ocurre. Llama al padre y le pide que se vaya y no vuelva más.
Convento. Celda de Ambrosio. El monje está furioso. Mathilde ríe y le cuenta que puede hacer que la joven sea suya. Ambrosio se imagina cómo y rechaza  el ofrecimiento. Mathilde saca un espejo mágico, se lo muestra y Ambrosio ve a través de él cómo Antonia se desnuda para acostarse. Mathilde añade que si se decide acuda esa noche a la cripta.
Sótanos del convento, noche. Ambrosio ha acudido a la cita con Mathilde. Esta aparece vestida de mujer y con una copa. Al cinto lleva un puñal y una vara dorada. El padre la sigue hasta una cripta redondeada. Allí Mathilde traza un círculo con la vara alrededor de Ambrosio y le pide que no salga de él. Luego en el centro de la cripta traza otro alrededor de ella, pronunciado palabras y haciendo gestos rituales y vertiendo el contenido de la copa fuera del círculo. Se oye un trueno y aparece el diablo como un bello joven bajo la forma del arcángel San Miguel. Mathilde le pide algo, que aunque en principio se niega, termina por aceptar, entregándole una rama de mirto de plata. Desaparece.
La joven le comunica al monje que es la última vez que puede invocarlo por él y le entrega la rama de mirto, diciéndole que le abrirá todas las puertas y que Antonia no despertará antes de salir el sol. Sólo le servirá una vez. Ambrosio se marcha rápidamente.
Calle, noche y casa de Antonia. Ambrosio se dirige a la casa de Antonia. La puerta se abre al tocarla con la rama de mirto. Entra al dormitorio de Antonia, pasa la rama de mirto por su cara y la deja en la almohada.
Dormitorio de Elvira. La madre duerme. Encima de la cama, en una pequeña hornacina hay una estatua de la Virgen que se ilumina misteriosamente. Un resplandor da en el rostro de la madre. A su lado hay ahora una forma humana parecida a la Virgen. Le pone las manos en la frente a Elvira. Un milagro está a punto de suceder.
Castillo de Talamur. En lo alto del torreón, Antonia salta y cae al vacío. Elvira grita. (Es un sueño)
Dormitorio de Elvira. La madre se levanta sobresaltada y se dirige al dormitorio de Antonia. Ve a su hija en brazos de Ambrosio, que la suelta al verla e intenta huir, pero la madre le agarra y pide ayuda. El monje intenta impedir que grite, coge un almohadón, la ahoga y huye por la ventana.
Convento. Celda de Ambrosio. El superior está inquieto. En la pared, en lugar del cuadro de la Virgen hay un crucifijo. Llaman a la puerta. Un hermano lego le informa de que efectivamente ha muerto una mujer. Los médicos dicen que de congestión. Ambrosio se queda más tranquilo.
Interior iglesia, día. El templo está lleno y Ambrosio les habla a los fieles. De pronto aparece un buitre en la bóveda de la iglesia que da vueltas. El monje lo ve y su voz vacila. Los asistentes que lo notan, siguen su mirada, pero no ven nada. Ambrosio se detiene. Ve al buitre que se lanza sobre él. Da un grito y se desploma. Los fieles no entienden nada. Ambrosio se levanta y aunque intenta continuar, no puede. Desciende del púlpito y se aleja.
Interior iglesia, atardecer. Ambrosio y el padre Pablos se dirigen al confesionario. El superior quiere confesarse. Se acusa de fornicación, brujería y homicidio. El padre Pablos no puede creerle y sale del confesionario. Da algunos pasos y cae fulminado. Está muerto.
Patio del castillo de Talamur. El duque, acompañado de Mathilde que se ha refugiado en el castillo, está con 12 niñas entre los 8 y los 12 años. Forman un cortejo que simula la pasión de Cristo. La última es Juliette, la niña que estaba con el duque en la iglesia. La madre ha venido a verla y el duque le pide que se resigne a no verla. Le da una bolsa de dinero para que se la lleve por un día, pero la niña no quiere irse y vivir en la miseria con su familia.
Cueva de la montaña. Ambrosio, arrepentido, se ha retirado a una cueva. Su aspecto indica que lleva varios meses así. Se revuelca encima de las espinas de las zarzas y lleva cilicio. Va a la fuente a por agua y ve acercarse a una persona que parece agotada y cae de rodillas. Se acerca para ayudarla, pero al ver que es Mathilde, retrocede. La mujer le dice que esta arrepentida y que quiere su bendición, pero el monje huye a su cueva.
Por la noche, mientras Ambrosio está tendido en su lecho, entra Mathilde desnuda. Ambrosio cree que es Antonia.
En el exterior un buitre se acerca a la cueva, indicando que el monje ha caído de nuevo en la tentación. Mathilde lleva a Ambrosio al castillo de Talamur.
Interior de la casa de Antonia. Donatien, el factótum del duque y un joven entran en la casa. El primero le dice que el duque quiere hacerla señorita de compañía, pero la joven rechaza la oferta porque va a entrar en las carmelitas. Entonces la amordazan y la introducen en un coche.
Patio del castillo. El duque le dice a Ambrosio, que está afeitado y bien vestido, que en el castillo no se aburrirá y que le reserva una sorpresa. Después, el monje se acerca a Mathilde que está cogiendo asfódelos y ella le comenta que cada flor encierran el alma de un muerto.
Comedor del castillo. El duque y Mathilde están sentados a la mesa. Entra Ambrosio, se sienta y empieza a comer. Son servidos por una vieja sirvienta y una niña. El duque le pregunta la edad y al saber que tiene 11 años, se queja de lo rápido que envejecen las mujeres. Le pide a la anciana que se la lleve. Llega Donatien que habla con el duque y este le dice a Ambrosio que ella está en el castillo y que Donatien lo acompañará.
Dormitorio del torreón. Antonia está atemorizada. Entra Ambrosio y la joven muestra alegría y asombro al verle. Le pide que la saque de allí, pero él le dice que no, que la ama y la arrastra a la cama. Antonia grita y el monje le dice que es inútil que no va a venir nadie. Cuando va a besarla Ambrosio se levanta, porque la mujer que tiene en sus brazos es el cadáver de Elvira, que le pide que no la deje.
Ambrosio coge una daga de una de las paredes y la hunde en el pecho de Elvira, que cae al suelo. Cuando mira el cadáver, ve que es Antonia y se queda anonadado.
Puerta del castillo, noche. Un cortejo formado por el Gran Inquisidor, otros dos eclesiásticos  y un grupo de arqueros llaman a la puerta. El duque y Mathilde que han oído la llamada acuden al patio inquietos.
Detienen al duque acusado de rapto y asesinato de niños. También detienen a Mathilde. Ambrosio que intentaba huir también es arrestado.
Interior del edificio de la Inquisición. El Gran Inquisidor, seguido del secretario, dos verdugos y el duque de Talamur entran en el calabozo de Ambrosio. El duque le acusa de ser el asesino sacrílego y el Inquisidor le deja libre disculpándose.
Después el Gran Inquisidor le pide a Ambrosio que confiese, pero se niega a hablar. Traen a Mathilde, acusada de brujería, que lo ha confesado todo, pero el monje no dice nada. El Inquisidor le explica cómo será torturado. Le pondrán dos tablas en las piernas y lo que le sucederá poco a poco, pero sigue sin hablar.
En la noche, el carcelero que vigila la celda de Mathilde se duerme. Es obra de ella que va bien vestida y con una rama de mirto en la mano. La puerta se abre y le dice a Ambrosio que ella es libre y que se marcha. Si quiere evitar las torturas tiene que entregar su alma. Al principio se niega, espera la misericordia de Dios, pero cuando oye que los verdugos se acercan para torturarlo, acepta y firma con su sangre. Mathilde desaparece. Entra el Gran Inquisidor, los verdugos le quitan las cadenas y le dejan libre. A lo lejos se oyen los gritos de la multitud que le aclama. Conforme se dirige al exterior, los gritos van aumentado.
Plaza de San Pedro. Época actual. Una gran multitud está congregada esperando la aparición del Papa en el balcón. Cuando lo hace, inicia la bendición  urbi et orbi. La cámara se acerca y descubrimos a Ambrosio bendiciendo a la multitud.
Diferencias:
Buñuel también se disfrazó de
monja
·       El guion de la película elimina las tramas amorosas entre D. Lorenzo y Antonia y el marqués de las Cisternas con Inés. Al desaparecer las tramas también lo hacen sus personajes, excepto el de Antonia. También desaparecen otros personajes secundarios. A cambio añade todo lo relacionado con el personaje del duque de Talamur.
·       También elimina todo lo relacionado con el convento y monjas de Santa Clara. Algunos de los ritos que se realizaban en la cripta del citado convento pasan a los sótanos del castillo del duque.
·       Algunas de las acciones desarrolladas por personajes que desaparecen las realizan los que sí permanecen.
·       Se suprimen las explicaciones sobre el origen de los personajes.
·       Ambrosio pasa de tener unos 30 años en la novela a 40.
·       El guion resalta más las profanaciones de Ambrosio a su religión: la transformación de la hostia en paloma o la aparición del buitre en la iglesia.
·       Se suprimen los poemas de la novela y aparecen algunos textos latinos.
·       En la novela, al final descubrimos que Ambrosio era hijo de doña Elvira y, por lo tanto, Antonia su hermana, lo que indicaba que hubo incesto. El guion suprimo por completo todo esto, posiblemente por considerarlo Buñuel demasiado melodramático.
·       Buñuel introduce algunos elementos milagrosos como la conversión de la hostia en paloma o la colaboración de la Virgen en el descubrimiento por parte de Elvira, de que Ambrosio intenta abusar de su hija. En la novela Lewis se vale de un sueño.
·       La muerte de Antonia es muy diferente en ambas obras. En la novela Ambrosio la mata en el interior de la cripta para que no grite. En el guion, cuando Ambrosio va a forzar a Antonia, descubre que el cuerpo que tiene en los brazos es el de su madre, a la que mata horrorizado. Después descubrirá que a la que ha matado es a Antonia. En cierto sentido el final es semejante al de Abismos de pasión.
·       Mientras en la novela Antonia es forzada por Ambrosio, en el guion no llega a ocurrir.
·       El final es totalmente diferente. En la novela el diablo arroja el cuerpo de Ambrosio por un precipicio. Las águilas terminan de rematarlo y el agua de la tormenta se lo lleva hasta el río. En el guion termina triunfando, transformado en el Papa de nuestros días.
Ver: El monje (1965)


* La edición de la novela utilizada ha sido la de la Ed. Cátedra, Col. Letras Universales, 1995
** Hay otro estudio comparativo del guion y la novela, hecho por Antonio Tausiet aquí.
[1] Jesús Rubio: Surrealismo y novela gótica de M. G. Lewis a A. Artaud y L. Buñuel, en La recepción del texto literario,  Universidad de Zaragoza y Casa de Velázquez, 1988, pág. 186
[2] Ibídem: pág. 187
[3] Ibídem: pág. 197
[4] Luis Buñuel: Mi último suspiro, Plaza & Janés, 1982, pág. 98
[5] Víctor Fuentes: La mirada de Buñuel, Ed. Tabla Rasa, 2005, pág. 213
[6] Jesús Rubio: Surrealismo y novela gótica de M. G. Lewis a A. Artaud y L. Buñuel, en La recepción del texto literario,  Universidad de Zaragoza y Casa de Velázquez, 1988, pág. 203
[7] Víctor Fuentes: La mirada de Buñuel, Ed. Tabla Rasa, 2005, págs. 213-15
[8] Jesús Rubio: Surrealismo y novela gótica de M. G. Lewis a A. Artaud y L. Buñuel, en La recepción del texto literario,  Universidad de Zaragoza y Casa de Velázquez, 1988, págs. 199-200

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