Buñuel ante el público norteamericano: Un artículo desconocido en la prensa neoyorkina sobre Los Olvidados (por Javier Herrera)
Es un placer y un honor poder contar
en este blog con una entrada como esta, firmada por quien ha tenido el privilegio
de custodiar el legado material e intelectual de Luis Buñuel más allá de su
obra artística. El honor no es tanto por ese motivo como por la generosidad de la que ha hecho gala Javier Herrera. En efecto, Javier no ha
sido un mero depositario de esos bienes, sino que desde el altruismo propio de
aquellos que realmente aprecian y aman la obra de Buñuel, ha sabido explotarla
científicamente, produciendo artículos y libros que hoy ya forman parte del
escaso panteón de obras realmente necesarias para el conocimiento del corpus buñueliano.
Espero que esta colaboración no sea una excepción y podamos contar con él para seguir enriqueciéndonos.
En el transcurso de
una reciente investigación realizada en el archivo de Luis Buñuel, que se custodia en la Filmoteca
Española de Madrid[1], entre
los varios miles de recortes de periódicos y revistas relativos a su vida y a
sus películas, he encontrado uno que se sale de la norma y que por ello resulta
muy significativo para conocer su especial relación con el público
norteamericano en un momento clave de sus trayectoria. Se trata de un artículo
sobre Los olvidados firmado por el
propio Buñuel, publicado el 30 de marzo de 1952 en una publicación llamada The
Compass, y que lleva por título «’Young and Damned’. Bunuel Has Joined the
‘Sensible’», y que hasta ahora se desconocía su existencia.
La principal
característica que lo distingue es que está firmado por Luis Buñuel, hecho que
resulta inaudito al no haber precedentes similares para el resto de sus
películas (a excepción después de Viridiana),
y aún más si tenemos en cuenta sus conocidas tendencias ágrafas. Carácter
extraordinario que nos obliga a plantearnos una serie de cuestiones no
habituales que atañen en primer lugar a las razones de esa autopromoción o de
escritura autocrítica y en segundo lugar a la evidencia de que dicha
excepcionalidad se produzca en relación con el ámbito neoyorquino, factores
ambos que no nos deben hacer olvidar que el principal interés de dichos textos
para nosotros reside en lo que suponen de aportación al corpus de sus textos teóricos y críticos y por supuesto al
pensamiento subsiguiente, sustentador de su estilo y de su estética.
Ciertamente, al margen
de la faceta crítico-teórica de su juventud, no abundan los escritos a partir
de los cuales podernos hacer una idea de lo que pasaba por su cabeza respecto a
su trabajo como director de cine y, sobre todo, en relación con la opinión que
atesoraba acerca de sus propias obras.
Después
de Cannes (se proyectó el 9 de abril de 1951), se estrena en París (el 13 de noviembre del mismo año) y no mucho
después (diciembre) tienen lugar en Nueva York las primeras proyecciones
comerciales, pero curiosamente fuera del marco habitual del centro de Manhattan, en
un estreno múltiple y sin subtítulos al inglés, que suscita de inmediato un
encendido debate moral entre la población hispana, que tiene su reflejo en las
páginas de un diario en lengua española que no hace sino trasladar a esa
comunidad el habido en el diario mexicano Excelsior
por las mismas fechas en el Distrito Federal. Después será estrenada en
Pittsburgh y Nueva Orleans (febrero de 1952), antes que en Nueva York, el 24 de
marzo de 1952 en el Trans-Lux de la 52ST. esquina Lexington, obteniendo de
inmediato una notable repercusión en los grandes periódicos y semanarios
[HER2015: 127-129, ref. 312-322]. Seis días después, el 30, es cuando sale
publicado el artículo de Buñuel en The
Compass, un diario sindicalista de izquierdas, y no en el New York Times como en principio había
pensado. A continuación lo reproducimos íntegro –traducido al español– y que,
como hemos apuntado, ha permanecido inédito hasta la fecha.
Luis Bunuel, «Movie Talk. “Young and Damned”. Bunuel Has Joined the
“Sensible”». The Compass (30 March 1952) (Filmoteca
Española-Archivo Buñuel, carpeta 1968, documento 27). Traducción: Daniel
Herrera Cepero.
Los olvidados:
Buñuel «sienta la cabeza»
por Luis Buñuel
(Director
de “Los Olvidados”, ganador del Gran Premio al mejor director en el Festival de
Cannes de 1951. La película mexicana se encuentra actualmente en cartel en el
cine Trans-Lux de la calle 52)[2]
Cuando era un muchacho, mi profesor solía destacar
ciertas peculiaridades de mi carácter. “Este chico se volverá loco”. A los 28
años, era miembro del grupo surrealista en París. Para la sociedad en general
de aquellos días, sólo podía movernos la maldad o la locura. Con mi primera
película, Un chien andalou, se me
otorgó el título de loco y con la segunda, L’âge
d’or, todo el mundo quedó convencido de mi maldad. Un día, en Zurich, el
analista Jung vio Un chien andalou y
en seguida lo calificó como «un caso de dementia
praecox». Sin embargo, esto no impidió que Salvador Dalí, que colaboró
conmigo en el guión, se convirtiera en una persona rica y famosa.
Mis compañeros surrealistas y yo mismo nunca pensamos
que mi primera película fuera a tener tanto éxito entre los críticos y la
elite. Mis colegas estaban tan alarmados que decidieron llevarme a juicio.
¿Cómo era posible que la sociedad admirase Un
chien andalou, si estaba hecha totalmente en su contra? El surrealismo se
consideraba subversivo –un concepto de la poesía completamente contrario a sus
principios y a sus costumbres.
Entonces prometí a mis colegas que mi próxima película
disiparía todo malentendido sin dejar ninguna duda acerca de mi posición moral.
El triunfo del amor
En este sentido concebí L’âge d’or, cuya tesis gira en torno al amor victorioso y a su
antítesis: el amor por el país, la familia y la religión. Algunos seguidores de
Daudet y Maurras atacaron el cine el día del estreno en París. Saquearon el
lugar y lanzaron bombas lacrimógenas entre el público. Y, por último,
consiguieron que la policía prohibiera su exhibición.
Mi tercera película, Tierra sin pan, era un retrato de una comunidad de hombres que
vivían en una región miserable de España. Los etnógrafos la consideraban
inhabitable por seres humanos. Un perro
andaluz era una película sobre la consciencia del hombre, mientras que Tierra sin pan trataba la realidad. Sus
escenas eran más terroríficas que las que había imaginado para mi primera
película. Durante varios años, estuvo prohibida por el Gobierno de la República
de España porque mi país natal la consideró dañina para la reputación nacional.
Finalmente, se exhibió en París, donde se mantuvo en cartel durante todo un
año.
«Amor» en vez de «Romance»
Para demostrar que me estaba convirtiendo en una
persona sensata, hice varias películas comerciales en las que sustituí de forma
furtiva la idea de “romance” por la de “amor”. Gracias al éxito de esas
películas pude volver a mis viejas y malas costumbres. Mi amigo Oscar
Dancigers, productor de La perla, de
John Steinbeck, me pidió que hiciera una película para él. Iba a ir sobre los
adolescentes y su vida en México. Durante meses, visitamos las zonas más pobres
de la Ciudad de México. Fuimos a las chabolas y a las casas. Con ayuda de mi
colaborador, Luis Alcoriza, estudié cientos de historiales de los archivos del
Juzgado de Menores.
Así nació Los
olvidados. Creo que es una película que no hace ningún tipo de concesión a
los gustos populares o socialmente aceptados. Sus situaciones y sus personajes
son reales, totalmente creados por la vida misma. Tenía miedo de que alguien la
considerara un documento en el que la crueldad y el sadismo hubiera sido
exagerado. Sin embargo, he visto con gran satisfacción que la mayoría de la
crítica internacional la considera una película tierna y humana.
Andre Bazin escribió en la revista francesa Esprit que “Los Olvidados es una película de amor pidiendo amor. No hay nada
que se oponga más al pesimismo que la crueldad de Buñuel. Su sentimiento básico
es el de la dignidad implacable del hombre”.
Según tengo entendido, los «proscritos» de esta
película son nobles e inocentes, y los hechos muestran que únicamente la
sociedad es la responsable de su corrupción.
En el último Festival Internacional de Cannes, obtuve
dos premios, uno del jurado a la mejor dirección y otro de la crítica
internacional por la historia misma. Nada más enterarme de esto, mi reacción
inmediata fue rechazar semejante honor oficial. Sin embargo, la impetuosidad de
mi juventud ya había desparecido y siento que el hecho de aceptar estos premios
me sitúa definitivamente en el mundo de la gente sensata. Con Los olvidados en cartel durante los
últimos seis meses y ahora mostrándose en Londres y Nueva York, estoy encantado
de ser uno más entre los mortales.
Recientemente he estado haciendo una película a la que
he dedicado todo mi afecto: Subida al
cielo. En ésta, todo es agradable, risueño e inofensivo. Mis viejos amigos
puede que piensen que me estoy rindiendo, pero estoy seguro de que volveré a
mis viejos hábitos. Me siento animado de nuevo y el sentimiento de «temor» dará
paso a la valentía del «amor».
***
Unos días antes de ser
publicado, y como respuesta a una carta de José Rubia Barcia escrita el mes
anterior (HER2015: 98-99, ref. 14) en la que le decía: «Mi primera reacción, y ya en la
calle, fue indignada. No me explico cómo ese mundo putrefacto e hipócrita de
los certámenes internacionales ha tenido la desfachatez de premiarlo a usted. Y
no me explico tampoco como pudo usted, si es que lo han sometido a esa
vergüenza, aceptar arieles, óscares, o lo que fuere, graciosamente, sin
arrojarlos a la cabeza de los donantes...» Buñuel le contesta: «Me pregunta V.
al principio que por qué no envié al diablo a los jurados de los festivales
cuando me dieron el premio. Coincidencia extraña, dos días antes de recibir su
carta escribí un artículo para el New York Times, en el cual respondo
abiertamente a esa pregunta. Se lo enviaré apenas lo reciba, pues esperan para
publicarlo que salgan Los olvidados en el Trans-Lux de la calle 52 y
Lexington de New York, en versión inglesa y con el título de The Young and the Damned...», hecho que
coloca su contenido dentro de una especial trascendencia y que explicaría la
razón principal por la cual fue escrito: consideraba crucial presentarse ante
el público norteamericano sin ninguna incoherencia entre su pasado surrealista
«subversivo» y el haber aceptado un premio de gran prestigio concedido por esa misma sociedad a la que
anteriormente, en la época de la locura y la maldad, había denostado; en
resumidas cuentas, se trata de una justificación en toda regla de ese proceso
de conversión anunciado en la carta a Urgoiti de agosto de 1946 y que en este
momento asume las características de una aparente "rendición" a sus
principios surrealistas.
En efecto, todo el
artículo adquiere el signo de una presentación ante el público neoyorquino con
el deseo explícito de separar el presente representado por Los olvidados del pasado convulso de sus tres primeras películas,
repleto de prohibiciones y locuras, y de transmitir una imagen de persona
normal y sensata (ese considerarse «uno más entre los mortales»), que ya ha
sentado la cabeza y en el que se puede confiar.
[1] Y que ha
dado como resultado el volumen Luis
Buñuel en su archivo. De Los olvidados a Viridiana, publicado hace tres
años por la editorial mexicana Fondo de Cultura Económica. En adelante citado
por HER2015.
[2] N. del
T.: Artículo publicado en la sección “Movietalk” (charlas de películas o
“comidilla cinematográfica”). Esta publicación se convirtió desde 1920 en la revista oficial de The
American Association of Social Workers (AASW). Esta asociación se
unió a otras similares–American
Association of Medical Social Workers (AAMSW), National Association of School Social
Workers (NASSW), American Association of Psychiatric Social Workers (AAPSW),
American Association of Group Workers UAW Association for the Study of
Community Organization (ASCO), y a la Social Work Research Group (SWRG)– para formarThe National Association of
Social Workers (NASW) en octubre de 1955. Se puede encontrar más información en la
página web de la University of Minnesota Libraries
(http://special.lib.umn.edu/findaid/xml/sw1000.xml), que alberga un archivo
completo dedicado a la historia del bienestar social (Social Welfare History
Archives- swha) entre 1910 y 1970.
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