A García Márquez no siempre le gustó Buñuel
La relación entre Buñuel y García
Márquez nunca ha sido muy clara, aunque seguro que había un respeto entre
ellos, y probablemente cierta admiración. De Buñuel hay pocas declaraciones
sobre Gabo, pero en cambio sabemos más cosas de la dirección inversa. Y algunas
no son precisamente halagadoras en lo que al oficio de cineasta se refiere.
Cuando Gabo tuvo su columna “El cine
en Bogotá. Estrenos de la semana” en el periódico El Espectador, escribió dos críticas sobre tres películas de
Buñuel: La ilusión viaja en tranvía y
Abismos de pasión (publicada el 30 de
octubre de 1954); y Las aventuras de Robinson
Crusoe (el 9 de julio de 1955). Según el futuro Premio Nobel, estos tres
filmes no estaban a la altura del prestigio de Buñuel, a quien consideraba un
gran director “cuando puede, o cuando se le da la gana”. De hecho, en su
síntesis del año cinematográfico en Bogotá de 1954 afirmó que con Los olvidados, Buñuel
había puesto “el cine de México por encima de la producción universal”.
El Centro Gabo ha recopilado esas críticas:
La ilusión viaja en tranvía y Abismos
de pasión
Dos películas
del aragonés Luis Buñuel se exhibieron en esta semana: La ilusión viaja en tranvía y Abismos de pasión. Esta última con base en la muy
conocida y ya filmada novela de Emily Bronte, Cumbres
borrascosas.
La ilusión
viaja en tranvía es un
cuento formidable que Buñuel no ha sabido contar. Como contribución a su
incapacidad, en este caso, ha contado con la colaboración de actores mediocres
y con diálogos de una intolerable longitud. Sencillamente, es una producción
que no se puede soportar, salvo en las divertidas y un poco surrealistas
recreaciones en broma del Génesis, en alguno de cuyos momentos aparece el gran
director que en más de dos horas de su vida ha sido Luis Buñuel.
Los
asombrados espectadores de Los
olvidados no podrán
entender cómo un mismo director pudo realizar aquella obra maestra de cine, y
este par de mamarrachos que se han exhibido en la presente semana. Ha sido una
demostración, por partida doble, de que Luis Buñuel se ha precipitado por los
abismos de la chambonería, sin la menor consideración por su propio y muy
merecido prestigio.
Robinson Crusoe
Del libro
de Daniel Defoe, Luis Buñuel ha hecho una versión cinematográfica en colores
–presentada el martes por el Cine Club–, que es desigual y poco notable, pero
con numerosos instantes magistrales. El Robinson Crusoe de Buñuel –como era de suponerse en
una versión de la conocida novela– es esencialmente un alarde al contar a lo
largo de seis rollos –casi el 60% del film– la historia de un hombre solo en
una isla. Ante un alarde de esa clase, el espectador espera encontrarse con un
tratamiento excepcional de la historia, pero en realidad se encuentra ante una
reconstrucción formal, literal y poco profunda de la novela. Buñuel se sale con
la suya en el sentido de que sostiene el interés en el largo monólogo, pero no
le saca un partido extraordinario. Es demasiado normal, con muchos
convencionalismos en la escritura, y especialmente estropeada la tentativa por
un narrador que se mete en lo que le importa, como cuando explica lo que se
está narrando en imágenes. Una cosa que en principio es un alarde como el
Robinson Crusoe, pierde su fuerza de virtuosismo y casi todos sus méritos de
audacia cuando se incluye un narrador afectado de intemperancia verbal y dispuesto
en todo momento a suplantar al espectador.
Sin
embargo los primeros seis rollos de Robinson Crusoe no
son aburridores porque el gran director que es Luis Buñuel cuando puede, o
cuando le da la gana, aparece con cierta frecuencia, y el formidable director
de fotografía que es Alex Philips aparece casi en cada toma, aprovechando sin
tregua las posibilidades expresivas del color y organizando discretamente, sin
retórica ni inútil caligrafía, los elementos de la composición. El color del
mar, por ejemplo, es un triunfo inolvidable, después de tantos mares de azul de
metileno a que nos tiene acostumbrados el tecnicolor.
Hay que
destacar asimismo la aterradora concepción plástica de Viernes, el criado de
Robinson, que parece una criatura del otro mundo, maravillosamente interpretado
por el hermano menor del Indio Fernández, y la tremenda fuerza interior de las
sobrias escenas de canibalismo. El primer Luis Buñuel, el surrealista, tiene
también sus oportunidades, en la pesadilla protagonizada por el padre de Robinson,
y en dos o tres momentos más. Pero, desafortunadamente, todos estos aciertos
son poco frecuentes, y parciales en algunos casos, de manera que el film es en
general común y corriente, con inexplicables descuidos.
No tenía más opción el sr. Márquez que la de criticar con todo su talento y tal vez un poco de veneno, a Buñuel. Los críticos de cine viven de hablar mal de las películas de las que viven los directores. Baste leer la atrocidad que escribió Borges de Citizen Kane.
ResponderEliminarSin embargo, el gran escritor que fue Borges hace una crítica con mucha más gracia que esta diatriba contra tres filmes que encuentro divertidos y memorables blues. Muy agradable leer que el Gabo tenía buen ojo para los colores, osea confirmar, porque su literatura es muy colorida.
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ResponderEliminarThis insight into García Márquez's complex relationship with Buñuel is truly fascinating. It's like uncovering hidden layers of their personal histories. Just as this blog reveals hidden stories, you can also discover hidden savings with the #blackout bingo promo code. Thanks for sharing this intriguing perspective!
No te hagas ilusiones: esto es un cautiverio del que es difícil salir. Y en el cine https://pelisflix.tube/272-kraven-the-hunter-2023.html todo esto está presente y extendido.
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