La Virgen en Buñuel y su cine
Dejé de ser religioso desde la
adolescencia. Pero ¿creen ustedes que no tengo todavía en mi forma de pensar
muchos elementos de mi formación cristiana? Entre otras muchas cosas, una
ceremonia en honor de la Virgen, con las novicias en sus hábitos blancos y su
aspecto de pureza, puede conmoverme profundamente. [1]
Capilla del colegio de Buñuel |
Ya
sabes que Cristo no me merece ninguna simpatía y que, en
cambio, tengo toda clase de respetos hacia la Virgen María.[3]
Esa devoción por la Virgen le
viene de familia: Mi padre había pagado un paso para la procesión
del Milagro, en
Calanda, del mejor estilo sansulpiciano. Precioso. Con dos ángeles de tamaño natural, , la
Virgen y Pellicer... Lo llevaban trabajadores
de las fincas, vestidos de blanco y con cíngulos rojos... Las «hordas rojas» lo
destruyeron en mil novecientos treinta y seis. Es una lástima.[4]
En 1908, cuando ingresó en el
colegio del Salvador, fue admitido en la Congregación mariana, reservada para
alumnos que «se comprometían, bajo la advocación de la Inmaculada Concepción, a
un especial cultivo espiritual». «Pertenecí a la
Congregación mariana e incluso formé parte de la Junta (con la medalla oval de
la Inmaculada y la cinta ancha con los colores azul y blanco)»,
recordaba, orgulloso, en 1966.[5] También formé parte del coro musical de la Virgen del Carmen. Éramos
siete u ocho. Yo tocaba el violín.[6]
De niño él creía en la
Virgen: Se pegó un tiro en la mano, y decía:
«¡Virgen del
Pilar, sálvame! ¡Virgen del Pilar, sálvame!» Eso
decía. Sí, era pequeño Luis. (…) ¿qué
tendría? Once años o así.[7]
No sé quién inventó
eso de que yo dije que los jesuitas nos
enseñaban a masturbarnos en su honor [la Virgen]. ¡Qué barbaridad! Durante el mes de
ejercicios mariológicos extremaban
su rigor en cuanto a nuestra manera de sentarnos,
no nos dejaban poner una mano debajo de la mesa, por si además nos pasábamos papelitos, ni descansar la
frente en las dos manos, por
si nos dormíamos.[8]
Dalí
cuenta una anécdota durante uno de sus viajes a Toledo: “Tenía una especie de locura por los conventos de
Toledo, le gustaban mucho, mucho, y pasaba
todas las noches yendo a oír a las
monjas que cantaban allí. Había una pequeña Virgen que le gustaba mucho,
y de pronto, delante de la Virgen, se enterneció y empezó a hacer una especie de oración, y después, sin ninguna clase
de intermedio, escupió a la Virgen y empezó a insultarla. O sea, pasó de una cosa a otra como lo más
natural del mundo.”[9]
Y
siguió conservando esa devoción como nos cuenta algún testigo: “Me acuerdo de una vez allí, en plena Semana Santa, en que para
evitar una procesión, cogimos una calles que no eran las habituales para salir
al sitio donde teníamos el coche y volver a Zaragoza. Entonces, caímos de
lleno en medio de otra procesión y se formó una escena absolutamente
indefinible, muy difícil de contar, que es la terrible e indisimulable emoción
de Luis Buñuel viendo un paso de la Virgen, mirándolo con una intensidad
enorme. Si nos ponemos a hacer literatura, se podría decir que era un hombre
que andaba buscando y recordando mucho.
¿Te refieres a sus años en Calanda?
La vía láctea: Bodas de Canaán o Caná |
Que viene a ser lo mismo que afirma el crítico Manuel Alcalá: “Buñuel manifestó que respetaba a la Virgen en su cine porque es como una vuelta a la infancia y su memoria.”[11]
Toda
esta admiración por la Virgen no tiene nada que ver con su ideología o creencias:
Hay gente muy inteligente que cree en Dios. ¿Por qué no, después
de todo? Está en la naturaleza humana el buscar una esperanza. En cuanto a mí,
no puedo dejar de ser como soy. No he recibido la Gracia que da la fe. Me
interesa una vida con ambigüedades y contradicciones. El misterio es bello.
Morir y desaparecer para siempre no me parece horrible, sino perfecto. La
posibilidad de ser eterno, en cambio, me horroriza. Mira: si mi mejor amigo,
muerto hace mucho, se me apareciese, tocase mi oreja con sus dedos y la
inflamase instantáneamente, yo no creería que venía del infierno; yo no creería
por eso ni en Dios, ni en la Inmaculada Concepción, ni en que la Virgen me
puede ayudar en los exámenes. Pensaría sólo: Luis, aquí tienes otro misterio
que tampoco comprendes.[12]
"Es lógico que el
asentamiento sucesivo de atribuciones a la Virgen María hiciera más y más
atractiva su figura para Buñuel, especialmente la de la Inmaculada Concepción [...] El tosco anticlericalismo que en ocasiones se atribuye a Buñuel, quizá pueda
hacer aparecer esta obsesión mariana suya como algo irónico y distanciado, pero
se equivocaría quien así pensara. Si se exceptúa el Angelus, no hay en su obra
asomo de tal cosa cuando se ocupa de estos temas, a diferencia de Cristo, por
el que...experimenta el más vivo de los rechazos. Por el contrario, para él la
virginidad parece ser el epítome de lo humano, su punto de referencia original,
limpio de toda mácula."[13]
Las referencias a la Virgen
abundan en la obra del aragonés. En su obra literaria aparece en La jirafa: “En la dieciseisava: Al abrirse la mancha se ve, a dos o tres metros, una Anunciación de Fray Angélico, muy bien
enmarcada e iluminada, pero
en un estado lamentable, rota a cuchilladas, embadurnada de pez, la figura de la Virgen cuidadosamente ensuciada
con excrementos, los ojos
reventados a alfilerazos; en el cielo en caracteres muy ordinarios se lee:
ABAJO LA MADRE DEL TURCO.”[14] También se la menciona en Ilegible, hijo de Flauta.
Pero donde realmente abundan
sus referencias es en su obra cinematográfica. La asociación de la Virgen con
el carnuzo tiene en Buñuel su propia economía en relación con el Milagro de
Calanda, que asocia la pierna muerta de Miguel Pellicer con la Virgen del
Pilar. Volvería a esa connivencia en El bruto (donde la Virgen preside el
matadero) y a una similar en La ilusión viaja en tranvía (aunque
aquí se trata de un Ecce Homo y no de
una Virgen). Pero la que más se acerca a una parodia de las madonnas dalinianas
es una imagen de la madre (a la que también se relaciona con las gallinas y los
huevos) que, en lo alto de su pedestal, pela manzanas para construir con sus
mondas una especie de cordón umbilical con el que apartar a su hijo del pecado
carnal.[Subida al cielo][15]
También contrapone Buñuel la
Virgen al carnuzo (trozo de carne) en Tristana, donde asocia la Virgen a
la pierna amputada de Tristana y en Los olvidados, donde en uno de los
sueños la madre de Pedro aparece como una Virgen ofreciéndole un gran trozo de
carne a su hijo.
La vía Lactea: milagro del rosario |
Donde se ve claramente la
ternura que sentía Buñuel por la imagen de la Virgen es sin lugar a dudas La
vía láctea (1968). En ella contrapone
la figura de la Virgen María a la de Cristo. "Esta contraposición
es, en cierto modo, la que estructura, consciente o subconscientemente, La
vía láctea: los misterios de Jesús caen en la parte francesa del Camino
de Santiago, y vienen a rendir cuentas de la formación más culturalista de
Buñuel, mientras que los de la Virgen se asientan en las nociones más primarias
de su tierra española de origen, y concretamente en la Venta del Llopo de
Calanda. Además, los episodios que se cuentan en la hospedería son los más
homogéneos, y los milagros de la Virgen los relata un cura en largos primeros
planos, con un énfasis raro en el realizador. Y allí es donde un alter ego de
Buñuel pronuncia su frase contra la tecnología, prefiriendo casi las creencias
religiosas. [16]
Hay también en el film una
visión de Cristo, de los apóstoles, de la Virgen, de los cuales hace mucho que
venía hablando Buñuel. Éste, desde hace años, tenía ganas de mostrar a Cristo
con su aspecto tradicional, convencional, con cabellos largos, hermosa túnica,
etc., pero moviéndose como un hombre: riendo, cantando, corriendo (lo cual
nunca se ve en el cine). Pero pensaba que no valía la pena hacer todo un film
sobre ello.[17]
Tengo ganas de hacer una película que
vaya en contra del gusto de todos, a
contracorriente de todas las ideologías, algo hay ya de eso en La
Vía Láctea. Sí, una
película en contra de los comunistas, de los socialistas, de los católicos, de
los liberales, de los fascistas. Pero yo no entiendo de política. Una política en la que quedara patente mi
nihilismo. Una película en contra de
Cristo, de Buda, de Siva. Cristo era un mal bicho. Pero el Cristo barbado y rubio al que estamos acostumbrados;
no el mal afeitado y cejijunto de Pasolini. A aquél lo odio. La Virgen, no. La Virgen es adorable. Pero no una
Virgen vieja y desdentada como me
proponían, sino la Virgen con su velo y su toga tapándole hasta las uñas de los pies.[18]
Tristana |
Como anécdota digamos que
Buñuel quiso que la Virgen fuera interpretada por la actriz española Charo
López, tal y como ella lo cuenta: “Fuimos
al rodaje y recuerdo que, al llegar, Buñuel estaba sentado en la típica silla
de director, paró el rodaje, me levantó una mano y me dijo: "¡Venga, venga
usted!". Y yo vi que José me dejaba. Me sentí completamente sola. Era como
una niña. Me fui hacia él, que dijo: "Por favor, una silla.... Sé que eres
la mujer de Jesús García de Dueñas, crítico al que yo admiro mucho". Eso
ya era una referencia extraordinaria, aunque yo sentía que me subía la sangre
por el cuerpo, porque me sentía muy pequeña, la verdad. Entonces me dijo:
"Mira, yo quiero que te hagan unas pruebas, aunque yo ya te daría el
papel. Pero estamos en Francia y hay que hacer pruebas. Te vas a ir a que te
maquillen, a que te vistan, y luego bajas a la roulotte. Entonces vino a
buscarme yo no sé cuánta gente y me dijeron que esperase en la roulotte de
Michel Piccoli. Entonces me iluminaron, me
pusieron delante de dos cámaras y Buñuel me dijo simplemente: "Mira para
los lados, cruza los brazos, bájalos". Y, de pronto, dijo: "Está
bien, está bien". Se acercó y me dijo: "Por mí, eres la Virgen.
Quiero una Virgen española, como tú; así que esperemos". Dije: "Ah,
pues muy bien, don Luis, muchísimas gracias".
Pero no pudo ser por
exigencias de los sindicatos franceses.
Esta es la única película de
Buñuel en la que aparece la Virgen como personaje, pero aparece en muchas
otras, bien en imagen o en los diálogos. Veamos:
En Las Hurdes/Tierra sin pan
se una inscripción que dice: «AVE MARIA PURISIMA SIN PECADO CONCEBIDA».
En Él aparece sobre la cama del
protagonista un cuadro de la Virgen levemente torcido.
En El Bruto la secuencia que
va a presentarnos al protagonista al comienzo de la película se inicia con una
imagen de la Virgen de Guadalupe desde la cual se pasa por mediante una
panorámica al Bruto, que arrastra canales de buey.[21] La
imagen volverá a surgir, ahora en la carnicería donde Paloma y Pedro despacha;
mientras se despedaza la carne y Paloma continúa con la seducción de El Bruto.[22] Es
una imagen que existía realmente en un matadero mexicano.
El Bruto |
Se me ocurrió cuando filmábamos la
escena y pedí que trajeran una Virgen de Guadalupe. Había chorros de tequila y
vino. Asistieron Dominguín, el torero, y Renato Leduc, el escritor, que eran
amigos de la «porra» de los toros. Los matarifes nos invitaron a comer en
vísperas de la corrida de toros que había al día siguiente, o unos días
después. Recuerdo que todos los matarifes eran muy anticomunistas. «Somos
mexicanos —decían—, no queremos teorías exóticas.» Al entrar en el matadero se
veía en un vestíbulo la imagen de la Virgen de Guadalupe en su altar, rodeada
siempre de flores y cirios. El día de Guadalupe los matarifes iluminan el
altar y hay una fiesta formidable. Todos gastan miles y miles de pesos ahorrados
para ese día, invitan a los amigos y a mucha gente. La virgen forma parte de su
vida, está con ellos en el trabajo. Yo temí que mostrar eso pudiera parecer
irrespetuoso, pero nadie protestó aquí en México.[22a]
En Viridiana, así como la
Virgen concibió por obra del Espíritu Santo, es decir por la gracia divina, así
también ignora Refugio quién la dejó embarazada. Es realmente difícil ir más
lejos en la sutileza de las citas, pero también en la burla de las claves
litúrgicas. Y, con todo, Buñuel imprime a su gesto un sentido del humor
desdramatizado y no una mera voluntad blasfematoria...[23] La
hipocresía de los mendigos viene perfectamente representada por “el cojo”,
personaje que pinta retablos, que quiere pintar a Viridiana como Virgen y que más
adelante intenta violarla.
En El ángel exterminador se
habla de una Virgen de plástico lavable y hay una Virgen pintada en la puerta
del baño. También se hace promesa de visitar a la virgen de Lourdes.
En Tristana se realiza una
asociación entre la protagonista y la virgen casi al final de la película, en
la escena del balcón: "Tristana se despoja de su prótesis y se exhibe
desnuda ante el sordomudo Saturno. Inmediatamente después, la cámara encuadra
con el mismo contrapicado toda una serie de vírgenes, hasta topar con la del
altar mayor de una iglesia donde ella y don Lope se acaban de casar."[24]
El fantasma de la libertad |
En su adaptación de El
monje Buñuel introdujo una serie de "variantes marianas que no
están en la novela original ni fueron preservadas el rodaje de su guion llevado
a cabo por Ado Kyrou. Me refiero a la intervención de la Virgen para salvar la
pureza de Antonia, nueva Viridiana que ha quedado dormida gracias al talismán
que ha dado el Diablo al malvado monje Ambrosio. Debido a que la Virgen
despierta a la madre de Antonia, el religioso ve frustrados sus
propósitos."[25]
En El fantasma de la libertad,
el punto nodal de todas estas breves historias, en las que guiados por el azar,
confluyen la realidad, la fantasía, el misterio y el absurdo, se da en la noche
en el albergue, convertido de nuevo en la Venta Quemada, con su continuo abrir
y cerrar de puertas que nos remiten a las manchas-caja de la Jirafa: una
bailaora y el guitarrista, ambos españoles; la enfermera y los monjes jugando a
las cartas y apostando con medallas y escapularios («la Virgen vale diez y los
Sagrados corazones veinticinco, ¿no es así?...[26]
[1] Tomás Pérez Turrent y José
de la Colina: Buñuel por Buñuel,
Plot, 1993, pág.102
[2] Tomás Pérez Turrent y José
de la Colina: Buñuel por Buñuel,
Plot, 1993, pág.141
[3] Max Aub: Conversaciones con Buñuel, Aguilar,
1985, pág. 136
[4] Max Aub: Conversaciones con Buñuel, Aguilar,
1985, pág. 41
[5] Ian Gibson: Luis Buñuel La forja de un cineasta
universal 1900-1938, Aguilar, 2013, pág. 91
[6] Luis Buñuel: Mi último suspiro, Plaza & Janés,
1982, pág. 20
[7] Max Aub: Conversaciones con Buñuel, Aguilar,
1985, pág. 174
[8] Max Aub: Conversaciones con Buñuel, Aguilar, 1985,
pág. 159
[9] Salvador Dalí, en: Max
Aub: Conversaciones con Buñuel, Aguilar,
1985, pág. 551
[10] Joaquín Aranda, en: En torno a Buñuel, Cuadernos de la Academia, 7-8, agosto 2000, pág. 51
[11] Manuel Alcalá: Buñuel (Cine e ideología),Edicusa, 1973
pág. 146
[12] Luis Buñuel, en: J.
Francisco Aranda: Luis Buñuel, Lumen,
1975, pág. 281
[13] Agustín Sánchez Vidal: El mundo de Luis Buñuel, Caja de Ahorros
de la Inmaculada, 1993, pág. 146
[14] Luis Buñuel: Obra literaria, Heraldo de Aragón, 1982,
pág. 148
[15] Agustín Sánchez Vidal: Buñuel, Lorca, Dalí: El enigma sin fin, Planeta,
1988, pág. 314
[16] Agustín Sánchez Vidal: El mundo de Luis Buñuel, Caja de Ahorros
de la Inmaculada, 1993, pág. 147
[17] Jean-Claude Carrière: Spécial Bunuel: La voie Lactée. Simon du désert, juillet-septembre,
1969, pág. 8
[18] Max Aub: Conversaciones con Buñuel, Aguilar,
1985, pág. 159
[19] Ado Kyrou en Max Aub: Conversaciones con Buñuel, Aguilar,
1985, pág. 525
[20] Tomás Pérez Turrent y
José de la Colina: Buñuel por Buñuel,
Plot, 1993, pág. 151
[21] Agustín Sánchez Vidal: El mundo de Luis Buñuel, Caja de Ahorros
de la Inmaculada, 1993, pág. 153
[22] Ramón Moreno Cantero: El bruto. En: Vértigo, nº 11. marzo
1995, pág. 52
[22a] Tomás Pérez Turrent y José de la Colina: Buñuel por Buñuel, Plot, 1993, pág.67
[22a] Tomás Pérez Turrent y José de la Colina: Buñuel por Buñuel, Plot, 1993, pág.67
[23] Vicente Sánchez-Biosca: Escenas de liturgia y perversión en la obra
de Buñuel. En: Archivos de la
Filmoteca, nº 35, junio 2000, pág. 24
[24] Agustín Sánchez Vidal: El mundo de Luis Buñuel, Caja de Ahorros
de la Inmaculada, 1993, pág. 153
[25] Agustín Sánchez Vidal: El mundo de Luis Buñuel, Caja de Ahorros
de la Inmaculada, 1993, pág. 147
[26] Víctor Fuentes : Los mundos de Buñuel, Akal, 2000, pág.
195
Comentarios
Publicar un comentario