Luis Buñuel y la masonería (por Amparo Martínez Herranz)
En una lujosa mansión burguesa, dos de los protagonistas de El ángel exterminador (1962), el señor Roc y Cristian, aburridos durante
un improvisado y convencional concierto domestico, gesticulan de forma ritual para identificarse como hermanos
masones. Secuencias más tarde, ya avanzada
la fiesta y la película, desesperados por su inexplicable encierro en una
habitación de la que misteriosamente no pueden salir, estos dos personajes gritan
perfectamente coordinados las letras del “Nombre Impronunciable”, ante la
perplejidad y la sorpresa de quienes les rodean: “¿Qué significa eso? ¿Han perdido el poco seso que le quedaba?…”[1], se preguntan algunos de los compañeros de
confinamiento.
Con este juego de ironías Buñuel se adentra en El ángel exterminador en una aparentemente
fugaz referencia al mundo de los masones. Sin embargo el significado y el
sentido de este tema tienen un valor mucho más hondo y un recorrido más largo su
vida, tal como vamos a tener ocasión de comprobar. De hecho, esta es la más explicita
de todas las alusiones a dicha cuestión que podemos encontrar en el cine de
Buñuel, pero no es la única. En Subida al
cielo (1952), nos topamos con un
grupo de masones de la fraternidad shriner
estadounidenses de viaje turístico por México, y mucho antes, en La edad de oro (1930), uno de sus primeros trabajos, el protagonista utiliza un diploma
masón para librarse del control de la policía. Estos tres hitos muestran una tímida
pero reiterada presencia de diversos aspectos relacionados con la masonería en
la producción cinematográfica de Buñuel. ¿De dónde proviene su interés por
estas cuestiones? Las respuestas derivadas de dicho interrogante nos han
permitido descubrir aspectos poco conocidos de la biografía de Buñuel y, de
paso, entender mejor el desarrollo de algunas imágenes y temas de ascendencia masónica
perfectamente integrados y camuflados en su obra cinematográfica.
Coqueteos juveniles con la masonería
Una de las primeras sorpresas propiciadas por la investigación
en torno a las relaciones de Buñuel con la masonería se encuentra en el guión
técnico de El ángel exterminador.
Cuando el señor Roc y Cristian se saluda por primera vez y se interrogan acerca
de sus respectivas logias, en el texto original el primero dice pertenecer a “Fuerza Numantina”, mientras que el
segundo señala que forma parte de “Columna
Sublime”[2]. Aunque durante el
rodaje de la película se dieron otros nombres para las hermandades, los que figuraban
en el guión sirvieron de pista para ahondar en la atracción de Buñuel por esta
materia. Este ha sido el punto del que hemos partido para nuestra investigación
De hecho ha sido posible documentar la existencia en Madrid
de una logia llamada Fuerza Numantina,
con sede localizada en el entorno del Puente de Vallecas[3]. Se
constituyó regularmente en
Fuerza Numantina
estuvo integrada fundamentalmente por profesionales liberales, estudiantes y
una significativa representación de la intelectualidad española de la época.
Algunos de sus miembros más destacados fueron el artista y escritor canario
Pedro Bethencourt Padilla (1894-1985), que participó en ella con el nombre
simbólico del Sirio y el teósofo,
astrónomo y escritor Mario Roso de Luna (1872-1931), que llegaría a alcanzar en
esta logia el grado 33 con el nombre simbólico de Prisciliano[5] y que
fue a ser uno de los más destacados discípulos españoles de Madame Blavatsky[6]. Pero
de todos los hermanos que participaron en Fuerza
Numantina la figura que más nos interesa para entender y explicar los
vínculos de Buñuel con la masonería es la de Juan Vicens de
Retrato
de Juan Vicens realizado por José Moreno Villa
Juan Vicens ingresó en Fuerza
Numantina a lo largo del año 1919[12]. Lo
encontramos formando parte de una relación de los miembros de dicha logia
fechada el 31 de marzo de 1920. En ella aparece reseñado como estudiante domiciliado
en
Pero en cualquier caso, por encima de todas estas hipótesis
lo que resulta evidente es que Juan Vicens fue quien transmitió y contagió a Buñuel
su interés por estos temas y quien le introdujo en el conocimiento del mundo de
la masonería. En una de las entrevistas que Max Aub hizo al cineasta a finales
de los años sesenta, este último relataba sin ambages su intento fallido de ingresar
en la masonería guiado por su compañero de Residencia: “…fue la influencia de Vicens, por el diecinueve o el veinte. Vicens
era vegetariano, masón y teósofo. Una vez quiso hacerme ingresa en una logia. A
mi me parecía muy bien. A mi todas esas cosas de tipo romántico me entusiasman.
Era una logia que se llamaba Fuerza
Numantina. Entramos e hicimos los toques, pero cuando vio mi célula dijo que no
podía ser, que tenía veinte años y que se necesitaba tener veintiuno para
ingresar. No volví nunca.”[17].
Juan
Vicens, Manolo Bello, Luis Buñuel, Alfonso Catalán; Pepní y Filín Bello y
Jodena de Pozas (de izquierda a derecha), en
Aparte de la admiración por Vicens y del aprendizaje derivado
de sus conversaciones con él, cabe preguntarse cuáles fueron las causas que
llevaron a Buñuel a interesarse por la masonería. Él mismo reconoció,
conversando con Aub, que le atraía el carácter filantrópico y romántico con el
que se identificaban las logias masónicas. Y en este sentido, y de manera muy
destacada, conviene subrayar la fascinación que pudieron ejercer en Buñuel las
connotaciones misteriosas que rodeaban a esta organización, en la que el
secreto era considerado un valor esencial en su forma de funcionamiento, además
de un virtud vital para la persona: “El
secreto constituye una de las más grades conquistas de la humanidad (…)
significa una enorme ampliación de la vida, porque en completa publicidad
muchas manifestaciones de esta no podrían producirse”[18].
Afirmaciones como la anterior encajaban muy bien con la personalidad de Buñuel,
más aún durante estos primeros años de estudios en Madrid, en los que estuvo
profundamente interesado por cuestiones como la parapsicología y la hipnosis
sobre la que leyó y experimentó ampliamente con sus compañeros de Residencia. El
acercamiento a todas estas ciencias o para-ciencias preocupadas por indagar en
aquello que se escode más allá de la conciencia racional, ayuda a entender el
perfil de un joven Luis Buñuel que pocos años después terminaría encontrando en
el surrealismo la vía más adecuada para dar salida a su creatividad. De hecho
llegó a comparar la práctica de la hipnosis con la actividad cinematográfica, pues
para él tenía efectos similares. “Creo
que el cine ejerce cierto poder hipnótico en el espectador. No hay más que
mirar a la gente cuando sale a la calle después de ver una película: callados,
cabizbajos, ausentes. El público de teatro, de toros o de deportes, muestra
mucha más energía y animación. La hipnosis cinematográfica, ligera e
imperceptible, se debe sin duda, en primer lugar a la oscuridad de la sala,
pero también al cambio de planos y de luz, a los movimientos de la cámara, que
debilitan el sentido crítico del espectador y ejercen sobre él una especie de
fascinación y hasta de violación “[19]. Todas
estas consideraciones explican en parte el por qué Buñuel, interesado a lo
largo de toda su vida por el concepto de misterio, encontró en el carácter
secreto de la masonería, con 20 años, una cualidad más que sugerente.
A esto hay que añadir otro incentivo: la profunda reflexión anticlerical
que se produjo en el seno de la masonería española a comienzos del siglo XX. Una
posición que sin duda también sedujo a Buñuel poco después de haber renegado de
su fe católica, ya que veía en la tarea de las
logias la posibilidad de una activa militancia en favor del laicismo. Por
entonces la masonería representaba una tradición religiosa, filosófica, cultural
y política que, aunque no entraba directamente en contradicción con los valores
y los principios del cristianismo, se situaba en las antípodas del dogma vaticanista[20]. De
hecho, una de las peculiaridades de la masonería española fue precisamente su
trabajo y su reflexión en torno al desmedido protagonismo que
Lo que queda claro es que tanto para Luis Buñuel como para
Juan Vicens el acercamiento o la integración en el mundo masónico fue
identificado como parte del proceso de aprendizaje y del compromiso vital en el
que estaban inmersos. Algo que no resulta extraño, sobre todo si recordamos que
Francisco Giner de los Ríos, de formación krausista, se inspiró indirectamente
en algunos de los principios de la masonería para la fundación de
La primera aproximación cinematográfica:
Diez años después de que Buñuel tratase de ingresar en Fuerza Numantina, nos encontramos con
una sucinta y enigmática cita a la masonería en su segunda película, La edad de Oro (1930). El rodaje de esta
obra fue posible gracias a la generosa financiación de los Vizcondes de
Noailles, conocidos mecenas del grupo surrealista, a los que había entusiasmado
la proyección de Un perro andaluz
(1929). Charles de Noailles, que por entonces adoptó la costumbre de regalar a
su esposa Marie Laure una película por su cumpleaños, les propuso a Buñuel y a
Dalí la producción de un nuevo título, sólo que esta vez sonoro y avalado por
un presupuesto mucho más elevado (cerca de un millón de francos)[26].
Aceptaron encantados el encargo, emprendiendo la accidentada redacción de un
guión cinematográfico que terminó siendo la última colaboración entre ambos y
el inicio de un enfrentamiento alimentado por la aparición de Gala Eluard en la
vida de Salvador Dalí.
La edad de oro arranca
con un documental sobre escorpiones, seguido de la historia de unos bandidos
que parecen ser los supervivientes de una época de revuelta. Sobre ambos
pasajes se imponer la fundación de
Diploma
masón esgrimido como documentación por Modot en La edad de oro
Una de las cuestiones más llamativas e interesantes de esta
secuencia es que el papel que esgrime Modot ante los gendarmes para que lo
liberen es un diploma masónico. En el guión técnico no se especifica que deba
ser así. Únicamente se habla de un documento “sellado y firmado en varios sitios” que “por su aspecto hace pensar es (…) de extrema importancia”[29]. Sin
embargo, el examen detenido de la imagen de dicha credencial evidencia que se
trata de un diploma masón, tal y como ha observado cuidadosamente Agustín Sánchez
Vidal[30]. El
análisis de los elementos icnográficos que lo componen no deja lugar a dudas.
Además de las borrosas siluetas de
Diploma
de
Papel
timbrado del Grande Oriente Español (1926)
No terminan aquí las referencias
a la masonería en esta secuencia. La banda sonora utilizada como fondo a la
lectura de las credenciales por las que se nombra a Modot delegado de una arriesgada
misión benéfica, es la obertura de
Estamos por lo tanto ante una calculada inserción del tema de
la masonería en la película, en la que se utiliza un documento que
desgraciadamente no es posible distinguir con la claridad deseada. Por ese motivo
no queda claro si estamos ante una cedula española o francesa. Es decir, no
sabemos si Buñuel utilizó el diploma de Vicens, con quien seguía manteniendo un
estrecho contacto ya que vivía en París, trabajando en
La decisión de integrar la imagen del diploma y con ella el
tema de la masonería puede explicarse como resultado de las conversaciones
sobre la materia que Luis Buñuel pudo tener con los Noailles, con quienes llegó
a establecer una estrecha relación personal. Tal vez ellos alimentaran su
imaginación relatándole algunas de estas historias familiares. A lo que cabría
añadir, por supuesto, el interés por trasladar a la pantalla algunos de sus
recuerdos de juventud, entre ellos el contacto con la masonería a través de
Vicens. Tampoco hay que olvidar que La
edad de oro es un filme en el que, además, podemos encontrar algunos de los
temas de discusión que preocuparon a la masonería durante los primeros años del
siglo XX. Entre ellos los ataques a la religión católica presentes en la
película que conectan con el anticlericalismo que se propugnó desde
En esa reivindicación de la inteligencia primitiva la
película cambió su título original, La bestia
andaluza[37], por el de La edad de oro para evocar así de forma
más transparente el deseo de triunfo del amor loco que derrota la represión impuesta
por la cultura judeo-cristiana y propugna la libertad del instinto como el único
medio para transformar una sociedad dolorida y narcotizada tras la primera
guerra mundial. Esto es lo que entendió sin problemas André Breton, quien
consideraba la película como una buena muestra de que “en tal amor existe en potencia una verdadera edad de oro en ruptura completa
con la edad del fango que atraviesa Europa”[38] Esa
Europa que no iba a poner trabas al ascenso del nazismo y que no conseguiría
evitar el estallido de un nuevo conflicto bélico de dimensiones todavía mayores
que el anterior.
Portada
del guion técnico de La edad de oro
No obstante, conviene reconocer que las referencias al tema
de la masonería en La edad de oro,
tal y como sucede con otras muchas cuestiones, resultan confusas. Lo único que está
claro es que Buñuel presenta esta organización como una entidad superior, lo
que no implica necesariamente una consideración positiva. Tal y como la muestra
puede tratarse de una institución que ejerce su poder liberando a Modot porque
forma parte del sistema que se cuestiona en la película o, por el contrario, es
posible que la proponga como una alternativa por encima de la convención y
defensora del nuevo orden social. Ninguna de estas interpretaciones tiene por
qué ser la correcta (o la única) como sucede a menudo en la obra de Buñuel. El
cineasta se mueve en el terreno de una
intencionada ambigüedad, sin interés alguno por despejar las dudas que
el espectador pueda tener al respecto.
Como es bien sabido el estreno de la película dio lugar a un
extraordinario escándalo, que terminó desembocando en la prohibición del filme
en Francia durante los cincuenta años siguientes[39].
Mientras la sociedad “bienpensante” a la que se ponía en cuestión en el filme
clamaba contra un título que profanaba sus prácticas cotidianas y sus creencias
tradicionales, el grupo surrealista de Breton la defendía como “Uno de los máximos programas de reivindicación
que se haya propuesto a la conciencia humana hasta hoy”. Y en medio de este
enconado enfrentamiento, la fugaz cita visual a la masonería que se hace en La edad de oro aparece asociada a conceptos
tan diversos y difíciles de desentrañar como patria, honor, filantropía y
libertad.
La masonería desde el exilio mexicano: Subida al cielo (1951)
La guerra civil española y la inestable itinerancia del
exilio hicieron que Luis Buñuel pasase trece años sin poder dirigir una
película. Su ingreso en la industria del cine mexicano le permitiría recuperar
el oficio y volver a trabajar en lo que más le gustaba. Pero también significó
la aceptación de numerosas obras de encargo, de orientación marcadamente comercial
y populista que a comienzos de los años cincuenta, ocasionalmente, pudo
alternar con la realización de films más personales, entre los que se cuenta Subida al cielo (1952). Es en este título,
fraguado durante los primeros años de estancia de Buñuel en México, donde volveremos
a toparnos con una nueva referencia al mundo de la masonería, en esta ocasión
más amplia y explícita.
Luis
Buñuel y su equipo en 1951 celebrado el éxito de Los olvidados
En los primeros meses de 1951 había rodado La hija del engaño y Una mujer sin amor, trabajos de encargo,
acometidos sin interés (especialmente este último) y resueltos con
profesionalidad, aunque con escasa ambición artística. Sin embargo, en la primavera de aquel mismo
año, el éxito en Cannes de Los olvidados (rodada
en 1950) y la buena acogida por parte
de público y crítica que estaba teniendo en todo el mundo esta película, le
permitieron a Buñuel respirar profesionalmente. Y también plantearse proyectos
más originales. Así es como se embarcó en Subida
al cielo, una obra a medio camino entre la sociología (casi antropológica) y
el surrealismo. Gracias a que la financiación de la película provenía de su
buen amigo Manuel Altolaguirre pudo disponer de mayor libertad creativa[40]. Y
aunque al final lo accidentado del rodaje y las limitaciones económicas propias
de una pequeña producción le obligaran a suprimir varias escenas[41], Subida al cielo se convirtió,
prácticamente desde su estreno en 1952, en una de las piezas claves dentro de
la filmografía de Luis Buñuel.
Esta película comienza con un prólogo de carácter documental
en el que se cuenta la historia de San Jeronimito, un pueblo en el que sus habitantes
viven libres de las ataduras del trabajo, la religión y la moral tradicional.
Al no disponer de iglesia los matrimonios se celebran organizando una visita
ritual a los padres de la novia y un viaje nupcial a una isla paradisíaca
cercana. Oliverio y su novia Albina van camino de dicha isla cuando se ven
obligado a interrumpir su travesía porque la madre del muchacho está agonizando
y lo llama junto a su lecho de muerte. La pugna por el reparto de la herencia
obligará a Oliverio a emprender un inesperado viaje a la ciudad con el fin de
arreglar los asuntos legales de la familia, dejando sin consumar su matrimonio.
Sube a un destartalado autobús que se convertirá inmediatamente en el principal
escenario de una serie de sucesos protagonizados por una atractiva Raquel,
afanada en tentar a Oliverio, un terrateniente arruinado, un diputado en plena
campaña electora, una mujer embarazada que terminará dando a luz por el camino,
un padre que porta el ataúd de su hija muerta, un cojo o un madrileño tratante
de gallinas, entre otros.
La escena que más nos interesa se sitúa en el núcleo central
de la trama. En ella Silvestre, el conductor del autobús, decide de forma
arbitraria e imprevista, detenerse a mitad de camino, en casa de su madre, para
felicitarla en el día de su cumpleaños. Doña Sixta, tras escuchar las mañanitas que se cantan en su honor,
organiza un suculento almuerzo en el que participan alegremente todos los pasajeros
salvo Oliverio, impaciente por llegar cuanto antes a la ciudad. Cuando ya ha
comenzado la fiesta desembarcan en el rancho de forma imprevista un grupo de excéntricos
turistas americanos, que disfruta de la celebración y se integra en ella con
entusiasmo casi infantil. Oliverio aprovecha que Silvestre ha bebido demasiado
y la confusión generada por el jolgorio, para apoderarse del autobús y
emprender de nuevo el camino, seguido de Raquel que terminará seduciéndolo poco
antes de llegar al la ciudad, en el puerto de Subida al Cielo.
Página
del guion técnico de Subida al cielo en la que se hacer referencia a la llegada de
los Shriners
Los
shriners llegan al rancho de doña Sixta
En la primera versión de guión firmada por Manuel
Altolaguirre en junio de 1951, esta secuencia
se despachaba en un par de folios, sin banquete y sin turistas americanos[42]. La
presencia de estos se debe a un añadido posterior introducido Buñuel en el
guión técnico redactado en julio de 1951, donde se especifica que “Son americanos de la secta llamada SHRINERS:
todos visten correctamente y lo único que los distingue de los irracionales es
que en lugar de sombreros se cubren la cabeza con una especie de gorra de FEZ”[43]. Llama la
atención el cuidado con el que detalla su filiación y el uso irónico del término
“irracionales”, que le sirve a Buñuel para construir una sutil ironía según la
cual los masones son seres dotados de razón, mientras que el resto de la
humanidad está desprovisto de ella[44]. Además,
se les presenta como un grupo de turistas cultos, interesados en practicar el
español y aprender de las costumbres mexicanas. Aparecen durante la fiesta
tomando fotos, bailando la Sanmarqueña[45] y
dando lugar a algunas situaciones cómicas.
La más notable nos presenta a uno de los shriners interesándose por el
sombrero de Oliverio. Primero trata de comprárselo y más tarde le proponer cambiarlo
por su tocado shriner. La negativa de Oliverio termina desembocando en un
regateo en el que se inmiscuye el cojo con la intención de vender su sombrero y
sacar partido de la situación. La comicidad de este gag, en el que Buñuel juega
nuevamente con la sátira presentándonos a un pícaro cojo enfrentado a un yanki entusiasta,
debía haber sido todavía más socarrona e intensa. Pero durante el rodaje se
suprimieron varias frases en las que Oliverio, indignado por la propuesta del
shriner, se refería a su tocado como una
“maceta”[46],
lo que atemperó la virulencia del duelo verbal entre el gringo y el mexicano.
En conjunto, todas estas acciones cuidadosamente planificadas en el guión, convierten
a los shriners en parte fundamental de una secuencia en la que, además, funcionan
como contrapunto cultural de los personajes “típicamente mexicanos” que pueblan
Subida al cielo.
Un
shriner negocia con Oliverio la compra de su sombrero en Subida al cielo
Un shriner baila con una lugareña durante la fiesta de cumpleaños de doña Sixta
En esta ocasión estamos ante una referencia a la masonería mucho
más explícita que en La edad de oro, pero
difícilmente inteligible para alguien no familiarizado con la tradición masona
o con las peculiaridad de la cultura estadounidense. Los shriners o miembros de
Harry
S. Truman reunido con un grupo de shriners
Resulta difícil establecer cuales fueron los motivos que
llevaron a Buñuel a introducir una alusión a los shriners en Subida al cielo. Puede que se tratase
simplemente de uno de sus habituales ejercicios de extrañamiento para el que
decidió utilizar a los shriners como
recuerdo extravagante y absurdo
de su experiencia en Los Ángeles. Pero también es posible que la introducción de
estas imágenes estuviese relacionada con los temas que flotaban en el ambiente,
con lo que se publicaba en la prensa o con las conversaciones que mantenían los
españoles en su exilio mexicano. Al considerar todo esto tal vez sea interesante
recordar que las relaciones entre la masonería mexicana y la estadounidense
fueron muy fluidas durante los años posteriores a
Mateo
Alemán
Harry S. Truman como shriner
Truman nunca ocultó su hostilidad hacia Franco[51]. Cuando
su secretario de Estado, George Marshall, organizó en junio de 1947 un plan de
ayuda para la reconstrucción de los países europeos damnificados por la guerra
(conocido como Plan Marshall), ordenó expresamente que se dejase a España, como
régimen de carácter fascista, fuera de dicho proyecto[52]. La
respuesta de Franco no se hizo esperar. Bajo el pseudónimo de Jakim Boor, arremetió
contra los Estados Unidos, contra los masones y contra Truman desde las páginas
del diario Arriba. El 9 de agosto de 1949, meses después del rechazo definitivo a su
solicitud para beneficiarse del Plan Marshall (marzo 1948[53]), Franco escribió un artículo titulado “Alta
masonería” en el que ridiculizaba a Truman por el uso de la indumentaria masona
y lo criticaba por ser “el más masón”
de los presidentes que hasta entonces había tenido los Estados Unidos.
Terminaba poniéndolo en cuestión como gobernante, reprochándole con despecho (a
él y a Eleanor Roosvelt) que hubiesen impedido la integración de España en el
Plan Marshall y atribuyendo a su condición de masón el origen de toda su “perniciosa”
forma de proceder:
“En Eleanor
Roosevelt se da uno de esos casos que en España llamaríamos de marimachos o
mujeres "machorras" que ingresan en las logias y alcanzan en ellas,
por su sectarismo, un alto puesto. Eleanor Roosevelt es masona, masona
activísima, que patrocina el grupo
de los sectarios
anticatólicos. A ella acudieron en fecha reciente los masones españoles para
evitar la votación favorable a España en
Esto sucedía solo unos meses antes de la producción de Subida al cielo, cuyo guión comenzó a
escribirse en la primavera de 1951, iniciándose el rodaje en agosto de aquel
mismo año. Tras su estreno en junio de 1952 la película obtuvo en general[55] muy
buenas críticas[56], convirtiéndose para
Buñuel en uno de sus títulos favoritos.
Los
shriners participando de la fiesta de doña Sixta en Subida al cielo
A la vista de todo lo expuesto previamente cabe preguntarse
si Luis Buñuel quiso hacer mediante la cita a los shriners de Subida al cielo una apostilla satírica
acerca del enfrentamiento entre Estados Unidos y España, entre los masones y
los fascistas o entre Truman y Franco[57]. Tal
vez decidiese utilizar la referencia a
En cualquier caso, lo que está claro es que todos estos
hechos formaban parte del contexto histórico que precedió al rodaje de Subida al cielo; que Buñuel supo de la existencia
de los shriners durante los años que vivió en Los Ángeles; y que decidió
integrarlos en la película para dar lugar a un elaborado ejercicio de extrañamiento
surrealista, disfrazado bajo los ropajes de anécdota populista (casi
sainetesca). Los shriners que recorren alborozados el rancho de doña Sixta están
a medio camino entre la caricatura del turista ridículo y el homenaje respetuoso
en forma de chanza. Un papel muchos más indefinido que el que desempeñan el
grupo de turistas estadounidense que aparecerán años después en Ensayo de un crimen (1955), título en el
que su intervención en la trama resulta fundamental, tanto por sus acciones y
conversaciones, como por el valor critico que adquiere su presencia que se utiliza
para poner en cuestión actitudes y tópicos asociados con la cultura
estadounidense y con la mexicana. En Subida
al cielo los shriners son la excusa para que Buñuel inserte de nuevo en una
de sus películas imágenes emparentadas con la masonería, una cuestión por la
que sentía curiosidad desde hacía años. Y todavía más si se trataba de masones
provenientes de los Estados Unidos. Este era el país en el que había pasado sus
primeros años de exilio y hacia el que seguía mirando a comienzos de la década
de los cincuenta a la espera de nuevas oportunidades profesionales[58].
Homenaje al amigo masón: El ángel exterminador
Al iniciarse la década de los sesenta, tras ganar con Viridana
Buñuel ideó el argumento para esta película en los Estados
Unidos, en torno a 1940[60]. Y trabajó intermitentemente en ella a lo largo
de los años siguientes, buscando ideas y, sobre todo, al productor que se atreviese
a llevar a la pantalla una obra como esta. Incluso llegó a barajar la posibilidad
de rodarla en Cuba, apoyado por el nuevo gobierno instaurado tras la revolución
castrista y por su viejo conocido Alfredo Guevara[61]. Pero
no fue hasta después del triunfo de Viridiana
(1960) cuando pudo por fin plantearse seriamente la realización de El ángel exterminador (1963), que sería
financiada por la productora de Gustavo Alatriste[62]. Originalmente la película iba a llamarse
Los náufragos de la calle Providencia,
pero poco antes del rodaje Buñuel decidió utilizar un título ideado por José Bergamín
para un proyecto teatral de este último sobre el que habían estado hablando en
Madrid. Se dio cuente de que llamar a su película El ángel exterminador resultaba mucho más sugerente y sobre todo
tremendamente inquietante y atractivo al impregnar la obra de connotaciones apocalípticas.
Cuando Buñuel le pidió permiso para utilizarlo Bergamín le cedió la idea sin
condiciones de ningún tipo[63].
La historia se inicia tras una función operística, cuando el
matrimonio formado por Edmundo y Lucia Nobile ofrece a sus amigos una cena en
su mansión. Pronto comienzan a producirse situaciones extrañas. La servidumbre abandona
sus obligaciones y se marcha precipitadamente de la casa, mientras los
invitados son incapaces de dejar el salón en el que se encuentran, sin que
puedan explicar el motivo o la fuerza que les hace proceder de este modo. La situación
se prolonga durante varios días y la convivencia se va degradando. Unos discuten,
otros hacen el amor en un armario y algunos se suicidan. Mientras, en el
exterior de la casa se declara la cuarentena. La coexistencia en el salón comienza
a hacerse insoportable. Se producen conatos de amotinamiento contra Nobile al
que acusan de haberles llevado a la situación en la que se encuentran. La
presencia de un oso acentúa la tensión, que cede levemente cuando pueden alimentarse
con varios corderos que han recalado en aquel lugar. Las relaciones entre los
encerrados se vuelven completamente insoportables. Es entonces cuando se plantea
como única solución el retorno a las posiciones y actitudes que cada uno de
ellos tenía en el momento previo al comienzo de su misterioso aislamiento. La
idea da resultado y pueden por fin salir de la mansión. Para dar gracias por
ello se reúnen todos en una iglesia. Pero al terminar el Te Deum constatan que de nuevo, sin que puedan explicar por qué,
les resulta imposible salir del templo.
El ángel exterminador es uno de los pocos guiones
que Buñuel escribió en solitario[64] (con
la colaboración esporádica de Luis Alcoriza). Se trata de una narración de textura
fragmentaria, pautada por la constante repetición de situaciones e ideas que
son las que le confieren su condición de obra insólita y turbadora. Una
película que debe entenderse como la prolongación natural de la fiesta burguesa
que se celebraba en La edad de oro[65]. En medio de todo
este complejo relato es posible identificar algunas puyas enmascaradas contra
Salvador Dalí[66], el recuerdo de anécdotas
compartidas durante los años pasados en Nueva York[67], la
recuperación de ideas visuales fraguadas en los Ángeles, como la de la mano
mutilada y asesina (que había escrito en 1944 para
La primera de ellas se sitúa al inicio de la película, justo después
de la cena, durante la interpretación de una sonata del (imaginario) compositor
Paradisi que ofrece al piano una de las invitadas a la mansión. Es entonces
cuando Cristian y el señor Roc se saludan identificándose mediante gestos como
masones, tal y como se indicaba pormenorizadamente en el guión técnico: “El señor Roc, famoso director de orquesta,
está sentado con su esposa Alicia en un canapé, haciendo esfuerzos prodigiosos
para no cabecear. Alicia tiene sólo veintidós años, es muy bonita y la
admiración y el cariño que siente por su anciano esposo llega a la idolatría.
De pronto la mirada adormecida del Sr. Roc cobra vida. Sus ojos se fijan en
Cristian Ugalde. Este parece seguir atentamente el concierto, pero observándolo
bien vemos que su mano derecha hace, con gran disimulo, un gesto extraño. El
Sr. Roc se yergue. Seguramente es el único que se ha percatado del gesto misterioso.
Y apenas Cristian lo mira le responde con el mismo extraño signo, igualmente
disimulado. A continuación adoptan una expresión indiferente”[69].
Cristian efectúa los rituales toques masónicos para darse a conocer como hermano ante el señor Roc
El
señor Roc Contesta a los toques masónicos de Cristian
Poco después al finaliza el concierto y mientras los
invitados felicitan a la intérprete y se disponen a retirarse a sus casas, es
posible localizar la segunda alusión a la masonería. El señor Roc se acerca a Cristian y ambos se
congratulan por conocerse “…bajo un
aspecto tan… fraternal.”[70]. Tras asegurarse
de que nadie les mira, se interrogan acerca de sus respectivas filiaciones y
grados masones, dejando interrumpida su conversación en el momento en el que se
acercarse a ellos Leandro, uno de los invitados interesado en hacerle al señor
Roc, algunas consultas musicales.
La tercera mención a la masonería, se produce mucho después, en la parte final de El ángel exterminador, cuando los náufragos del salón quedan conmocionado por el suicidio de los jóvenes novios dentro de un armario e inquietos por el merodeo de un oso que ha conseguido entrar en la casa. Cristian, con expresión de dolor y tratando de poner fin a la situación en la que se encuentran, grita con todas sus fuerzas ¡Nakam, adonai![71]. Al escuchar el señor Roc se incorpora y le propone con cierta desesperación recitar la palabra impronunciable. Acto seguido los dos declaman alternativamente y con reverencia ceremonial cada una de las letras de dicha palabra (H-I-H-H-O-H) ante el escepticismo y la sorpresa del resto de los personajes encerrados en el salón. El único capaz de entender lo que están haciendo es el doctor, quien para que no quede ninguna duda explica al resto: Es el grito masónico de socorro. Al oírlo cualquier franc-masón debe acudir en ayuda del que lo lanza. Pero aquí…como no sea el oso…”[72].
Cristian
grita Ritualmente Nakam Adonai
Al margen de la premeditada ironía final referida al oso
mediante la que se cierra calculada y fríamente esta trágica situación, resulta
muy interesante constatar el amplio conocimiento que Buñuel llegó a tener acerca
de algunos de los rituales y tradiciones masones. Usos que pervirtió
inteligentemente para servirse de ellos en la película construyendo situaciones
enigmáticas y desesperadas. Nakam Adonai (Nekan Adonai) es el grito ritual por que
se reclama la venganza del señor en hebreo, expresión utilizada por los masones
como oración de liberación[73]. Todavía
más compleja es la historia y la tradición que rodea a la palabra
impronunciable (HIHHOH), asociada con el nombre de Dios y por lo tanto de uso
reservado a situaciones de excepción. A finales del siglo XIX a los aspirantes
al grado catorce se les refería al respecto la siguiente leyenda: “Se les dice que la pronunciación del “Nombre
Indecible” se perdió en la catástrofe del Diluvio; pero que Dios se la reveló a
Moisés, quien habiéndola grabado en una medalla de oro, depositó esta medalla
en el Arca de
Página
del guion técnico en la que se hacer referencia a la palabra impronunciable
Cristian
y el señor Roc recitan de forma coordinada la palabra impronunciable
Sin embargo, lo más interesante de El ángel exterminador es lo que no aparece en la película, las
frases de los diálogos iniciales que se modificaron durante el rodaje. En el
filme el nombre de la logia a la que dice pertenecer Cristian es Columna Sublime[75], a
lo que el señor Roc responde diciendo que forma parte de Amanecer 21. Este último fue un nombre habitual entre las logias
latinoamericanas de aquella época, que de hecho coincide con el de algunas de
las organizaciones argentinas que por entones se encargaron de gestionar y
denunciar los problemas de los exiliados españoles en el cono sur.
Pero lo que estaba escrito en el guión era algo diferente. Originalmente
estaba previsto que el nombre de la logia a la que decía pertenecer el señor
Roc fuese Fuerza Numantina, la misma fraternidad
en la que Buñuel había querido ingresar en trono a 1920 de la mano de su amigo
Juan Vicens. En esta pequeña variación, en este detalle aparentemente trivial, es
en el que reside la clave mediante la que explicar las citas reiteradas a la
masonería hechas en El ángel exterminador
y donde localizar, asimismo, el punto de partida desde el que entender la historia
de la relación del Luis Buñuel con esta organización.
Página
del guion técnico en la que figura la referencia a Fuerza Numantina
Además del juego dramático que le proporcionaba la opacidad
de los rituales masones, Buñuel utilizó, las referencias a este tema para construir
un personal e íntimo homenaje a la memoria de su amigo Juan Vicens. Con él no
sólo había compartido su fascinación por la masonería sino que también había
sido su compañero de andanzas en el París de los años veinte y su camarada de exilo
en el México de los cuarenta y los cincuenta. Vicens cayó enfermo en 1953 y se
trasladó a Moscú en 1954 para reunirse con su esposa María Luisa, que se
encargaría de cuidarle a partir de entonces[76]. Tal
vez no sea casual que por esas mismas fechas Buñuel decidiese retomar el
proyecto de Los náufragos de la calle
Providencia, escribiendo junto a Alcoriza una nueva sinopsis. Volvería a
trabajar sobre ella justo después de la muerte de Vicens, en 1959, utilizando
las anécdotas masónicas que trufan la historia como broma apesadumbrada con la
que despedirse de él. Esto justifica la presencia en El ángel exterminador de las consignas rituales, la reproducción de
los toques masones de reconocimiento que aprendiera de su amigo, justo antes de
intentar entrar en una logia[77], y,
sobre todo, la cita en el guión a Fuerza Numantina
de la que había sido miembro Vicens.
La
orden de Toledo en
El mismo Vicens junto al que Buñuel fundó a comienzos de 1923
[1]
F(ilmoteca) E(spañola), Archivo Buñuel/527, BUÑUEL, Luis, Guión técnico de El ángel exterminador, p. 99, toma 150.
[2] FE,
Archivo Buñuel/527, BUÑUEL, Luis, Guión técnico de El ángel exterminador, p. 22, toma 26.
[3]
A(rchivo) G(eneral) de
[4] Los
últimos documentos contenidos en el expediente de esta logia están fechados en
febrero de 1922 (Véase AGGCES. Expediente de
[5] Mario
Rosso de Luna ingresó en esta logia el 7 de Febrero de 1917 y resulta
sorprendente comprobar su rápido ascenso de grado en la misma, alcanzado el
grado 33 en 1920 (véase AGGCES. Expediente de
[6] Uno
de los hermanos de la logia Fuerza
Numantina, Fernando Mínguez Río, decidió adoptar el nombre simbólico de Balvasky, lo que da cuenta del prestigio
que la escritora, ocultista y teósofa rusa Helena Blavatsky (1831-1991) alcanzó
en
[7]
SÁNCHEZ VIDAL, Agustín, Buñuel Lorca
Dalí. El enigma sin fin, Barcelona, Planeta, 2000, p. 35.
[8]
SÁNCHEZ VIDAL, Agustín, Buñuel Lorca
Dalí…Op. cit., p. 54.
[9]
SALABERRÍA, Ramón, “Estudio preliminar. La larga marcha de Juan Vicens
(Zaragoza, 1895-1959)”, VICENS, Juan, El
pueblo a la conquista de la cultura, Madrid, Ediciones VOSA SL, Asociación
Educación y Bibliotecas, 2002, p. 8
[10]
SÁNCHEZ VIDAL, Agustín, Buñuel Lorca
Dalí…Op. cit., p. 54.
[11] En
la primera anotación en la que figura Vicens en el expediente de Fuerza Numantina aparece inscrito con el
grado 2ª (véase AGGCES. Expediente de
[12] A la
luz de los documentos conservados en relación con
[13]
AGGCES. Expediente de
[14] Es
el único de los siete hermanos dados de baja para el que no se indica el motivo
de la misma (AGGCES. Expediente de
[15]
Dicha reforma tendría lugar a partir de 1923. Véase en esta sentido: FERER
BENIMELI, José António, masonería
española contemporánea. VO. 2. Desde 1868 hasta nuestros días, Madrid,
Siglo Veintiuno Editores, 1980, p. 54.
[16]
SALABERRÍA, Ramón, Op. cit., p. 11.
[17] En
esta misma entrevista Max Aub reconocía haber intentado también sin éxito
ingresar en una logia masónica. AUB, Max, Conversaciones
con Buñuel, Madrid, Aguilar S.A. de ediciones, (Colección literaria), 1985,
p. 102.
[18]
SIMMEL, George, “El secreto y la sociedad secreta. Digresiones sobre el adorno
y la comunicación escrita”, traducido por J. Pérez Bances, Jorge Simmel, Sociología, Estudios sobre las formas de socialización,
Madrid, Revista de Occidente, Tomo III, Aptdo. V, 1927, pp. 101-168. Citado por
YZAGUIRRE GARCÍA, Fernando, “masonería y secreto: una aproximación
sociológica”, La masonería en Madrid y en
España. Del siglo XVIII al XXI, X Symposium
Internacional de
[19]
BUÑUEL, Luis, Mí último suspiro,
Barcelona, Plaza & Janés, 1996, p. 79.
[20]
MARTÍN, Luis P., “El anticlericalismo en la masonería española”, La masonería en Madrid y en España. Del
siglo XVIII al XXI, X Symposium
Internacional de
[21]
Ibidem, p. 403.
[22]
Ibidem, p. 398
[23]
BUÑUEL, Luis, Mí último suspiro, Op.
cit., p. 37.
[24] Hubo logias llamadas Giner de los Ríos, pero Giner de
los Ríos no fue masón. Si que lo fue Krause en cuyos principios filosóficos y
educativos se fundamenta el ideario de
[25]
FERRER BENIMELI, José Antonio, La
masonería, Madrid, Alianza Editorial, 2001, p. 227.
[26]
SÁNCHEZ VIDAL, Agustín, Luis Buñuel,
Madrid, Cátedra, 1999, pp. 140-141.
[27]
Quiero hacer constar mi agradecimiento a Agustín Sánchez Vidal por las
indicaciones e ideas que me ha dado en relación con este tema. Un asunto que
conoce con profundidad y sobre el que aporta abundante información en: SÁNCHEZ
VIDAL, Agustín, Buñuel Lorca Dalí…Op.
cit., pp.
[28]
Ibídem., 138.
[29] FE,
Archivo Buñuel/553, BUÑUEL, Luis, Guión técnico La bête andalouse (La edad de
oro), toma 104.
[30]
SÁNCHEZ VIDAL, Agustín, El mundo de Luis
Buñuel, Zaragoza, CAI, 1993, p. 27.
[31]
FERRER BENIMELI, José Antonio, La
masonería, Op. cit., p. 240.
[32]
Véase uno de los esquemas básicos de la composición de los elementos de un
mandil masón en algunos de los ejemplos más conocidos como el mandil masón de
George Washington: (http://www.etnografo.com/masoneria_y_paramasoneria_en_usa.htm.
15 de mayo de 2010)
[33] El Centro de Information Masónica (The Masonic
Information Center) de
[34]
Quiero haces constar mi agradecimiento a José Antonio Ferrer Benimeli, por las
indicaciones que me ha hecho acerca de
este tema, ayudándome a localizar los ascendentes masones de Charles de
Noailles. Una de las referencias más importante en este sentido ha sido: LIGOU,
Daniel, Dictionnaire de
[35]
MIROLO, Anido, La franc-maçonnerie,
Mémorie et modernité radicales, 2009
(http://memoireetmoderniteradicales.com/nosrubriques/dossiershistoriques/dossiers/lafm_dossier1a7.pdf)
[36]
LAVAGNINI, Aldo (Magister), Manual del Mestro secreto, Editorial Kier, Buenos
Aires, 2007.
[37] FE,
Archivo Buñuel/553, BUÑUEL, Luis, Guión técnico La bête andalouse (La edad de
oro).
[38]
Citado SÁNCHEZ VIDAL, Agustín, Luis
Buñuel, Op. cit., p. 142.
[39]
Ibidem, p. 142.
[40]
SÁNCHEZ VIDAL, Agustín, Luis Buñuel. Obra
cinematográfica, Madrid, Ediciones J.C, 1984, p. 265.
[41]
BUÑUEL, Luis, Mí último suspiro, Op.
cit., p. 218.
[42]
ALTOLAGUIRRE; Manuel, Obras completas, II,
Madrid, Bella Bellatrix/ Itsmo, 1989, pp. 411-414
[43] FE,
Archivo Buñuel/533, BUÑUEL, Luis, Guión técnico de Subida al cielo, p. 54, toma 214.
[44] Tras
consultar a José Antonio Ferrer Benimeli, el 4.2.2008, me indica que la
expresión irracional no es un término habitual entres los masones, de modo que
deducimos que se trata de una broma de Buñuel.
[45]
Incluso estaba previsto que uno de los shriners bailase con Raquel aunque
finalmente no se resolvió así durante el rodaje y lo que sí que puede verse es
a un shriner bailando animadamente con una joven mexicana que participa en la
fiesta de doña Sixta (FE, Archivo Buñuel/533, BUÑUEL, Luis, Guión técnico de Subida al cielo, p. 59, toma 230)
[46] FE,
Archivo Buñuel/533, BUÑUEL, Luis, Guión técnico de Subida al cielo, p. 57, toma 228.
[47] No están conectados con es Islam con el que tan sólo
mantiene vínculos de orden estético.
[48] Para
más información al respecto puede consultarse la página Web oficial de
[49] ZALCE Y RODRÍGUEZ, Luis J., Apuntes para
[50] Sobre la filiación masona de Harry S Truman hay
abundante información bibliográfica. También podemos encontrar referencias al
respecto en: http://www.araratshrine.com/history/truman/.
15 de mayo de 2010. En ella figura la siguiente información que transcribimos
para completar su perfil masón: “Initiated: February 9, 1909, Belton Lodge No.
450, Belton, Missouri. In 1911, several Members of Belton Lodge separated to
establish Grandview Lodge No. 618, Grandview, Missouri, and Brother Truman served as its first
Worshipful Master. At the Annual Session of the Grand Lodge of Missouri,
September 24-25, 1940, Brother Truman was elected (by a landslide) the
ninety-seventh Grand Master of Masons of Missouri, and served until October 1,
1941. Brother and President Truman were made a Sovereign Grand Inspector
General, 33°, and Honorary Member, Supreme Council on October 19, 1945 at the
Supreme Council A.A.S.R. Southern Jurisdiction Headquarters in
[51]
CASANOVA, Julián y GIL ANDRÉS, Historia
de España en el siglo XX, Madrid, Ariel Historia, 2010, p. 261.
[52] Años
después, en 1952, Truman se opuso al ingreso de España en
[53] MARTÍNEZ LILLO, Pedro, “La diplomacia española y el Plan Marshall en el marco de las relaciones
hispano-francesas (Junio 1947-abril 1948, Cuadernos de Historia Contemporánea, Madrid, nº 18. Puede
consultarse también la edición en la red: http://revistas.ucm.es/ghi/0214400x/articulos/CHCO9696110155A.PDF.
15 de mayo de 2010.
[54] Este y otros textos fueron recopilados en un
publicación editada en Madrid, en 1952 bajo el titulo Masonería y firmado por Jakim
Boor, pseudónimo que utilizaba habitualmente el general Franco para
escribir sobre masonería. El libro esta reproducido al completo en la red: http://www.scribd.com/doc/8111216/Jakim-Boor-Franco-Masoneria/.
15 de mayo de 2010
[55] GARCÍA RIERA, Emilio, Historia documental del cine mexicano. Época sonora. Tomo IV.
1949-1951. México DF, Ediciones Era, s.d., p. 365
[56] SÁNCHEZ VIDAL, Agustín, Luis Buñuel. Obra cinematográfica, Op. cit., p. 145-154; GARCÍA
RIERA, Emilio, Op. cit., p. 368.
[57]
Buñuel pudo tener noticia de estos hechos por vías muy diversas: a través del
grupo de exiliados españoles vinculados a la masonería; por Manuel
Altolaguirre, en contacto con muchos de los masones exiliados en Cuba desde los
campos de refugiados franceses o también a través de Juan Vicens, que vivió en
México entre 1940 y 1954.
[58] Su
siguiente película fue Las aventuras de
Robinsón Crusoe que rodó con un
guión escrito en colaboración con de Hugo Butler y bajo la producción de George
Pepper, ambos represaliados de la caza de brujas de origen estadounidense
(SÁNCHEZ VIDAL, Agustín, Luis Buñuel,
Op. cit., pp. 177-180.
[59]
SÁNCHEZ VIDAL, Agustín, Luis Buñuel,
Op. cit., p. 239.
[60] PÉREZ TURRENT, Tomás y COLINA, José de la, Buñuel por Buñuel, Madrid, Plot
Ediciones, 1999
[61] Poco
después del estreno de Nazarín (1958)
Alfredo Guevara propuso a Buñuel como modelo a seguir por los nuevos creadores
audiovisuales cubanos forjados tras la revolución, expresándole la admiración
que sentía por su obra en varias cartas escritas entre 1959 y 1960No debe
extrañarnos este estrecho vínculo entre ambos, ya que Alfredo Guevara había
trabajado como ayudante durante el rodaje de Nazarín, contratado por Barbachano con el fin de darle la coartada
que necesitaba para poder enviar desde México armas a Fidel Castro y a los
rebeldes cubanos que por entones estaban librando las últimas batallas contra
Batista. Y por eso tampoco debe
sorprendernos que después del éxito de esta película Luis Buñuel, Manuel
Barbachano y Alfredo Guevara llegasen a plantearse la posibilidad de producir
en Cuba Los náufragos de la calle
providencia, es decir El ángel
exterminador, (Carta de Alfredo
Guevara, desde
[62]
SÁNCHEZ VIDAL, Agustín, Luis Buñuel,
Op. cit., pp 234-235.
[63]
PÉREZ TURRENT, Tomás y COLINA, José de la, Op. cit.
[64]
SÁNCHEZ VIDAL, Agustín, Luis Buñuel,
Op. cit., p. 236
[65]
Ibídem.
[66]
Ibídem.
[67]
PÉREZ TURRENT, Tomás y COLINA, José de la, Op. cit.
[68]
Sobre la utilización de la idea de su escena “Alucinaciones en torno a una mano
muerta” puede consultarse: SÁNCHEZ VIDAL, Agustín, Luis Buñuel, Op. cit., p. 237.
[69] FE,
Archivo Buñuel/527, BUÑUEL, Luis, Guión técnico de El ángel exterminador, p. 21, toma 25.
[70] FE,
Archivo Buñuel/527, BUÑUEL, Luis, Guión técnico de El ángel exterminador, p, 22, toma 28.
[71] FE,
Archivo Buñuel/527, BUÑUEL, Luis, Guión técnico de El ángel exterminador, p. 98, toma 148.
[72] FE,
Archivo Buñuel/527, BUÑUEL, Luis, Guión técnico de El ángel exterminador, 99, toma150.
[73] La forma correcta
sería “Nekam Adonai” que significa “la venganza del Señor”. Gramaticalmente es
un estado constructor. “Adonai” es un término habitualmente utilizado por
personas no religiosas. Sólo se empleaba cuando se leía el texto sagrado y
aparecía el tetragrama (YHWH) que no se podía decir. Era en ese momento cuando
se pronunciaba la expresión “Adonai”. Por este motivo puede encajar como una
consigna masónica, ya que por un lado es enigmática (mientras no se lee el
texto la palabra no existe) y por otro, al no ser una expresión bíblica, tiene
otro contexto que podría ser el masónico. Quiero expresar mi agradecimiento en
relación con este temas a Dr. Santiago Guijarro Oporto, Catedrático de Nuevo
Testamento en
[74]
TIRADO Y ROJAS, Mariano, La masonería en
España. Ensayo histórico, Madrid, Imprenta de Enrique Maroto y hermano,
1893, p. 128.
[75] Es
posible que el uso del nombre Columna
Sublime se introduzca en el guión y en la película como una evocación
indirecta a
[76]
SALABERRÍA, Ramón, Op. cit., p. 26.
[77] AUB, Max, Op. cit., p. 102.
[78]
DAVID, Yasha (Editor), ¿Buñuel! La mirada
del siglo, Madrid Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, 1999, p. 3001.
Wow
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