Luis Buñuel y el flash-back
Truffaut y Buñuel durante el rodaje de Tristana |
François Truffaut escribió: “Lubitsch y Buñuel son los reyes del
flash-back invisible, del flash-back que se introduce no sólo sin cortar el
hilo de la historia sino que, al contrario, toma el relevo en el preciso
instante en que ésta empezaba a flaquear. Al mismo tiempo, son los reyes de la
“vuelta al presente” que nos obliga a dar un bote en nuestra butaca porque
parece un “directo”, un “directo” lanzado hacia atrás y hacia adelante. Ese
gancho es siempre un gag, cómico en Lubitsch, dramático en Buñuel.”[1]
Sin tener en cuenta los letreros
que indican saltos temporales en Un perro andaluz, ya en La
edad de oro encontramos su primer flash-back, cuando vemos al
protagonista recibiendo del Ministro del Interior un diploma acreditativo.
Pero son sin lugar a dudas Él y Ensayo de un crimen, los ejemplos supremos
de ese uso ejemplar por parte de Buñuel del flash-back o flashback que lo mismo
da y por eso nos vamos a centrar más en ellas.
En Él, la primera parte de
la película está contada por Francisco, mientras que la “segunda parte
del film de Buñuel, donde el punto de vista desde el que se expone la narración
ha cambiado respecto del primero, ahora es Gloria quien relata, en flash-back,
a su antiguo novio, Raúl, los conflictos de su vida conyugal.”[2]
“En el interior del coche (con mucho de diván de psiquiatra), la
acongojada mujer le cuenta en flash-back sus desventuras. Y, como por ensalmo,
el relato fílmico pasa de una situación de melodrama convencional a una versión
cinematográfica buñueliana de las desventuras de la Justine sadiana.”[3]
Él: en el coche empieza el flash-back |
Según Xavier Bermúdez, “Él contiene algunos de los mejores
flash-back de la historia del cine.”[4] Ejemplo de este uso
magistral puede ser la escena en la que “del coche
pasamos a la imagen del tren avanzando, mientras que la historia del relato se
mueve hacia atrás; contraste que nos lleva a ese movimiento detenido o viaje
inmóvil de los surrealistas, usado en el cine de Buñuel.”[5] (minuto 28:25
aproximadamente)
El río y la muerte incluye una serie de flash-back, que ilustra el relato del protagonista a su
enfermera mientras se cura en una clínica.
Por su parte, en Ensayo
de un crimen, una buena parte
de la película consiste en una confesión en flashback, de Archivaldo ante el
juez, acusándose de los crímenes cometidos en su imaginación.
“Narrativamente el film se apoya en dos espléndidos flash-backs que
evidencian una poderosa capacidad de síntesis y de ordenación. A lo largo de
una trama engarzada con tanta gracia y facilidad como certera intención se
desgranan una variedad de observaciones[6]...
En este sentido, Truffaut
escribió de la película: “Pero lo verdaderamente interesante de Archibaldo,
aparte de su construcción ingeniosa, es la audacia en la manipulación del
tiempo, la ciencia de la narración cinematográfica.” Luego alaba la forma en
que presenta la muerte de las mujeres: “Contemplamos esas muertes por
anticipación bajo la forma de ensoñación (flashes hacia adelante), luego
presenciamos algunas de ellas en su realización efectiva pero contadas por
Archibaldo (flash-back).”
“En manos de la mayoría de los
guionistas, Archibaldo se hubiera convertido en una película de sketchs.”[7]
Ensayo de un crimen: al juez le cuenta su vida |
En otro orden de cosas, la mezcla de los tiempos (pasado-presente-futuro)
y de los registros (realidad/imaginación), a través de los flashback, integra
en un lenguaje más comercial los logros de ruptura espacio-temporal ya
presentes con todo radicalismo en sus dos primeras películas. Esto es
imprescindible en un filme que, como Ensayo de un crimen, pretende
mostrar cómo se interrelacionan el mundo de la realidad y el de la fantasía,
hasta hacer muy difícil su segregación. Con ello quedan las puertas expeditas
para los refinamientos de El discreto encanto de la burguesía o
Belle de jour.[8]
Belle de jour incluye dos flash-back con recuerdos de la
infancia de la protagonista. Hay quien piensa que toda la película podría ser
un flash-back, ya que se inicia con la calesa que lleva a la pareja y
termina de la misma forma.
En El discreto encanto de la
burguesía, Buñuel se arriesga, al meter un flash-back (la escena del
brigadier sangrante) dentro de un sueño, que a su vez está incluido en otro
sueño. Todo un virtuosismo.
Belle de jour: flash-back de la infancia |
Ese oscuro objeto del deseo “A pesar de las apariencias de un relato
lineal donde sólo un flashback parece romper la cronología, la articulación
narrativa de la película es de las más complejas. Después de una escena de
exposición que nos muestra a Mateo entre los restos marcados de sangre de su
amor acabado y donde el mayordomo trata de poner un poco de orden en todo este
desarreglo, el film nos conduce al andén de la estación donde Mateo vierte
sobre Conchita un caldero de agua.”[9]
En general, los flash-back, ya
sean confesionales o de otro tipo, dan variedad a los mecanismos narrativos,
alteran el orden artificial de la cronología y la linealidad, fomentan el
distanciamiento y la conceptualización, y ponen en tela de juicio las premisas
y sucesos del marco textual al que pertenecen. Estos efectos resultan muy evidentes
en Ese
oscuro objeto del deseo. Así mismo, los flash-back aportan interioridad
a los personajes principales de la narrativa. [10]
Ese oscuro objeto del deseo: Mateo cuenta su relación |
Buñuel se esfuerza visiblemente en todos los casos en poner la técnica
al servicio del discurso fílmico. “Sus rememoraciones, o
flashback, nunca son paralizantes, al contrario son excepcionales en su
capacidad para relanzar la acción. Sus situaciones, sus juegos con el tiempo,
empujan siempre hacia adelante, hacia un desenlace tan poco explícito como
irrebatible.”[11]
[1]
François Truffaut: Las películas de mi
vida, Ed. Mensajero, 1976, pág. 272
[2]
Teresa Rodríguez Hage: BuñuÉl. Ayuntamiento
de San Cristóbal de la Laguna, 2001, pág. 79
[3]
Víctor Fuentes : Los mundos de Buñuel. Akal,
2000, pág. 91
[4]
Xavier Bermúdez : Buñuel: espejo y sueño.
Ediciones de la Mirada, 2000, pág. 137
[5]
Víctor Fuentes: Buñuel en México. Instituto
de Estudios Turolenses, 1993, pág. 120
[6]
Xavier Bermúdez : Buñuel: espejo y sueño.
Ediciones de la Mirada, 2000, pág. 146
[7]
François Truffaut: Las películas de mi
vida, Ed. Mensajero, 1976, pág. 271
[8]
Agustín Sánchez Vidal: Luis Buñuel. Ed. J.C., 1984, pág. 202
[9]
Marcel Oms: Don Luis Buñuel, Les
Éditions du Cerf, 1985, pág. 185
[10]
Peter William Evans: Las películas de
Luis Buñuel, Paidós, 1998 pág. 120
[11]
Xavier Bermúdez: Buñuel: espejo y sueño.
Ediciones de la Mirada, 2000, pág. 69
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