Buñuel visto por (12) ... José Moreno Villa



Con ocasión de la exposición itinerante que sobre el poeta, dibujante, pintor y ensayista malagueño está organizando la Residencia de Estudiantes, he pensado que sería de interés mostrar algunos textos que dedicó a Buñuel. Por esta razón, en el recorrido por lo que podríamos llamar “retratos buñuelianos”, dedico esta entrada, y acaso otras, a este importante y a menudo minusvalorado protagonista de la generación del 27.

El maño sentía mucho respeto por José Moreno Villa, probablemente por el apoyo que recibió de él en su exilio mexicano, aunque existen otras hipótesis. Una de ellas es la de Santiago Ontañón, según quien la idea del corte del ojo de Un perro andaluz surgió de un sueño que Moreno Villa explicó un día en la Residencia: « […] pues a mí me han contado, y no puedo decirte ahora quién, pero ha sido un residente —no sé si fue el mismo Federico o quién—, que un día Moreno Villa bajó a desayunar a la Residencia muy impresionado porque había soñado que, afeitándose con una navaja, se había cortado el ojo. Y que a todos les produjo un ramalazo de cosa tremenda, que luego lo da la película. Tú sabes que ese gag ha causado inclusive enfermos mentales. Un señor, un tendero francés, que se dedicó a cortar ojos de vacas, tenía cientos de metros de película en 18 milímetros, con ojos cortados. Era (ríe) una cosa ya de de­mentes. Y de eso hablamos mucho, y recuerdo que todos decían: "Pero bueno, eso es de Moreno Villa". Claro que luego él lo toma y lo hace con su navaja y su uña y demás; pero la idea del ojo seccionado, con la masa viscosa saliendo, esa era de Moreno Villa»[1].

Pero puestos a traer a colación opiniones sobre su amistad, esta de Joaquín Peinado es sorprendente: «Porque este amor, este cariño que él tenía por don José Moreno Villa llegaba hasta el punto de que, por ejemplo, estando comiendo, Luis en la cabecera, con Alcoriza, Juanita y la mujer de Alcoriza, que también se llama Juanita, creo, llegaba don José y Luis se levantaba para dejar la presidencia de la mesa a don José Moreno Villa. Esto no lo he podido olvidar»[2].

Comoquiera que sea, y con motivo del éxito cosechado por Los olvidados en el Festival de Cannes, sus amigos y compañeros del exilio le organizaron un homenaje. Allí, Moreno Villa intervino con un discurso del que seguramente lo que nos queda es una transcripción incompleta o un borrador, pero que, de todas formas, forma parte, con otros textos, del testimonio de una generación.


Moreno Villa, entre Dalí y Buñuel

Palabras para el banquete a Luis Buñuel (tenido en el Hotel Majestic el 11 de mayo de 1951)

Señoras y señores:

El comité organizador de este banquete-homenaje me descerrajó como tiro el encargo de escribir unas palabras hace cinco horas. Los apremios y las prisas no me ayudaron. Me ponen delante de una pantalla de inquietud y me fatigan como una empinada escalera. Pero en esta ocasión, aunque hubiera tenido que subir los escalones a rastras, hubiera llegado hasta aquí, hubiera vencido fatigas e inquietudes. Tanta es la amistad que me liga a Luis Buñuel.

Imagino que han pensado en mí los organizadores porque vengo escribiendo últimamente sobre amistades de altura, de altitudes, es decir sobre aquellos amigos que de una manera u otra vienen remando en los espacios de creación artística con abnegación y hasta con fortuna. Y como Luis ha tocado ya el techo celeste con sus remos de cristal surrealista en varias ocasiones, sobre todo en ésta, tiene más derechos que otros al reconocimiento de todos y a las felicitaciones particulares mías.

En este acto se cruzan varios caminos emocionantes para mí: el de la amistad, el de su significación artística, el del destierro y el de la producción mexicana. Sobre estos cuatro caminos tenderé mis palabras, porque ellos me dictan el significado de este acto.

Primer camino: La amistad.- No sé de la amistad de ustedes y cada uno; sé de la mía. Ella comienza allá por el año 17. Aunque Luis me viera entonces como un ser lejano investido de pedagogía, yo sé que hubo entre ambos siempre ese arco de simpatía en que se fundamente o apoya la amistad duradera.

Nuestros pasos por la vida no se parecen; nuestros modos de actuar son distintos —yo soy más reposado por lo general, él es más explosivo— pero, en el fondo, llevamos ciertas notas ibéricas de iguales calorías, así como el amor a la objetividad y a una nivelación justa del mundo humano.

Como amigo va unido además a otros amigos famosos, inolvidables, entre los cuales destacaron Federico García Lorca y Salvador Dalí. El nombre del segundo podrá sernos hoy menos merecedor de recuerdos, pero el de Federico no puede resbalar en esta hora; yo sé lo que significa en el alma de todos nosotros y especialmente en la de Luis. ¡Viva Federico! ¡Viva su alma pura!

Segundo camino: El destierro.- En la significación de este acto entra el destierro. Es la obra de un desterrado, y la mayoría de los concurrentes somos desterrados. Ya son muchos los años de destierro, ya se han desvanecido muchos obstáculos naturales, lógicos, ya nos sentimos con suelo bajo los pies, pero la experiencia del destierro, sea en el país que sea, es harto dura. Al desterrado se le mira siempre como un intruso, un indeseable. Los habitantes del país penetrado dicen o piensan: “No cabíamos en casa y parió la abuela”.

Este grito de protesta es lógico. Lo damos incluso en casos de guerra, cuando se impone a la población recibir alojados en sus casas.

El desterrado tiene, pues, que luchar o enfrentarse con más dificultades que el nativo; y tiene que crear sin estímulo del ambiente. No puedo olvidarme de los primeros años de Buñuel en el destierro. Le veía consumirse físicamente, y sentado en un sillón a toda hora, frente a la misma pared, como sin horizonte posible. Lanzamos pues un vítor porque el desterrado venció la angustia del destierro.

Tercer camino: Significado artístico de la obra.- Insistir sobre que la obra ha alcanzado una significación mundial sería obvio. Un jurado internacional y libre de presiones políticas, raciales o nacionalistas, declaró que la película mejor dirigida presentada al concurso era la de Luis Buñuel. Y por este hecho estamos aquí; pero yo pregunto: ¿Cuál es el significado artístico de la obra que luego ha merecido por sí misma el premio de la crítica?

Y hago esta pregunta porque ella me permite enlazar lo dicho antes, lo que llamé segundo camino o el destierro, con lo que vendrá después, el de la producción mexicana.

Vimos al desterrado consumiéndose en un sillón de su casa. Pero no le preguntamos en qué pensaba, qué rumiaba.

La gestación de Los olvidados fue penosa. Buñuel perseguía su tema; el tema realista y crudo que siente y sabe desarrollar. Los temas llamados comerciales no le calientan, y por lo tanto no le hacen poner el sello definitivo de su personalidad. Por otro lado, el convencer a un productor de que aventurase su dinero en obras dudosamente comerciales era difícil. Por esto fue penosa la gestación de Los olvidados.

Cuarto camino: La producción mexicana.- El desterrado, consciente o inconscientemente, supo enlazar en su obra lo objetivo, lo mexicano y lo universal lanzándose con verdadero apetito a los suburbios de la capital. Y así, con denuedo y seguridad en sí mismo, se compenetró con México el desterrado e hizo que la producción mexicana triunfase en un país lejano y exigente. México produce hoy obras, cuando quiere, de la misma calidad que Italia.

 



[1] Max Aub, Buñuel. Todas las conversaciones, Zaragoza, Prensas de la Universidad de Zaragoza, 2020, pág. 322.

[2] Ibíd. Pág. 432.

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