Luis Buñuel y la Filosofía


El cine de Buñuel ha interesado a filósofos y profesores de filosofía —no confundir ambas categorías, pues no siempre un estudioso de la filosofía es un filósofo (de hecho, suele serlo excepcionalmente)—. Este interés es el que pretendo traer a colación en esta entrada, mostrando como la obra buñueliana intersecciona con la de diferentes filósofos, a la luz de los más significativos estudios sobre esta relación y sin ánimo de que, en un futuro, ofrezca más estudios sobre los vínculos entre la obra del calandino y algunos de los más importantes filósofos de la historia.

Es conocido el interés de Buñuel por la literatura. En sus entrevistas con Aub, sin ir más lejos, incluye entre sus lecturas a Nietzsche y Schopenhauer. No es nada extraño. El primero influyó poderosamente en las vanguardias artísticas de principios del siglo XX y en sus teóricos. En efecto, “las vanguardias artísticas nacieron insertas en un mundo de cambios para des- tronar un sistema de órdenes que estaban en decadencia. En los inicios del XX se experimentó la primera gran crisis del canon estético que hasta entonces definía el arte, los vanguardistas lo cuestionaron provocando la ruptura del discurso narrativo tradicional y lo reinventaron hasta convertirlo en uno de los pilares del mundo contemporáneo, abriendo una puerta desde lo imposible a lo posible… Debido a su sentido crítico, la obra de Nietzsche fue capaz de anticipar las coordenadas generales de las vanguardias con los ejes de su pensamiento: el nihilismo, la dicotomía dionisiaca/apolínea y la voluntad de poder como conceptos clave para comprender su génesis, el proceso de acción artística y su sentido”.[1] Esta interrelación se observa sobre todo con el dadaísmo y el surrealismo.
Por otro lado, no es de extrañar que alguien tan apegado al Siglo de Oro español, como Buñuel, y tan influenciado (aunque no lo manifestase abiertamente) por Baltasar Gracián, tuviera en Schopenhauer a uno de sus autores predilectos. De todos es conocida la casi veneración del filósofo alemán por el pensador aragonés, de quien es un fiel prosélito. Sin olvidar, asimismo, su influencia sobre las vanguardias españolas.
Desde otra perspectiva, es obvio que la filosofía, a partir del siglo XX, se ha interesado poco por el cine, aunque cuando lo ha hecho, ha dejado huella. Ahí están Walter Benjamín, Satanley Cavell y, más recientemente, Slavoj Žižek, quien es el último representante del interés de la filosofía por el cine. Un interés que tiene su origen estructural en Gilles Deleuze, auténtico filósofo del cine. En efecto, Deleuze supo sacar a la filosofía de su aislamiento y acercarla a otras disciplinas y, en especial, a las artes y la cultura en general. Sus trabajos sobre Franz Kafka, Francis Bacon o Marcel Proust son obras ineludibles de la filosofía moderna, y sus ensayos sobre el cine, a partir de la filosofía de Henri Bergson, La imagen movimiento y La imagen tiempo, se han convertido en todo un referente de la teoría cinematográfica junto con otras recopilaciones de textos sobre el séptimo arte.  
Deleuze hermana a Buñuel con Erich von Stroheim, considerándolos cineastas naturalistas; lo cual, a pesar de estar filosóficamente bien argumentado, no es que sea demasiado enriquecedor, ni para conocer mejor desde la filosofía la obra de Buñuel, ni para la contribución de Deleuze a la filosofía del cine. Podríamos decir que el acercamiento a Buñuel por Deleuze no es de los más brillantes del filósofo.
Con todo, creo que la conexión entre el cine del calandino y la filosofía del francés va mucho más allá, ya que Deleuze, como Michel Foucault y otros eminentes miembros de la llamada French Theory estuvieron muy influenciados, como no podía ser de otra manera, por el surrealismo. Quien más y mejor se ha aproximado as esta intersección ha sido la profesora María del Carmen Molina Barea, cuya tesis doctoral, luego publicada con el título Arte y Deseo: El surrealismo desde la filosofía de Deleuze y Guattari, constituye un excelente estudio sobre el tema en general del surrealismo, pero también, específicamente, de Buñuel, al que dedica un interesantísimo e innovador capítulo. La perspectiva de la profesora Molina ha sido diversa, pero siempre sobre la base del trabajo que Deleuze realizó junto con el psiquiatra Felix Guattari y que culminó, entre otras obras ya clave de la filosofía contemporánea, con el díptico El Anti-Edipo y Mil mesetas.
En esta tesis doctoral, la autora recupera la obra de Buñuel (así como la de Dalí y Lorca) desde una perspectiva que produce una relectura particularmente novedosa y significativa. Conforme a este estudio, utilizando terminología deleuziana, Buñuel ataca las máquinas sociales represivas, sobre todo la familia tradicional, lo que le acarrea una situación de alta complejidad con su propia esposa e hijos, al tiempo que genera máquinas de guerra articuladas en torno al amour fou (el mecanismo perfecto para destrozar la sociedad, la burguesía, y la religión) y a las perversiones, que son muy frecuentes en la obra del realizador aragonés. Se trata, en resumen, de un riguroso análisis de como el cine de Buñuel ilustra la idea general de máquina deseante de Deleuze y Guattari.
En esta misma línea, Molina Barea también ha analizado la personalidad rizomática, término deleuziano por excelencia, de Buñuel. Su análisis “pretende someter a contraste dos modelos de producción de subjetividad: por un lado, el modelo edípico del psicoanálisis freudiano, y, por otro, el modelo anti-edípico, también llamado rizomático, que los pensadores franceses Gilles Deleuze y Félix Guattari desarrollan en El Anti-Edipo y Mil Mesetas, los dos volúmenes que integran el proyecto subtitulado Capitalismo y esquizofrenia. A la luz de dicho enfrentamiento ontológico, y buscando su aplicación en un caso específico, se propone a continuación considerar la personalidad de Luis Buñuel, en la convicción de que la subjetividad del cineasta se corresponde plenamente con los procedimientos anti-edípicos. De esta forma, la finalidad de este artículo consiste en evidenciar, según se expondrá en adelante, que el modelo de producción identitaria al que se adscribe Buñuel reúne los requisitos de una subjetivación rizomática, o lo que es lo mismo, esquizoide.[2] Volveré en el futuro sobre la aproximación deleuziana a la obra de Buñuel, con temas como los del deseo, fundamental en ambos personajes, o conceptos como el de cuerpo sin órganos, que por sí solo requiere un post.

La visión del cine de Buñuel desde la filosofía de Deleuze también se ha estudiado, aunque con mucha menos profundidad, por otros investigadores, como Ian Onley, quien, en su artículo Repetition (with difference) and Ludic Deferral in the later films of Luis Buñuel, toca un tema también común a Buñuel, derivado del tema del eterno retorno de Nietzsche, como es el de la repetición. Según este autor, que centra su análisis en El ángel exterminador, Buñuel pensó en la repetición como un lenguaje personal, como un medio para expresar la naturaleza híbrida de su propia identidad cultural y criticar los discursos hegemónicos normalizadores que tienden a borrar la diferencia bajo los auspicios de representación infinita. Incluso Onley imagina a Buñuel pronunciar las palabras con las que Deleuze concluye Diferencia y repetición (p. 431-432): “el objetivo más alto del arte es hacer actuar simultáneamente todas esas repeticiones… cuyo poder crítico y revolucionario puede alcanzar el más alto punto, para conducirnos de las taciturnas repeticiones de la costumbre a las profundas de la memoria, y después a las repeticiones últimas de la muerte donde se juega nuestra libertad”.[3]
Desde otros lares han llegado estudios relacionados con otros filósofos. Así, Michael T. Miller, de la Liverpool Hope University y James Batcho, del United International College, analizan El ángel exterminador —de nuevo es esta película la que más derivas filosóficas genera, de momento— con las nociones de lenguaje y mundo de Ludwig Wittgenstein.[4] A partir de estos conceptos, los autores argumentan que en El ángel exterminador encontramos una “imagen” que tiene dos niveles, uno racional y otro absurdo.
Por otra parte, entre los autores más presentes en la biblioteca de Buñuel que se conserva en el archivo de Filmoteca Española, destaca Jean-Paul Sartre. No es que Buñuel profesara mucha devoción por él, pero no es de extrañar que, siendo quizás el más importante pensador contemporáneo al cineasta, a éste le interesara y lo leyese profusamente. Gregory Minissale, de la Universidad de Auckland (Nueva Zelanda) ha analizado el concepto de imagen-consciencia de Edmund Husserl y Sartre en el cine de Luis Buñuel.[5]
Los últimos films de su filmografía también han despertado el interés de los teóricos, como lo muestra el trabajo de Chad Trevitte sobre la perversidad y el pensamiento post-marxista en la parte final de la filmografía buñueliana.[6] En él, su autor compara el pensamiento de Slavoj Žižek y el cine del último Buñuel, encontrando muchas similitudes, lo que permite analizar esta parte final de su filmografía a través de la teoría de la ideología de Žižek y su método crítico, vinculando, por lo tanto, la preocupación de Buñuel con lo perverso dentro de lo que podría llamarse en términos generales una perspectiva postmarxista.
Con todo, queda una tercera aproximación al binomio Buñuel – filosofía, ligada a las dos anteriores. La relación de Buñuel con la filosofía no se centra únicamente en sus lecturas. En Calanda también nació Manuel Mindán Manero, sacerdote y filósofo español, popularmente conocido como el Padre Mindán, coetáneo y amigo de Buñuel. Actualmente, en Calanda conviven dos fundaciones culturales de relevancia nacional: el Centro Buñuel Calanda y la Fundación Mindán Manero.
Esta última publica el Boletín de Estudios de Filosofía y Cultura Manuel Mindán —donde Molina Barea publicó su trabajo sobre la construcción de la identidad de Buñuel a partir de la idea de rizoma de Deleuze—, compilación en la que se pueden encontrar trabajos (no muchos, dicho sea de paso) que analizan la filmografía de Buñuel desde planteamientos filosóficos. El Boletín es el compendio de los trabajos que se presentan durante los exitosos cursos de verano que la Fundación organiza desde 2004 junto con la Universidad de Zaragoza. Estos cursos los acoge, precisamente, el Centro Buñuel Calanda, dando lugar, así, a un evento anual donde la filosofía nacional y nuestro cineasta comparten escena. Esperemos que en el futuro este maridaje dé más frutos como para poder tener una aproximación filosófica más abundante a la obra de un cineasta cuya dimensión filosófica no solo es obvia, sino que, como ocurre con los grandes artistas, puede contribuir a ilustrar mejor algunos de los conceptos filosóficos mayores.



[1] De la Fuente Teixidó, Ana M. (2014). Nietzsche en las vanguardias. Claridades. Revista de filosofía, 6, pp. 114-129.
[2] Molina Barea, María del Carmen (2016). La construcción rizomática de la identidad esquizoide en Luis Buñuel. Boletín de Estudios de Filosofía y Cultura Manuel Mindán, pp. 221- 232.
[3] Olney, Ian (2001). Repetition (with difference) and Ludic Deferral in the later films of Luis Buñuel. Quarterly Review of Film and Video, 18(1), p 81.
[4] Miller, Michael T. y Batcho, James (2018). Allowing the Fly to Leave: The Chance Meeting of Wittgenstein and Buñuel at a Mexican Dinner Table. Film-Philosophy, 22(3), pp. 384–405.
[5] Minissale, Gregory (2010). Beyond Internalism and Externalism: Husserl and Sartre’s Image Consciousness in Hitchcock and Buñuel. Film-Philosophy, 14(1), pp. 174-201.
[6] Trevitte, Chad (2012). Perversity and Post-Marxian Thought in Buñuel’s Late Films. Film-Philosophy, 16(1), pp. 213-231.

Comentarios

  1. Estupendo comentario no sólo por lo inédito de la aproximación sino por la información suministrada acerca del libro de Carmen Molina (que desconocía) sino también por celebrar la existencia de la Fundación Manuel Mindán y adentrarnos en las aproximaciones de Onley, Miller & Batcho, Minissale y Trevitte, acaecidas en los últimos años. Por otro lado el corroborar que en tales análisis la película «El ángel exterminador» se va consolidando dentro de los estudios buñuelianos como la que ofrece mayores posibilidades de investigación por su intemporalidad y hondura multidisciplinar. Respecto al acercamiento de Deleuze sólo subrayar que hace unos años (2011) otro colega, Pedro Poyato, ya introdujo los conceptos de "mundos originarios" y de "imágenes pulsión" al análisis de la obra de Buñuel en su libro «El sistema estético de Luis Buñuel» (Universidad del País Vasco, 2011).

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  2. Gracias por complementar el comentario Javier. Muy pertinente. Como decía, el análisis directo de Deleuze sobre el cine de Buñuel, bajo la idea de imagen-pulsión, no me parece de los más acertado, especialmente teniendo en cuenta la riqueza que la filosofía de Deleuze para un análisis de la filmografía de nuestro protagonista. Creo que el cine de Buñuel es de lo más deleuziano, como lo fue la pintura de Bacon y la literatura de Kafka, a quienes el filósofo dedicó sendos estudios. ¡¡¡Imagina un texto de Deleuze dedicado a Buñuel!!!

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