Buñuel y el terrorismo
La violencia forma
parte del estilo de Buñuel y es un tema recurrente en su cine, pero también es
el factor que más ha ido cambiando con el paso del tiempo en sus películas,
transformándose en humor (negro, irónico, etc., pero nunca inocente).
El movimiento surrealista en Francia era el movimiento artístico más
violento del mundo. Usábamos la violencia como un arma contra lo establecido.[1]
Cuando era joven era muy agresivo El surrealismo en
el cine comenzó cuando nos preguntamos qué se podría hacer antes
que atacar y destruir directamente los conceptos valorativos de mil espectadores. Todo aquello que no ataque a la sociedad y
las instituciones no es surrealista… El surrealismo
ha pasado a la vida. Hoy en día la violencia está en todas partes. Hay guerras, revoluciones, terrorismo. La violencia no sirve ya para nada. No
hay nada que escandalice. El arte necesitaba armas. Ahora las armas no sirven para nada. Yo he sido un
terrorista teórico. Actualmente
desprecio el terrorismo, incluso al
teórico. Atacar la violencia con violencia es absurdo.[2]
Actualmente me siento muy poco violento –declaró en el momento del estreno
de El discreto encanto de la burguesía,
en 1972-. Violento, sí, lo soy, imaginativamente. Sin duda, me mantengo fiel a
las revueltas de mi pasado, pero hoy, entre tanta confusión ideológica, mis
ilusiones casi han desaparecido y no puedo, por experiencia, tener confianza en
los nuevos regímenes políticos.[3]
Jean-Claude Carrière: El
terrorismo le fascinaba y le repugnaba al mismo tiempo. Recuerdo que se sentía
particularmente orgulloso del final de la película, donde se ve que la inmensa
violencia estatal (la explosión de una bomba atómica en Jerusalén) convierte en
irrisoria toda tentativa individual.[4]
Tampoco éste [el terrorismo] puede sustraerse a las frases de nuestra juventud, a lo
que decía Breton, por ejemplo: «El gesto surrealista más simple consiste en
salir a la calle revólver en mano y disparar al azar contra la gente.» Por lo
que a mí respecta, no olvido haber escrito que Un chien andalou no era sino un llamamiento al asesinato.
El símbolo del terrorismo, inevitable en nuestro siglo, siempre me ha
atraído; pero del terrorismo total cuyo objetivo es la destrucción de toda
sociedad, es decir, de toda la especie humana. No tengo sino desprecio para
aquellos que hacen del terrorismo un arma política al servicio de una causa
cualquiera, por ejemplo, esos que matan y hieren a madrileños para llamar la
atención del mundo sobre los problemas de Armenia. De esos terroristas ni
hablo. Me dan horror.
La vía láctea |
Yo hablo de la Banda de Bonnot[5], a
la que adoraba, de Ascaso y de Durruti[6] que
elegían a sus víctimas cuidadosamente, de los anarquistas franceses de finales
del siglo XIX, de todos los que quisieron dinamitar un mundo que les parecía
indigno de subsistir, volando con él. A ésos los comprendo y, muchas veces los
admiro. Pero ocurre que entre mi imaginación y mi realidad media un profundo
foso, como le ocurre a la mayoría de la gente. Yo no soy ni he sido nunca un
hombre de acción, de los que ponen bombas y, aunque a veces me sentía
identificado con esos hombres, nunca fui capaz de imitarlos.[7]
El auge del terrorismo en los años sesenta y setenta
le haría cambiar de opinión. A mediados de los años setenta Buñuel empieza a
percibir el terrorismo como uno de los signos
de nuestro tiempo. Y eso se refleja en el protagonismo que va adquiriendo el
tema en sus últimas películas.
...Lo que me indigna respecto a los terroristas, cualquiera que sea su
filiación política, es que matan a la gente, o amenazan con hacerlo, y las
autoridades pactan con ellos, los periódicos les hacen una enorme publicidad,
los convierten en estrellas de alguna manera. Esas noticias, yo las censuraría
en todos los periódicos y en la televisión, si tuviera poder para ello. Hay exceso
de información[8].
Hoy puede usted estar en un café, hablando con una amiga. Se oye una
explosión, gritos, la sirena de los coches patrulla y usted sigue la conversación
muy tranquilo, sin siquiera volverse a ver qué ha ocurrido. De hecho pasa así
en mi película. El mundo se acostumbra cada vez más al terrorismo, ya forma un
poco parte de la vida cotidiana, igual que el smog y el ruido.[9]
Fue Buñuel posiblemente el único de los grandes
cineastas o literatos y pensadores de la segunda mitad del siglo XX que viera y tratara en su obra,
desde los años 6o, cómo el terrorismo, que en el presente nos asola con una
fuerza antes desconocida, se iba a convertir en «el tema de nuestro tiempo» …La
pulsión de la muerte, que aparecía en su primer cine tan ligada a la del amor,
domina ahora el campo casi en solitario, con una particularidad: se trata del
instinto de la muerte, Tánatos socializado. El leitmotiv del rifle, pistolas y
metralletas de estas películas, así como las explosiones que invaden los
fotogramas en las dos últimas, apuntan al apocalíptico Agón final que Buñuel no pudo llevar a la pantalla…
El fantasma de la libertad |
Recordemos que
los surrealistas, sin tener conciencia de la terrible violencia que se les-nos
venía en los años 30, declaraban que el acto surrealista por excelencia era
salir a la calle con una pistola y disparar indiscriminadamente sobre la gente.
Late en esta lamentable frase-provocación, de la que posteriormente el propio
Breton se arrepintiera, mucho de aquella intención de los bohemios de fines del
siglo XIX de épater al burgués; frase
y actitud aquella que Buñuel, en sus comienzos, hizo suya potenciándola y
declarándose «terrorista cultural» en repetidas ocasiones. No obstante, en su
madurez, y en frecuentes últimas declaraciones insistió en que aborrecía el
terrorismo y que todos los actos de violencia que propone en su cine los limita
al terreno de la imaginación y de la mente, no de la acción.[10]
La reiterada presencia del terrorismo en los últimos
filmes de Buñuel, indica que estaba muy obsesionado con el tema, hasta el punto
de que “el terrorismo adquiere ya el protagonismo absoluto en su último guion,
nunca filmado Agon, donde el
pesimismo le lleva al extremo de terminar con una explosión nuclear.”[11]
· La
vía láctea: Se
deja ver en la secuencia del fusilamiento del Papa.
·
El discreto encanto de la burguesía: El terrorismo aparece en varios momentos de la
película. Una joven trata de
asesinar en París al embajador de la República de Miranda y al final de la
cinta se produce la masacre del grupo burgués, incluido el embajador.
· El
fantasma de la libertad:
Tenemos el episodio del asesino–poeta, el francotirador que dispara sobre las
personas, lo cogen preso, lo condenan a muerte y luego lo dejan libre. Buñuel
diría: Qué
absurdo ¿verdad? Pero es una ligera exageración sobre algo real de nuestros
días. Sucede con el terrorismo. Unos señores secuestran un avión y amenazan
volarlo con más de cien personas inocentes dentro, empleando dinamita. Las
autoridades negocian y dan a los terroristas pasaporte a Libia.[12]
El discreto encanto de la burguesía |
· Ese
oscuro objeto del deseo: “El terrorismo es un leitmotiv: jalona la acción desde el principio al fin:
hasta el punto de que visionando hoy la película, tan sacudida por
explosiones, no sabemos si estamos en Sevilla o en París, donde transcurre la
acción o en el Bagdad o Kabul actuales. En la película, a poco de comenzar, el
protagonista, Mathieu, presencia la voladura de un auto[13]
y, al llegar a París, lo vemos en el despacho de su primo juez, quien acaba de
salir del juicio al grupo terrorista, el RAIJ (grupo revolucionario armado del
Niño Jesús), y quien le comenta que el jurado ha debido de ser amenazado, pues
ha condenado a los terroristas a penas no acordes con sus delitos: varios
atentados, uno de ellos con quince muertos. Durante la comida en casa de
Mathieu, continúan la conversación sobre el tema, y éste expresa (¿hablando por
boca del propio Buñuel?) la diferencia entre los terroristas actuales y las
bandas anarquistas del siglo XIX que actuaban por desinterés y con generosidad.
Su primo le ataja aduciendo que todos son gánsteres, y concluye afirmando que
el terrorismo ha devenido un acto cotidiano y que, pronto pasará a las páginas
deportivas de los diarios.
De hecho, en los diarios que Matheu lee —en los pocos
momentos de asueto que le depara su incansable asedio al objeto de su deseo,
Conchita— los atentados terroristas copan los titulares. En uno de ellos
leemos: «Explotó el avión Jumbo secuestrado, con 290 muertos». Noticia que
anticipa en once años, la que de verdad sucedió: la explosión del vuelo 103 de
la Pan Am, el 21 de diciembre de 1988, sobre Escocia, matando a sus 259
pasajeros; acto de terrorismo en el que estaba envuelto el gobierno libio de
Gadafi, el cual, ahora (recordemos que esto se escribió en el 2004), tras
retractarse, en otro giro de lo que satirizaba Buñuel con el ejemplo del
asesino-poeta, es acogido entre las «naciones libres». En uno de los varios
momentos en que Mathieu está a punto de gozar de la unión con Conchita, sin
lograrla nunca, la explosión de afuera interrumpe el posible acto. A la
curiosidad de ella por saber lo que ha ocurrido debajo del propio balcón, él,
con cierta apatía, marcada por la exasperación, no por el criminal acto, sino
por la frustración de su deseo, comenta: «Ya mañana nos enteraremos por la
prensa». Actitud de indiferencia ante el terrorismo, tan compartida por la
mayoría de los ciudadanos en Europa y en los Estados Unidos en aquel entonces.
Ese oscuro objeto del deseo |
Y llegamos al clímax, si no de la unión
amorosa de Mathieu con Conchita, sí del tema del terrorismo en la última
secuencia de la película: un catastrófico ataque terrorista que, por su
magnitud, anuncia ya los del 11-S y 11-M. Pasea la pareja por un elegante
pasaje comercial, totalmente indiferentes a las noticias radiofónicas sobre las
múltiples actividades terroristas que difunde un altoparlante. Una serie de
grupos terroristas de extrema izquierda (POP, PRQUE, GRIF y RUT) se han unido
bajo el RAIF para realizar una vasta campaña de atentados. Contra ellos se han
agrupado otros grupos de extrema derecha, el PAF y el STIC... El arzobispo de
Siena permanece en coma tras un atentado... (La sopa de siglas de grupos
terroristas, con la que se deleita el humor de Buñuel, tiene, como sucede en su
cine, razón de ser en la realidad. En el ya citado Diccionario histórico del
terrorismo —espero que no compilado por una Academia de la Lengua Terrorista—
la «Lista de "Abreviaciones" de los grupos terroristas llenan
páginas; siglas de grupos, algunos de cuyos nombres parecen surgidos de la
propia imaginación buñuelesca aunque, como suele ocurrir, la realidad supera,
en este caso, a la ficción: MLPC, Movimiento popular de los Chichoneros, MLPC,
Ejército Rojo Catalán de Liberación Nacional, ARM, Milicia de los Derechos de
los Animales, AVC, Organización Vive Carajo, AAA Alianza Apostólica
Anticomunista...). En la escena final de la película, cuando Mathieu, frenética
e inútilmente, trata por enésima vez de unirse a Conchita, que le ha dejado
atrás, una tremenda explosión se traga a los personajes y envuelve en llamas a
todo el Centro comercial y a la pantalla cinematográfica. A eso estamos
abocados, parece señalar Buñuel en su despedida del cine, no pensada como tal
en aquel entonces pues, continuando con el tema del terrorismo, y ahora como
tema central, pensaba filmar otra película de la cual sólo llegó a hacer una
primera versión del guion en colaboración con el inseparable colaborador de su
última etapa, Jean Claude-Carrière.[14]
Final de Ese oscuro objeto del deseo |
Durante el rodaje de la película, en pleno auge del terrorismo, alguien le
preguntó qué significado tenían las
explosiones. Y contestó: “Pues ninguno, ¿qué significado van a tener?, que hace
falta mantener el interés y así se consigue”.[15]
· Agón: Último guion que escribió y que no
llegó a rodar y que trata explícitamente el tema del terrorismo y que parece
una crónica anticipada de lo que estamos viviendo en el mundo durante la última
década. No nos extendemos sobre este guion porque se estudia en un post
específico. Si
tuviese que hacer un último film lo haría sobre la complicidad de la ciencia y
del terrorismo. Aunque comprendo las motivaciones del terrorismo, las
desapruebo totalmente.[16]
Terminamos con una frase de Buñuel que debería hacernos
reflexionar sobre cómo “colaboramos”
involuntariamente con los fines del terrorismo: Hoy los terroristas tienen
más cartel que las estrellas de cine.[17]
[1]
Declaraciones a Newsweek, 121 (6/11/92). En:
Elena Gascón-Vera: La imaginación sin
límites: Sade en Buñuel. En: Turia,
nº 26. Pág. 155
[2]
Roxane Saint-Jean: Entretien avec Luis
Buñuel, Positif, n.º 162, 1974, págs. 60-1
[3]
Tomado de: Freddy Buache: Luis Buñuel.
Guadarrama, 1976, Pág. 224
[4]
Jean-Claude Carrière: Agón, Instituto
de Estudios Turolenses, 1995, Pág. 18
[6]
Francisco Ascaso y Buenaventura Durruti fueron dos anarcosindicalistas
españoles que realizaron sus actividades en los años veinte. Entre sus acciones
está el asesinato del arzobispo de Zaragoza Juan Soldevila en 1923, personaje
odiado por el realizador y que aparece en su último guion Agón.
[7]
Luis Buñuel: Mi último suspiro, Plaza
& Janés, 1982, pág. 123
[8]
Tomás Pérez Turrent y José de la Colina: Buñuel
por Buñuel, Plot, 1993, Pág.169
[9]
Tomás Pérez Turrent y José de la Colina: Buñuel
por Buñuel, Plot, 1993, Pág.174
[10]
Víctor Fuentes: Del surrealismo al
terrorismo en el último Buñuel. En: Víctor Fuentes: Buñuel, del surrealismo al terrorismo. Ed. Renacimiento, 2013,
págs. 248-9
[11]
Agustín Sánchez Vidal: De las
coproducciones al tríptico final. En:
Buñuel en 3 dimensiones, Gobierno de Aragón, 1999, Pág. 41
[12]
Tomás Pérez Turrent y José de la Colina: Buñuel
por Buñuel, Plot, 1993, Pág.169
[13]
Como a Buñuel le gustan mucho las bromas no tiene ningún inconveniente en hacer
volar por los aires al productor de la película Serge Silberman.
[14]
Víctor Fuentes: Del surrealismo al
terrorismo en el último Buñuel. En: Víctor Fuentes: Buñuel, del surrealismo al terrorismo. Ed. Renacimiento, 2013,
págs. 252-5
[15]
Jesús García de Dueñas : En torno a
Buñuel, Cuadernos de la Academia, nº 7-8, agosto 2000, Pág. 257
[16]
Pedro Christian García Buñuel: Agón,
Instituto de Estudios Turolenses, 1995, Pág. 9
[17]
Tomás Pérez Turrent y José de la Colina: Buñuel
por Buñuel, Plot, 1993, Pág.108
Un recuento sobre algunos de los atentados terroristas más recordados, el dañino efecto del terrorismo en todo lugar y época:
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Top 10: ataques terroristas en la historia
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¿Existió en realidad el Grupo Revolucionario Armado del Niño Jesús? ¿O fue imaginación pura de Buñuel?
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