Cristo en el cine de Luis Buñuel

Cristo no me merece ninguna simpatía[1]. Cristo era un mal bicho. Pero el Cristo barbudo y rubio al que estamos acostumbrados: no el mal afeitado y cejijunto de Pasolini. A aquel lo odio[2].
Nazarín
A Cristo lo crucificaron después de condenarlo... ¿No considera usted eso un fracaso?... si Cristo regresara lo volverían a crucificar... Se puede ser relativamente cristiano, pero el ser absolutamente puro, el inocente, está condenado al fracaso. Está derrotado de antemano. Estoy seguro de que si Cristo volviera lo condenarían los grandes sacerdotes, la Iglesia... yo estoy convencido de que el "cristiano", en su sentido puro, ABSOLUTO, no tiene qué hacer sobre la tierra... porque no tiene otro camino más que la REBELIÓN en este mundo tan mal hecho[3]...
Muchas veces imaginé un filme sobre la vida de Cristo, que partía del principio de fidelidad para con el Evangelio, sin cambiar una coma y sin otorgar concesiones de ninguna especie. Esta película nos daría una representación explosiva y violenta de la persona de Cristo[4].

Ya que hablamos de Cristo, me parece que, en la evolución contemporánea de la religión, Cristo se ha ido apoderando poco a poco de un lugar privilegiado con relación a las otras dos personas de la Santísima Trinidad. No se habla más que de él. Dios Padre sigue existiendo, pero muy vago, muy lejano. En cuanto al desventurado Espíritu Santo, nadie se ocupa de él y mendiga por las plazas.[5]
La relación de Buñuel con el cristianismo no era cordial y así hay que entender las opiniones que tenía sobre Cristo. Buñuel atribuye además a Cristo la ceguera del fanatismo religioso. "En cualquier caso, y es que, como el propio Cristo reconoce en La vía láctea, ha venido a traer la espada y no la paz, algo que Buñuel visualizó en el crucifijo–navaja de Viridiana, o en la secuencia de la fragua de Los olvidados, en la que Jaibo va a robar un puñal a la herrería donde trabaja Pedro, y nos lo presenta bajo el emblema de la cruz [...] De hecho, Cristo, sus ministros o los símbolos con Él relacionados suelen asociarse en el cine de Buñuel a los efectos más perniciosos. Esos ataques son tan directos que en su día provocaron disturbios durante la exhibición de las películas. Tal fue el caso de La edad de oro.[6]"
A Buñuel solo le interesaba la parte humana de Jesús, por eso, cuando lo muestra (La vía láctea) lo hace riendo, comiendo, afeitándose, es decir, actividades cotidianas
"Podría decirse que en el cine de Buñuel el modelo que representa Cristo supone una especie de encrucijada entre el Hombre y Dios que le merece respeto hasta donde alcanza lo humano, incluida la figura valedora de esa condición, la Virgen María. Como hombre (cansado, riendo, dubitativo), hasta Cristo tiene cabida; como Dios (hierático, severo, dogmático) no procede sino el temor y rechazo.[7]"
Así es la aurora
Esas figuras crísticas que "descienden" desde Dios hasta los hombres le interesan enormemente. Pero no le importa menos seguir a sus protagonistas a través del camino inverso, en sentido "ascendente", en ese quijotesco intento de superar la envoltura carnal para recuperar la pureza primigenia...como sucede con Simón del desierto o ejemplifican las figuras marianas."[8]
Se instaura en el seno de la obra de Buñuel una dialéctica que la enriquece y vertebra de punta a cabo: es el conflicto entre la tradición española y la vanguardia, la medieval Calanda y el París cosmopolita, la disciplina jesuítica y la libertad surrealista: en definitiva, entre Cristo y Sade, Dios y el hombre...Todas estas antinomias entablan batalla en su cine teniendo como fondo los más variados argumentos, escenarios y circunstancias. A Buñuel no le duelen prendas, ni rehuye el matiz. Lo que sí impone como parte del juego limpio es el atenimiento a la naturaleza física y material del hombre.[9]
A largo de la filmografía de Buñuel la imagen de Cristo, bien de forma directa o indirecta (crucifijo, etc.) ha aparecido en diferentes ocasiones y de diferentes formas:
·        En La edad de oro: Convierte a Cristo en el depravado Duque de Blangis, uno de los peores criminales salidos de la obra de Sade. La oposición de Sade a Cristo será una de las constantes de Buñuel “La edad de oro también tiene al final su propia mantis religiosa, el Cristo-duque de Blangis, que bajo su apariencia rezadora oculta a un perverso criminal […] De esta forma, la cita final de Sade termina respondiendo, como un eco, a la inicial de Fabre, estableciendo un paréntesis en el que los dos grandes valedores del instinto arremeten contra las barreras que la sociedad opone al deseo de los protagonistas.”[10]
También aparece la custodia que llevan en el coche unos invitados a la fiesta.
·       Los olvidados: Cuando el ciego lujurioso don Carmelo intenta aprovecharse de Meche se ve una cruz al fondo. Cruz que vuelve a aparecer cuando el ciego se dispone a contar sus monedas. Cuando el Jaibo entre en la forja en la que trabaja Pedro, se dibuja la sombra de una cruz a la derecha.
·       En Susana aparece la sombra de la cruz cuando la protagonista está en la cárcel y en el crucifijo que preside la sala de estar del dueño de la casa.
·       En El bruto aparece el cuadro de La última cena de Leonardo: cuando Paloma corta las flores, la cámara privilegia la poda con un primer plano para después ascender y enfocar su mirada cómplice, interceptado por el fresco renacentista, cuyo centro ocupa Cristo bendiciendo, poco menos que sancionando el plan criminal.[11]
La vía láctea
·       En La ilusión viaja en tranvía: La escena de los matarifes que suben al tranvía y cuelgan los cuartos de buey sangrantes junto a la imagen de un sangrante Cristo de la Columna que dos beatas llevan consigo para pedir limosna. “En la escena del Cristo del tranvía, en el mismo encuadre se mantiene durante un rato una cabeza de cerdo mediante un intencionado contrapicado. Con ello no hace sino visualizar una frase de una carta que en mayo de 1930 escribía a José Bello: "Queridísimo Pepín: Recibí tu carta y creo en verdad, como diría el puerco de Cristo, que nuestro silencio, además de vergonzoso, es ofensivo". En otra anterior de fecha 27/2/29 le había dicho: "Los culos de los santocristos...son los únicos que pueden lavarse con la mano y dejarlos jugar sin que se escapen y los cojan los tranvías".[12]
La idea ya estaba presente en un texto suyo: La agradable consigna de Santa Huesca.
·       Ensayo de un crimen: En el nombre del protagonista. Buñuel lo cambia de Archibaldo Burns de la novela a Archibaldo de la Cruz en la película.
·       En Así es la aurora aparece un Cristo que sirve de poste telegráfico. Buñuel ha manifestado: Muchos habrán dicho: «Un detalle buñuelia­no». Bueno, pues perdón, pero la realidad a veces se pone buñueliana ella sola. Cuando los norteamericanos invadieron Africa, en la Se­gunda Guerra, encontraron un monumento con la imagen de Cristo y allí pusieron los alambres telefónicos que necesitaban. Y como el médico ha estado en Africa, tiene en su casa esa foto­grafía: el rostro de Jesús lleno de aisladores y alambres[13]...Emmanuel Roblès, el autor de la novela corrige a Buñuel: “No es como Buñuel la ha visto, interpretó mal el libro. Pasó así: durante la guerra había una bifurcación […] y en ese cruce había un crucifijo semidestrozado –todo el pueblo estaba en ruinas–, [...] Bueno, las líneas telefónicas llegaban y se anudaban alrededor del cuello y de los brazos o del tronco del Cristo. Estaba picado por los impactos de bala [...] pero se tenía en pie. Lo volvía a ver cada vez que iba o volvía a Nápoles [...] Y le hablé de esa imagen, la descubrí. Claro está, Buñuel lo ha interpretado por medio del hermoso Cristo de Amiens –creo que es ése– y le ha encajado aisladores eléctricos. Da así una imagen muy surrealista, que me gusta mucho, pero que no es [...] la imagen real que vi [...] Fue un hallazgo suyo, muy divertido, muy bueno y muy surrealista.[14]..
También tenemos que señalar el cuadro del Cristo de San Juan de la Cruz de Dalí que aparece en la comisaría de la policía. "Esta imagen aparece al fondo de la conversación del comisario Fasaro cuando intenta arrancar al doctor Valerio la delación de Sandro, un obrero que ha matado a su patrón y es protegido y encubierto por el médico. Es la forma buñueliana de llamar delator a Dalí, quién –según la discutible versión del realizador- le denunció como ateo en su Vida secreta...[15]
Simón del desierto
·       En La muerte en este jardín el protagonista va detenido por los guardias. Atraviesan una iglesia en el momento en que el padre Lizardi efectúa la consagración y como no se arrodilla al pasar le golpean y cae al suelo. En el plano en que está en el suelo se ve al fondo un crucifijo dando a entender que el de la violencia está en Cristo.
También se le alude en el mensaje de Cristo llamando a los oprimidos a la resignación: "La rebelión acaba siempre represión...El que a hierro mata a hierro muere."
·       En Nazarín, aparece una imagen de Cristo riendo a carcajadas que el personaje de Andara ve durante su fiebre. Ésta es una imagen que ya aparecía en su texto surrealista Una jirafa...Eso de la risa de Cristo no tiene por fuerza que ser un detalle diabólico. Cristo ¿no habrá reído nunca a carcajadas?[16]Él siempre piensa que Cristo se reía, comía, andaba con los brazos extendidos y no alzados como en una plegaria. Me gustaría hacer la vida de Cristo según San Mateo, pero un Cristo humano.[17]
·       En Viridiana tenemos la navaja–cristo. Buñuel dijo que “si en la época del surrealismo hubiesen tenido esos Cristos–navajas habrían sido un símbolo de las revistas y de la literatura de aquella época.”[18] También aparece otras imágenes crísticas: los clavos, la corona de espinas,  y la cruz que la protagonista trajo y que evocan el martirio de Cristo. La corona de espinas y la cruz son echadas al fuego. Por último, tenemos ciego que preside la Última Cena, que es llamado soplón por ser un confidente de la policía.
·       En Simón del desierto Silvia Pinal es el diablo y aparece disfrazada con barba y el carnero al que dará una patada. (Buen Pastor) Se ha dicho que Silvia Pinal aparece vestida de Cristo con una barba y da patadas a un cordero. Pero ella es la encarnación del demonio. Es riguroso que en los primeros tiempos del cristianismo el demonio se aparecía bajo la forma de Cristo. En toda su aparición lleva un borrego, como el Buen Pastor del fresco de Gala Placidia, de Ravena.[19].
Los olvidados
·       Belle de jour: Había interpolado, pero bastante discretamente, una misa de réquiem a la cual ayudaba el duque, los dos nada más, él y el sacerdote [...] luego cuando la metía en el ataúd, se veía el Cristo de Grünewald […] y describía el cuadro medio minuto viendo la cara, los garfios, las manos, los pies, las uñas, ¿no?, eso es horrible, el Cristo es verdaderamente impresionante.[20]
·       La vía láctea es la única película de Buñuel en la que aparece Cristo como personaje: ...quise mostrarlo como un hombre normal, riendo y corriendo, equivocándose de camino, disponiéndose incluso a afeitarse, muy alejado de la imaginería tradicional.[21] No veo por qué Cristo tendría que haber sido siempre un señor solemne y barbado que anda majestuosamente y sólo suel­ta frases para la posteridad. Y por otro lado, la imagen convencional de Cristo puede ser interesante: por algo es la que se ha quedado en la memoria de la gente. ¿Por qué no? No creo que esos detalles sean diabólicos ni profanatorios. No veo por qué Cristo tendría que haber sido siempre un señor solemne y barbado que anda majestuosamente y sólo suelta frases para la posteridad[22].
Son cosas que me imaginaba cuando tenía diez u once años. Imaginaba a Cristo corriendo o afeitándose la barba, y me escandalizaba yo mismo. Pero seguramente Cristo corrió alguna vez, o se afeitó la barba. No siempre debió andar despacio y solemnemente; alguna vez se recortó la barba, porque, si no, le habría llega­do a los pies. Filmé la escena de la maldición de la higuera, que es notable: allí Cristo se encoleriza con un pobre árbol porque éste no le da su fruto. «Yo te maldigo y serás estéril». Y caían todas las hojas del árbol. Pero con el trucaje, la escena parecía de dibujos animados, como de Walt Disney, y la suprimí.[23]
Susana
Refiriéndose a La vía láctea, Jean-Claude Carrière dice: “Buñuel, desde hace años, tenía ganas de mostrar a Cristo con su aspecto tradicional, convencional, con cabellos largos, hermosa túnica, etc., pero moviéndose como un hombre: riendo, cantando, corriendo (lo cual nunca se ve en el cine). Pero pensaba que no merecía la pena hacer todo un filme sobre ello. Entonces ha metido en este filme sobre las herejías varias secuencias en las que se ve a un Cristo nuevo, como en las bodas de Canaán, por ejemplo.”[24]
También aparece Cristo en otra escena representado por un enano. Un señor con capa se aleja, lleva un enano a su lado que suelta una paloma. Buñuel llama a esta escena “la de la Santísima Trinidad”. En esta película Cristo tiene una gran importancia, ya que se trata de un peregrinaje sobre las herejías. "En la última secuencia hay una extraña asociación entre Jesús y los ciegos...Un grupo de ciegos que recuerdan el cuadro de Brueghel, sale al paso de Jesús pidiéndole que los cure. Con este fin frota sus ojos con barro y ellos parecen recobrar la visión. Pero un final abierto incita al espectador a dudar sobre la eficacia del milagro...pues los ciegos tienen dificultades para sortear una pequeña zanja que se interpone en su camino.[25]"
·       En Tristana aparecen los crucifijos. Primero cuando la huérfana está recogiendo las cosas de su casa para irse con don Lope. Más adelante pasan Tristana y Horacio por delante de una cruz en la calle antes de darse un apasionado beso y ser recriminados por un caballero por la acción. Cristo se interpone al deseo.
·       Ese oscuro objeto del deseo termina con una bomba reivindicada por el grupo terrorista, Grupo Armado Revolucionario del Niño Jesús, lo que no deja de ser una crítica para un antiguo alumno de los jesuitas. En esta película Cristo se interpone entre los varones y las mujeres a través de los crucifijos en varios momentos de la película como síntoma de la represión del deseo.
·       La-Bàs: En el guion se dice: "Lentamente, nos acercamos al Cristo de Grünewald, ese Cristo torturado, inmundo, repelente ─y que sin embargo brilla con una espiritualidad misteriosa─.[26]
·       En El monje aparecen crucifijos y el rostro de Cristo pintado en el velo de la Verónica.
·       Agón/El canto del cisne. "Es uno de los guiones más amargos de Buñuel, tanto que […] proporcione los suficientes indicios como para deducir una visión de Cristo como una especie de Gran Terrorista. Y ello por ser responsable doctrinal de algunos de los peores fanatismos que han asolado la historia de la humanidad... [27] En un momento del guion se pregunta "¿Y Cristo?", el psiquiatra responde: "Cristo es un caso bien conocido de degeneración. Todo el mundo está de acuerdo hoy día. Tenía ideas de edipismo, eunuquismo y de amputación manual"
La edad de oro
Para el final habíamos pensado ver el rostro, con las órbitas vacías, de Cristo apareciendo entre las nubes por encima de paisajes muy diversos, en África, en la India, sobre una caravana musulmana o de los esquimales de Groenlandia.[28]


[1] Max Aub: Conversaciones con Buñuel, Aguilar, 1985, pág. 136
[2] Max Aub: Conversaciones con Buñuel, Aguilar, 1985, pág. 159
[3] Elena Poniatowska: Entrevista con Luis Buñuel. En El País Semanal, 30/3/1997, pág. 86
[4] Manuel Michel: Entrevista con Luis Buñuel. En Buñuel, Kyrios, 1978, pág. 47
[5] Luis Buñuel: Mi último suspiro, Plaza & Janés, 1982, pág. 238
[6] Agustín Sánchez Vidal: El mundo de Luis Buñuel. Caja de Ahorros de la Inmaculada, 1993, pág. 209
[7] Agustín Sánchez Vidal: El mundo de Luis Buñuel. Caja de Ahorros de la Inmaculada, 1993, pág. 218
[8] Agustín Sánchez Vidal: El mundo de Luis Buñuel, Caja de Ahorros de la Inmaculada, 1993, pág. 146
[9] Agustín Sánchez Vidal: Luis Buñuel, Cátedra, 1991, pág. 14
[10] Agustín Sánchez Vidal: Las bestias andaluzas. En: Dalí joven. Museo Nacional de Arte Reina Sofía, 1995, pág. 275
[11] Ramón Moreno Cantero: El bruto. En: Vértigo, nº 11, marzo 1995, pág. 52
[12] Agustín Sánchez Vidal: Luis Buñuel, Cátedra, 1991, pág. 191
[13] Tomás Pérez Turrent y José de la Colina: Buñuel por Buñuel, Plot, 1993, pág. 100
[14] En Max Aub: Conversaciones con Buñuel, Aguilar, 1985, pág. 385
[15] Agustín Sánchez Vidal: El mundo de Luis Buñuel. Caja de Ahorros de la Inmaculada, 1993, pág. 197
[16] Tomás Pérez Turrent y José de la Colina: Buñuel por Buñuel, Plot, 1993, pág.110
[17] Ricardo Muñoz Suay : En torno a Buñuel, Cuadernos de la Academia, nº 7-8, agosto 2000, pág. 600
[18] Ricardo Muñoz Suay en Max Aub: Conversaciones con Buñuel, Aguilar, 1985, pág. 426
[19] Juan Cobos: Entrevista con Luis Buñuel. Griffith, nº. 1. Junio de 1965. En J. Francisco Aranda: Luis Buñuel biografía crítica, Lumen, 1975, pág. 403
[20] Max Aub: Conversaciones con Buñuel, Aguilar, 1985, pág. 121
[21] Luis Buñuel: Mi último suspiro, Plaza & Janés, 1982, pág. 238
[22] Tomás Pérez Turrent y José de la Colina: Buñuel por Buñuel, Plot, 1993, pág. 110 
Viridiana
[23] Tomás Pérez Turrent y José de la Colina: Buñuel por Buñuel, Plot, 1993, pág. 151
[24] Agustín Sánchez Vidal: Luis Buñuel, Cátedra, 1991, pág. 121
[25] Agustín Sánchez Vidal: El mundo de Luis Buñuel. Caja de Ahorros de la Inmaculada, 1993, pág. 203
[26] Luis Buñuel: Là-bas. Instituto de Estudios Turolenses, 1990, pág. 113
[27] Agustín Sánchez Vidal: Los expulsados del paraíso. Escuela Libre Editorial, 1995, pág. 72
[28] Jean-Claude Carrière: Agón. Instituto de Estudios Turolenses, 1995, pág. 18

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